Las primeras palabras entre Cervantes, Quijano y Pérez

 

EL MANUSCRITO RECIENTEMENTE HALLADO  en el Archivo Diocesano de Sigüenza conocido como legajo “Munio Juan Montañón y Díez”, por el historiador seguntino del XVII que los recopiló, nos describe perfectamente cuáles fueron las primeras palabras que cruzaron entre sí, al conocerse personalmente en 1601, el escritor Miguel de Cervantes Saavedra, el hidalgo manchego don Alonso Quijano y Quesada y al cura seguntino Pedro Pérez de Abajo.

Cubierta completa La sombra del solTal hecho ocurrió, como está probadamente documentado, una mañana de ese año inicial del siglo XVII, ante la fachada de la Universidad Cisneriana, en unos momentos en que el escritor alcalaíno se hallaba muy bajo de inspiración, porque había comenzado a triunfar el estilo barroco dejándole a él –tan renacentista- cariacontecido, descolocado, anticuado y sin ideas literarias de las que servirse.

En tales circunstancias, según se recoge en la narración y estudio histórico “La sombra del sol”, recientemente aparecido, éstas fueron las primeras palabras que entrecruzaron Cervantes, Quijano y Pérez al conocerse, las cuales transcribimos aquí, en exclusiva, para los lectores de GuadalajaraDiario.

 

 

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Capítulo XXII.  (Fragmento final).

 

Dicho lo cual, el caballero del gesto abatido comenzó a sollozar como un chiquillo sin importarle estar ante la concurrencia que en este momento cruzaba la plaza de la Universidad en diversas direcciones.

Tampoco fue óbice que impidiera su lamento y gemido la presencia de dos personas a quienes no conocía, que estaban delante de él, la una montando un rocín blanco, que más parecía estar pensado para el trabajo agrícola que para el viaje, según manifestaba su amo que lo usaba, por la índole de su traje, y la otra caballero sobre una mula, vestido a la usanza de los clérigos.

Quien montaba el rocín blanco tanto se conmovió con el llanto del jinete recién llegado, después de tan sentidas palabras y expresiones, que tomando las riendas de su montura, picó espuelas hacia donde el recién llegado se encontraba, y al llegar hasta su altura le dijo.

-Sosiéguese vuesa merced, señor caballero, que no hay razón para hipido tan de tanto estremecimiento ni para queja y suspiro tan de tantos y tan profundos como en los vuestros noto, aprecio y me percato, o si la hubiere, tendría que ser mucha la razón y muy honda la causa, pero yo no la conozco…

A lo que añadió bien sentidamente, pues su corazón se lo demandaba:

-¡Aquí tenéis a un hidalgo manchego para lo que menester hubiere en socorrer, y si necesitáis mi brazo o mi regazo para cualquier cosa que sea, sea de vos sabido que también lo habéis de tener!

No contento con lo cual, apostilló, acotando, aclarando, adicionando y glosando cuanto había dicho:

-Éste soy yo, don Alonso Quijano, natural de un lugar de la Mancha que no es procedente mencionar aquí, para cuanto aquello que pueda haceros falta y esté en mi mano el concederos, aunque ni siquiera conozco vuestra gracia.

A lo que el jinete sobre caballo oscuro ibérico, aquilino de rostro, respondió serenándose del dolor en que se encontraba.

-Mi nombre es Miguel de Cervantes Saavedra, señor hidalgo manchego don Alonso Quijano, y soy natural de esta ciudad de Alcalá de Henares, de la que falto desde hace bastantes años.

 

 

 

 

 

 

Cuando Cervantes conoció a Alonso Quijano y a Pedro Pérez

COMO YA SE DIJO EN ESTA MISMA SECCIÓN en semanas pasadas el hecho revolucionario para la Historia de la Literatura de que en el Archivo Diocesano de Sigüenza se haya podido encontrar un manuscrito de 1601, donde se expone detalladamente el momento en que el escritor Miguel de Cervantes Saavedra conoció personalmente, en efecto, al hidalgo manchego don Alonso Quijano y Quesada y al cura seguntino Pedro Pérez de Abajo necesariamente ha de traer consecuencias imprevisibles para el análisis de las fuentes de la inmortal obra cervantina.

El original en cuestión se denomina por los expertos “Legajo Munio Juan Montañón y Díez”, a causa del historiador del siglo XVII que recopiló numerosos manuscritos de la época, entre ellos la historia exacta del encuentro de Cervantes con el hidalgo manchego y el cura seguntino.

Se hallaba Miguel de Cervantes en unos momentos de creatividad baja y acercándose a una edad –la sesentena- donde además las capacidades creativas suelen mermar en el común de los mortales.

Pero de dicho encuentro del alcalaíno con ambos muy peculiares y singulares seres humanos iban a surgir un torrente de ideas y de posibilidades, como puede suponerse.

El caudal de ideas se incrementó con las conversaciones de los tres durante el viaje hasta Sigüenza, pasando por Guadalajara, que Quijano y Pérez habían emprendido, al que se unió Miguel de Cervantes, a causa de los enriquecedores diálogos que estaba sosteniendo con ellos.

Transcribimos aquí, en exclusiva para los lectores de GuadalajaraDiario el momento en que Cervantes conoce a la pareja de viajeros, según se recoge en la narración y crónica “La sombra del sol”, de reciente aparición en librerías, que sigue fielmente el legajo Montañón y Díez.

 

He aquí el momento aludido, sin añadir coma ni poner punto, pues ambas cosas sobraren:

 

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Capítulo XXII. Donde se dará cuenta del encuentro más inesperado de esta Historia –en la que habrá otros muchos-, el cual revolucionará los acontecimientos y traerá las consecuencias que todo el mundo puede empezar a degustar ya con su imaginación.

DESDE LA CALLE DE LOS LIBREROS, que así se llamaba por estar ocupada mayoritariamente por integrantes de este gremio e imprentas para componer los libros que se requerían en la Universidad fundada por Cisneros, hacía tiempo que venía al paso hacia la plaza de la Universidad un caballero sobre un caballo ibérico de color oscuro, de alzada media, cuello ancho y ligeramente arqueado, las crines tupidas, y las formas redondeadas como es común a todas las razas de caballos ibéricas.

