FELICES Y DESEABLE TIEMPOS SON AQUELLOS en que se llegan a acuerdos y a abrazos y se separa uno del rencor y del odio, cediendo cada cual en lo que haya de ceder para llegar al bien común y al mejor acomodo de las partes, sin querer ni buscar la disputa, la desavenencia y la discordia entre cada una de ellas.
Es por eso por lo que me parecen malos los extremismos de cualquier signo y buenos los acuerdos y los acordes que van hacia el concierto de las partes y no hacia lo liado, lo retorcido y lo extremo del empecinamiento de cada cual.
Digo esto a cuenta de un tema que desconozco, los misterios de la política, pero en donde estoy viendo lo que ocurre en el Congreso y pienso que los diputados de la Nación deben llegar a un acuerdo que junte y no que separe.
Esa es su primera obligación: alcanzar el pacto que más permita el acomodo de todos los españoles, sin malos modos y sin enfrentamientos innecesarios… Y sin repetir elecciones porque eso supondría el fracaso del sistema, y quizá la prolongación de una situación que la gente de a pie no puede resolver, sino quienes han sido elegidos para entenderse.
Hay que felicitar a quienes han intentado llegar a consensos firmados y pedir que se sumen más grupos a ese intento hasta que se consiga, sin dejar herido o muerto a ninguna parte esencial de las que componen la sociedad de España.
¿Problemas? La crisis económica. Ha de gobernarse en consonancia con los restantes países que componen Europa: lo contrario sería apartarse de la senda a la que pertenece España.
Quienes no remen en esa dirección, llevan la nave española hacia mares desconocidos y procelosos.
¿Otro problema innegable? La corrupción. Todos los partidos han estado envuelta en ella. Es necesario tomar medidas contra ella, serias y ciertas. Y también tienen que ser otras las caras que emprendas esa tarea, porque los que estaban o no han sabido o no han querido reconducirla hasta términos tolerables. Y se viene denunciando y probando desde hace muchos, demasiados, años.
De un conocido líder político español se ha dicho: “Tiene una cosa buena: Por donde pasa, no ensucia; pero tiene una cosa mala: por donde pasa, no limpia”.
No hace falta decir su nombre, porque todos entendemos a quién se refiere este exacto retrato. Cuando menos, ha mirado para otra parte viendo los trapos sucios que iban y venían por su partido…
Quizá deba echarse a un lado, para dejar paso a otra persona de su partido con mejor vista, o que, en esta situación excepcional de corrupción clamorosa y dolorosa, por las circunstancias de penuria en que se encuentra la ciudadanía, decida tomar el trapo de la limpieza con mayor entusiasmo. La corrupción, de tanto pasar y repasar a su lado, ha acabado por tiznarle también a él, aunque no haya intervenido, o precisamente por no haber intervenido suficientemente.
Su partido, puesto que representa a la opción que ha sido la preferida entre el electorado es respetabilísimo; pero el deseo de mayor higiene en la política, también resulta evidente. Algo ha de cambiarse, quizá quien no supo limpiar nada o no lo bastante.
¿Otro problema? El desafío separatista planteado abierta e ilegalmente por la minoría –encima, representan a la minoría- del electorado catalán.
Una suerte que haya surgido un partido que representa a los “otros catalanes”, a los que siempre han estado silenciados allí –en Cataluña- y aquí –en el resto de España-, porque los partidos que debían representarles no lo hacían ni allí ni aquí: los castellanoparlantes. Y, en general, los leales a España, que también los hay en las dos lenguas de Cataluña.
¿Nuevos problemas que han surgido? Lamentable el lenguaje de algunos parlamentarios: han dado la impresión de perdonavidas queriendo intimidar a los congresistas, con modos casi chulescos, por no emplear otra palabra más grave. Han dado miedo.
Y deplorable también que en pleno estrado de los oradores se levante el puño amenazante, como hace casi un siglo, como si no hubieran pasado tantas cosas, y tan malas, por gestos de odio y de rencor como ese…
Imaginemos que un parlamentario, o un grupo parlamentario, hubiera hecho el saludo del brazo en alto desde el estrado de oradores… Pues lo mismo de lastimoso nos debería haber parecido lo que ha ocurrido. ¿De qué tragedia antigua salen estas personas?
En definitiva. Conservemos la esperanza. Es hora de moderación y de centralidad, no de extremismos, ni de quienes quieren medrar en esas circunstancias extremas en que nos encontramos. Pero también es hora de cambios.
Cumple felicitar a quienes lo han intentado. Y saludar en ellos lo que aportan de positivo. Albert Rivera apunta maneras, aunque le falta edad. Pedro Sánchez también ha cumplido con su papel, coherentemente. Por fortuna, Sánchez no es Zapatero, dicho sea indudablemente a favor del primero.
CODA: Y como esta es una bitácora cultural, aunque a veces, las menos se cuele en ella la política, en las grandes ocasiones, como la presente, destinemos al menos el final de este artículo, a rendir homenaje a los que construyen desde la diversidad. Rindamos homenaje a la Cataluña plural, dentro de la España igualmente plural…
En este tema, es Cataluña la que debe empezar a ver su propia interna pluralidad, porque España, en su Constitución y en sus Estatutos de Autonomía, ya lo ha hecho hasta donde puede pedirse, según indica el sentido común.
Pongo aquí mi “Oda a Hispania al llegar al Arco de Bará, con Joan Maragall a bordo”, que apareció publicada el año pasado en mi libro “España, mareas de tus tres mares” (2015). Tuve el placer de que algunos Ayuntamientos catalanes lo colgaran en sus “webs” el pasado año, mientras los radicales ya intentaban dividir a todos –catalanes y restantes españoles- basándose en su odio.
Pongo el inicio de la composición, puesto que es muy larga. Y un enlace para quien desee leerla al completo.
ODA A HISPANIA AL LLEGAR AL ARCO DE BARÁ, con Joan Maragall a bordo
“Españols? I Tant! Ho sem més quels castellans!”
Joan Maragall
I. Entrando al corazón de la primera Hispania, a Cataluña
Altafulla, Torredembarra, Roda
de Bará,
acerco la palabra toda
al arco que allí está,
a pocos metros de la costa.
En Roda de Bará.
Si tras una guerra te alzaron,
ponte en pie de paz,
si por un triunfo te alzaron
sé de paz portal.
Cuatro columnas
sostienen tu altar,
y un vano en el centro
para poder pasar.
De la Vía Augusta
pétreo rosal,
surte de rosas,
surte de paz.
De Cádiz a la Galia,
ruta vital,
desde antes de Cristo
tu piedra albar.
Ara en alto,
abierto zaguán,
arco
de Bará,
a Cataluña y España,
surte de paz,
a todos los que hablan
en lengua catalana,
en lengua castellana,
en lengua vasca,
en lengua galaica,
e incluso a los hablan
en lengua portuguesa, tan ibérica, tan hispánica.
Buenos días, Arco de Bará.
Buenos días, Cataluña, la primera Hispania
que, como tal, los romanos nombraran.
Para leer el resto del poema, pulsar aquí: