Abrimos hoy esta ventana cultural en “GuadalajaraDiario” dejando que asomen los rayos matutinos y tempraneros de un alba o aurora que no se suele ver alumbrar, tan en directo y dando en los plenos ojos del lector, que van a ser iluminados y aluzados por un nacimiento mundial: una estrofa nueva, inédita hasta este momento.
Ahí queda ese párrafo inicial para ver si después –pim-pam, pim-pam- a golpe de los pedales de este ordenador, que en este caso tienen más forma de teclas que de los palancas para el pie que, en una bici, biciclo o bicicleta, permiten a los esforzados de la ruta irse dejando las grasas y los riñones mientras escalan los puertos puntuables que les salen al paso de la etapa del día.
De modo y manera que –pim-pam, pim-pam- subamos las primeras cuestas de este artículo, indicando que nuestro objetivo marcado para esta Vuelta Ciclista es el explicar el sonoro título que encabeza este blog o bitácora: “Realismo simbólico para el mundo”.
¡Ahí es nada, lo que se pretende! Ofrecer “a todo el mundo” (que nos lea claro; porque, si no, la cosa se complica mucho y hasta podría decirse aquello de que “lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”) un estilo literario nuevo, que se puede llamar “realismo simbólico” como podía haberse llamado de otro modo, pero que en tal otro caso, se habría llamado peor.
Lo que quiere conseguirse es fusionar el realismo más absoluto con el simbolismo más puro. Y a lo que resulte llamarlo “realismo simbólico” y a ver qué pasa. Tanto en novela como en poesía y en teatro.
El realismo simbólico es el estilo en el que pedaleo –pim-pam, pim-pam- desde el año 2014, aproximadamente, cuando publiqué el primer libro en este estilo “Guadalajara, te doy mi palabra”. Libro de versos sobre los ríos, las sierras, los paisajes, las comarcas y algunos monumentos de esta provincia y ciudad de Guadalajara.
Se caracteriza por algunas formulaciones teóricas –en prosa, verso y teatro- que dejaremos para otro día. Y por algunas innovaciones prácticas que, en el caso que hoy nos ocupa, la poesía, se manifiestan en una decena de innovaciones estróficas, inéditas hasta la aparición de este estilo, que han venido desarrollándose en mis últimos libros.
Otras estrofas se siguen incorporando
Cumple señalar que este proceso de incorporación de nuevas estrofas métricas no ha concluido con la decena de las ya indicadas que andan por ahí dadas a la estampa.
En lo que llevamos de año 2016, he echado los cimientos de otras tres estrofas nuevas más (que puedan aportar alguna sonoridad distinta y aprovechable para los versos: de esto se trata), y una cuarta que, pese a su originalidad, prácticamente se agota en sí misma, por lo que debe ser considerada descartable.
Y ahora sin más dilación, dejemos las exposiciones teóricas, y demos paso al estreno mundial, aquí y ahora, en “GuadalajaraDiario.es”, a 8 de febrero de 2016, de una de esas nuevas estrofas concebidas en el año en curso, gestadas rápidamente y alumbradas todavía no en papel –como si lo están sus hermanas mayores- sino en este medio digital, a medias entre el líquido amniótico del no-nato y el primer vagido del ya alumbrado.
El nombre de la neonata es el de estrofa “castellana”. Y ya el proceso de su gestación y denominación explicaría lo bien que le sienta esta advocación a la recién nacida. Lo haremos otro día.
Suene la fanfarria que anuncia que el telón de alza, que el decorado y la iluminación están dispuestos, que las escaleras se hallan prestas para el desfile de la vedette, y que los coros, situados a ambos lados de la escalera, señalan el lugar por donde va a aparecer la artista.
La “castellana número 1”.
EL PASEO DE LAS CRUCES INAUGURA
LA ESTROFA “CASTELLANA”
(27-1-2016)
Por este llovido Paseo de las Cruces,
Al que piso y paso en esta tarde de paseo,
Siento haber paseado de niño, no lo ideo:
Es que lo recuerdo aún entre dos luces.
Obra esta tarde con lluvia en mí el deseo
De pasearte más, paseo que hoy reluces
Entre la lluvia tanto que aun más a mí seduces:
LAS CRUCES, paseo de mi infancia que rodeo.
Este paseo doblemente en hilera arbolado.
Noto que ya lo tengo en mi adentro caminado.
Espacio amigo que añoro y siento recorrido.
Sombreado espacio que resuena eterno en mi oído.
Tomo tu larga recta anocheciendo por destino.
¡Resuena siempre en mí, espacio que ahora encamino!
Otro tiempo fue, pero en ti, antaño, paseaba.
FÁcil estrofa CASTELLANA. Aquí acaba.