Archive for enero, 2014

Los muleteros ( XX)

 

En este artículo sobre la obra de Epifanio Herranz, López de los Mozos habla de los muleteros, un gremio que tuvo gran importancia en algunos pueblos de la provincia.  

 

42) Como el lector puede ir viendo a través de nuestras paulatinas entregas el libro de don Epifanio Herranz Palazuelos que comentamos, Guadalajara por dentro, es muy variado, especialmente en lo que se refiere al mundo de las fiestas, tradiciones y costumbrismo de la tierra de Guadalajara.

En esta ocasión hablaremos, siguiendo a don Epifanio, acerca de los muleteros a los que dedica un artículo titulado “Gente de Maranchón” (64).

Recuerda en su trabajo que todavía llegó a conocer a la última generación de tratantes, cuando iban recorriendo los pueblos, llevando una reata de mulas para vender.

 

Vestido de negro blusón,

no pierde ninguna ocasión

de vender mulas o equinos,

a todos nuestros vecinos.

 

El auge del comercio muleteril coincidió con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y desapareció con la revolución que significó la mecanización del campo. Buena prueba de su riqueza son las casas que aún pueden verse en Maranchón, muchas construidas con piedras labradas: el ayuntamiento, la iglesia, la ermita de la Virgen de los Olmos…

Los muleteros, como se les llamaba, eran una verdadera institución, que para entenderse entre ellos en sus transacciones comerciales utilizaba una jerga llamada “mingaña”, que no debe confundirse con la otra “mingaña” de los esquiladores de Fuentelsaz.

Ese constante trajín de un sitio para otro, ha dejado huella en el maranchonero, cosmopolita y abierto, cualidades no muy frecuentes (65).

 

Se ha dicho de Maranchón,

en tono de admiración,

que siempre que vienen o van

no dejan de ganar el pan.

 

Dedicaban gran parte del año a viajar por el país entero, pero era muy raro que alguno de ellos faltara a la fiesta de la patrona de Maranchón.

Hoy sólo queda el recuerdo de la estampa exótica del hombre vestido con su blusón.

 

43) Don Epifanio no deja nada por recoger en su libro. En este caso nos referimos a la leyenda titulada “El Indiano de Jadraque” (66).

La leyenda, de la que puede extraerse una provechosa conclusión, viene a decir algo así: un hijo de Jadraque -José Gutiérrez de Luna- marchó a “hacer las américas” y volvió rico, pero antes de entrar en Jadraque quiso comprobar el comportamiento de sus familiares y amigos, de modo que se aposentó en Miralrío y desde allí, vestido  como un pobre, con andrajos, llamó a la casa de su padre diciéndole quien era y solicitando que lo recibiera en su casa. El padre no quiso reconocerlo, con lo que regresó a Miralrío. Pero al día siguiente se presentó nuevamente en casa del padre, que al verlo ricamente vestido, lo reconoció dándole la bienvenida.

Tras cerrarse la puerta padre e hijo tuvieron unas palabras que nadie conoce, el caso es que el hijo fue a vivir a otra casa, dejando una fundación con fines caritativos: la “Obra del Santísimo”, bien dotada para sufragar los gastos que produjese la lámpara que iluminaba el Santísimo, así como para vestir anualmente a los doce más pobres de la villa, además de otros socorros.

Pareja Serrada sitúa la acción del “Indiano” en la España de la Edad Moderna, en tiempos de uno de los “Felipes”; pero don Epifanio, cita el testamento de este jadraqueño insigne como firmado en 1871.

Hoy, en la iglesia de Jadraque puede verle la lápida que cubre los restos de este indiano que, como señal de humildad, quiso recibir sepultura en un lugar donde todos la pisaran.

 

 

(64) 114. Op. cit., pp. 251-252. (Flores y Abejas, 23 de mayo de 1990).

(65) Sobre las características del maranchonero véase RODRÍGUEZ GARCÍA, Evilasio, CASCAJERO GARCÉS, Aúrea y GARCÍA ESTRADA, Manuel, “Guadalajara y Maranchón: Peculiaridades migratorias”, en Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 28 (1996), pp. 391-396.

(66) 116. Op. cit., pp. 255-256. (Flores y Abejas, 30 de mayo de 1990). PAREJA SERRADA, Antonio, “El regreso del indiano (Tradición jadraqueña)”, en El Briocense, n.º 26 (Brihuega, 30 de Septiembre de 1905), pp. 2-3.

XIX Mayo florido y hermoso…y «Engañapobres»


Proseguimos con con la serie de López de los Mozos sobre Epifanio Herraz con un capítulo dedicado al mes de mayo, el mes de la Virgen.

40) La pasión amorosa que don Epifanio siente por la Virgen María se hace patente, una vez más, a través de su artículo “Mayo, florido y hermoso” (60), en el que la renovación anual de la naturaleza es todo un signo de esa otra renovación, la mariana, que pinta con sus más bellos colores los pueblos de la geografía “alcarreña”.
Es justamente eso lo que viene a decir el título del artículo, que tiene su base en el refranero popular tradicional:

“Marzo ventoso y abril lluvioso
sacan a mayo florido y hermoso”.

