VIII.- Continua don Epifanio con su colección de refranes y dictados tópicos. En esta ocasión recoge algunos muy conocidos acerca de santos protectores relacionados con su fecha de celebración y esta, a su vez, con otros hechos comúnmente reconocidos. Así, por ejemplo, ese que dice: “Por San Antón, gallinita pon”; y es que precisamente San Antonio Abad es el patrón de Cendejas de Enmedio, cuyos habitantes le cantan a coro: “líbranos de toda mala intención”.
San Antón era y sigue siendo el santo protector de los animales domésticos, aunque hoy, por aquello de los caprichos más o menos costosos nos encontramos a la hora de la bendición que lo mismo aparece una boa constríctor, que un cocodrilo o un mono tití; puro esnobismo muy distante de aquellas fiestas tradicionales, sobre todo en el mundo rural, en que los mozos se apostaban una cántara de vino a ver quién saltaba más mulas juntas.
Las bendiciones eran como Dios manda, o sea, como debían ser, y a veces, a los animales se les daba para comer un trozo de pan que el sacerdote había bendecido en la misa del día. San Antón era toda una fiesta, y más si se rifaba el cochino que durante todo el año había estado dando vueltas por el pueblo, comiendo a costa de los vecinos que debían respetarlo.
Entonces, la muerte natural o por enfermedad de un animal de la casa constituía toda una desgracia, puesto que en muchas ocasiones de su vida dependía en alto grado la de la familia y más si esta no era pudiente. En una economía de subsistencia el que se muriera una mula significaba que había que empeñar la poca hacienda que hubiera para poder comprar otra, claro está que a plazos y dependiendo también del cielo, de si la cosecha fuera buena o se echase a perder socarrada por el sol, anegada por el exceso de lluvia o agostada por el pedrisco. Aparte los usureros, que en todas las épocas los ha habido.
Sigue don Epifanio con otro de esos dichos: “Por San Blas la cigüeña verás”, especialmente los devotos de Albalate de Zorita, Cabanillas del Campo, Peñalver, Huérmeces del Cerro o Sotodosos, donde es un santo muy apreciado.
Dice don Epifanio que había visto la cigüeña en la torre de Santa María de Sigüenza. Lo curioso es que ahora no hay que esperar la llegada de tan celebrada onomástica para ver las cigüeñas, porque ya no se van a tierras más cálidas, lo cual quiere decir que todo funciona al revés de cómo debería funcionar.
¿A lo mejor es culpa del calentamiento global?
Y finaliza este artículo haciendo alusión a otra santa taumaturga: Santa Águeda, patrona de las mujeres lactantes. El dicho es el que dice: “Por Santa Águeda, la mujer es la que manda”.
Santa Águeda se celebra en muchos pueblos, especialmente en la zona campiñera, donde las mujeres ejercen de alcaldesas y son las que mandan -como siempre-, y si no que se lo digan a los abnegados maridos de Cogolludo, Espinosa de Henares, Málaga del Fresno, Malaguilla, Valdenuño Fernández... donde después de leer el bando, van a casa del señor alcalde, al que acompañan al Ayuntamiento, para que éste le entregue el bastón de mando a la alcaldesa por un día, ir después misa ocupando los sitios correspondientes a los miembros de Concejo y a la Justicia y después comer en hermandad, para terminar con un baile en el que son las mujeres las que sacan a bailas a los hombres, sin que se puedan negar pues de lo contrario terminan, como en tantas ocasiones ha sucedido, sin pantalones y en pilón. A veces, por conmiseración, les invitan a chocolate con picatostes, que no es poco y… mañana será otro día (71).
IX.- Le toca el turno a Cogolludo a través de una especie de refrán no sé si conocido o surgido de repente tras haber sufrido un desgraciado atentado contra su patrimonio artístico más “emblemático” (como se dice ahora). La frase a que alude don Epifanio fue ideada por Cordavias, quien la publicó, con la correspondiente noticia, en el periódico alcarreño Flores y Abejas (octubre de 1907): “Cogolludo, te quisieron dejar desnudo”. Luego, con el paso del tiempo, se verá que el patrimonio artístico ha sufrido más atentados.
El hecho fue que un anticuario francés, propietario a la sazón del palacio ducal de Medinaceli, quiso desmontar la fachada pata trasladarla a otro lugar. Evidentemente el Ayuntamiento de Cogolludo se opuso a tamaño desvarío, lo que contribuyó a que el palacio volviese a ser propiedad de sus antecesores.
Años después no correría la misma suerte el monasterio de Óvila, parte del cual terminó en Estados Unidos.
Pero no fue ese el único percance que sufriría Cogolludo en su patrimonio, puesto que una de las obras de la iglesia de la Virgen de los Remedios fue el cuadro de José de Ribera, “El Españoleto”, “Jesús despojado de sus vestiduras” que, el 18 de octubre de 1986 por la noche fue robado de dicha iglesia.
Afortunadamente la policía de Bilbao lo encontró casi un año más tarde (72).
(71) Op. cit., pp. 285-286.
(72) Op. cit., pp. 286-287.