José Ramón López de los Mozos
(Continuación)
HIENDELAENCINA. La Pasión viviente (Viernes Santo, móvil).
Desde hace casi cuarenta años se viene realizando una representación de los pasos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, a cargo de actores aficionados, en su mayoría hijos de Hiendelaencina.
Vestidos a la manera de la época, tiene lugar en la plaza Mayor el Juicio de Pilatos y la posterior Condena de Jesús por el pueblo judío, para continuar con un Vía Crucis por sus calles y terminar en las eras, siendo crucificado con un gran verismo, que aparece patente en el rostro atento de los espectadores, cada ocasión más numerosos.
OTRAS PASIONES VIVIENTES:
– Jueves Santo. Fuentelencina.
– Viernes Santo. Albalate de Zorita y Marchamalo (no siempre).
– Sábado Santo. Chiloeches.
OTRAS REPRESENTACIONES Y ESCENIFICACIONES:
TRILLO. Procesiones de Semana Santa. Variable.
– Domingo de Ramos. Entrada de Jesús en Jerusalén y acogida por el pueblo.
– Miércoles Santo. Última cena, Oración del huerto, Traición de Judas, Prendimiento y Juicio de Jesús.
– Viernes Santo. Vía Crucis por las calles del pueblo.
BUDIA. Los Soldados de Cristo.
Gran parecido con los grupos procesionales de Coraceros de Milmarcos; Armaos, de Sigüenza, y Soldadesca de Nuestra Señora de la Paz, de Mazuecos, puede observarse en la relativamente reciente recuperada Hermandad de los Soldados de Cristo, de Budia, que dejó de existir allá por los años sesenta (en 1962 se disolvió) y cuyos orígenes se llevan al siglo XV, aunque por la manera de desarrollar sus actuaciones, vestimenta y armamento, parezcan posteriores en algún siglo más, ya que los denominados tercios (como los de Flandes), equivalentes a los actuales regimientos, tuvieron su mejor momento en el siglo XVII.
Entre sus cometidos está el que cuatro hermanos vayan a buscar al abad o sacerdote a su casa y lo escolten hasta la iglesia para celebrar la misa de Jueves Santo, mientras el resto espera en dos filas a que entre el pueblo de fieles. Oyen misa, también en dos filas, ya en el presbiterio y cuando el sacerdote procede a consagrar, rinden lanzas, doblando una rodilla en señal de sumisión. Luego custodial el monumento y doce de entre ellos, a imitación de los Apóstoles, participan en el lavatorio.
En otras ocasiones celebran la representación simbólica del Triunfo de Cristo sobre el Mal, en la que los hermanos forman un círculo en cuyo centro se sitúa el abad que eleva la cruz a la vez que los soldados alzan sus picas.
El Viernes Santo acompañan de nuevamente al sacerdote durante las catorce estaciones del Vía Crucis y en la procesión del Santo Sepulcro son cuatro los que portan la imagen, otro, la cruz (ahora sustituida por una réplica, puesto que la original, que datan de hacia el año 1500, pesa cerca de 70 kilos) y los demás acompañan debidamente alineados, como si de los restos de una anterior danza ambulatoria se tratase.
El Sábado Santo participan en la Vigilia Pascual, con la bendición del agua y del fuego, y el Domingo de Resurrección, después de la santa misa, durante la Procesión del Encuentro van escoltando la custodia, que camina bajo palio, acompañada por la Justicia y autoridades y que se encuentra con otra procesión, exclusiva de las mujeres, que acompañan a la Virgen y que en el momento del encuentro le quitan el velo de luto y entonando los acostumbrados cánticos, regresar todos juntos a la iglesia.
Aragonés Subero señala que las obligaciones de los Soldados de Cristo comenzaban el Domingo de Ramos, con una merienda, en la que se establecía el orden de servicios en Semana Santa, que dedicaban íntegramente a la piedad.
Como soldadesca o milicia de Cristo (milites Christi) que son, deben obedecer las órdenes de un capitán elegido por los propios soldados, cuyo cargo dura entre cuatro y ocho años -que les pasa revista de uniforme y aseo- y un teniente que nombra el capitán.
Parece ser que cuando alguno de los miembros de esta hermandad fallecía su cargo pasaba a ser sustituido por un hijo, pero este punto no está suficientemente demostrado.
Visten traje negro de pana, con sombrero a juego y, en bandolera, una cinta roja con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, quizá como recuerdo de un uniforme anterior no muy alejado en el tiempo. Como única arma llevan una pica o alabarda de grandes dimensiones y, es muy probable que antiguamente tuvieran bandera y tamborilero.
Relacionada con los Soldados de Cristo, el mencionado Aragonés Subero transcribió la letra de esta cancioncilla:
Tan-ta-ran-tan, el báculo del Obispo
el Cura y el Sacristán.
Tan-ta-ran-tan, con los Soldados de Cristo
la Virgen llorando está.
Tan-ta-ran-tan…
ALGUNAS CELEBRACIONES DE SEMANA SANTA EN LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
En Atienza, el día de Jueves Santo por la tarde, tienen lugar los oficios y la procesión. Al día siguiente o de Viernes Santo, por la mañana se celebra el Vía Crucis en que se rezan y conmemoran los pasos del Calvario, con adoración de las Santas Espinas, en la iglesia de la Santísima Trinidad (la otra adoración de las Santas Espinas se celebra el día 6 de mayo, comenzando por la mañana, a las doce treinta, con una función religiosa en la misma iglesia y, ya por la tarde, la adoración, tras la que se subastan productos típicos) y, por la tarde, misa y posterior procesión del Santo Entierro o “del Silencio”.
El Domingo de Pascua o de Resurrección se escenifica el encuentro de Jesús resucitado con su Madre, la Virgen María, para continuar con una subasta de roscas.
En otros lugares como Almonacid de Zorita los actos del Viernes Santo se ven acrecentados por el Vía Crucis que lleva a cabo la cofradía de Nuestro Padre Jesús, así como con la procesión “del Silencio” en la que participa la citada cofradía de Nuestro Padre Jesús acompañada por la de Nuestra Señora de los Dolores, tocando cornetas y tambores.
En Mondéjar, el mismo día de Viernes Santo, a las siete de la mañana, tiene lugar la procesión y Vía Crucis, mientras que la procesión “del Silencio” recorre, por la noche, las calles del casco antiguo, al igual que en Cogolludo, donde, además, el Domingo de Resurrección se celebra la procesión “del Encuentro”, tras la que se mantea y prende fuego a un muñeco denominado “pelele”, especie de judas.
SIGÜENZA. La procesión de los Armaos (Viernes Santo).
Varias procesiones llaman la atención del espectador en los desfiles de Semana Santa de algunas poblaciones de Guadalajara, como son las “del Silencio” de Albalate de Zorita, El Casar, Guadalajara, Tendilla, Trillo, etc.; el Rosario de los Faroles, de Atienza; la procesión del Cristo de la Cruz Acuestas, de Jadraque; la de los Coraceros, de Milmarcos, especie de soldadesca en cargada de la custodia del monumento de Jueves Santo y de acompañar las procesiones, a pie o a caballo, ataviada con un llamativo atuendo consistente en calzón, polainas marrones, faldilla roja, camisa, babero y guantes blancos, coraza (de donde recibe el nombre) y yelmo, además de armarse de picas o “guinchos”, a imitación de los utilizados por las tropas españolas de los siglos XVI y XVII, y la de los Armaos o Armados, de Sigüenza, todas con salida el mismo día.
Esta de Sigüenza está compuesta por medio centenar de cofrades denominados de carga, pertenecientes a la Cofradía de la Vera Cruz y Santo Entierro que visten corazas de acero, pica y fajín rojo a la cintura, especie de soldadesca encargada de custodiar y cargar el paso del Santo Entierro, de gran valor artístico, mientras otro grupo de hermanos cofrades, vestido de riguroso negro luto con calzón corto, chaquetilla y faja, acompaña a la imagen de la Dolorosa, partiendo hasta la ermita de santa Bárbara, ante el silencio de la gente allí congregada que escucha las tradicionales conversaciones entre Jesús y un posible portero, que le da paso:
(Dando golpes con el llamador de la puerta)
– ¡Quién!
– ¡Jesús el Nazareno,
el rey de los judíos!
– ¡Que pase!
EL HUEVO DE PASCUA
Hay todavía algún pueblo donde se celebra, principalmente a nivel infantil y juvenil, la antiquísima costumbre de rilar o rodar el huevo.
En Hueva, salen al campo con los hornazos que en el centro llevan los huevos y que una vez desprendidos del dulce echan a rodar por tierra hasta que pierden la cáscara, para, en agradable compañía, dar cuenta de ellos en una alegre merendola.
En Yélamos de Abajo son los niños quienes han de rilar los hueves cocidos del hornazo, que ha de cocinar la madrina de cada uno de ellos, hasta que queden perfectamente pelados y así poderlos comer. Este hecho tiene lugar en las Eras del Calvario el Domingo de Resurrección, igual que sucede en Hueva.