Más Guadalajara (Diputación incluida) y más Madrid para Guadalajara

AHORA QUE SUENAN VOCES en la política nacional –sin duda no emanadas desde Guadalajara ni desde las provincias poco pobladas de Castilla y España- que postulan la supresión de las Diputaciones Provinciales, cumple decir a este pobrecito hablador y rimador de una provincia tan falta de atenciones por parte de las Administraciones foráneas (nacionales y regionales) que no.

No. No sería bueno para Guadalajara, ni para las provincias menos pobladas hoy (después de décadas o siglos o regímenes de sangrías y de mermas, que antaño sí que lo estuvieron y muchísimo más que provincias que ahora sacan pecho porque se lo han llevado todo para ellas) que también nos mermaran las diputaciones.

No a esa merma más para provincias que llevan siglos y regímenes enteros viendo cómo son mermadas, disminuidas, menguadas y, casi diría, y casi digo, que afanadas.

Si sobran organismos y burocracias en España (que ya lo creo que sobran: en un momento, con una simple consulta en la calle, la ciudadanía señalaría un centenar de nichos de paniaguados que enflaquecen y desmejoran el presupuesto), no son las Diputaciones de las provincias hoy poco pobladas.

Pero de todas las provincias de España… es Guadalajara la que más necesita seguirse sintiendo “provincia” propia y, en cierto modo, levemente autónoma.

¿Por qué? Porque Guadalajara es la única provincia española a la que el Estado de las autonomías le ha perjudicado en un aspecto inconcebible, que no ha pasado en ningún otro lugar.

La descentralización autonómica ha sido tan absurda en el caso de Guadalajara… que ahora está a triple distancia de Toledo (140 kilómetros) de lo que estaba antes de la “descentralización autonómica” (55 kilómetros de Madrid).

Y encima hay que pasar por el antiguo centralismo madrileño para llegar al nuevo centralismo autónomico toledano.

Tamaño es el absurdo que sólo este dato basta para comprobar ahora -y lo seguirá probando hasta que se subsane- que el diseño autonómico en Guadalajara (y probablemente tampoco en el resto de Castilla, pero ahora me centraré sólo en lo más palmariamente evidente) NO fue democrático, sino un chanchullo, manejo, tejemaneje y gatuperio (para ser suave) urdido en los despachos.

De ahí que el entusiasmo regional actual en Guadalajara sea perfectamente descriptible y, sin embargo, el sentimiento provincial sea tan intenso, así como el deseo de poder enlazarnos sin cortapisas CON nuestra región económica –y, por ejemplo constantemente pedido y nunca escuchado- en nuestra región sanitaria natural: Madrid.

Consúltese a los ciudadanos de Guadalajara, si quieren dar un paso atrás en su condición de “provincia” (que esto significaría perder su “Diputación Provincial”) para pasar a depender –aún más- de una ciudad lejana, mal comunicada y distante de Guadalajara.

El “No” a la supresión de la Diputación Provincial sería el más abrumador de cualquier otra parte de España.

Refórmese la Diputación de Guadalajara en lo que tenga de reformable, que en esto como en tantas cosas aplaudo al partido que propone la reforma de las Administraciones. Pero no se elimine.

Porque, aunque solo fuera por lo dicho, debería ser incluso la única que debía quedar entre las Diputaciones Provinciales de España, si todas las demás se eliminaran.

CODA: Y ahora, como este es un blog cultural, porque de cultura y nada más que de cultura entiendo, pulse aquí quien desee conocer mi recientemente publicado “Himno a Guadalajara” –mi tierra, mi provincia, mi alma- en el libro “Donde el Mundo se llama Guadalajara” (2015).

 

http://blogs.periodistadigital.com/juan-pablo-manueco/2015/12/10/himno-a-guadalajara-de-donde-el-mundo-se-llama-guadalajara/

 

 

 

 

 

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