El VEINTITRÉS DE ABRIL es una fecha en la que se han conjuntado diferentes signos para hacer de ella una conmemoración especial.
Por una parte es la fecha en que fue enterrado Miguel de Cervantes Saavedra, fallecido el día anterior, esto es, el castellano y español más alto en el campo de la letras que ha habido y que habrá, porque el idioma castellano logra con él una exactitud y una musicalidad tan cimera que no puede ser superada.
Quizá algún siglo alguien puede acercarse al nivel de la prosa cervantina, superarlo, nunca.
El 23 de abril es también es también el Día Internacional del Libro, que primero lo fue oficialmente en España, a principios del siglo XX, y después fue admitido como tal por la UNESCO. Para conmemorar que también fue la fecha de fallecimiento de William Shakespeare.
Pero, por si fuera poco, el 23 de abril de 1521, es la fecha de la batalla de Villalar, esto es, cuando se produjo la uncimiento o subyugación del reino de Castilla al complejo conjunto de Estados que llegó a regir la Casa de Habsburgo, con un objetivo común: defender y acrecentar los intereses de esta familia en Centroeuropa, a través de la esquilmación humana y económica del más pujante y rico de los reinos que heredaron y sometieron, Castilla.
Castilla, por cierto, había logrado esta posición de primacía antes de la llegada de Carlos I a España, por lo que no le debe nada en su ascenso a esta Casa Real. Sí en cambio, le debe todo en el desvío de sus intereses hacia cuestiones bélicas centroeuropeas que no le atañían, y que a la larga llevaban aparejada su decadencia.
La historia de la batalla de Villalar que se produjo el 23 de abril está relatada en este poema que, a su vez, va inserto en esta película.
Que disfruten ambas cosas, el poema –que es propio- y la película –que es ajena- y que por eso puedo decir que es sumamente gráfica e ilustrativa-: