Viaje a la Alcarria, versión XXI o los tiempos mudan

QUIEN QUIERA ECHARLE UN PULSO a Camilo José Cela, lo pierde. No en balde este gachó o menda es el tercer mejor prosista de la lengua castellana de todos los tiempos, en opinión de quien esto escribe. Y a notable distancia de quien sea el cuarto, que este pobrecito escribidor no sabe quién ocupará ese cuarto puesto, el cual probablemente esté muy disputado.

Ahora bien, si Camilo José ocupa ese puesto preeminente dentro de los prosistas en español no es por sus novelas (que pueden tener parangón y algunas son decididamente fallidas), ni siquiera por sus libros de viajes (para los que también pueden hallarse semejanzas)… Donde es imbatible, salvo para los dos grandes, es en el mismo “género” donde fue único el segundo de los grandes: Quevedo.

-¿Dónde fue único Quevedo y resulta imbatible para los demás el menda este gallego y de Padrón, señor pobrecito escribidor?

Pues en el género de los escritos inclasificables, en el campo de los “Sueños” y las obras festivas y burlescas, no sujetas a patrón, el madrileño, y en el campo de lo mismo, pero ahora llamados “apuntes carpetovetónicos”, pero donde se toma a chanza y a burla todo que sale en sus páginas, en el caso del paisano galaico.

-¿Y entonces por qué vamos a echar las campanas al vuelo con la celebración del “Viaje a la Alcarria”, del que en este mes de junio se celebra el setenta aniversario de que se efectuase, en 1946?

-Por eso, señor lector, porque estamos en la Alcarria, y hay que celebrarlo.

-¿Pero el libro no es genial?

-No. Es la obra de alguien que llegaría a Nobel, pero que entonces tenía 30 años y estaba empezando. Y además fíjese en ese dato: 1946.

Posguerra española. Un país y una provincia devastados. Unos meses después del fin de la II Guerra Mundial.

Una Guadalajara llena de mulas, asnos, carros, moscas, chinches, malas posadas, peores caminos, alcaldes maulas y miradas de recelo y de sospecha y usuarios vomitando en el coche de línea sobre el pasajero de enfrente.

Donde además no pasa nada. Lo advierte el propio Cela al hacer el resumen de su viaje, y yo, que tengo la experiencia de habérselo hecho leer a mis alumnos de Bachillerato cuando me dedicaba a la enseñanza, sé cuál es la respuesta unánime de los alumnos, curso tras curso: “profesor, esto es aburridísimo, en este libro no pasa nada”.

¡Bienhallados sean los viajes que se hagan en homenaje a la Alcarria del subdesarrollo y todos los actos de promoción que se acompañen!

Pero, ojo, que la Alcarria que ese libro va a transmitir (aparte del valor sentimental que los oborígenes de la provincia queramos darle) está afortunadamente superada desde hace mucho.

¡A ver si vamos a hacer promoción de Guadalajara con una Alcarria que ya no existe, cuando resulta que de aquellas ruinas y aquella triste década ha surgido una Alcarria bastante más presentable!

Por mi parte, puesto que el mes de junio de los fastos se nos ha echado encima, adelanto que en unos diez días estará en las librerías mi nueva novela, “Viaje a la Alcarria, versión .XXI”, en donde obviamente no intento echarle un pulso al Camilo de sus geniales escritos incalificables, pero sí se  hace un viaje a la Alcarria de nuestros días (en realidad, dos viajes en el mismo libro). Concretamente, a la Alcarria del 2 de mayo de 2016, en pleno siglo XXI.

Ahí va, como primicia para los lectores de “GuadalajaraDiario” la portada del libro nuevo del que estamos hablando.Cubierta_01 (16)

 

Y ya hablaremos más la semana que viene.

 

PD. Puesto que ya nos hemos excedido de espacio, no me parece oportuno poner los dos enlaces (a una novela, y a un largo poema provincial), que estamos reproduciendo en las semanas anteriores. La próxima semana seguiremos con ello, y con muchas cosas más.

 

 

 

 

 

 

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