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Apariciones marianas en Guadalajara (III) Cont.

APARICIONES MARIANAS EN GUADALAJARA (III). Continuación.

En Torre del Burgo apareció la Virgen de Sopetrán. Su aparición milagrosa es otra de las más interesantes de cuantas han tenido lugar -“según cuenta la leyenda”- en tierras alcarreñas. Viene a ser como una especie de continuación del aparecimiento de la Virgen de la Peña, de Brihuega, ya vista. En aquel caso, la aparición fue presenciada por la princesa Elima, hija de Alí-Maymón, que terminaría convirtiéndose al cristianismo. En el caso que comentamos la aparición tiene como sujeto al hijo de Alí-Maymón y, por lo tanto, hermano de Elima.

El ejército cristiano ha sido vencido y hecho prisionero por el moro, que lo conduce a Toledo, “aherrojado con gruesas cadenas”:

“Cuando llegó la triste comitiva a Solanillos (…) vieron los pobres presos que allá en la lejanía se alzaban los muros de una ermita, por lo que pidieron a la Virgen alivio para su triste situación de esclavos.

La Virgen se apiadó de aquellos hombres y se apareció rodeada de ángeles encima de una higuera, iluminada con un resplandor tan vivo que cegó a los moros, cayendo al mismo tiempo rotas las cadenas que aprisionaban a los cristianos, los cuales acometieron y derribaron a sus guardianes.

Entonces, Alí-Maymón preguntó a los que hasta hacía unos momentos habían sido sus esclavos cuál era la causa de que se hubiese quedado ciego, y al enterarse de la milagrosa aparición de la Virgen pidió ser conducido ante su presencia.

Una vez allí, Alí-Maymón suplicó que le fuese devuelta la vista, prometiendo a cambio hacer lo que la Virgen le mandase.

María dijo al príncipe moro que debía hacerse cristiano y levantar en aquel lugar un santuario en su honor y, una vez que éste prometió cumplir esos deseos, le condujo a una fuente cercana, donde le bautizó, poniéndole el nombre de Petram, que significa Pedro.

Después le lavó los ojos con el agua, con lo que hizo que el príncipe viese nuevamente la luz” (15).

A través de este ejemplo de aparición en que están representadas las dos creencias que cuentan con más partidarios, cristianos y moros o infieles, queda nuevamente de relieve el poder del Bien, representado por los esclavos cristianos, que se encomiendan a la Virgen, sobre el Mal, el error en la elección de la fe o creencia, que, en este caso, son las tropas moras.

En un principio -como ocurríó en la aparición de la Virgen de Monsalud– es el Mal el que va triunfando, pero el Bien, a la postre, será el vencedor, puesto que, aparte de ser Bien en sí mismo, cuenta con la ayuda de la Virgen. Finalmente, el Bien -como vencedor- logra que el Mal -como vencido- se convierta en Bien a su vez, a través de su conversión a la fe auténtica.

Algo así hemos visto ampliamente representado en los dibujos que decoran las cerámicas medievales verde-moradas de Paterna (Valencia), en las que se ha creído ver la lucha y dominio del cristianismo, representado por la figura de un pez, sobre el Islam, en figura de pavo o perdiz (16).

 NOTAS

(15) J. García Perdices, Cual Aurora Naciente…, op. cit., pp. 116-117, toma esta leyenda de la aparición de la Virgen se Sopetrán, al igual que A. Herrera Casado, op. cit. p. 42, de la obra de fray Antonio de Heredia, Historia del origen fundación, progreso y milagros de la Casa y Monasterio de Ntra. Sra. de Sopetrán, de la Orden de St. Benito, por el Pe. fr. Basilio de Arce, Predicador de la dha. Ordem de Sn. Benito, hixo de la misma casa de Sopetrán. Dirigido a la Reyna de los Angeles, Ntra. Sra. de Sopetrán, año de 1615, editado por la Viuda de Alonso Martín, fecha en Sta. Clara la Real de Salamanca, en 23 de abril de 1659, y conocida a través de unas hojas escritas por fray Fiol de Sarriá con el título de Monasterio de Sopetrán: su origen, fundación y progreso y lo mucho que hicieron como  bienhechores los Excmos. Sres. Marqueses de Santillana, desde el año 1449 al de 1603 (Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid. Dato este último que ofrece Herrera Casado en “El Monasterio de Sopetrán”, en Nueva Alcarria de 19 de abril de 1975, p. 23).

El título completo de la obra de fray Alonso de Heredia es Historia del ilustrísimo monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán, del orden de San Benito, de su santuario y sagrada imagen: compuesto antes por el R. P. Mtro. Fray Basilio de Arce, su abad y su hijo; y ahora nuevamente añadido por el Rmo. Mtro. Fray Antonio de Heredia, abad del Real Monasterio de Nuestra Señora de Monserrate de Madrid, y general que fue de la misma orden, Madrid, en la imprenta de Bernardo de Hervada, 1676. En cuarto (T. Muñoz y Romero, op. cit., p. 251. S. V. “Sopetrán”). Y no conviene olvidar que Heredia toma multitud de notas del falso cronicón de Haubereto Hispalense [el sacerdote D. Antonio de Nobis -Julián Zapata-, autor del falso H. Hisp., del que el P. Rubio dice que en 1657 estaba en Valvanera  componiendo el órgano “en cuya manufactura era inteligente”. Fray Toribio Minguella y Arnedo, Valvanera. Imagen y santuario. Estudio histórico por…, Madrid, 1919, p. 18, nota 1], analizado por fray Gregorio de Argáiz en su Población eclesiástica de España y noticia de sus primeras honras, Madrid, 1668, (A. Herrera Casado, “Del origen legendario de Sopetrán”, en Nueva Alcarria de 5 de mayo de 1973, p. 13). Este fray Gregorio de Argáiz tal vez sea fray Gerónimo de Argáiz, cronista de la religión de San Benito, autor de La Perla de Cataluña. Historia de Nuestra Señora de Monserrate, Madrid, por Andrés García de la Iglesia, 1677. En fol. (T. Muñoz y Romero, op. cit. p. 193. S. V. “Monserrate”, núm. 10).

Los datos de la aparición, sin apenas variantes, se encuentran igualmente en la obra de D. José María Escudero, Crónica de la provincia de Guadalajara, Madrid, 1869, pp. 34-35, donde se hacen algunas incursiones etimológicas sobre el nombre Sopetrán, no muy afortunadas y que traslada descaradamente A. Pareja Serrada, op. cit, pp. 561-562. Véase también E. Zaragoza Pascual, “Un abadologio inédito del monasterio de Sopetrán”, Wad-Al-Hayara, nº 3 (Guadalajara, 1976), pp. 27-46.

(16) J. Martínez Ortiz y J. Scals Aracil, Colección cerámica del Museo Histórico Municipal de Valencia (Paterna-Manises), Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 1967, p. 28 y fig. 50.

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