Y XXXV: Punto y final.

 

XXIII.- Como todo tiene fin en esta vida, los comentarios a los artículos de don Epifanio también llegan al suyo. Es curioso, pero el libro, Guadalajara por dentro, termina con unas “Aleluyas de Navidad” que dan la bienvenida a otro año que siempre se quiere mejor (101).

Se trata de un grupo de ocho composiciones sencillas, cuartetas muy populares, en las que don Epifanio recoge aspectos referentes a las elecciones locales para la alcaldía, a la reclamación por entonces surgida en petición de la devolución a sus pueblos de los pinares del antiguo Ducado de Medinaceli, de aquella enfermera que trató de llevar a los pueblos medio abandonados mozas casaderas, y otros aspectos que el lector podrá degustar a sus anchas.

Ahí quedan para el recuerdo:

Dicen que Blanca es ingenua,

más ingenuos fueron otros

que la hicieron alcaldesa

con la suma de sus votos.

 

Tras la votación primera

quieren su dimisión

y Bris sigue en la espera

de poder subir al sillón.

 

Mientras tanto don Fernando,

alcalde marchamalero,

con doce años de mando

continúa en candelero.

 

Pueblos del viejo Ducado

reclaman que los pinares,

perdidos en el pasado,

retornen a sus hogares.

 

Mayte Montes, enfermera

de Megina, quiere importar

chicas de edad casadera,

y los mozos puedan casar.

 

Otro enfermero Mingo Solís

visita a pié o en burra

los pueblos, y a sí susurra:

está con fiebre el país.

 

El nuevo obispo José

recién venido a Sigüenza,

sigue atareado, lo sé,

en ver todo con presteza.

 

Con “EL DECANO” en la mano

en estas fiestas sin par,

les quiero felicitar;

¡Feliz Navidad! hermano.

 

Muchos lectores recordarán estos sucesos a pasar de haber transcurrido casi cinco lustros.

Adiós.

Evidentemente nosotros continuaremos con nuestros comentarios etnográficos.

 

 

(101) Op. cit., pp. 332-333 (Flores y Abejas, 25/XII/1991).

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