Dejamos dicho que las cosas de la vida forman parte de un ciclo que, año tras año se renueva. Ese “mito del eterno retorno” del que hablaba Mircea Elíade, que acompaña a la naturaleza en su total evolución. Todo se va repitiendo: muere -aparentemente la naturaleza, los campos, los árboles- pero renace después con la llegada de la primavera. Lo que estaba latente se va desperezando y cobra vida paulatinamente.
En las culturas populares europeas el hombre del campo, el campesino, que permaneció poco activo durante la invernada, ahora prepara los aperos para comenzar la sementera… Hoy hace lo mismo, pero mecanizada y motorizadamente. Las noches se van igualando con los días “por san Matías…” y la luz da paso al ocio y al negocio. Por eso este tipo de ferias antes tan frecuentes, ya que la necesidad de las gentes las pedía -¿o acaso los dueños y señores cada día más ávidos de numerario?-, y que con el paso del tiempo y las mejoras sociales fueron desapareciendo para, por aquello de la cultura turística, surgir como un nuevo ave Fénix, aunque en este caso no de las llamas, sino del olvido.
Entre aquellas ferias que murieron porque no eran necesarias estaba esta de Tendilla que duró hasta los años setenta del siglo XX y que se celebraba invariablemente el día de san Matías (24 de febrero, aunque en la actualidad se añade el día anterior y que el año próximo, 2014, con la nueva denominación de Fiesta de Interés Turístico Regional, se celebrará de los días 21 a 23).
A pesar de la extensión de los siguientes datos, queremos darlos a conocer, puesto que son los más antiguos que se conocen acerca de esta celebración. Figuran en la respuesta 35 que los hombres buenos de la villa dieron a las preguntas que les hizo Felipe II, a través de sus ministros, -recogidas en las llamadas Relaciones Topográficas-, en la que puede leerse lo que sigue:
“Tratando de las cosas que mejor se hacen que en otra parte, día de Santo Matías, cada un año se hace una feria la mejor que se hace en esta Comarca, de la cual feria resulta muy gran provecho y ganancia a los vecinos, así en las posadas como en otras granjerías que se ejercitan los que se quieren aprovechar; tiene [dura] treinta días. Trataré de las calidades [de las] que tuviere noticia: la mercadería que a esta feria más viene y hace ventaja a las demás del reino, es la mucha suma y cantidad de paños de todas suertes, y para ello concurren muy buenas calidades: la primera, ser feria de coyuntura [por]que todo el invierno se han labrado los paños, y ser la primera del año; lo otro, [al] estar la villa en parte tan cómoda de donde se hacen y labran, pues está tan cerca de Segovia, de donde traen tan buenos paños velartes, finos, negros, y rajas, y otras suertes de paños finos; de la ciudad de Cuenca vienen los mejores mercaderos, [que] traen muy escogidos y finos paños de subidas y cendradas colores de todas las serranías y comarcas de esta ciudad de Cuenca, y de Molina, Medinaceli, Sigüenza [y] Soria vienen paños de todos géneros, y cordellates finos, a causa de que en estas partes hay la más fina lana del reino. De Aragón vienen cordellates muy finos, de la Rioja [y] Torrecilla de Cameros, vienen muchos paños, y así mismo de estas comarcas y pueblos de [la] Alcarria e Infantazgo, de la ciudad de Huete y su tierra, marquesado de Villena y [la] Mancha vienen muchas suertes de paños. Así mismo vienen muchas tiendas de paños subidos, granas, paños extranjeros, sedas, terciopelos rasos y damascos que traen mercaderes gruesos (mayoristas) de Toledo, Madrid, Alcalá, Medina del Campo y otras partes. Para todos estos paños vienen infinidad de mercaderes de todo el reino y [de] fuera de él, para las cuales mercaderías hay asignadas partes (sitios) donde se pone lo de Cuenca, Toledo, Segovia, con los demás géneros de paños por buena orden. Ponense muy principales tiendas de sedas, joyerías, mercería, que traen mercaderes gruesos que venden a otros de menos cantidad. Están juntas estas tiendas que parecen un[a] alcaicería de Granada que parece estar toda la vida de asiento. Hay otras tiendas de mercadería de Flandes, lienzos y otras cosas preciadas. Vienen muchos vizcaínos con lienzos preciados y mercaderías extranjeras. Vienen muchos portugueses [que] traen muchas suertes de lienzos, e hilo de mucho valor. Traen mucha especiería: añil, brasil, y otras muchas cosas curiosas y preciadas, como es drogas y conservas de la India. En ninguna feria de España se allegan tantos portugueses. Ponense muy grandes tiendas y aparadores de plateros. Viene mucha cera, pescados de todos [los] géneros, por ser principio de Cuaresma. Vende[n]se muchas cabalgaduras, tíranse a la Andalucía y a los reinos de Granada, Murcia y Valencia. Vienen otros muchos géneros de mercaderías, que especificarlas sería nunca acabar. Dura los quince días la contratación, y para la verdad de lo susodicho, le vale al marqués mi señor de alcabala un cuento (millón) y doscientos mil, y no se lleva más (beneficio) de a treinta maravedíes el millar. A los mercaderes gruesos, por la conservación de la feria no pagan la cuarta parte de esto, y a los demás se les hace alguna gracia, y muchos que encubren el alcabala, que si todo fuera por entero subiera en más cantidad, a lo cual resulta mucho provecho al señor, y a los vecinos ganancia. Hay muy buenos recibos de casas y tiendas, importan mucho los [so]portales que, aunque llueva, contratan las gentes por cauto[s] y limpio[s]. Es feria muy abastecida de todo lo necesario. Hácese mención de ella por ser cosa que mejor se hace que en otra parte. [El] día de san Mateo se hace otra feria menor. Tiene (dura) treinta días. Viene a ella sola[mente] la gente de la comarca a causa de hacerse aquel día feria en otras partes. Se aventaja muy poco, y con esto doy fin a este capítulo.”
Hoy la feria de san Matías es todo un festival de comercio y ocio, donde junto a los tenderetes de panes gallegos y miel de la Alcarria, se venden los más variados productos y la gente que quiere pasar el rato puede hacerlo al estilo “medieval” a través del teatro, la gastronomía, la cetrería y hasta de los alardes ecuestres. Todo un mundo atrayente en el que se mezcla el olor de las chuletas a la brasa con el de los churros recién hechos.