Faenarius, el héroe de las tres Castillas y del Villalar de todos

23 de abril de 2021, la imagen adjunta refleja un momento en que las Cortes de la histórica región de Castilla la Nueva recordaron en esa fecha la conmemoración de la Guerra de las Comunidades de Castilla, entre 1520 y 1522, cuando las ciudades de Castilla comenzaron y terminaron en la ciudad de Toledo un levantamiento contra los Habsburgo o Austrias.

Ese poder extranjero deseaba y consiguió someter a Castilla a unos intereses foráneos, forasteros y externos, que regirían a la primera potencia del mundo en aquel momento (la Corona de Castilla) hasta llegar a convertir a Castilla en el furgón de cola de España y de Europa, como es en nuestros días.

Estuvieron presentes en aquel acto en Toledo de 2021 representantes de los Parlamentos autonómicos de Castilla y León, de la Comunidad de Madrid y de la histórica Castilla la Nueva, cuyo presidente reivindicó el carácter toledano de aquella guerra de independencia castellana contra la monarquía extranjera de los Habsburgo.

La rebelión se inició en Toledo en la primavera de 1520 y terminó en el febrero de dos años después, 1522, cuando cayó la ciudad castellana del Tajo, defendida por María Pacheco, la comunera, oriunda de Guadalajara, precisamente.

Todo correcto y digno de aplauso. He comentado los pormenores de la Guerra perdida de las Comunidades de Castilla de 1520-1522 en diversos libros de Historia, de Novela Histórica y de Epopeya o Poesía histórica.

Y en todos he comentado la incoherencia de que lo fue cuestión de toda Castilla, desde Santander hasta Ciudad Real, se celebre ahora como algo reducido sólo a la Cuenca del Duero, porque así lo promueve el Gobierno de Valladolid, y lo aceptan resignadamente los Gobiernos autonómicos de Madrid y de Toledo.

¿Por qué esta falsificación del hecho simbólico más representativo de las Castillas? ¿Quién lo promueve así, a quién beneficia así, quien lo impone desde arriba a los Gobiernos subalternas de las Castillas dependientes actuales?

Sin una de las dos Castillas, no hay Castilla cultural, porque la Castilla cultural es obra de las dos pero especialmente de la Castilla Nueva, desde el siglo XIII del toledano Alfonso X en adelante.

El 23 de abril, además del Día de toda Castilla, es el Día Mundial del Libro, declarado así por la UNESCO en conmemoración del entierro de Miguel de Cervantes Saavedra, un alcalaíno y madrileño, que no podría entender que su Alcalá y su Madrid no fuese parte hoy de Castilla. ¿Cómo ha podido suceder este absurdo?

Y sin una de las tres Castillas políticas actuales (las dos Castillas más Madrid), no hay Castilla que cuente políticamente entre los pueblos de España, que a lo mejor es lo que desean quienes han impuesto desde arriba este mapa autonómico descabellado en el caso de Castilla, y que desde luego no fue democráticamente ni propuesto ni refrendado.

Bien, pues, esta exposición de hechos me ha servido ahora para redactar una novela de fantasía histórica que protagoniza un caballero mitológico, Faenarius del Henares o, por otro nombre, Perote de la Campiña, que acaudillará las tropas castellanas de Padilla, Bravo y Zapata –los tres capitanes comuneros nacidos en Castilla la Nueva- que luchan contra las fuerzas de la Anticastilla, que pretenden que Castilla permanezca desunida en lo cultural y en lo político.

Es un próximo artículo expondré su desarrollo argumental. Valgan estas líneas para subrayar que el 23 de abril es patrimonio de todas las Castillas, y especialmente de la Nueva, no sólo de la Cuenca del Duero.

Ello es un fraude más que se perpetra contra la identidad de Castilla, por quienes no quieren verla unida cultural (que eso ya lo está, porque no depende de las autoridades oficiales) o políticamente.

La política es pasajera, accidental y cambiante; la cultura, por el contrario, es permanente, persistente y constante.
ro de nazarenos y para que la procesión cobrara más vistosidad

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