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Apariciones marianas en Guadalajara (II) Continuación

El ejemplo que vimos en nuestro anterior escrito parece llamar la atención por su sencillez. En él no hay nada excesivamente maravilloso, no aparece el ambiente enrarecido, ningún relámpago, ninguna luz extraña, nada, contrariamente al amiente que se describe en la aparición, al pintor Fernando de Villafaña, de la Virgen de la Esperanza, ocurrida en Durón:

“Aquella tarde el cielo estaba limpio y transparente, por lo que Fernando de Villafaña se asustó por el fulgor de un relámpago que, seguido por un fragoso trueno, hizo temblar la tierra, junto a sus pies.

Al elevar la mirada, Fernando se vio sorprendido por la aparición de una bellísima doncella que desde lo alto de la encina le miraba.

Estaba coronada de estrellas y circundada por una nube y dirigiéndose al pintor (…)”  (8).

El adorno no puede ser mayor. Grandes portentos apartados de la sencillez, quizá con el ánimo de producir en el hombre sencillo del pueblo idea de su pequeñez.

En Hontoba se repite la aparición a un pastor (Virgen de los Llanos) (9) y también en Maranchón la Virgen de los Olmos se aparece a un ganadero del lugar en una sabina, portando una rama de olmo (10).

Diferente es la de Nuestra Señora de la Salceda, patrona de Peñalver, que se apareció a dos caballeros sanjuanistas internados en el “Monte del Infierno” con intención de cazar:

“Al desencadenarse una gran tormenta de tal violencia que nunca habían visto otra parecida, los dos caballeros, atemorizados, ataron sus caballos a unas ramas y se hincaron de rodillas para pedir protección a la Virgen María. A la mitad de su oración ambos caballeros se vieron gratamente sorprendidos con la aparición de la Virgen, de pequeñísimo tamaño, y subida sobre un sauce. La Virgen, rodeada de luz y de ángeles (…) Una vez que cesa esta singular aparición termina también la tormenta y entonces los caballeros montan de nuevo a caballo y regresan a Peñalver (…)” (11).

Conviene tener en cuenta que las Relaciones… fueron escritas en el siglo XVI y que en la dedicada a Peñalver existen grandes diferencias con las noticias que acerca de la misma aparición proporciona García Perdices. En la obra más antigua no aparece para nada el típico “lugar común” del ambiente maravilloso, nada de truenos y relámpagos. Sólo el piafar nervioso de uno de los caballos. Los caballeros, por el contrario, no están atemorizados, sino extrañados, sorprendidos por la actitud del caballo, de modo que lo que García Perdices considera una aparición, es casi el hallazgo casual de de la imagen en la rama de un sauce:

“(…) una Ymagen de nuestra Sra. ques mui pequeña” y “(…) y vio en un Saz una Ymagen de nuestra Sra. que dicen es la que agora está en el altar”.

Caso curioso es que el caballo, nervioso, se coloque de rodillas. Pero incluso este mismo hecho se repite en otros casos similares.

A pesar de estas diferencias en el entorno que acompaña a la aparición, las representaciones iconográficas no se corresponden con lo que se dice en las Relaciones…, tal y como demuestra el grabado que acompaña a la obra de don Cecilio Blanco, mencionada en la nota (11) y las pinturas que existieron en la primitiva ermita (12).

salceda-virgen

Con pequeñas variantes se produce la aparición de la Virgen de la Soterraña, de Santa María de Poyos (actualmente sumergido bajo las aguas del embalse de Buendía), que también se apareció a dos caballeros de la Orden de San Juan, pero en este caso en el interior de una cueva en la que ambos se refugiaron para huir de una tormenta (13).

Hay que tener en cuenta que Peñalver, Tendilla y Poyos son pueblos relativamente cercanos entre sí.

En Sotodosos se siente gran veneración por la Virgen de la Vega, que se apareció junto a un espino, a un pastor que guardaba su rebaño en el lugar denominado “Cuesta de San Blas” (14).

(Continuará)

NOTAS

(8) García Perdices, Jesús. Cual Aurora Naciente (Advocaciones Marianas de la provincia de Guadalajara).  Guadalajara: El Autor, 1974. 58.

(9) García Perdices, op. cit. 68, que no pretende más que dar una sencilla idea de algunas apariciones y milagros de Vírgenes de Guadalajara, sin analizar causas, aprecia que “la Virgen de los Llanos tiene una leyenda tradicional sobre su aparición, similar a la de otros varios pueblos de la provincia de Guadalajara”. Lo que viene a indicarnos, en resumidas cuentas, que se trata de un “lugar común”.

(10) García Perdices, op. cit. 74.

(11) García Perdices, op. cit. 87. Cecilio Blanco, presbítero, cuenta en verso la historia del pueblo de Peñalver y la aparición de la Virgen de la Salceda, en un folleto de 51 páginas, titulado Aparición de la Virgen Santa María de la Salceda, Patrona de Peñalver. Peñalver y sus glorias. Guadalajara, El Autor, 1966.

Con algunas diferencias recogen las Relaciones Topográficas de España (Memorial Histórico Español), de J. Catalina García [López], tomo XLI (I de los de Guadalajara), pág. 256, cuestión 42, la aparición de la Virgen de la Salceda a los caballeros sanjuanistas: “(…) hay una Ymagen  de nuestra Sra. ques mui pequeña, que provoca á gran devoción (…) la Casa la fundó unos caballeros de la dicha órden de San Juan, que saliendo un día desta su villa yendo á caza (…) en una espesura, se alborotó un caballo, y que alzó uno de los Caballeros la Cabeza, y vio en un Saz una Ymagen de nuestra Sra. que dicen es la que agora está en el altar, y que se arrodilló el Caballo, y el Caballero le hizo grande reverencia, y que fue revelado el Caballero fundase acerca casa (…) una ermita”. Los mismos datos que García Perdices proporciona aparecen en Herrera Casado. Monasterios y conventos en la provincia de Guadalajara. Guadalajara: Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana”, 1974. 149-150, en cuya nota 8 ofrece el título de la obra de fray Alonso López Magadaleno sobre la aparición que venimos tratando: Compendio historial del aparecimiento de Nuestra Señora de la Salceda, fundación de su convento y origen en él de la regular observancia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, que escribió Fr…, cronista de la Provincia de Castilla. Madrid, por Juan García Infanzón, 1687.

(12) Herrera Casado, op. cit. 150.

(13) García Perdices, op. cit. 93-94.

(14) Idem., 110.

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