(XXIV) Tercera ronda de refranes de Guadalajara

 

VIII.- Continua don Epifanio con su colección de refranes y dictados tópicos. En esta ocasión recoge algunos muy conocidos acerca de santos protectores relacionados con su fecha de celebración y esta, a su vez, con otros hechos comúnmente reconocidos. Así, por ejemplo, ese que dice: “Por San Antón, gallinita pon”; y es que precisamente San Antonio Abad es el patrón de Cendejas de Enmedio, cuyos habitantes le cantan a coro: “líbranos de toda mala intención”.

San Antón era y sigue siendo el santo protector de los animales domésticos, aunque hoy, por aquello de los caprichos más o menos costosos nos encontramos a la hora de la bendición que lo mismo aparece una boa constríctor, que un cocodrilo o un mono tití; puro esnobismo muy distante de aquellas fiestas tradicionales, sobre todo en el mundo rural, en que los mozos se apostaban una cántara de vino a ver quién saltaba más mulas juntas.

Las bendiciones eran como Dios manda, o sea, como debían ser, y a veces, a los animales se les daba para comer un trozo de pan que el sacerdote había bendecido en la misa del día. San Antón era toda una fiesta, y más si se rifaba el cochino que durante todo el año había estado dando vueltas por el pueblo, comiendo a costa de los vecinos que debían respetarlo.
Entonces, la muerte natural o por enfermedad de un animal de la casa constituía toda una desgracia, puesto que en muchas ocasiones de su vida dependía en alto grado la de la familia y más si esta no era pudiente. En una economía de subsistencia el que se muriera una mula significaba que había que empeñar la poca hacienda que hubiera para poder comprar otra, claro está que a plazos y dependiendo también del cielo, de si la cosecha fuera buena o se echase a perder socarrada por el sol, anegada por el exceso de lluvia o agostada por el pedrisco. Aparte los usureros, que en todas las épocas los ha habido.

Sigue don Epifanio con otro de esos dichos: “Por San Blas la cigüeña verás”, especialmente los devotos de Albalate de Zorita, Cabanillas del Campo, Peñalver, Huérmeces del Cerro o Sotodosos, donde es un santo muy apreciado.

Dice don Epifanio que había visto la cigüeña en la torre de Santa María de Sigüenza. Lo curioso es que ahora no hay que esperar la llegada de tan celebrada onomástica para ver las cigüeñas, porque ya no se van a tierras más cálidas, lo cual quiere decir que todo funciona al revés de cómo debería funcionar.

¿A lo mejor es culpa del calentamiento global?

Y finaliza este artículo haciendo alusión a otra santa taumaturga: Santa Águeda, patrona de las mujeres lactantes. El dicho es el que dice: “Por Santa Águeda, la mujer es la que manda”.
Santa Águeda se celebra en muchos pueblos, especialmente en la zona campiñera, donde las mujeres ejercen de alcaldesas y son las que mandan -como siempre-, y si no que se lo digan a los abnegados maridos de Cogolludo, Espinosa de Henares, Málaga del Fresno, Malaguilla, Valdenuño Fernández... donde después de leer el bando, van a casa del señor alcalde, al que acompañan al Ayuntamiento, para que éste le entregue el bastón de mando a la alcaldesa por un día, ir después misa ocupando los sitios correspondientes a los miembros de Concejo y a la Justicia y después comer en hermandad, para terminar con un baile en el que son las mujeres las que sacan a bailas a los hombres, sin que se puedan negar pues de lo contrario terminan, como en tantas ocasiones ha sucedido, sin pantalones y en pilón. A veces, por conmiseración, les invitan a chocolate con picatostes, que no es poco y… mañana será otro día (71).

IX.- Le toca el turno a Cogolludo a través de una especie de refrán no sé si conocido o surgido de repente tras haber sufrido un desgraciado atentado contra su patrimonio artístico más “emblemático” (como se dice ahora). La frase a que alude don Epifanio fue ideada por Cordavias, quien la publicó, con la correspondiente noticia, en el periódico alcarreño Flores y Abejas (octubre de 1907): “Cogolludo, te quisieron dejar desnudo”. Luego, con el paso del tiempo, se verá que el patrimonio artístico ha sufrido más atentados.

El hecho fue que un anticuario francés, propietario a la sazón del palacio ducal de Medinaceli, quiso desmontar la fachada pata trasladarla a otro lugar. Evidentemente el Ayuntamiento de Cogolludo se opuso a tamaño desvarío, lo que contribuyó a que el palacio volviese a ser propiedad de sus antecesores.

Años después no correría la misma suerte el monasterio de Óvila, parte del cual terminó en Estados Unidos.

Pero no fue ese el único percance que sufriría Cogolludo en su patrimonio, puesto que una de las obras de la iglesia de la Virgen de los Remedios fue el cuadro de José de Ribera, “El Españoleto”, “Jesús despojado de sus vestiduras” que, el 18 de octubre de 1986 por la noche fue robado de dicha iglesia.

Afortunadamente la policía de Bilbao lo encontró casi un año más tarde (72).
(71) Op. cit., pp. 285-286.
(72) Op. cit., pp. 286-287.

 

 

 

 

Nueva ronda de refranes (XXIII)

Continúa López de los Mozos con el segundo artículo sobre la ronda de refranes en la obra de  Epifanio Herranz.  

IV.- “A Amayas sin pan no vayas”, que hace referencia a las escasas cosechas de trigo que allí se recogen, dado que su término es más apto para usos ganaderos, por encontrarse en altura y rodeado de sabinares que van bajando hasta el río Mesa.

De ahí, señala don Epifanio, que la cuesta que hay para llegar a Amayas “sea tan larga como la cuesta de enero para quien espera la nueva paga”. Cuesta que, por otro lado, recoge la tradición local:

 

“Es la cuesta de Amayas

más larga que un día sin pan,

qué descanso cuando llegas

al pairón de San Pascual”.

 

El punto más alto de Amayas es su ermita de Santa Bárbara, en lo alto siempre para defender al pueblo del rayo y de las inclemencias del clima. Y el patrón es San Martín, aquel caballero caritativo que partió su capa y la compartió con el pobre desnudo aterido de frío. Por eso se dice:

 

“Santa Bárbara y San Martín,

contra tormentas y fríos

sois abogados de postín”.

 

El caso es que, como bien corrige don Epifanio, con el paso del tiempo, el dictado tópico que decía “A Amayas sin pan no vayas”, habría que sustituirlo por este otro, más adaptado a las circunstancias actuales, dada la escasez de agua que padece el pueblo:

 

“A Amayas sin agua no vayas”.

 

Por eso surgió esta petición navideña:

 

“Que los Magos de Oriente

traigan buenas nevadas

y así el pueblo de Amayas

tendrá agua suficiente”.

 

V.- “En Guadalajara, lo que dicen por la noche por la mañana no hay nada”, que utiliza nuestro buen don Epifanio para referirse a la por entonces famosa moción de censura contra el alcalde de la ciudad, señor Irizar que, gracias al voto cautivo de un concejal, fracasó. O sea, que en este caso concreto, el dicho era verdad, puesto que dejaba en evidencia la dudosa seriedad de las gentes de Guadalajara y, por extensión, de quienes vienen a ella.

Y es que don Epifanio aplica el saber popular, el román paladino que cada cual habla con su vecino, a las anécdotas que son (o fueron) noticia en la Guadalajara del momento, lo cual no deja de tener su gracejo y su salpimentada ironía.

 

VI.- “Sigüenza, la episcopal, tiene más pergaminos que doblones en el bolsillo”, remoquete que solía utilizar con cierta frecuencia el cronista don Francisco Layna Serrano, refiriéndose a la supuesta vanidad de los seguntinos que, careciendo de dinero, se tapan las vergüenzas con pergaminos de nobleza. Claro que en este caso don Epifanio no se mete en berenjenales y aplica el cuento al extenso episcopologío, noventa y cinco obispos, que han ocupado la mitra de Sigüenza, desde aquel visigodo Protógenes del siglo VI, que asistiera a los primeros concilios toledanos, hasta la actualidad, de modo que el afecto de Sigüenza hacia sus obispos siempre ha sido constante como queda de manifiesto en las palabras del que fuera su Cronista Oficial, don Juan Antonio Martínez-Gómez-Gordo, en la entrevista que publicó el señor Serrano Belinchón en su libro Diálogos con la provincia: “El obispo es el gran personaje de la ciudad para los seguntinos y si alguien habla de que el obispo se quiere marchar, eso no lo soportan ni aún en broma”. Luego el tiempo tendría la palabra.

 

VII.- “Peñalver, de una libra hacen diez”. Uno de los pueblos que desde siempre ha sido conocido por la calidad de su afamada miel.

Sus gentes, los mieleros, han sabido vender este dulce producto en toda España y parte del extranjero.

 

Es cosa muy digna de ver:

la Virgen de la Salceda

y a la gente peñalvera

ofreciendo la rica miel”.

 

Y ahora, su nombre sonará aún más, gracias al invento del alcalde del momento, don Teodoro Pérez Berninches, de pesar a una persona de acreditada fama, y entregarle su peso en miel. Cosa que se puso en práctica con el Nobel Camilo José Cela, quien, por cierto, dijo que “Los refranes no suelen fallar porque se hacen por sedimentación y no con palabras sino con la tierra que crece en los goznes de la memoria” (70).

Escribe don Epifanio que los peñalveros -como se conoce a sus habitantes- dicen que la personalidad de su pueblo se basa en tres ciclópeos pilares: sus raíces “sanjuanistas”, su amor por la Virgen de la Salceda y el talante de sus gentes, como así se pone de manifiesto en su parroquia de Santa Eulalia de Mérida, en el convento franciscano de la Salceda y en el buen temple de sus gentes.

Y añade: “O sea, que en este caso el refrán tiene razón”.

 

 

 

 

 

(70) El Independiente (7/Enero/1991).

 

 

Ronda de refranes provinciales (XXII)

“Ronda de Refranes” (69) es, quizás, uno de los trabajos más amplios de cuantos don Epifanio escribió en las páginas de Flores y Abejas y que recoge en el libro que poco a poco vamos comentando. En él recoge una quincena de refranes alusivos a diversos pueblos de la provincia de Guadalajara, algunos sobradamente conocidos, pero siempre dignos de recuerdo.

 

1.- “Alocén, muchos lo ven y pocos entran en él” hace alusión a su elevado asentamiento, que se asoma al pantano de Entrepeñas.

Situación que hacía que quienes circulaban por la antigua carretera de Cifuentes, paralela al Tajo, lo vieran en la elevada lejanía.

Hoy el pueblo es un lujo y por el contrario su atractiva belleza invita a “entrar en él”.

 

2.- “Peñalén, igual que un Belén” (sic), por su parecido a una de esas postales que nos hacen imaginar un belén totalmente distinto al que fuera cuna de Nuestro Señor Jesucristo, -desierto, palmeras…-, puesto que este nada tiene que ver con el de nuestra postal, o mejor dicho, con la postal de don Epifanio, y más si está nevado, como esos otros pueblos -pongamos por caso La Cabrera, cerca de Sigüenza, o Pelegrina- que también queremos comparar con los tradicionales belenes navideños, donde las casas del pueblo rodean la colina a cuyas plantas pasa el río y en lo alto, como si se tratase del castillo de Herodes, la iglesia parroquial.

Dice don Epifanio que no falta el color oriental de los “moros y cristianos”, que antiguamente desfilaban en la fiesta de la Virgen de la Torre, patrona del lugar. “Lo demás es imaginación”.

Pero, curiosamente, ante este “nacimiento” natural, nuestro autor abre el libro de la tradición antigua y entresaca los siguientes ripios, expresivos y graciosos:

 

“En el portal de Belén están la Virgen y el Niño,

con tanto pedigüeño te dejan limpio el bolsillo”,

 

cuando los mozos iban con sus zambombas y panderetas pidiendo el aguinaldo por las casas del pueblo…

 

“La abuela Donata

dando lo poco que tiene

se queda sin alpargata”,

 

que tal era su afán caritativo, vivido junto al pesebre, para finalizar con la cena, ¡esta vez de varios platos!, vinos y turrones, si se podía…

Y terminar:

 

“Si pruebas las golosinas

evita la indigestión,

que luego la solución

es tomar las medicinas”.

 

Es curioso que este precioso artículo viera la luz en el mes de marzo, ya pasados los alegres días de la Navidad. ¡Quizá la nostalgia!

 

III.- “Miralrío, mucha agua y poco vino”, pues era bien sabido que, por desgracia, la filoxera dio al traste con las vides del término municipal y los antiguos cocederos se quedaron sin mosto.

Aunque también se dice aquello de: “Cuando el agua es mucha y el vino es poco, se añade agua al vino, y así no se sube al coco”.

Por el centro de Miralrío pasa la carretera de Soria, por eso la gente con prisa no conoce el pueblo, que conserva una bella iglesia, además de ser una especie de balcón natural, un auténtico mirador (de donde le viene el nombre: “mira el río”) desde el que asomarse a las vegas de los ríos Henares y Bornova.

Dice don Epifanio que abajo, en la vega, hubo un pueblo llamado Salaices del que no quedan más restos que los de su pequeña iglesia, convertida hoy en ermita de la Virgen de Cáritas, la patrona.

 

 

(69) Op. cit., pp. 278-294. (Flores y Abejas, 20/Marzo/1991).

 

 

 

La Procesión del Fuego y una Inmaculada (XXI)

44) Dice don Epifanio en su artículo “Fuego en el rastrojo” (67), que en la fiesta intervienen, junto a los elementos religiosos, la música y los bailes, con añadidos de reina y damas de honor, toros, pólvora, teatro, deportes… (habría que añadir también la comida -que de la panza sale la danza- y la bebida, muy especialmente).

Pues, bien, dos de estos elementos, el religioso y el fuego, que no deja de contener un sentido religioso de purificación, se dan la mano en esa fiesta entrañable y vistosa que es la “Procesión del Fuego” que tiene lugar en Humanes de Mohernando, con motivo del traslado de su patrona, la Virgen de Peñahora, desde su ermita -donde se venera todos los días del año- a la parroquia de San Esteban, con la que el pueblo se despide del verano.

Allí, el segundo sábado de septiembre, durante los casi tres kilómetros que hay de distancia entre ambos templos, la procesión camina a cielo abierto por la carretera, mientras a ambos lados arden los rastrojos que, según va oscureciendo la tarde, contribuyen a iluminar a la Virgen que avanza entre cánticos de alegría que entonan las mujeres. Por el cielo los cohetes, la pólvora, dejan su trazo de humo blanco y estallan atronando el paso… y, ya cercanas, se oyen las campanas avisando de la próxima llegada de la patrona.

Pero además de los rastrojos, son tantos los haces de paja a los que se prende fuego, que la noche se convierte en luminaria en la tierra, y el cielo, en una inmensa nube de humo que, posiblemente, sirva para allegar las almas de quienes siguen la procesión entre cánticos de gloria y salmodias peregrinas y dolorosas en exculpación de sus pecados. Purificación por el fuego y por la voluntad de cada cual. Humo psicopompo o transportador que eleva el alma a Dios, entre nubes manejadas por angelotes turiferarios escapados del retablo barroco de la vida.

La tierra, que ha dado sus frutos, se prepara para una nueva sementera y vuelva a fructificar en un ciclo imparable. Tierra, fuego, simiente, fruto… vida.

45) En alguna ocasión hemos hablado del interés de don Epifanio hacia la Virgen, pero especialmente hacía la Inmaculada, cosa que deja nuevamente de manifiesto en ese artículo, breve como todos los suyos, que titula “Fiesta Blanca” (68) y que, en esta ocasión, se centra en la Inmaculada que celebran los habitantes de Morillejo (antes tuvo presentes las de Molina de Aragón, Matillas, Villarejo de Medina y Aldeanueva de Atienza, que también la tienen como Patrona).

Morillejo sobrevive, escribía entonces don Epifanio, “de cabras y ovejas, huertos y vides”, pero los tocones viejos indican un pasado más boyante, una mayor cosecha y un mayor número de vecinos. Y de tales uvas, el “churú” ese aguardiente que tanta fama tiene en la actualidad, también conocido como orujo de Morillejo (o “alcarreñito”)…

Don Epifanio dice que “A la “marca” de sus vinos y licores se une también el amor a su celestial Patrona, cuyo sentir y querer se remonta a época medieval, cuando la aldea pertenecía al Cabildo catedral de Sigüenza, y luego al monasterio de Murel (Óvila)”.

Luego hay cierto entristecimiento en la palabra del escritor y añade que los hijos del pueblo que se marcharon a la ciudad todavía pueden vivir la religiosidad de su fiesta al igual que “recordarán aquellos primeros vinos que tomaron por asalto en la bodega del abuelo”.

Es decir, para don Epifanio, la fiesta sirve para poner las cosas en su sitio y fijar los límites éticos a la hora de la exaltación de la vendimia de los placeres.

(67) Guadalajara por dentro, op. cit., p. 263.  (Flores y Abejas,26/IX/1990).

(68) Op. cit., p. 277 (Flores y Abejas, 5/XII/1990).

 

Los muleteros ( XX)

 

En este artículo sobre la obra de Epifanio Herranz, López de los Mozos habla de los muleteros, un gremio que tuvo gran importancia en algunos pueblos de la provincia.  

 

42) Como el lector puede ir viendo a través de nuestras paulatinas entregas el libro de don Epifanio Herranz Palazuelos que comentamos, Guadalajara por dentro, es muy variado, especialmente en lo que se refiere al mundo de las fiestas, tradiciones y costumbrismo de la tierra de Guadalajara.

En esta ocasión hablaremos, siguiendo a don Epifanio, acerca de los muleteros a los que dedica un artículo titulado “Gente de Maranchón” (64).

Recuerda en su trabajo que todavía llegó a conocer a la última generación de tratantes, cuando iban recorriendo los pueblos, llevando una reata de mulas para vender.

 

Vestido de negro blusón,

no pierde ninguna ocasión

de vender mulas o equinos,

a todos nuestros vecinos.

 

El auge del comercio muleteril coincidió con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y desapareció con la revolución que significó la mecanización del campo. Buena prueba de su riqueza son las casas que aún pueden verse en Maranchón, muchas construidas con piedras labradas: el ayuntamiento, la iglesia, la ermita de la Virgen de los Olmos…

Los muleteros, como se les llamaba, eran una verdadera institución, que para entenderse entre ellos en sus transacciones comerciales utilizaba una jerga llamada “mingaña”, que no debe confundirse con la otra “mingaña” de los esquiladores de Fuentelsaz.

Ese constante trajín de un sitio para otro, ha dejado huella en el maranchonero, cosmopolita y abierto, cualidades no muy frecuentes (65).

 

Se ha dicho de Maranchón,

en tono de admiración,

que siempre que vienen o van

no dejan de ganar el pan.

 

Dedicaban gran parte del año a viajar por el país entero, pero era muy raro que alguno de ellos faltara a la fiesta de la patrona de Maranchón.

Hoy sólo queda el recuerdo de la estampa exótica del hombre vestido con su blusón.

 

43) Don Epifanio no deja nada por recoger en su libro. En este caso nos referimos a la leyenda titulada “El Indiano de Jadraque” (66).

La leyenda, de la que puede extraerse una provechosa conclusión, viene a decir algo así: un hijo de Jadraque -José Gutiérrez de Luna- marchó a “hacer las américas” y volvió rico, pero antes de entrar en Jadraque quiso comprobar el comportamiento de sus familiares y amigos, de modo que se aposentó en Miralrío y desde allí, vestido  como un pobre, con andrajos, llamó a la casa de su padre diciéndole quien era y solicitando que lo recibiera en su casa. El padre no quiso reconocerlo, con lo que regresó a Miralrío. Pero al día siguiente se presentó nuevamente en casa del padre, que al verlo ricamente vestido, lo reconoció dándole la bienvenida.

Tras cerrarse la puerta padre e hijo tuvieron unas palabras que nadie conoce, el caso es que el hijo fue a vivir a otra casa, dejando una fundación con fines caritativos: la “Obra del Santísimo”, bien dotada para sufragar los gastos que produjese la lámpara que iluminaba el Santísimo, así como para vestir anualmente a los doce más pobres de la villa, además de otros socorros.

Pareja Serrada sitúa la acción del “Indiano” en la España de la Edad Moderna, en tiempos de uno de los “Felipes”; pero don Epifanio, cita el testamento de este jadraqueño insigne como firmado en 1871.

Hoy, en la iglesia de Jadraque puede verle la lápida que cubre los restos de este indiano que, como señal de humildad, quiso recibir sepultura en un lugar donde todos la pisaran.

 

 

(64) 114. Op. cit., pp. 251-252. (Flores y Abejas, 23 de mayo de 1990).

(65) Sobre las características del maranchonero véase RODRÍGUEZ GARCÍA, Evilasio, CASCAJERO GARCÉS, Aúrea y GARCÍA ESTRADA, Manuel, “Guadalajara y Maranchón: Peculiaridades migratorias”, en Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 28 (1996), pp. 391-396.

(66) 116. Op. cit., pp. 255-256. (Flores y Abejas, 30 de mayo de 1990). PAREJA SERRADA, Antonio, “El regreso del indiano (Tradición jadraqueña)”, en El Briocense, n.º 26 (Brihuega, 30 de Septiembre de 1905), pp. 2-3.

XIX Mayo florido y hermoso…y «Engañapobres»


Proseguimos con con la serie de López de los Mozos sobre Epifanio Herraz con un capítulo dedicado al mes de mayo, el mes de la Virgen.

40) La pasión amorosa que don Epifanio siente por la Virgen María se hace patente, una vez más, a través de su artículo “Mayo, florido y hermoso” (60), en el que la renovación anual de la naturaleza es todo un signo de esa otra renovación, la mariana, que pinta con sus más bellos colores los pueblos de la geografía “alcarreña”.
Es justamente eso lo que viene a decir el título del artículo, que tiene su base en el refranero popular tradicional:

“Marzo ventoso y abril lluvioso
sacan a mayo florido y hermoso”.

Y mayo es, por excelencia, el mes de la Virgen. Es tiempo en que el mocerío siente correr la sangre por sus venas y surge la pasión amorosa y las ganas de emparentarse. Es cuando se corta el “mayo” y se “planta” -en la provincia de Soria dicen que se “pinga”-, en la plaza del pueblo. Cuando los mozos-mayos rondan a las mozas-mayas con claros interesases casamenteros y les cantan “mayos” en los que suelen describir una por una las parte de su cuerpo, de ahí que se les llame “retratos”, a veces de cierta escabrosidad y subido tono.