La sombra del Sol_CubiertaEra el caballero de la edad de unos cincuenta y cinco años, que a más no llegaría, ni estaría muy por debajo de ellos tampoco;

aquilino de rostro por no decir aguileño, que es adjetivo ya usado mucho en algún que otro retrato, lo cual viene a querer decir que era su rostro largo y delgado y no que perteneciese a águila ninguna como podría desviarse el sentido equivocadamente, sino a persona de esta característica facial;

el cabello castaño y las barbas de plata, con alguna hebra todavía de oro que mostraban que habíanlo sido así todas unas años atrás;

la frente serena de hombre entrado en saberes, lisa y desembarazada;

los ojos alegres aunque con algún aspecto de no haberlo pasado bien siempre en esta vida que a veces se azacana, se apura y se complica;

los bigotes bien poblados casi llegando a mostachos por lo grandes, vastos y holgados;

la boca sin embargo corta y chiquilla por lo que apenas se le veía bajo tanta pelambre;

algo escaso de dientes si uno se fijaba en ese detalle;

y el cuerpo negador de extremos y de límites de ambos tipos, pues ni a lo excesivo y sumo se iba ni a lo corto y menguado se reducía;

la color alegre e intensa, más blanca que oscura;

siendo cierto que venía ya algo más cargado de espaldas de lo que quisiera, y menos ligero en el modo en el que conducía las riendas de lo que quizá en su juventud lo hiciera.

El caballero venía con una cierta expresión de abatimiento en su gesto y una indudable señal y semblante de melancólica amargura en su rostro, que expresaba algún quebranto y desconsuelo por el que atravesaba.

Llegó sin ser notado por el hidalgo y el cura y se situó un poco detrás de ellos, contemplando también la fachada de la Universidad Complutense, como si la reconociese y le trajera antiguos recuerdos.

Permaneció en silencio unos instantes hasta que, de repente, sin poder sostener más su emoción, declamó en voz no muy alta, pero sí lo sobrado para que fuese oído por el cura y el hidalgo, que se volvieron de inmediato que escucharon semejantes palabras, lo siguiente:

 

 

 

Cuatro, creí mi techo; esta novela lo es

DE CUATRO NOVELAS ANTERIORES, puedo decir y digo que, al poner su punto final, creí que eran mi techo, tejar y bóveda máxima de lo que yo podía escribir en prosa

La sensación comenzó a producirse cuando finalicé “Viaje por Guadalajara” subtitulada “¿Dónde estáis los que solíais?”, el relato de una jornada de verano, a finales de agosto de 2014, donde se cuenta el viaje de una persona solitaria a la ciudad de Guadalajara –y sólo a la capital- y su transitar por las calles, plazas, cafeterías, restaurantes, establecimientos comerciales reales de la ciudad, mientras se encuentra con personales también reales que transitan por sus calles y da cuenta de ellas.

Mañueco 4 novelas 22-2-17“Este es mi techo” dije al concluir el largo relato. Y más cuando comprobé que era una especie de “Ulises” de James Joyce: el deambular de un hombre solitario por Dublín durante 24 horas, sólo que esta vez trasladado a las doce horas en que callejea por Guadalajara ese misterioso visitante.

Semejanza de la que me di cuenta, al terminar el relato; no antes, dicho sea de paso… Pura coincidencia no buscada.

Lo mismo me ha ocurrido, por tres veces, entre 2015 y 2016, cada vez que he puesto punto final, primero, a “La Virgen de las Batallas”, ambientada en la Guadalajara y Castilla del siglo XIII, a la que llega la noticia de la recuperación para la cristiandad de la Taifa de Sevilla, a cargo de Fernando III el Santo.

Y luego, ya en 2016, con “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI”, cuyo título indica su contenido.

Siempre que se sepa, quede esto claro, que no es ningún remedo, ni quiere serlo, de ninguna novela previa, sino que se trata de un viaje por esta comarca de Guadalajara, efectuado en nuestros tecnológicos días, sin fijarse para nada en las mulas, moscas, carros, burros que salieran al paso del nuevo viajero… Entre otras cosas porque de todo eso ya va quedando bastante poco por la actualidad posmoderna.

También dije eso mismo al rematar “Viaje a Brihuega y las cincuenta primera castellanas”, asimismo de 2016, una novela más breve, continuación de la anterior, donde dos viajeros y dos máquinas sorprendentes continúan el recorrido, desde el mismo lugar donde había quedado detenido el de la novela precedente.

Pero aunque yo creyera que eran mi techo, tejar y cumbre de lo que podía escribir, ahora sé que lo es la novela con la que he inaugurado 2017, “La sombra del sol”, que lleva el largo subtítulo de “Historia del ingenioso escritor Miguel de Cervantes Saavedra, letrado en esta lengua”, lo es.

Mi techo es éste… Podré mantener la techumbre de esta novela, y de hecho ya tengo previstas varias continuaciones. No superarla.

Una investigación histórica que da como resultado averiguar que Miguel de Cervantes, el hidalgo cuerdo y sensatísimo manchego Alonso Quijano y Quesada y el cura seguntino Pedro Pérez de Abajo, que ejerce su apostolado en el lugar de la Mancha de donde es el hidalgo, se conocieron realmente, en Alcalá de Henares, en el año 1601 (es decir, cuatro años antes de la publicación del Quijote) y que emprendieron un viaje hacia Sigüenza, patria de este último, pasando por y pernoctando en Guadalajara, necesariamente debía conducir a un batacazo notable o bien a un argumento que permitiera largamente el lucimiento de quien lo iniciara. 

Es mi techo. Se ha producido la conjunción perfecta: el argumento idóneo y las aventuras adecuadas que lo desarrollan.

Procuraré mantener la techumbre alcanzada, no superarla.

Cervantes, Alonso Quijano y Pedro Pérez, en viaje hacia Guadalajara

POR SI ALGÚN LECTOR NO HA CAÍDO, al pronto, en quiénes puedan ser este Alonso Quijano y este Pedro Pérez, que el titular de nuestro artículo indica que están viniendo en viaje hacia Guadalajara, hay que aclarar inmediatamente que, en efecto, se trata de Alonso Quijano y Quesada, el hidalgo manchego, y de Pedro Pérez de Abajo, el cura seguntino que ejerce su apostolado en el lugar de la Mancha que fue inmortalizado por el escritor alcalaíno Miguel de Cervantes, a principios del siglo XVII… Concretamente, en 1605, cuando se publicó “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.

Pues bien, resulta que estamos en condiciones de afirmar que cuatro años antes de la publicación de dicho relato, esto es, en 1601, tanto Miguel de Cervantes Saavedra, como Alonso Quijano y Quesada y Pedro Pérez de Abajo se conocieron en Alcalá de Henares

Y además en un momento en que el escritor complutense se acercaba peligrosamente a la sesentena de su edad, sin que hubiera dado a la estampa ninguna obra literaria destacable.