Y mayo es, por excelencia, el mes de la Virgen. Es tiempo en que el mocerío siente correr la sangre por sus venas y surge la pasión amorosa y las ganas de emparentarse. Es cuando se corta el “mayo” y se “planta” -en la provincia de Soria dicen que se “pinga”-, en la plaza del pueblo. Cuando los mozos-mayos rondan a las mozas-mayas con claros interesases casamenteros y les cantan “mayos” en los que suelen describir una por una las parte de su cuerpo, de ahí que se les llame “retratos”, a veces de cierta escabrosidad y subido tono.

Sin olvidarse de la Virgen, como primera dama, a la que se ofrece otro “mayo”, bien distinto casi siempre. y comenzar la fiesta con su permiso.
Recuerda don Epifanio como de niños íbamos al campo a por florecillas silvestres que después poníamos en aquellos sencillos altares ante los que cantábamos, en el colegio, las flores a María, que Madre nuestra es…

Y lo mismo que aquellas florecillas silvestres de nombres sonoros, suenan en los pueblos las advocaciones de sus patronas: Virgen de la Antigua, del Amparo, de la Soledad (la más numerosa), del Remedio, de la Esperanza…

Surgen por doquier las romerías de toda la vida. Los primeros romeros son los del “Butrón”, de Molina, que van en agradecimiento, por voto, por haberse salvado de la peste al santuario de la Virgen de la Hoz, junto al Gallo; de Barbatona y su Virgen de la Salud; de Quintanares, en Horna; de los Enebrales, en Tamajón; del Peral de Dulzura, en Budia; de la Peña, de los Olmos, de la Salceda, del Robusto, de Caritas, del Montesino… y tantas otras cuyas ermitas salpican la tierra de Guadalajara. Unas palabras finales de don Epifanio nos dejan con el pensamiento a flor de piel: “Tengo para mí -dice-, que en este mes se confunde lo florido y natural con lo mariano y hermoso”.

palazuelos41) Palazuelos debió ser una villa importante en los tiempos pasados. Su recinto amurallado a sí parece confirmarlo, de modo que el caminante que seguía el camino desde Sigüenza vería una gran población en la que nada habría de faltar (61)
Así describía García Perdices a Palazuelos:

Ávila de juguete, más pequeña
que aquella. Más pura y más sencilla,
una ignorada joya de Castilla
de erosionada piedra berroqueña.
(Paisajes y vivencias)

Pues bien, en el Guitón Onofre, novela picaresca del XVII, Palazuelos se describe de muy distinta manera a como lo hace el poeta:
“Pero al fin, por no ser menos que los otros, abrán de saber Vms. que yo nací en un lugar junto a la ciudad de Sigüenza que se llama Palazuelos y por mal nombre Engañapobres. No se vengó él en eso de mí, porque aunque yo lo sea, pluguiera a Dios consistiera mi ventura en quál engañara a quál; que aunque yo esté sin aparato, no hiciera él poco el llebárseme la joya. La tierr(a) ni pone ni quita, que no puede dar lo que puede receuir, pues los varones illustres la ennoblezen. Por… causa que le llemaban Engañapobres, es porque el lugar es de brava ostentación, de cercas muy buenas y leuantadas, adornadas con muchos torreones y un famoso castillo que las hermosea de suerte que quien no le conoce, viéndole de lexos, con aquella presencia / 19r / poderosa, piensan que ay dentro los thesoros de Venecia y ansí a él acuden como moscas. Pero como dentro no aya sino bien quantas cassas, o por mejor dezir chozas derribadas, quedanse a son de buenas noches dándoles por premio de su insaciable cobdicia (que bien se puede dezir lo es la de los pobres) desseo de llegar a posada, dolor en los pies, fatiga en los cuerpos, arrepentiemento en el hecho y rabia en el corazón. Ved qué limosna para un buen renegador. De donde como al bueno del lugar le sintieron la flaqueza, vino en llamarle Engañapobres” (62).

Pero no es el único pueblo de nuestra provincia que recibe ese mote:

Cabanillas del Campo
Tiene tres torres;
Por eso la llaman
Engañapobres.

Que no recoge don Gabriel María Vergara en su “Apodos que aplican a los naturales de algunas localidades de la provincia de Guadalajara los habitantes de los pueblos próximos a ellas” (63).

(60) 111 (Flores y Abejas del 2 de mayo de 1990).
(61) 112. Villa de “engañapobres” (Flores y Abejas, 9 de mayo de 1990).
(62) LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, “Apodos y coplas de los pueblos y las cosas de Guadalajara”, en Notas de Etnología y Folklore de Guadalajara, Guadalajara, Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana”, 1979, pp. 69-105. (Sobre el apodo “Engañapobres”, pp. 103-104. Seguimos el texto de Gregorio Gonçález, El guitón Honofre (1604), edited with introduction and notes by Hazel Genéreux Carrasco. Estudios de Hispanófila, 25. Department of Romance Languages. University of North Carolina, página 47.
(63) Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Tomo III, 1947, cuadernos 1.º, pp. 58-67.

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