Sin olvidarse de la Virgen, como primera dama, a la que se ofrece otro “mayo”, bien distinto casi siempre. y comenzar la fiesta con su permiso.
Recuerda don Epifanio como de niños íbamos al campo a por florecillas silvestres que después poníamos en aquellos sencillos altares ante los que cantábamos, en el colegio, las flores a María, que Madre nuestra es…

Y lo mismo que aquellas florecillas silvestres de nombres sonoros, suenan en los pueblos las advocaciones de sus patronas: Virgen de la Antigua, del Amparo, de la Soledad (la más numerosa), del Remedio, de la Esperanza…

Surgen por doquier las romerías de toda la vida. Los primeros romeros son los del “Butrón”, de Molina, que van en agradecimiento, por voto, por haberse salvado de la peste al santuario de la Virgen de la Hoz, junto al Gallo; de Barbatona y su Virgen de la Salud; de Quintanares, en Horna; de los Enebrales, en Tamajón; del Peral de Dulzura, en Budia; de la Peña, de los Olmos, de la Salceda, del Robusto, de Caritas, del Montesino… y tantas otras cuyas ermitas salpican la tierra de Guadalajara. Unas palabras finales de don Epifanio nos dejan con el pensamiento a flor de piel: “Tengo para mí -dice-, que en este mes se confunde lo florido y natural con lo mariano y hermoso”.

palazuelos41) Palazuelos debió ser una villa importante en los tiempos pasados. Su recinto amurallado a sí parece confirmarlo, de modo que el caminante que seguía el camino desde Sigüenza vería una gran población en la que nada habría de faltar (61)
Así describía García Perdices a Palazuelos:

Ávila de juguete, más pequeña
que aquella. Más pura y más sencilla,
una ignorada joya de Castilla
de erosionada piedra berroqueña.
(Paisajes y vivencias)

Pues bien, en el Guitón Onofre, novela picaresca del XVII, Palazuelos se describe de muy distinta manera a como lo hace el poeta:
“Pero al fin, por no ser menos que los otros, abrán de saber Vms. que yo nací en un lugar junto a la ciudad de Sigüenza que se llama Palazuelos y por mal nombre Engañapobres. No se vengó él en eso de mí, porque aunque yo lo sea, pluguiera a Dios consistiera mi ventura en quál engañara a quál; que aunque yo esté sin aparato, no hiciera él poco el llebárseme la joya. La tierr(a) ni pone ni quita, que no puede dar lo que puede receuir, pues los varones illustres la ennoblezen. Por… causa que le llemaban Engañapobres, es porque el lugar es de brava ostentación, de cercas muy buenas y leuantadas, adornadas con muchos torreones y un famoso castillo que las hermosea de suerte que quien no le conoce, viéndole de lexos, con aquella presencia / 19r / poderosa, piensan que ay dentro los thesoros de Venecia y ansí a él acuden como moscas. Pero como dentro no aya sino bien quantas cassas, o por mejor dezir chozas derribadas, quedanse a son de buenas noches dándoles por premio de su insaciable cobdicia (que bien se puede dezir lo es la de los pobres) desseo de llegar a posada, dolor en los pies, fatiga en los cuerpos, arrepentiemento en el hecho y rabia en el corazón. Ved qué limosna para un buen renegador. De donde como al bueno del lugar le sintieron la flaqueza, vino en llamarle Engañapobres” (62).

Pero no es el único pueblo de nuestra provincia que recibe ese mote:

Cabanillas del Campo
Tiene tres torres;
Por eso la llaman
Engañapobres.

Que no recoge don Gabriel María Vergara en su “Apodos que aplican a los naturales de algunas localidades de la provincia de Guadalajara los habitantes de los pueblos próximos a ellas” (63).

(60) 111 (Flores y Abejas del 2 de mayo de 1990).
(61) 112. Villa de “engañapobres” (Flores y Abejas, 9 de mayo de 1990).
(62) LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, “Apodos y coplas de los pueblos y las cosas de Guadalajara”, en Notas de Etnología y Folklore de Guadalajara, Guadalajara, Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana”, 1979, pp. 69-105. (Sobre el apodo “Engañapobres”, pp. 103-104. Seguimos el texto de Gregorio Gonçález, El guitón Honofre (1604), edited with introduction and notes by Hazel Genéreux Carrasco. Estudios de Hispanófila, 25. Department of Romance Languages. University of North Carolina, página 47.
(63) Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Tomo III, 1947, cuadernos 1.º, pp. 58-67.

Grupos de danzantes en la provincia (XVII)

Aclaración: El artículo de hoy es el XVII de la serie de López de los Mozos sobre la obra de Epifanio Herranz. Por tanto, el número con el que se editó el de la Cara de Dios de Sacedón es entonces el XVIII. Disculpen las molestias. 

36) Como demuestra don Epifanio en la nota etnográfica 104 (51) del libro que seguimos -“Los danzantes de Utande”- hacen falta pocas palabras para definir la fiesta de San Acacio, el día 22 de junio: “Son muchachos jóvenes (antiguamente solían ser de mayor edad) que visten de blanco en falda almidonada, camisa y medias, con listados multicolores sobre los hombros, banda cruzada al pecho en tonalidades rojas y azules”. Una vestimenta, que según indica nuestro querido autor, conlleva numerosas “reminiscencias judías” achacables a la cercanía geográfica de la villa de Hita, antiguo emporio judío. Evidentemente no podemos estar de acuerdo con esa teoría, aunque Antonio Aragonés Subero diga, siguiendo a Félix Senent, que “el vestuario era altamente bíblico, pues a imitación de David, vestían albas primorosas, ceñidor con franjas de oro, medias de seda encarnadas atadas con cintas y lazos, chapines o sandalias blancas, cabelleras rizadas partidas por la mitad, a usanza nazarena, y coronas de flores”, a imitación de los danzantes -especie de “seises”- de la  catedral de Valencia, cosa que, indudablemente, habría que demostrar (52).

