López de los Mozos se ocupa esta semana de un caso poco frecuente en cuanto a misterios y apariciones, en su serie sobre Epifanio Herranz
38) Muchos son los “misterios” referentes a apariciones, encuentros o “inventos” de imágenes marianas, menos los de santos y muy escasos los de Dios y Jesucristo, su Hijo. Pero uno de ellos se dio en Sacedón.
Uno de ellos lo recoge don Epifanio en el libro que comentamos bajo el título de “Sacedón y la Santa cara de Dios” (57).
Se trata de una leyenda que dio origen a la fiesta patronal. Cuenta la tradición que un día concreto, “el 29 de agosto de 1689, un hombre llamado Juan de Dios, presa de ira y de celos, clavó con fuerza el puñal en una de las paredes del Hospitalillo de Nuestra Señora de Gracia. Al desconcharse la pared, apareció la Santa Cara de Dios con la señal del puñal sobre la mejilla derecha”.
Juan de Dios era un acogido en dicho “hospitalillo” que vivía acompañado de Inés, moza que se escondió para hacerle creer que había huido, lo que provocó la ira del mozo que alterado clavó su puñal en una de las paredes del oratorio blasfemando a grito pelado: “Voto a Dios que aunque estuviera aquí su cara la cosiera con este puñal”, justamente cuando saltó una capa de yeso que dejó a la vista el rostro de Jesús herido por el arma. Luego comenzaron a llegar gentes, y dicen que ocurrieron numerosos milagros. Luego, en la guerra del 36-39 desapareció el rastro… pero quedó su recuerdo y el amor a Dios
La historia nos cuenta que la Santa Cara de Dios ha tenido tres ubicaciones distintas. La estancia definitiva -por el momento- la tiene en la ermita del mismo nombre que comenzó a construirse en 1744 justamente en el mismo lugar que ocupó el “hospitalillo”. Tras la Guerra (In)civil dicha ermita fue arrasada perdiéndose la imagen primitiva, pero actualmente hay una custodia de madera que guarda la imagen de la Santa Cara pintada al óleo, que carece de valor material, pero que para los sacedonenses tiene gran valor sentimental que se resume en la siguiente copla (58):
Son ya trescientos años
de continua veneración
a la santa faz de Dios
en la villa de Sacedón.
[No es por meterme en camisas de once varas, pero seguramente hoy, si se hubiese dado el mismo caso, es decir, que si una persona fuera de sí hubiera apuñalado la pared de un eremitorio, posiblemente pensaríamos que bajo la capa de pintura y yeso posiblemente hubiera unas pinturas al fresco y que, ¡curiosa coincidencia! dejó al descubierto la faz de Cristo. Pero cada cual es muy digno de pensar y creer lo que quiera o le convenga. Esto no lo dice don Epifanio].
39) Y tan solo dos palabras para recordar las “pascuillas” de Las Inviernas, donde, por cierto, el patrón es el mismo que el de Utande: San Acacio Mártir.
Son dos bellísimas y gozosas florecillas de Pascua:
Qué inquieta desazón
se vive el viernes santo,
cuando muere Cristo
al final de su pasión.
Con Jesús resucitado,
que es una firme verdad,
todo resulta más claro
a mi propia felicidad (59).
(57) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., pp. 244-245 (11-IV-1990), n.º 108.
(58) P. G. C., “Los vecinos llevan venerando la Santa Cara de Dios desde que en 1689 apareció en el Hospitalillo”, en Nueva Alcarria, viernes 23/08/2013, especial Sacedón 2013, p. 14.
(59) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., p. 246.109 “Flor de Pascua” en Las Inviernas”, pp. 245-246 (18-IV-1990).