Van a tener que aprender a pactar, el asunto es si pueden

Las elecciones Autonómicas y Locales que se celebrarán el 24 de mayo serán las primeras, desde la Transición, en que la aparición de terceras y cuartas fuerzas políticas podrían decidir la formación de muchos gobiernos autonómicos y municipales. Ante la falta de sondeos con un mínimo de credibilidad (habrá que esperar a lo que diga el CIS, que maneja universos más amplios) la impresión que tengo es que las mayorías absolutas van a estar muy caras en toda España, y también en Castilla-La Mancha. Esto significará que tanto el PP –que no tengo ninguna duda de que será el partido más votado- como el PSOE van a tener que aprender a pactar, y para ello necesitan alguien con quien pactar, descartada en un primer momento  una solución a la alemana. Esta posible quiebra del bipartidismo, en Castilla-La Mancha  beneficia  en principio más al PSOE, porque en el  horizonte tiene un partido emergente de izquierda cañí con quien pactar, y me refiero a Podemos, mientras que en el caso del PP no está tan claro que los diputados que pudiera perder pudiera unirlos a los de una cuarta fuerza política, las encuestas señalan a Ciudadadanos,  por el escaso número de asientos a repartir tras la reducción de escaños impulsada por Cospedal en el parlamento de CLM. Tal es así, que este adelgazamiento del parlamento regional , que el PSOE calificó de “pucherazo”,  podría acabar beneficiando más a un gobierno del PSOE (aun siendo la segunda fuerza más votada) si llegara a acuerdos con el partido que quedara en tercer lugar en CLM, pongamos que hablo de Podemos, mientras que un parlamento de 33  diputados dificultaría que una cuarta fuerza política entrara en el parlamento regional , pongamos que hablo de Ciudadanos, la única opción de pacto que tendría el PP. Por ello, como bien escribió  Jesús Orea en su último post, el Partido Popular está ante una situación de alto riesgo que no vivió en elecciones anteriores. De la misma manera que podría retener casi todo el poder autonómico, local y provincial, también podría perderlo todo y entrar en una situación crítica con vistas a las elecciones generales, un escenario que dejaría todo abierto de llegar a producirse.  Hasta el propio candidato a la presidencia del Gobierno. Por ello, no es de extrañar las tensiones que se están viviendo en estos últimos días en el PP, a propósito de  encontrar un padre al que echar la culpa del fracaso en las Andaluzas.

Pero no quiero ahondar en este asunto, tiempo tendremos para ello,  sino  profundizar en la tesis que plantea nuestro post de hoy, la máxima dificultad que tendrán Cospedal o García-Page, populares y socialistas, en revalidar una nueva mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, como ha sucedido históricamente desde que se inventó la Autonomía.

Y para ello me voy a apoyar en el excelente artículo que escribrió para GualajaraDiario Rufino Sanz Peinado, sopesando lo que hasta los sondeos internos que manejan los partidos políticos dan por hecho: que el bipartidismo se rompe en Castilla-La Mancha con la entrada de Podemos, y las dificultades que tendría una cuarta fuerza para obtener representación en unas Cortes regionales con solo 33 dipuados.

Rufino Sanz Peinado hablaba con perspicacia de que el método D’hont se puede volver rebelde,  y máxime cuando se introducen unas variables que los ingenieros de Cospedal no analizaron cuando redujeron el número de diputados. Que emergiera con fuerza una tercera fuerza política, hablo de Podemos,  e incluso una cuarta, parece que Ciudadanos tras la obcecación demostrada por Rosa Díez por hundir electoralmente la formación que fundó . Rufino, en tono aséptico y profesoral, utilizó la terminología  partidos A, B,C y D para calcular sobre una teórica cifra de votos alcanzados (muy bien tirada, por cierto) sobre cómo sería el reparto de escaños en una circunscripción como Guadalajara en el Congreso de los Diputados y en las Cortes de Castilla-La Mancha. Como en mi condición de periodista independiente se me supone mayor valor y riesgo, voy a ir más allá y en base a estos cálculos aventuraré si no unas conclusiones (algo metafísicamente imposible en política, y sobre todo en la España de hoy, donde la volatilidad en cuanto a las preferencias políticas es más alta que la de los valores cotizados en bolsa),  lo que sí creo es que son al menos una tendencias o un retrato a retocar hasta el 24 de mayo.