Lo cierto es que estos mismos datos podrían aplicarse a casi la totalidad del resto de grupos de danzantes que perviven en la provincia de Guadalajara, que citaremos a continuación para que el lector amigo de las fiestas y tradiciones populares tome buena nota de la fecha de sus intervenciones, que cronológicamente son las siguientes (53):

 

– Valdenuño-Fernández. Fiesta del Niño Perdido. Domingo siguiente al día de Reyes o Epifanía.

– Ventosa (Corduente). Danzantes de la Hermandad de Nuestra Señora la Virgen de la Hoz. Domingo siguiente al Corpus.

– Valverde de los Arroyos. Danzantes de la Octava del Corpus.

– La Huerce. Danzantes de San Sebastián. A mediados de agosto (54).

– Condemios de Arriba. Nuestra Señora de la Asunción. 15 de agosto.

– Galve de Sorbe. Danzantes y “zarragón” de la Virgen del Pinar. Viernes y sábado siguiente al día 15 de agosto -que suele coincidir con el tercer fin de semana de dicho mes-.

– Majaelrayo. Danzantes de la Hermandad del Santo Niño. Primer domingo de septiembre (55).

 

Los danzantes, también conocidos como “los peludillos”, acuden al templo parroquial, donde oyen misa, en el presbiterio -como autoridad que son ese día-. Antes de que finalice la función religiosa, en la explanada delantera de la iglesia, el sacerdote procede a la subasta de los maneros, para dar comienzo a la procesión del santo que, poco después, recorre el pueblo y, de regreso ejecutan algunas danzas antes de que finalice la celebración de la Eucaristía. Tras ella y en la plaza Mayor, ejecutan una serie de danzas de palos y cintas con acompañamiento de laúd, a la que sigue la representación de la tradicional “Loa”, en la que intervienen el ángel -que sostiene una daga el alto-, representado por un niño, el Bien, por un “bobo” o “gracioso”, con cachiporra, y el Mal en forma de “botarga” que viste de verde oscuro y cubre su rostro con una máscara negra, armado con una espada flamígera a modo de diablo semejante en todo al que interviene en las loas a la Virgen de la Hoz (Ventosa).

Evidentemente, como sucede en otros autos religiosos populares, es el Bien quien termina ridiculizando al Mal, eterno perdedor, en este teatro que viene a ser una especie de catequesis para iletrados.

 

Adiós, Acacio Glorioso,

Estrella muy relumbrante.

Echanos la bendición

Al Gracioso y los danzantes (56).

Una coplilla cierra el artículo de don Epifanio:

 

Con botarga y danzantes

San Acacio en el Badiel,

Son unas fiestas brillantes

Y sabrosas como miel.

 

(51) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., pp. 237-239 ((21-VI-1989).

(52) ARAGONÉS SUBERO, Antonio, Danzas, rondas y música popular de Guadalajara, 2.ª ed. Guadalajara, Diputación Provincial de Guadalajara. Institución de Cultura “Marqués de Santillana”, 1986, pp. 57-58. (1.ª ed. Guadalajara, 1973, p. 58).

(53) LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, Fiestas Tradicionales de Guadalajara, 3.ª ed., Guadalajara, 2006; Idem., Guadalajara, Fiesta y Tradición, Guadalajara, Ed. Nueva Alcarria, 2005; CONDE, Raúl, Danzantes de Guadalajara. Viaje por la provincia a través de sus danzas tradicionales, Guadalajara, Editores del Henares, C. B., 2005.

(54) Antiguamente se celebraban el día 22 de enero, en honor al santo. Fueron danzas introducidas en la provincia de Guadalajara por un sacerdote proveniente de la de Ávila nada más acabar la Guerra Civil 36-39.

(55) Esta fiesta se celebraba el tercer domingo de enero, pero se trasladó para que los pastores trashumantes pudieran asistir. Véase MORENO MARTÍN, Isidoro, “Danzas tradicionales que se celebran durante la festividad del Santo Niño o Dulce Nombre, en Majaelrayo, coincidiendo con el primer domingo de septiembre”, en Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 8 (1988, 4.º), pp. 71-76. Apunta Moreno que “por el siglo XVII, según datos, ya existía. El origen es de suponer que viniera con los primeros y distintos colonos, que se presume procedían de tierras de Segovia, Burgos y montañas de Santander…”.

(56) Para conocer el texto completo de la “Loa a San Acacio Mártir” véase ARAGONÉS SUBERO, op. cit., pp. 59-66 o “Loa en honor de san Acacio, patrón de esta villa de Utande”, en Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 11 (1989), pp. 51-56. El año 2013 fue editado un CD con el título de Los “Peludillos” de Utande. Danzas y Loa en honor a San Acacio”, que recoge diecisiete piezas musicales relacionadas con la fiesta, interpretadas por los Gaiteros del Tío Maroto, de Guadalajara.

Sacedón y la Santa Faz (XVII)

López de los Mozos se ocupa esta semana de un caso poco frecuente en cuanto a misterios y apariciones, en su serie sobre Epifanio Herranz 

 

38) Muchos son los “misterios” referentes a apariciones, encuentros o “inventos” de imágenes marianas, menos los de santos y muy escasos los de Dios y Jesucristo, su Hijo. Pero uno de ellos se dio en Sacedón.

Uno de ellos lo recoge don Epifanio en el libro que comentamos bajo el título de “Sacedón y la Santa cara de Dios” (57).

