ESTE AÑO DE 2021 lo he iniciado con la publicación del libro “Otros campos de Castilla. Parte II: Las generaciones culturales castellanas desde 1900 hasta el siglo XXI”.
DOS APORTACIONES A LA ESTÉTICA DE CASTILLA
SE TRATA, EFECTIVAMENTE, DE la Parte Segunda de un libro anterior mío, aparecido en el año 2018, bajo el título “Otros campos de Castilla. Parte I: Contra la leyenda negra castellana”
En ninguno de los dos casos se trata de unos títulos pretenciosos o engolados, que intenten aparentar más de lo que son ni tampoco emular a otro de 1912, de Antonio Machado, con título bien parecido. No, en modo alguno, mis dos libros aludidos cuentan con una variación bien apreciable respecto al de Machado.
Ambos libros aspiran a cumplir sencilla y modestamente lo que prometen: poetizar las muchas provincias, tierras y regiones de Castilla que NO fueron tratadas ni recogidas en el volumen del poeta sevillano, a principios de siglo XX, a pesar de que el título de aquel libro aluda a una “Castilla” genérica, que luego en la práctica de sus páginas poéticas no aparecen por ningún lado.
Antonio Machado sólo se refirió en el mencionado libro a la ciudad de Soria y a sus alrededores, más una parte añadida a última hora –y porque el editor de su libro le indicó que le había salido un volumen excesivamente breve-, el romance de “La tierra de Alvargonzález”, que recoge una leyenda parricida –terrible en su contenido y poco favorecedora de la imagen de Castilla- que ambientó en los Picos de Urbión y en la Laguna Negra, que Machado había conocido en una viaje realizado hasta aquellos parajes.
Poca Castilla es la que aparece en los “Campos de Castilla” machadianos. Por eso, referirse a los muchos, amplísimos y heterogéneos “Otros campos de Castilla” que no se habían recogido en la obra del poeta sevillano, me pareció una interesante oportunidad literaria que, además, completaba una visión poética exigua, reducida y uniprovincial…
Perspectiva corta que, por si fuera poco, se había convertido con el paso del tiempo en genérica, totalizadora, excluyente y exclusiva y, además, en la única concebible y concebida, pese a la varia, dispar, diversa y plural tierra castellana.
De Santander (cuna de Castilla y castellanísima provincia en tiempos de Machado) hasta Ciudad Real, desde Guadalajara a Madrid y a Salamanca, hay referencias literarias a Castilla que complementan la visión de Castilla machadiana, y la “magnifican” y amplían en el aspecto territorial. Valoraciones literarias, al margen.
CONTRA LA LEYENDA NEGRA CASTELLANA Y GENERACIONES CASTELLANAS
Por otro lado, ambos libros poéticos míos, el del año 2018 y el de este año 2021, tienen dos largos prólogos bastante significativos que me parece procedente comentar.
La Parte I comprende un largo prólogo titulado “Contra la leyenda negra castellana”: se analizan en él las tergiversaciones interesadas que los escritores periféricos de mediados y finales del XIX (catalanes, vascos y gallegos) lanzaron contra Castilla, y que, sorprendentemente, tras el Desastre del 98, fueron aceptadas a pies juntillas por los componentes de la Generación del 98 (ninguno de ellos castellano) y transformadas en altísima literatura, que ha acabado conformando la idea actual que todos los españoles, incluyendo los castellanos, tienen sobre Castilla.
Idea asumida desde entonces –no antes- hasta acá que es casi siempre (basta con que el lector mire introspectivamente dentro de sí mismo), una visión negativa.
El libro ahora publicado, es decir, la Parte II, tiene también un largo prólogo ensayístico que se titula “Las generaciones culturales castellanas desde 1900 hasta el siglo XXI”.
En este prólogo se conjuntan y se analizan generacionalmente los escritores, artistas, pintores, escultores… nacidos en Castilla –esta es la primera diferencia respecto a la del 98- y que han tocado el tema de su tierra castellana con sus propias, variadas y múltiples visiones de lo castellano –lo cual también amplía y enriquece la imagen que nos legó el 98-.
A través de las Generaciones de 1900, 1920, 1940, 1960, 1980 y 2000 vemos cómo el tema regional/territorial de Castilla y su relación consigo misma y con España ha sido una constante del siglo XX y de lo que llevamos del XXI.
Dicho prólogo, por sí mismo, basta para que yo aconseje la lectura del libro que acaba de aparecer.
Y aunque no hay espacio para entrar en mayores detalles, diré que el regionalismo cultural castellano a lo largo de estos años es perceptible en todas las provincias de Castilla, pero, si hubiera que destacar alguna, yo lo haría precisamente con la de Santander, donde el regionalismo castellano en libros, artículos, revistas y periódicos fue especialmente intenso en las primeras décadas del siglo XX.
Señalaré dos nombres esenciales que encabezan la nómina de esas generaciones culturales castellanas de principios de siglo: Marcelino Menéndez Pelayo, la Generación de 1900, y Gerardo Diego Cendoya, la de 1920. Ambos superan en geografía espacial, provincias castellanas a las que aluden y afecto por la propia tierra castellana a Antonio Machado, aunque nuevamente nos encontremos al autor sevillano eclipsando todo lo que no sea él en la valoración de lo castellano.
Pero escritores e intelectuales castellanos los hay muchos e intensos en todas y cada una de las provincias del norte, del sur y del centro de Castilla. Desde Claudio Sánchez-Albornoz, prolífico, magnífico y certero en el análisis histórico de Castilla y su papel entre los pueblos de España al novelista vallisoletano Miguel Delibes, de antepasados oriundos de la Montaña de Santander, donde sitúa algunas de sus obras más significativas, comenzando por “El camino”, ambientada en Molledo (Valle de Iguña).
Otro día, si hay espacio y tiempo –que tema seguro que sí hay- detallaremos algo más este atrayente, seductor y tentador asunto cultural.