Notas etnograficas en la obra de Epifanio Herranz (XIII)

 

López de los Mozos hace referencia en esta ocasión de las fiestas que se celebraban en Guadalajara tras la cosecha, como la de Milmarcos.

 

31) Como en casi todos los pueblos, Milmarcos celebra sus fiestas al terminar la recogida de las cosechas, cuando el dinero anda todavía fresquito y puede correr con más o menos ganas, cuando los padres están dispuestos a “feriar” a la corte infantil de la casa: a los hijos, nietos y sobrinos.

En Milmarcos celebran dos fiestas anuales. La primera, la conocida como “popular”, viene a corresponder con el día 16 de agosto, coincidiendo con San Roque, uno de los santos taumaturgos más celebrados no sólo en nuestra provincia, sino en toda la geografía nacional. Es entonces cuando los mozos sueltan las vacas y las medio torean.

La otra fiesta es la patronal y suele coincidir con el día 14 de septiembre en honor a Jesús Nazareno, cuya bella imagen se saca en procesión.

Ambas son fiestas coloristas, alegres y divertidas.

Pero… ¿acaso no es también un motivo de alegría la celebración de la Pascua de Resurrección, según las palabras que los cristianos venimos repitiendo desde hace tantos siglos que dicen que “Al tercer día, Jesús resucitó de entre los muertos”?

Don Epifanio señala que así lo han entendido los pueblos de nuestra geografía provincial y lo han puesto de manifiesto a través de cánticos, como los que doña Ángeles Escolano Herreros le envió tan amablemente. Unos “Gozos de Pascua en Milmarcos” escritos en cuartetas de fácil comprensión, que se cantan en tantas y tantas procesiones “del Encuantro” y que dicen así:

 

“Retiraos casaditas

que venimos las doncellas

con la Aurora en procesión.

 

Los buenos días le damos

al ministro del Altar

A la señora Justicia

y después a los demás.

 

El Evangelio nos dice

que salieron las Marías

con la Aurora en procesión

antes de rayar el día.

 

En el camino decían

quién levantará la losa

para poder embalsamar

aquella prenda preciosa.

 

Cuando llegaron al huerto

vieron la losa quitada

y repasando el sepulcro

vieron que Jesús no estaba.

 

María ¿a quién buscáis?

¿buscáis al crucificado?

No lo busquéis, que no está

porque ha resucitado.

 

Resucitado y glorioso

en esta dulce mañana

para consolar al triste

y a María Soberana.

 

Quítale ese manto negro

a la señora María,

para que vea a su Hijo

todo lleno de alegría” (41).

 

En los que el lector habrá podido imaginarse y visualizar ese momento de la procesión en que las mozas piden a las casadas que se aparten para ser ellas las que lleven las andas de la Virgen, saluden en primer lugar al señor cura y en segundo a las autoridades y después al resto, mencionen la parte del Evangelio en que se habla del sepulcro de Cristo y, en un salto temporal, situarse en la mismísima procesión, recorriendo las calles de Milmarcos. Las mujeres acompañando a la Virgen y los hombres a Jesús Resucitado, hasta que los dos ramales se encuentran, simulando como Madre e Hijo se abrazan, y seguir en una sola procesión de regreso a la iglesia de donde partieron.

Unos “gozos” que en otros muchos lugares solían cantar esas mozas solteras llamadas “ramas” del mismo modo que las canciones que entonaban, porque ya casi no se cantan (42).

 

(41) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., pp. 219-220 (29-III-1989).

(42) Acerca de las “ramas” y sus cánticos pueden consultarse: GARCÍA SANZ, Sinforiano, “Las Ramas”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Tomo I (Madrid, C.S.I.C., 1945), cuadernos 3.º y 4.º (publicado también en GARCÍA SANZ, Sinforiano, Su obra. Notas de Etnología y Folklore, Madrid, Casa de Guadalajara en Madrid, 1996, pp. 17-50); YELA GARRALÓN, Guillermo, “Las Ramas de Torrebeleña”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 25 (Guadalajara, 1993), pp. 365-374; idem., “Las Ramas de Torrebeleña (Continuación)”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 26 (Guadalajara, 1994), pp. 357-363, y RUBIO FUENTES, Manuel, “El “Ramo de Cuaresma” en Congostrina”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 29 (Guadalajara, 1997), pp. 295-310, entre otros.

 

 

 

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