La sombra del Sol_CubiertaSe encontraba además Miguel de Cervantes en un periodo de creatividad baja, mientras que veía que autores veinte o treinta años más jóvenes que él -llamados por ejemplo Lope de Vega, Luis de Góngora y Argote y Francisco de Quevedo y Villegas– se alzaban estrepitosamente con el triunfo literario, inaugurando un estilo literario que comenzaba a llamarse “Barroco” y que al renacentista y veterano escritor alcalaíno le resultaba incomprensible, intolerable, abigarrado y confuso…

Del encuentro de aquellas tres singulares personas, que aconteció precisamente en la plaza de la Universidad cisneriana, y de la conversación que seguidamente mantuvieron se produjo un vuelco total en la creatividad de Miguel de Cervantes, que iba a transformar para siempre la Historia de la Literatura.

¿Y qué tiene que ver Guadalajara en todo ello…?  Pues mucho, porque Alonso Quijano y Pedro Pérez estaban precisamente en viaje hacia Sigüenza, ciudad a la que el segundo había invitado a conocer al primero, cuando se produjo el feliz encuentro con el escritor Miguel de Cervantes, el cual se siente tan interesado por la conversación que mantiene con ellos que decide acompañarles también en su viaje y destino.

Como argumento de un relato de ficción, ya estaría bastante bien este planteamiento para seguirlo… ¡y a ver qué sale!

Pero resulta que la historia que se recoge en “La sombra del sol”, que es -por declararlo paladinamente- de lo que estamos hablando, no es un relato de ficción, sino una historia y un viaje real, perfectamente documentado, que puede dar un cambio completo a los estudios cervantinos y quijotescos.

En efecto, un legajo que contiene varios  manuscritos de comienzos del XVII, encontrado en el Archivo Diocesano de Sigüenza, está llamado a transformar las investigaciones sobre la obra más universal de la Literatura de todos los tiempos.

El conjunto de manuscritos, denominado legajo “Munio Juan Montañón y Díez”, por el historiador del siglo XVII que lo recopiló y organizó, refleja un viaje real que se efectuó en 1601, desde la Mancha hasta la ciudad de Sigüenza, por parte de tres personas, como decimos: el escritor Miguel de Cervantes Saavedra, el hidalgo manchego Alonso Quijano y Quesada, y el cura seguntino Pedro Pérez de Abajo.

El libro “La sombra del sol” que es el título elegido para alojar dicho manuscrito, puede modificar e innovar radicalmente el estudio de las fuentes de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, pues parece comprobada la existencia real del hidalgo Alonso Quijano y del cura Pedro Pérez, que realizaron dicho viaje en compañía del escritor Miguel de Cervantes, y que precisamente esos dos personajes reales y la conversación que mantuvieron durante el viaje con el escritor fueron los modelos, el origen y la fuente principal del inmortal libro cervantino.

Aparte de su valor para la investigación literaria, la narración histórica que en el volumen titulado “La sombra del sol” se recoge tiene calidad literaria suficiente para que pueda recomendarse su lectura, por sí misma.

Avisados quedan los lectores de “GuadalajaraDiario”.

 

 

 

 

 

La sombra del sol y las interpretaciones que están dando

HA SIDO DAR EL TÍTULO DE “La sombra del sol” como el correspondiente a mi próxima novela -que ya ha entrado en imprenta, por lo que estamos a pocos días de que vea la luz pública-, y se han disparado las interpretaciones sobre lo que se puede ocultar sobre un título tan misterioso.

La sombra del Sol_Cubierta“El sol no tiene sombra” me han dicho los prosaicos.

“¿Te refieres a las manchas solares?” han inquirido los ecologistas y los astrofísicos.

“La sombra la produce algo que se interponga con el sol, como un eclipse o un objeto, pero luz y sombra son antagónicas”. Y en este plan.

A todos les ha parecido un título sugerente, pero incomprensible.

Por ello he tenido que añadirles el subtítulo de la novela “Historia del ingenioso escritor Miguel de Cervantes Saavedra, letrado en esta lengua”… y entonces las caras de duda han dado paso a las de asombro. Todavía no sabían de qué les estaba hablando, pero ya iban atando cabos sueltos, que nada ataban.

Hasta que aclaraba lo que ahora nuevamente aquí aclaro: es algo que nunca se ha hecho.

Un antecedente o precuela del Quijote que se va a dar a la estampa. No una secuela o continuación, que esa vulgaridad sí se ha hecho muchas veces, a pesar de estar prohibidísima por el propio Cervantes en su novela. No, no es una continuación… Es un precedente…

El precedente o fuente original de la inmortal obra cervantina que tanto se había buscado…

manueco_13a (2)Un viaje del escritor Miguel de Cervantes Saavedra, y de los personajes también reales el hidalgo manchego Alonso Quijano y Quesada y del cura seguntino Pedro Pérez de Abajo, por las tierras centrales de España (Madrid, Alcalá, Venta de Meco, Guadalajara, Hita, Jadraque, Sigüenza…) ocurrido en 1601, es decir cuatro años antes de la publicación de la primera Parte del Quijote, en 1605.

El viaje previo y con personajes reales que daría lugar, a través de sus conversaciones, a  la fuente al libro quijotesco y cervantino.

Eso es “La sombra del sol”. Eso está a punto de salir, porque ya está en imprenta.

 

 

La sombra del sol, Kastilla y kastellanos antikísimos

 PROMETÍ EN MI ANTERIOR ARTÍCULO en GuadalajaraDiario que esta semana hablaría de “La sombra del sol”, mi próxima e inminente novela; pero que por razones varias se va a retrasar una semana más.

Algo digo de ella, y es que quienes ya la han leído me dicen que es mi mejor novela, con diferencia… Ya veremos qué ocurre con ella, como sucede con todo lo que va a nacer

2. De manera que escribiré hoy sobre algo que titulo “De vaskoñas y de kastellanos antikísimos”, y que dice así:

EN UN FB DE UN AMIGO (pero descarriado), me he encontrado las palabras «pintxo» y «perrotxico», porque había ido a tomarse unos pinchos a Vitoria (que es castellanoparlante desde la época de Fernán González e incluso desde época visigoda), así que le he puesto estas notas en su muro o entrada:

Juan Pablo Mañueco: Me encanta todo… menos la TX, y la K, que tienen de vasco lo que yo de marciano. Son letras latinas/castellanas, puestas a «lo raro» para que parezcan vascas… Porque el «puro» -corrompido hasta la médula- vasco no tiene ni alfabeto y ha cogido el abecedario castellano.