Se trata de una leyenda que dio origen a la fiesta patronal. Cuenta la tradición que un día concreto, “el 29 de agosto de 1689, un hombre llamado Juan de Dios, presa de ira y de celos, clavó con fuerza el puñal en una de las paredes del Hospitalillo de Nuestra Señora de Gracia. Al desconcharse la pared, apareció la Santa Cara de Dios con la señal del puñal sobre la mejilla derecha”.

Juan de Dios era un acogido en dicho “hospitalillo” que vivía acompañado de Inés, moza que se escondió para hacerle creer que había huido, lo que provocó la ira del mozo que alterado clavó su puñal en una de las paredes del oratorio blasfemando a grito pelado: “Voto a Dios que aunque estuviera aquí su cara la cosiera con este puñal”, justamente cuando saltó una capa de yeso que dejó a la vista el rostro de Jesús herido por el arma. Luego comenzaron a llegar gentes, y dicen que ocurrieron numerosos milagros. Luego, en la guerra del 36-39 desapareció el rastro… pero quedó su recuerdo y el amor a Dios

La historia nos cuenta que la Santa Cara de Dios ha tenido tres ubicaciones distintas. La estancia definitiva -por el momento- la tiene en la ermita del mismo nombre que comenzó a construirse en 1744 justamente en el mismo lugar que ocupó el “hospitalillo”. Tras la Guerra (In)civil dicha ermita fue arrasada perdiéndose la imagen primitiva, pero actualmente hay una custodia de madera que guarda la imagen de la Santa Cara  pintada al óleo, que carece de valor material, pero que para los sacedonenses tiene gran valor sentimental que se resume en la siguiente copla (58):

 

Son ya trescientos años

de continua veneración

a la santa faz de Dios

en la villa de Sacedón.

 

 

[No es por meterme en camisas de once varas, pero seguramente hoy, si se hubiese dado el mismo caso, es decir, que si una persona fuera de sí hubiera apuñalado la pared de un eremitorio, posiblemente pensaríamos que bajo la capa de pintura y yeso posiblemente hubiera unas pinturas al fresco y que, ¡curiosa coincidencia! dejó al descubierto la faz de Cristo. Pero cada cual es muy digno de pensar y creer lo que quiera o le convenga. Esto no lo dice don Epifanio].

 

39) Y tan solo dos palabras para recordar las “pascuillas” de Las Inviernas, donde, por cierto, el patrón es el mismo que el de Utande: San Acacio Mártir.

Son dos bellísimas y gozosas florecillas de Pascua:

 

Qué inquieta desazón

se vive el viernes santo,

cuando muere Cristo

al final de su pasión.

 

Con Jesús resucitado,

que es una firme verdad,

todo resulta más claro

a mi propia felicidad (59).

 

(57) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., pp. 244-245 (11-IV-1990), n.º 108.

(58) P. G. C., “Los vecinos llevan venerando la Santa Cara de Dios desde que en 1689 apareció en el Hospitalillo”, en Nueva Alcarria, viernes 23/08/2013, especial Sacedón 2013, p. 14.

(59) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., p. 246.109 “Flor de Pascua” en Las Inviernas”, pp. 245-246 (18-IV-1990).

El ahorcado de Mandayona (XVI)

López de los Mozos habla esta semana de «El ahorcado de Mandayona» en su serie sobre Epifanio Herranz 

36) Otra nota etnográfica que recoge don Epifanio Herranz en su libro –Guadalajara por dentro-, que venimos siguiendo, es la titulada “El “ahorcado” de Mandayona” (49).

Se trata de una manifestación ancestral que ha ido cambiando con el paso del tiempo. En un principio tenía lugar a finales de enero, con motivo de la celebración de las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Paz que, tras su cambio de fecha, se celebraron a comienzos de otoño (hoy el 8 de septiembre).

El cuarto día, el 27, tenía lugar la “fiesta del ahorcado”.

Dice don Epifanio que en aquellos años de principios del siglo XX, eran muchos los pobres y menesterosos que acudían a Mandayona, donde encontraban cobijo y alimento, y que al atardecer del tercer día desaparecían como por arte de magia, aunque siempre quedase algún forastero, o de la propia localidad, que se prestaba a desempeñar el papel de “ahorcado” de la fiesta.

Tras apresarlo convenientemente, los mozos recorrían con él -en parigüelas- las calles del pueblo, con acompañamiento musical y chiquilleril, leyendo en las esquinas una especie de sentencia que venía a decir:

“Hombres y mujeres de esta villa,

 venid a oír la sentencia de la justicia.

Por mangante y tramposo,

mujeriego y brivón,

que si regulín,

 que si regulán,

a la horca con el holgazán”.

Después de la lectura, en el olmo de la plaza -hoy desaparecido-, se procedía a cumplir la sentencia, de una forma ficticia, ante el dolor de su mujer (viuda) y el jolgorio general.

Luego venía lo que se llamaba el “dao”, o sea, la petición de una limosna con que socorrer a la viuda y a sus huérfanos.

Y añade al final esta cuarteta que nos habla con cierta tristeza de la fiesta como recuerdo del pasado:

 

El viejo olmo se secó,

No habrá más ahorcados

Que son ya tiempos pasados

Y todo en historia quedó.

Fiestas de este tipo eran relativamente frecuentes en tierras de Guadalajara, juicios y sentencias como los de Fuentelahiguera de Albatages y Berninches, que tenían lugar en fechas próximas al carnaval y al finalizar la “procesión del Encuentro” de numerosas localidades (“judas”)(50).

Una especie de “purificación ritual” del pueblo que realiza el “ahorcamiento” en cuyo sujeto descarga todas sus culpas y pecados comunales.