Primera conclusión. La irrupción previsible de una tercera y cuarta fuerza política hace muy complicado que el partido ganador  de las Autonómicas en Guadalajara — me mojo, será el PP—pueda sacar el doble de escaños que el segundo—me mojo también, será el PSOE–, aceptando el supuesto de que Podemos entraría en el reparto de escaños con unos 24.000 votos, unos 6.000 menos que el PSOE.  Para que la cosa les quede más clara les invito a que vean el segundo supuesto del artículo referido. En él se calcula método D,hont en mano que harían falta  unos 17.800 votos de diferencia entre el primer y segundo partido mas votado, para que el primero doblara en escaños al segundo. El objetivo está más que complicado para el PP,  teniendo en cuenta que en  las elecciones de 2011, los populares superaron a los socialistas por 16.168 votos de diferencia, y ello permitió que el PP sacara 5 diputados en Guadalajara y el PSOE solo 3, con lo que Cospedal fue elegida presidenta de CLM con 25 escaños por 24 de Barreda, a pesar de que este maniobró para dejar  a Guadalajara con un número par, para que fuera más difícil el desempate. Fracasó. Pues bien,  Cospedal emula a Barreda y vuelve a cambiar la Ley, y deja a Guadalajara (y Cuenca) con un número total de escaños de cinco, otra vez impar. ¿Y qué significa esto, dirán algunos? Respuesta: que mientras la tercera fuerza  política, Izquierda Unida, obtuviera un porcentaje del  4,71%, como sucedió en 2011, nunca entraría en el reparto de escaños con el método D’Hont, lo que significaría, y aquí estaba la clave, que el partido ganador (Partido A en la terminología empleada por Rufino Sanz) habría sacado un escaño de diferencia al segundo más votado (partido B), con que solo hubiera ganado por un voto de diferencia. Pues bien, todos estos cálculos se van al garete con la entrada de una tercera fuerza si esta sacara unos 24.000 votos, porque esa formación  también se adjudicaría un escaño en perjuicio del partido ganador, presumo que el PP.

Segunda conclusión . Que a la vista de los resultados que se dieron en 2011, y la dificultad de que  el PP los repita (estamos hablando de 64.119 votos, un 48,82%, un porcentaje que está esculpido en mármol en la sede del PP), lo previsible sería que se diera el supuesto primero, es decir, que aunque el PP sacara unos  46.800 votos y el PSOE unos 32.500, el método D’hont se puede volver tan rebelde que si hay una tercera fuerza con unos 23.000 votos, ¿Podemos?, el reparto de escaños sería el siguiente.  Partidos A y B, dos escaños cada uno, y partido C, un escaño.

Tercera conclusión. En circunscripciones como Guadalajara y Cuenca, donde se reparten solo cinco escaños, es muy difícil que una cuarta fuerza política tenga representación parlamentaria, aunque sume unos 15.000 votos. Con las dos leyes electorrales anteriores, sí lo habría conseguido. Y esto es un serio inconveniente para Ciudadanos, y a la larga lo podría ser para el PP, que se podría quedar sin un aliado con el que pactar, dando por hecho que Cospedal nunca lo haría con García Page o García Molina (Podemos). ¿O me equivoco? Con el método D’hont, una cuarta fuerza tendría más posibilidades de meter cabeza en provincias como Toledo (9 escaños) y Ciudad Real (8), aunque habría que ver a qué partidos de los mayoritarios le “robaría” esa cuarta fuerza el /los escaños.

Cuarta conclusión.Si en Guadalajara y Cuenca no hay una extraordinaria reacción del PP, que se asemeje a los apoteósicos resultados de 2011,  hay que colegir que disminuyen al mínimo  las posibilidades de que Cospedal alcance esa mayoría absoluta que ella persigue ante la duda cierta de si habrá algo o alguien con quien pactar. Por prudencia, habrá que esperar a lo que diga el CIS, que es la única encuesta autonómica que se hace sobre una muestra suficiente  de entrevistados como para que su demoscopia no sea la lotería de Navidad.  Pero a día de hoy  esto es lo que hay.

Quinta conclusión. En unas elecciones Generales en Guadalajara, la irrupción de una tercera fuerza política que llegara a obtener más de 16.000 votos, si el partido ganador bajara hasta los 46.800 votos (el PP sumó 71.282 sufragios en 2011, así que la sangría tendría que ser  que ser importante) se produciría un hecho insólito, como es que los partidos A, B y C obtendrían un escaño cada uno, y sin representación se quedaría un cuarto partido a pesar de sumar unos 16.200 votos.

¿Interesante a que sí? Nunca nos hemos visto en España, en Guadalajara y en la región  en otra igual. Populares y socialistas van a tener que rebajar la soberbia y suficiencia  que les ha conducido a esta situación, de la que avisan todas las encuestas, y deberán aprender a pactar. El asunto es si tienen con quién. Y a alguno le puede ocurrir que de sugerir que él no querría que un catalán gobernara su tierra, por el delito de ser catalán, como le ocurrió a un mendaz delegado del Gobierno de Andalucía, pase a proclamar que a él también le dio lecciones de la lengua de Josep Pla un tal Albert Rivera, que como es sabido se trata de un independentista incorregible.

Pero esto es lo que hay. ¡Me lo van a decir a mí!

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