Por cierto, ni la lengua vasca ni la vaska son más antiguas que el castellano: ambas son de la misma antigüedad (de cuando la Humanidad rompió a hablar).

Lo que pasa es que el castellano es de padre conocido -desde el latín y éste de otro y éste otro y de otro anterior difuso y ya indetectable, etc., hasta llegar a ser kastellano- y así hasta Adán y Eva, komo todas las lenguas, ya lo he ditxo antes: ke todas las lenguas son igualmente antiguas.

Unas de padre conocido (y con un peso cultural que ya, ya; incluso en tiempos del padre), y otras sin padre apreciable (pero existente previo) aunque sin peso alguno o con poko peso kultural.

Lo que pasa es que el castellano (o bien, dicho a lo «basko» o a lo vallekano) el kastellano ha evolucionado y se ha hecho ágil para el siglo XXI, y el vascuence NO, salvo en lo que copia a las ágiles lenguas modernas como el «kasteyano» (¡demontre, qué peculiar y diferente me ha salido esta última parida y gran txorrada!)

En kuanto se fanaticen unos kuantos kastellanos kambiamos la hortografía y pedimos la independencia, o un concierto económico en base a nuestros antiguos fueros (que, claro es, tuvimos como todo el mundo. De hecho era el rey de Kastilla el que concedía los fueros a los vascos y a los kastellanos)  o por lo menos un Hestatuto de Hautonomía de primera klase, ke eso sí que faría falta y mutxa falta que nos faría a los kastellanos o castellanos…

¡Kuanta gilipollez euskalduna de don Sabino Harana, convertida en dogma de fe fanátika, Jesukristo!

KUANTA VERDAD KE ASÍ NO PUEDE SEGUIR KASTILLA

Pero kuánta verdad en que Kastilla debería ser una, rekonocida y al mismo nibel que las otras ne-cionalidades ispanyolas, ke más que Kastilla no son.

¡Non, non lo son…! Digo, repito y me refago en lo ditxo que non e que non son más que Kastilla!

¡Y a mí que me suena lo de «Perrotxico»…!, -guau, guau- ¡ké basko, koño!

Son cómo niños, y los que no les dicen estas verdades, hacen el juego a los nenes baskistas, ke tienen una inteligencia como la de mi gato txico.

Y por cierto los bárdulos son tan antiguos como los vascos, pero los castellanos presumimos menos de ser antiguos, pese a que somos bárdulos puros (lo que pasa es que no nos ha dicho nadie quiénes son nuestros abuelos los bárdulos: bueno, yo sí lo he ditxo en un libro ke se llama: «Castilla, este canto es tu canto» (2015), en dos tomos de mucho tomo y lomo).

¡Ke el cielo nos hampare de kalimotxeros, ke empinan el kodo mutxo en Bilbo (el Bilbao de toda la vida desde la Edad Media, en Donostia -¡ay, ké daño la hostia,(la hostia de daño me ha hecho Donostia) y eso que es una hostia de San Sebastián!-, y en Gasteiz -desde el siglo VIII, Vitoria, puesto que visigodos fueron sus fundadores, y no baskos-, pero se ve que los kalimotxeros en materia lingüística… vaskoñan por un tubo!

Y menos mal ke ya no matan estos soplatxistus por este alfabeto castellano vaskonizado a golpe de capricho batúa, o sea, inventado… Pero siguen dando la murga, la matraka y la tabarra con este inkordio de querer ser más que nadie, y creyéndose más antiguos e importantes que ninguno.

¡Ké kruz, Maitetxu y Txumari; ké kruz! ¡El día que los castellanos nos empecemos a dar la importancia que sí tenemos, esto de la igualdad entre los habitantes de España empezará a ser real…!

¡Venga, kastellanos, a ver si nos empezamos a dar cuenta ya, que eso sería bueno para nosotros y para la igualdad territorial de España!

¡Ahora, los que deberían kallar por su poka monta kultural, no paran de sakar petxo y de presumir no se sabe de ké! (y de sacar perras txicas y perras grandes y más euros que nadie por ser supuestamente pekuliares más que los demás).

Venga matraka, venga matraka con ke son muy antiguos, vetustos o betustos y antikuados. Bueno, un poco antikuados e imbentandos artificiosamente sí ke son.

Repetabilísimos, y yo les respeto… Pero tanta matraca por tan poka txitxa, y kerer privilegios fiskales por ello, cansa. Oye, para ké nos vamos a engañar: kansa… ¡Kansa mutxo, koñe!

Respeto sí, pero para todos. También para los castellanoparlantes de allá y para la antiquísima Castilla/Castiella/Bardulia de aquí.

ANTIKÍSIMOS PERO IGNORADOS KASTELLANOS

Porque si nos ponemos a hacernos los antiguos, sakamos nosotros a los autrigones, caristios, arévakos, vaceos, carpetanos, vetones, turmódigos, pelendones, berones, titos y belos y etc., y nos kedamos solos presumiendo de pueblos antiguos prerromanos.

Que para eso nuestro territorio castellano es más grande y tenemos más pueblos viejos de los que presumir y estar ufanos, si quisiéramos.

Y por cierto el que quiera saber dónde estaban los bárdulos en época romana (es decir, cuando los vascones se subieron huyendo del invasor hasta los Pirineos, y allí se estuvieron hasta que escampó la dominación romana) que vea el escudo de Guipuzcoa y verá una cartela que pone (en latín, o sea en el padre del castellano, no en vasco): «Fidelissima Bardulia, nunquam superata». 

OJO CON LOS DERETXOS HISTÓRICOS, KE A LO MEJOR TENEMOS MÁS NOSOTROS

Es decir, que si nos pusiéramos tontorrones los bárdulos/castellanos con esto de los deretxos históricos… reivindicamos Guipúzcoa y toda su tierra y costa como tierra nuestra, porque allí estábamos los bárdulos hasta que bajaron del Pirineo después de Roma los vascones, en pie de guerra y sobre todo de hambre, y los bárdulos perdimos a katxiporrazos la «Fidelissima Bardulia…», o sea, la actual Guipúzcoa que algunos llaman…

Aunque yo, en mi círculo de amigos íntimos, llamo a esa tierra Bardulia Vieja, y sé que digo una gran verdad bárdula.

Lo que pasa es que luego los bárdulos nos desplazamos un poco por la costa y fundamos nuestra capital en «Castro Bardulies» o «Castro Vardulies» (el castro de los bárdulos): Castro Urdiales.

De forma que ojito con ponerse farrukos (que ya son 150 años de farrukería). Las dos lenguas de Guipúzcoa y Vasconia son ambas respetables: la más antigua en la zona, o sea, el kastellano; y la más reciente en el lugar, o sea, el vasco.

Pero sin imposiciones monolingüsiticas de nadie: sin tiro en la nuka, ni sekuestro, ni bombazo terrorista, komo hacían algunos hasta hace poko; ni por la abrumadora superioridad de la CULTURA escrita en una de las dos lenguas de Guipúzcoa (y Vasconia) sobre la otra.

Y a ser posible también sin vascoñas sobre ningún tema, porque Vasconia es territorio respetable pero con DOS LENGUAS

Ya lo dice la propia palabra de provincias VASCONGADAS (o sea, «vasconicatas» -en latín-; o vasconizadas -en castellano mas claro-, porque antes de que las vasconizaran los invasores y okupas vascones, NO eran vascas, sino bárdulas, como queda claro)

 

Y LUEGO DESDE CASTRO URDIALES, ¡HALA A CONSTRUIR KASTILLOS Y CASTILLA!

Y desde allí, desde Castro Urdiales, los várdulos cuando llegó la invasión musulmana en el siglo VIII, ¡hala, allá arriba de los peñascales que se fueron, a la Cordillera Cantábrica! ¡A sellar los desfiladeros montañosos con pequeños castros o «castillos» y a ser conocidos ya desde entonces esta tierra y estas gentes (las mismos que los anteriores) como «Castilla» y «los castellanos«.

“Bardulia, que ahora llamamos Castilla”, que dicen los documentos latinos, a partir del siglo IX

¡Así que menos presumir de antiguos, señores y amigos vascos, ke en Iberia, das una patada al suelo y salen antikísimos pueblos por todas partes!

¡Ah, y todavía conservamos en nuestro actual castellano palabras de esos pueblos antiguos que fuimos y somos, aunque sería artículo distinto si ahora me pusiera a hacer relación de dichos términos iberos que perviven en nuestra ágil lengua de hoy!

Así que pondré una palabra solo, a guisa de ejemplo de lo que digo… Va en la firma y concluyo:

Juan Pablo Mañueko, bárdulo puro, como indica mi prerromano/bárdulo apellido.

Posdata para políticos y políticas a los que de verdad les interese la igualdad, y si no hacen caso es que nos les interesa (que a lo mejor es cierto que no).

Polítikos de los viejos y nuevos partidos, ¡a ver si nos enteramos de que akí en España todos somos o deberíamos ser iguales o, si no, los perjudikados, ninguneados, divididos y empobrecidos somos los kastellanos!

¡Y komo que no mola, señores y señoras polítikos y polítikas!

Hagan caso a este artíkulo (con perdón por la terminación), o se notará mutxo que a ustedes los polítikos y las polítikas la IGUALDAD territorial se la refanfinfla.

Y Kastilla/Castiella/Castilla también… aunque esto ya lo vengo yo notando desde hace cinco siglos, más o menos desde Carlos V.

¡No sé si me ekivokaré, ke kreo que non!

¡He ditxo, y en verdad digo que aunque lo parezca, he puesto muy pocas coñas (yo)…!

¡Otros dicen tantas, aunque muy serios, que no pongo yo la mano en el fuego con que se krean o no las koñas que kuentan en sus discursos un poquiello fanátikos!

Pero por esas koñas, más falsas que Judas, piden kuartos, kuartos y más kuartos que los demás, y así están de archihenchidos e inflados de orgullo y vanidad! ¡Por sus grandes koñas imbentadas! ¡Jesukristo, ké fatuos ke son y kuántos kuartos piden por sus vaskoñas!

¡Viva Kastilla, leñe!, con “C” o con “K”, pero que la dejen vivir, y reunificada, que eso será bueno para todos, histórico, natural y, sobre todo, cultural de la misma magnífica cultura castellana.

NOTA FINAL: El artículo ya se ha alargado demasiado; pero en su versión completa aún es más largo… Y se puede leer entero, aquí. Gracias a todos por su tiempo:

http://blogs.periodistadigital.com/juan-pablo-manueco/2017/01/29/de-vaskonas-y-kastellanos-antikisimos/

 

Una estrofa nueva: el romance doble

QUEDANDO A LA ESPERA, como ya anuncié la semana pasada, de que en el artículo siguiente a éste podremos dar aquí una noticia de amplio calado para la literatura, que afecta a Miguel de Cervantes Saavedra y al Quijote, nada menos, escribo este artículo de transición, que tampoco trata de un tema baladí:

Se trata de una estrofa nueva, inédita en la métrica existente, y de la que ya tengo bastantes ejemplos, por lo que puede dar origen pronto a un nuevo libro que ya tiene título y todo.

La nueva estrofa lleva por nombre “romance doble” y como en él se indica se trata de la más genuina estrofa tradicional del castellano, a la que se ha sometido a una ligera modificación, pero que la transforma en otra cosa, doblemente sonora: una doble rima, en versos pares, sí; pero también en versos, impares.

Sencillo de entender y sencillo de hacer. Aquí va un ejemplo:

VIVIENDO, TODO FALTA; MURIENDO, TODO SOBRA

 

Viviendo, todo falta; muriendo, todo sobra.

Y es, por tanto, casi imposible exacto ajustar.

Vivir es siempre estar en el riesgo de zozobra

Yendo de aquí allá. En trance de a pique naufragar.

 

En medio del corazón laten las altas olas

Naufragando barcas, rompe su quilla la mar.

Desvelos entre velas que el huracán azota

Oteas en tu vida, empezando a navegar.

 

TODO a quien vive le hace falta, nada le sobra.

FALTA todo a quien no vive,  aun quisiera bogar.

MURIENDO todo en sobra, de repente, se torna.

TODO le falta a quien aún tiene que zarpar.

 

SOla la barca sola, sin certeza ni antorcha.

BRAceando nada sobra; y todo sobra al llegar.

P.D. Y nada más, interesados lectores de esta sección, hasta la semana que viene en que ya empezaremos a dar noticias sobre esa importante novedad que va a afectar a los estudios cervantinos y quijotescos.

Sólo un enlace a una poesía sobre Guadalajara, que considero buena, y que apareció en mi novela de junio de 2016, “Viaje a la Alcarria”, por desea completar alguien la lectura de esta semana

 

http://www.guadalajaradiario.es/tribuna-gd/20647-oh-arriaca-oh-tierra-oh-cielo-oh-piedra-oh-agua.html

 

 

 

 

Dos peldaños más después del «Viaje a la Alcarria»

Después de “Viaje a la Alcarria-XXI”, subamos dos peldaños más, amables lectores

DICHO DEJÉ EN SU MOMENTO, cuando aún no estaban en las librerías ni mi novela “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI” (junio, 2016), ni la novela “Viaje a Brihuega y las primeras cincuenta castellanas” (septiembre, 2016) lo que voy a repetir ahora, con grave escándalo de muchos, pero que sin embargo no es sólo mi parecer, sino algo que podría probarse si hay buena voluntad de entenderlo y hubiese espacio para probarlo.

Lo diré por partes, para que se siga por su orden el razonamiento.

1. Considero a Camilo José Cela el tercer prosista mayor de la lengua castellana, después de Francisco de Quevedo, que ocupa el segundo lugar, y después del Genio, que en castellano, con mayúscula inicial y artículo inicial de antonomasia, sólo hay uno: Miguel de Cervantes Saavedra.

2. Pero reconozco ese lugar a Camilo José Cela no por sus novelas (que las hay otras del mismo alto valor literario que las suyas, incluso sin salirse del siglo XX) ni mucho menos por sus libros de viajes (que los hay muchos otros de igual o mayor calado que los suyos también en el propio siglo XX).

3. A mí, y esto admito que sea una apreciación discutible, “Viaje a la Alcarria” (1948) NO me gusta apenas. Es más: me decepciona y me aburre. Hay mejores libros de viaje, incluso entre los títulos del propio Cela, y según expuse antes, entre otros autores de su siglo… O sea, que “Viaje a la Alcarria”, de libro genial y admirable, nada de nada.

Libro temprano de su autor y reflejo de una Alcarria caduca, decrépita y gastada. Antediluviana diríamos desde nuestros tecnológicos años del siglo XXI…

Debe tenerse cuidado con asociar Guadalajara con ese libro, porque ni es obra maestra y perdurable en cuanto estilo, ni la imagen que de la tierra y sus paisanos aporta es para enorgullecerse de ella, sino para saberla felizmente superada, en todos los aspectos.

4. El Cela que sube como un cohete de ingeniería lingüística al tercer lugar de los prosistas en castellano es el de los bestiales, atroces, salvajes y geniales “Apuntes carpetovetónicos” donde sí es único en su siglo y en otros muchos.

Y donde sólo le supera, por su mayor retorcimiento conceptual y capacidad  de atroz deshumanización literaria de sus “Sueños” y de sus obras humorísticas festivas en prosa, el  genio segundo del idioma: don Francisco de Quevedo y Villegas, que Dios guarde y guardará ya para siempre Apolo en su sitial preferente del Parnaso.

5. Pero ¿“Viaje a la Alcarria”? Quiá. “Viaje a la Alcarria”, quiá, repito.

Aunque venga bien aprovecharse de la fama (mala, entre quienes no le han leído, que son la gran mayoría) y buena (entre quienes sí han leído sus cosas geniales, y quienes tienen en cuenta el Premio que obtuvo) de don Camilo José.

Cosa que comprendo y aplaudo lo de ese aprovechamiento, pero no aplaudo la obra concreta de la que hablo, e insisto en que debe tenerse cuidado con la imagen provincial que aporta.

6. Yo no le cambio a don Camilo José su “Viaje a la Alcarria” por mis dos viajes a la Alcarria y más completos y actualizados que hay en “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI”, ni tampoco por mi “Viaje a Brihuega y ls primeras cincuenta castellanas”…Y con ello no he dicho que la altura de ninguno de los tres libros sea inalcanzable, si se quiere entender bien lo que claramente se ha dicho y escrito ya varias veces, incluso en este mismo artículo.

7. La mayor parte de las otras cosas que obtuvo don Camilo José Cela en esta vida, si se las cambio, a pies juntillas, a ciegas y a sabiendas de que salgo ganando. Pero el libro mencionado, no.

8. Y ahora vamos a lo que vamos, porque hay que justificar el título de este artículo.

Pero aunque pensaba dedicar a este tema el grueso de este artículo e incluso poner algún ejemplo –a modo de adelanto- de lo que ya está escrito, el tiempo y el espacio vuelven a ser insuficientes para este propósito.

Baste, pues, por ahora con decir que:

1. Los dos peldaños más que han de subirse y ya están en preparación editorial para quien quiera comprobarlo que se suben… apuntan inequívocamente a ese autor, estilo y libro o libros en el que ustedes están pensando. Porque efectivamente en este mismo artículo se ha citado su nombre.

2. Ese autor y ese estilo sí que es inalcanzable y cumbre magistral e imposible para el resto de los mortales.

Por eso, la obra mía de la que estoy hablando y de la que ya la semana próxima hablaré con más detenimiento -y pondré una muestra o adelanto de lo que va a salir en el mes de febrero- se titula: “La sombra del sol”.

Sí, sombra del sol es. Pero es un sol, ese sí, muy magistral, genial, imperecedero, maestro e insuperable.

Con ser su sombra, todo autor que escriba en castellano ha de conformarse y aun darse por satisfecho, idiomáticamente reconfortado y pagado con creces.

Hasta la semana que viene, lector amigo, en que hablaremos con mayor detalle de estas cosas, de otras y de las siguientes.

 

 

 

 

“Viajes a la Alcarria-XXI” y “Viaje a Brihuega”, 14 libros en un año

NO QUISIERA YO QUE TERMINARA NUNCA un año tan fructífero como ha sido para mí 2016. Además de haber entregado a las librerías dos novelas de viajes, “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI”, y “Viaje a Brihuega”, he batido todos mis propios registros de edición mediante otros doce títulos, a través de libros digitales:

Las novelas “Castilla y el primer Villalar de 1976”, que lleva un prólogo inédito de Miguel Delibes, que me hizo para otro libro y ha visto ahora la luz, “La novela de Tórtola de Henares. De la España del subdesarrollo al milagro económico español”, “San Francisco, papa. La acción del Espíritu” y “Conversación ante San Ginés”.

Viaje a la Alcarria sólo portadaLas obras de teatro: “La comedia de la Vieja y Nueva Política ó el Antimaquiavelo” y “Cuatro Entremeses al modo de Cervantes”.

Y, finalmente, los poemarios: “25 villancicos nuevos y cinco canciones religiosas nuevas de Mañueco”, con prólogo de don Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara, “Poema de la Caballada de Atienza: la luna en harina baila”, “La leyenda de la noche de Ánimas de Guadalajara y otras leyendas de Mañueco”, “Canciones populares de España, Francia, Gran Bretaña, USA, México o Chile” y “Saetas a las Semanas Santas de España” que, aunque menciona Semanas Santas de todas las regiones de España, se centra básicamente en la de Guadalajara y también ha sido parcialmente editado en papel a través de una cofradía de La Corolina (Jaén),

Catorce libros en este año 2016… Algunos autores de campanillas no han escrito tantos títulos a lo largo de toda su carrera literaria. Yo, que no aspiro a tener carrera literaria, sí puede afirmarse que he cogido carrerilla letrada en este año, que no es precisamente el primero en el que escribo, sino -hasta la fecha- el último.

De ser cierta la frase de Cervantes, según la cual “no hay libro tan malo que no tenga algo bueno en su interior”, catorce cosas –al menos- provechosas he publicado en este ejercicio, que no otra juicio crítico mejor y más alto que el de Cervantes hallo. Y con eso me doy por sobrado, agradecido y bastado.

Para quienes me han elogiado por ellos –y he recibido elogios muy encendidos y apasonados-, mis más efusivas gracias.

Para quienes me han negado el pan y la sal, que también los ha habido, me acogeré nuevamente al Genio del castellano: “Ladran, luego cabalgamos”. Y no haya más para los que ladran o gruñen como cánidos perrunos -más bien considero que por envidia-, porque ellos no podrán conseguir lo obtenido por mí este año, puesto que nada más merecen.

Pero catorce libros en un año, y algunos muy gruesos y algunos muy inéditos en sus estrofas hasta ahora no existentes en la métrica española, creo que a lo mejor debería servir para que alguien tomara nota de que algo inusual está ocurriendo por estos lares de la Alcarria…

¡Allá cada cual con su ojo clínico y crítico!

Poema de la Caballada2017. Pero viene mucho más en el nuevo año.

En efecto, el año 16 boquea sus últimas fechas, con unos diez poemarios terminados más –todos ellos en estrofas inéditas dentro de la métrica española-, una novela nueva ya terminada en éste y otra en avanzado estado de gestación, que deberán alumbrarse a lo largo de 2017.

Amén de lo que los propios meses del nuevo ejercicio tengan a bien mandar, en recado recibido de las musas…

La novela ya acabada en este 2016, pero que deberá ver la luz en 2017 tiene un título que voy a reservarme todavía, porque se las trae…  Pero sí puedo adelantar en exclusiva para los lectores de GUADALAJAJARADIARIO, un capítulo entero de esta novela, que se editará en 2017.

Ahí va, con mis mejores deseos de parabienes en el nuevo año para los lectores del diario:

CAPÍTULO ÍNTEGRO DE UNA NOVELA DEL AÑO PRÓXIMO, CON TÍTULO RESERVADO

Capítulo VII. Una comida de las que marcan tendencia en la cocina y bodega regional

CON ESTAS Y OTRAS PLÁTICAS SEMEJANTES estaban pasando bien a gusto el hidalgo manchego y el cura seguntino los tiempos y momentos de la comida, pues ya tanto el ama de llaves como la sobrina de don Alonso les habían puesto el rico condumio a la mesa.

Los cuales alimentos eran, sucintamente nombrados, como también concisas y someras habían sido las cantidades de las viandas que ambas mujeres les habían traído –casi para sólo probar con los labios y no entrar más allá-, los siguientes:

Su poco de duelos y quebrantos, que es como en ciertas partes de Castilla se llama a lo que en otras se denomina huevos con tocino.

Su algo de olla con más vaca que carnero, porque la economía del hidalgo, sin ser sofocada, tampoco era tan desahogada como para excederse en lo segundo.

Su pellizco de salpicón en plato aparte, por ir haciendo acompañamiento y variedad de sabores, que el salpicón, aun siendo como sabemos partes sobrantes de la carne de vaca, estando bien picado y aderezado con cebollas, vinagre, pimienta y sal… no hay paladar que no guste ni cielo de boca que no toque, alcance y vuele.

Su apenas nada de lentejas en potaje, acompañadas con ajo, cebolla y alguna hierba, al sólo objeto de probarlas para seguir adelante.

Su pellizco de palomino de añadidura como si fuera domingo, aunque aquel día no lo fuera, pero el huésped y la conversación bien que lo mereciese.

Su pizca de gachas, compuestas por harina tostada y cocida con agua, elaborada con almortas, panceta de cerdo, ajos, pimentón, aceite y sal.

Su chispa y casi nonada -salvo para mojar un poco- de ricos gazpachos manchegos, con su aquel de guiso caldoso, con su torta cenceña manchega troceada, acompañado por carne de piezas menores como el conejo, liebre, pollo y perdiz, coronado por setas de cardo o níscalos.

Su apículo de pipirrana o ensalada con cebolla, tomate, pimiento verde y pepino.

Su insignificancia de migas de pastor sobre las que relucían los albares o rojizos montes de las uvas.

Notábase también su cumbre de cochifrito con carne de carne de cordero o cabrito, aunque algunas otras fuentes de esta verdadera historia apuntan a que quizá fuese elaborado con carne de cerdo o cochinillo.

Su pico de ajo pringue, provisto de hígado y pan.

Su remate de pisto manchego proveniente de una fritada de diversas verduras, de entre las que estaban más de temporada en la huerta.

A la hora de la repostería tampoco se anduvieron con remilgos las dos mujeres, sino que ama y doncella sacaron para los dos comensales:

Su acaso de almendrados y mazapanes.

Su tal vez de amarguillos hechos también con almendras, más los huevos y los almendrucos correspondientes, que no pueden faltar en la gastronomía regional.

Su quizá de arroz con leche al que le habían espolvoreado algo de canela y de vainilla.

Su poco más o menos de bizcochos borrachos, que parecían recién traídos de la Alcarria, aunque tanto la masa de repostería puesta en remojo como el licor mareante habían sido emborrachados en el lugar de don Alonso Quijano y de Pedro Pérez, pues de tan lejos como quedaba la Alcarria no hubieran llegado los bizcochos sino dando muchos tumbos y sorbitos a los licores.

Había luego una muestra de la masa de harina frita en abundante aceite que llaman buñuelos.

Y también se apreciaban unos breves pestiños pasados por miel, a los que daban remate unos signos e indicios de flores fritas con cuantioso huevo, miguelitos de fino hojaldre y algún que otro alajú en forma de torta, con almendras, pan rallado, especias finas y miel bien cocida.

Pero lo más asombroso del conjunto de viandas dignas del más pantagruélico de los banquetes es que no lo era, sino sólo variado, porque las cantidades estaban tan en su punto, sazón y razón que habiendo evidencia y exposición de todo, no había demasía ni colmo de nada.

De modo que pareciese que el principal ingrediente del refrigerio y ágape hubiese sido la medida, la ponderación y el tacto para que nada se echase en falta y todo estuviese en su tono y punto.

Alabaron tanto Alonso Quijano como Pedro Pérez el buen gusto y la prodigalidad en el esmero de los que habían hecho gala el ama y la sobrina, en diversas ocasiones del yantar.

Y más lo hicieron cuando aquélla regó suficientemente los vasos de los dos comensales con el rico vino tinto de la tierra, que era el más apropiado para dar debida cuenta de lo que tenían delante de los ojos, encima de la mesa y dentro del paladar.

Todo esto hacían y daban en el gusto de llevarse a la boca, mientras se sucedían hidalgo y cura en el recitarse mutuamente composiciones propias literarias diversas, cuando aprovechó el docto Pedro Pérez para decir:

-Verdaderamente, uno de los atractivos turísticos de la región, que no se anda a la zaga de los artísticos y naturales, es el de la variada gastronomía que puede disfrutarse en ella.

-Así mesmo pienso yo, señor abate –repuso don Alonso, tornando a un castellano antiguo que no sabría decirse si era hijo de su entendimiento o hijo del caldo cárdeno que más adentro del gaznate ya tenía-.

-Y es cosa de agradecer a Dios Nuestro Señor que haya colmado de bienaventuranzas como ésta a nuestra tierra, en tan grado sumo como lo ha hecho –prosiguió el cura su bien trabado sermón-.

-Amén –asintió don Quijote, mientras se llevaba a los labios un poco más del buen vino de la tierra con que se acompañaban-.

-Nuestro Señor debe ser alabado por ello y otras cosas semejantes con las que tiene la generosidad de obsequiarnos, regalarnos y honrarnos –concluyó el cura de este modo la homilía que se traía en aquellos momentos entre garganta y el cielo de la boca-.

El cual cielo, como se sabe, siempre ha solido ser para el clero una parte del cielo más general y azulado que todos podemos ver cuando miramos hacia arriba, así como también una parte del cielo ideal con el que soñamos, estando éste al que nos referimos mucho mejor localizable que los restantes: concretamente, en el principio de los adentros del cuerpo.

-Amén –volvió a asentir don Alonso, el cual por disposición genética no había forma de que cogiera peso, pese a que, de cuando en vez, acostumbraba a regalar a los amigos de la forma que aquí se está viendo que les acompañaba-.

A lo que continuó Pedro Pérez, cambiando el tercio, la fracción y la parte de la conversación, al tiempo que se echaba sobre el plato otro cuarto de arroz con leche y otro cuartillo de vino al vaso.

Aunque, por decir toda la verdad, no pasó de un quinto de cuartillo lo que se puso de su parte, porque el recipiente que debía cobrarlo no era de tanta capacidad como para alojar cuartillos, salvo que fueran de nada.

En este último caso, sí, siendo de este citado material lo que aceptase el cuenco, el cáliz de aquel receptáculo daba para quintos, para duplos y para cuádruples de cuanto se le echase. Pero de vino no daba para más capacidad de la que se le había puesto, y, aun así, tanto el cáliz como el cura estaban profusos.

Y bien que se hubiese echado algo más de vinillo tinto el bueno del cura Pedro Pérez, que ya se sabe que a la hora de cobrar, tomar y admitir estas piezas, y más si se trata de una casa ajena, de las que no cuestan cuartos, es muy dado el clero hispano a obsequiarse con estas riquezas para el cuerpo que, asimismo, son saludables para la salud y bienestar del alma.

De modo que Pedro Pérez, ya bastante alegre, risueño y sonriente con lo de la pitanza y, más aun, con el elixir, zumo, líquido y néctar de la tierra que le tenía embriagado el ánimo y no poco satisfecha, asimismo, la totalidad del organismo por lo que se estaba echando al coleto, decidió cambiar, en efecto, el tercio en lo que se refiere a la plática, y duplicó la conversación parlando de esta manera:

 

 

 

“Viaje a Brihuega y las primeras cincuenta castellanas”

COMO SABEN YA MUCHOS LECTORES de la provincia y aquellos lugares en que el libro se ha distribuido, “Viaje a la Brihuega y las primeras cincuenta castellanas” es la novela que continúa -o segunda parte- de mi “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI”.

El “Viaje a la Alcarria XXI” apareció en junio de este año 2016, coincidiendo con el 70 aniversario del libro celiano.

Viaje a BrihuegaLa segunda parte, esto es, “Viaje a Brihuega”, que continúa adentrándose por tierras de la Alcarria, pero para salirse definitivamente del itinerario celiano, apenas iniciado, se publicó en julio, aunque no fue distribuido en librerías hasta septiembre… Y es ahora cuando se está presentando a los medios.

Si me preguntaran por cuál de las dos novelas me decanto, no sabría qué decir. O diría: cada una en su estilo.

Pero, sinceramente, creo que es más agradable de leer “Viaje a Brihuega y las cincuenta primeras castellanas” que el primigenio “Viaje a la Alcarria XXI”, que resulta bastante más denso y narrativamente complejo.

En el “Viaje a Brihuega”, no hay ninguna complejidad narrativa, sino que se lee de un tirón. Y además es una novelita bastante más breve, que la alambicada anterior.

Los personajes “embarcan” en Alcarriante, y emprenden su segunda salida por la Alcarria. Llegan hasta Brihuega y allí conocen a nuevos personajes que repartirán mucho juego.

Después de visitar pormenorizadamente Brihuega, seguirán viaje fuera ya de la ruta celiana, hacia “Villaviciosa de Tajuña” en cuyo monolito rememorarán los hechos sangrientos que allí ocurrieron en el siglo XVIII.

Por último, como epílogo sorprendente, las cincuenta primeras estrofas castellanas…

Una estrofa nueva, que he definido como un “soneto moderno y fácil” y que, aunque nació en enero de este año 2016, precisamente de la mano del Genio, de Miguel de Cervantes que en este año conmemoramos, ha dado ya origen a cuatro libros: dos de prosa y verso, y dos solo de verso. En esta estrofa.

Y bien, como idea aproximada de lo que ofrece “Viaje a Brihuega y las primeras cincuentas castellanas”, ya puede el lector interesado en literatura (o en Brihuega o en la Alcarria) formársela.

 

 

 

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