 

 

(49) Ibidem., op.cit., pp. 236-237 (13-VI-1989). Sobre esta fiesta del “ahorcado” véanse ORTIZ GARCÍA, Antonio y RUBIO FUENTES, Manuel, Historia de la villa de Mandayona, Guadalajara, Aache Ediciones (col. Tierra de Guadalajara, 32), 2000, p. 77 y 80, y LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, “Sobre los posibles orígenes de la fiesta de “El Ahorcado” (Mandayona, Guadalajara)”, en X Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Alcalá de Henares, 23-26 Noviembre 2006. Libro de Actas, Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana” y Centro de Estudios Seguntinos, 2006, pp. 765-780; CARO BAROJA, Julio, El Carnaval. (Análisis histórico-cultural), 1.ª ed. Madrid, Taurus, 1965, pp. 335-359; FRAZER, Sir James George, La rama dorada. Magia y religión, Madrid, Fondo de Cultura Económica de México, 1981, pp. 652-661.

(50) GARCÍA SANZ, Sinforiano, “La quema del judas en la provincia de Guadalajara”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, tomo IV (Madrid, C.S.I.C., 1948), pp. 619-625: LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, Guadalajara. Fiesta y Tradición, Guadalajara, Ed. Nueva Alcarria, S. A., 2005, pp. 176-177. Véanse también Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 16 (1990-4º), pp. 49-78, “Dos ejemplos de censura popular en Fuentelahiguera de Albatages: El Testamento de Semana Santa” y 17 (1991-1º), pp. 103-106, “La sentencia del ahorcado (Berninches)”. También, VV. AA. El Casar y su fiesta de las Candelas, Guadalajara, Excmo. Ayuntamiento de El Casar. Concejalía de Cultura, 2013.

 

 

El «robo» de la Virgen de la Vega (XV)

López de los Mozos nos habla esta vez en la decimoquinta entrega sobre la obra de Epifanio Herranz sobre una curiosa anécdota. El «robo» de la Virgen de la Vega en valfernoso.  

 

35) En su artículo ¡Viva la Virgen de la Vega! Don Epifanio incluye una breve descripción de la romería y una anécdota curiosa acerca de unos ladrones que quisieron robar la imagen (47).

A media mañana comienza la procesión que consiste en bajar a la Virgen a su ermita de la vega -ya que durante el resto del mes ha permanecido en la parroquia-. Las autoridades y el pueblo todo presiden la comitiva a la que preceden la cruz y el estandarte. Son cuatro kilómetros de camino en el que se va rezando el rosario. Al parecer, hace años, en la olmeda del “contadero” se hacía recuento -se “pasaba lista”- a los asistentes para ver cuántos había y entregarles después su correspondiente “caridad”.

Junto al río Tajuña, en la ermita, se celebraba una misa con homilía, cánticos y ofrendas, tras la que se compartían las tradicionales tortillas…

Una romería de lo más sencillo en la que solían participar las gentes de los pueblos vecinos: Archilla, Balconete, Romancos, Romanones, Tomellosa…

Lo del robo de la imagen por unos ladrones de Brihuega es otro cantar y quedó solo en agua de borrajas, puesto que el caballo que llevaba la imagen se desmoronó al cruzar el puente, tal y como recoge la tradición:

 

Virgen de la Vega hermosa,

que te quisieron robar

los ladrones de Brihuega,

del puente no pudieron pasar.

 

Que viene a ser, más que nada, una copla en la que -una vez más- queda patente ese “sociocentrismo” que hasta no hace muchos años ha caracterizado a los pueblos, picados entre sí por algo que en los tiempos actuales podría ser considerado como una nonada.

Por cierto, Don Epifanio incluye la reproducción del cartel anunciador de las fiestas del año 1989 que no nos resistimos a trasladar, para dar mejor idea del contenido de dicha celebración mariana (48):

 

VALFERMOSO de TAJUÑA

(Guadalajara)

FIESTAS-1989

de la

VIRGEN DE LA VEGA

 

VERBENA DÍA 27: Hasta altas horas de la madrugada

amenizado por el grupo

 

DÍA 7 DE MAYO: A las 5,30 de la tarde subida de la Virgen al pueblo.

 

DÍA 14 DE MAYO: FIESTA EN EL PUEBLO: A la 1 de la tarde, MISA cantada.

A las 5,30 de la tarde, PROCESIÓN con la venerada imagen por el pueblo.

 

DEL 16 AL 21 DE MAYO: Solemne novenario de Misas en honor de la Santísima Virgen.

 

DÍA 28 DE MAYO: A las 10,30 de la mañana, MISA de Comunión en el pueblo.

 

A las 11,30, bajada de la venerada Imagen a su Ermita.

 

A las 12,30, MISA SOLEMNE en el que cantarán las Glorias de la Virgen de la Vega las NIÑAS CANTORAS del Coro de Valfermoso de Tajuña.

A continuación de la Misa Mayor se ofrecerá “PAN, VINO Y TORTILLA” DE LA “Virgen de la Vega”. Os esperamos.

A las 5,30 de la Tarde, SOLEMNÍSIMA PROCESIÓN por los alrededores de la Ermita, Salve y despedida.

 

DÍA 28 DE MAYO  FIESTA PRINCIPAL

______________________________________________________________________

Quedan invitados todos sus hijos que un día vivieron bajo su mirada y protección en Pueblo de VALFERMOSO DE TAJUÑA y hoy viven en distintos puntos de España y del Extranjero-Quedan también invitados todos los pueblos circunvecinos.

 

¡Todos a la Virgen de la Vega! El domingo 28 de Mayo, para tributar a nuestra Madre una prueba más de fe y de amor.

 

CONFECCIONES                                    CARNICERÍAS – SALCHICHERÍAS

MUÑOZ – ROSA                         PASTOR AGUA, S.A.

 

Notas:

(47) HERRANZ PALAZUELOS, op. cit., pp. 234-236 (7-VI-1989).

(48) Idem., p. 235 (fig. 83). El cartel lleva una fotografía con la imagen de la Virgen de la Vega en su ángulo superior izquierdo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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