Continúa López de los Mozos con el segundo artículo sobre la ronda de refranes en la obra de Epifanio Herranz.
IV.- “A Amayas sin pan no vayas”, que hace referencia a las escasas cosechas de trigo que allí se recogen, dado que su término es más apto para usos ganaderos, por encontrarse en altura y rodeado de sabinares que van bajando hasta el río Mesa.
De ahí, señala don Epifanio, que la cuesta que hay para llegar a Amayas “sea tan larga como la cuesta de enero para quien espera la nueva paga”. Cuesta que, por otro lado, recoge la tradición local:
“Es la cuesta de Amayas
más larga que un día sin pan,
qué descanso cuando llegas
al pairón de San Pascual”.
El punto más alto de Amayas es su ermita de Santa Bárbara, en lo alto siempre para defender al pueblo del rayo y de las inclemencias del clima. Y el patrón es San Martín, aquel caballero caritativo que partió su capa y la compartió con el pobre desnudo aterido de frío. Por eso se dice:
“Santa Bárbara y San Martín,
contra tormentas y fríos
sois abogados de postín”.
El caso es que, como bien corrige don Epifanio, con el paso del tiempo, el dictado tópico que decía “A Amayas sin pan no vayas”, habría que sustituirlo por este otro, más adaptado a las circunstancias actuales, dada la escasez de agua que padece el pueblo:
“A Amayas sin agua no vayas”.
Por eso surgió esta petición navideña:
“Que los Magos de Oriente
traigan buenas nevadas
y así el pueblo de Amayas
tendrá agua suficiente”.
V.- “En Guadalajara, lo que dicen por la noche por la mañana no hay nada”, que utiliza nuestro buen don Epifanio para referirse a la por entonces famosa moción de censura contra el alcalde de la ciudad, señor Irizar que, gracias al voto cautivo de un concejal, fracasó. O sea, que en este caso concreto, el dicho era verdad, puesto que dejaba en evidencia la dudosa seriedad de las gentes de Guadalajara y, por extensión, de quienes vienen a ella.
Y es que don Epifanio aplica el saber popular, el román paladino que cada cual habla con su vecino, a las anécdotas que son (o fueron) noticia en la Guadalajara del momento, lo cual no deja de tener su gracejo y su salpimentada ironía.
VI.- “Sigüenza, la episcopal, tiene más pergaminos que doblones en el bolsillo”, remoquete que solía utilizar con cierta frecuencia el cronista don Francisco Layna Serrano, refiriéndose a la supuesta vanidad de los seguntinos que, careciendo de dinero, se tapan las vergüenzas con pergaminos de nobleza. Claro que en este caso don Epifanio no se mete en berenjenales y aplica el cuento al extenso episcopologío, noventa y cinco obispos, que han ocupado la mitra de Sigüenza, desde aquel visigodo Protógenes del siglo VI, que asistiera a los primeros concilios toledanos, hasta la actualidad, de modo que el afecto de Sigüenza hacia sus obispos siempre ha sido constante como queda de manifiesto en las palabras del que fuera su Cronista Oficial, don Juan Antonio Martínez-Gómez-Gordo, en la entrevista que publicó el señor Serrano Belinchón en su libro Diálogos con la provincia: “El obispo es el gran personaje de la ciudad para los seguntinos y si alguien habla de que el obispo se quiere marchar, eso no lo soportan ni aún en broma”. Luego el tiempo tendría la palabra.
VII.- “Peñalver, de una libra hacen diez”. Uno de los pueblos que desde siempre ha sido conocido por la calidad de su afamada miel.
Sus gentes, los mieleros, han sabido vender este dulce producto en toda España y parte del extranjero.
Es cosa muy digna de ver:
la Virgen de la Salceda
y a la gente peñalvera
ofreciendo la rica miel”.
Y ahora, su nombre sonará aún más, gracias al invento del alcalde del momento, don Teodoro Pérez Berninches, de pesar a una persona de acreditada fama, y entregarle su peso en miel. Cosa que se puso en práctica con el Nobel Camilo José Cela, quien, por cierto, dijo que “Los refranes no suelen fallar porque se hacen por sedimentación y no con palabras sino con la tierra que crece en los goznes de la memoria” (70).
Escribe don Epifanio que los peñalveros -como se conoce a sus habitantes- dicen que la personalidad de su pueblo se basa en tres ciclópeos pilares: sus raíces “sanjuanistas”, su amor por la Virgen de la Salceda y el talante de sus gentes, como así se pone de manifiesto en su parroquia de Santa Eulalia de Mérida, en el convento franciscano de la Salceda y en el buen temple de sus gentes.
Y añade: “O sea, que en este caso el refrán tiene razón”.
(70) El Independiente (7/Enero/1991).