Archive for marzo, 2013

Ni canonizamos a Cospedal, ni la arrojamos al pantano

Una cuestión de pura aritmética. 240 es inferior a 400, como nos enseñó una tarde Espinete, así que malamente podemos defender que un pantano con 400 hectómetros cúbicos de agua está peor que otro con 240 hectómetros.
Se equivoca por tanto el PSOE al hacer una crítica maximalista al borrador del plan del Tajo. El Plan anterior, que salió con el respaldo de la Junta presidida por el señor Bono, estableció un mínimo para poder trasvasar en Entrepeñas-Buendía de 240 hectómetros cúbicos. Y Bono se mostró satisfecho porque antes no había ninguna línea roja. Se podrían haber llevado hasta el fango a Murcia, y habría sido legal. De hecho, en Entrepeñas se ha llegado a trasvasar para usos humanos con poco más del 5%. Teniendo en cuenta la aritmética de Espinete, entre 240 y 400 hay 260 hectómetros más “no trasvasables”; y allí se colocará la línea roja el nuevo Plan del Tajo, actualmente en fase de borrador. Solo con esto, hablar de “fraude” y de “atentado” a Guadalajara y Castilla-La Mancha es francamente una exageración, que tapa otras posibles y legítimas críticas que puede hacer como partido en la oposición.
Desde el otro lado, en el PP se refieren a que el nuevo Plan consagra una “reivindicación histórica” de Guadalajara y de los pueblos ribereños, logro que atribuyen con toda clase de elogios a María Dolores de Cospedal, que a este paso la van a sacar en romería en algún municipio ribereño. También un poquito de sosiego. A fin de cuentas, la elevación de esta cota mínima “no trasvasable” es una consecuencia lógica del reconocimiento, por parte del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente de un gravísimo error ,y que está en el origen mismo del trasvase. Las aportaciones en el periodo medio 1980-2006 se “han reducido a la mitad de las previstas en el anteproyecto del trasvase Tajo-Segura de 1976”. Y en consecuencia, si no se aumenta la cota en la cabecera alta del Tajo, estaríamos incumpliendo todas las directivas sobre calidad del agua españolas y europeas. Así que tampoco nos volvamos locos, y quememos una falla para celebrarlo, porque 400 hectómetros en Entrepeñas-Buendía equivalen a apenas el 16,1% de la capacidad de ambos pantanos [Al día de hoy llegamos al 27%]. Una delgada línea roja, por cuanto se aplicará gradualmente en los próximos cinco años.
¿Qué el nuevo Plan del Tajo es un “fraude” porque viene a consolidar el trasvase Tajo-Segura?, dice el PSOE. ¡Pero señores míos, que el trasvase Tajo-Segura está consolidado desde que Barreda se jugó la caducidad del mismo a un órdago en el Congreso, y lo perdió! Y todo lo demás es poesía. Sí es en cambio verosímil, una crítica que le he oído a Jesús Alique. Esa cota mínima de 400 hectómetros tampoco garantiza que en un año de gran sequía, el gobierno de turno pueda saltársela a la torera si se producen unas “circunstancias extraordinarias”. Pero no es menos cierto, que con línea roja o verde, cualquier gobierno puede declarar una «emergencia» y derivar agua de socorro. Y digo más: no me parece mal, porque el agua es de España y no de la autonomía de turno. ¿Cuál es el problema? Que solo hay un trasvase entre cuencas y se hizo, datos cantan, en el lugar menos adecuado para ello: Entrepeñas y Buendía.
Es patético el espectáculo queentrepenas se monta en los municipios ribereños con estas cosas. Por de pronto, la asociación que tienen debían liquidarla. Porque jamás han sido capaces de mantener un criterio común, y siempre es lo mismo. El partido que la controla la utiliza de forma partidista. Al final, lo que se desprende es que si en Murcia hay más unidad que aquí es sencillamente porque se juegan mucho más que nosotros. Ellos tienen detrás del agua del trasvase un emporio económico que defender -porque el agua del Tajo es más barata y mejor que la captada en desaladoras-, y en la cuenca del Tajo el Plan no solo va recoger las necesidades de agua de la cuenca (60 hm3 al año en Madrid y 20 hm3 en CLM), sino que constata que los regadíos, aquí, tienden a disminuir.
Demagogias al margen, esto es lo que hay.

Que lo garanticen por Ley, como con la Universidad

Volvemos a estar otra vez solos. El cierre de los hospitales de Madrid y Aragón a la atención especializada de pacientes provenientes de Castilla-La Mancha solo afecta a la provincia de Guadalajara, y un poco a la de Toledo, por el corredor de la Sagra, limítrofe con Madrid. Al resto de la comunidad, y especialmente a las provincias manchegas ni “fu, ni fa”. O casi “fa” en el caso de Ciudad Real, que está siendo la principal beneficiaria de ese turismo sanitario autonómico hacia su hospital, porque cuando la gente se desplaza desde 300 y hasta 500 kilómetros de distancia para ir al médico tiene que desayunar, comer, merendar y hasta quedarse a dormir en la capital manchega, si hay que repetir consulta o esta se pasa a primera hora.
Volvemos a estar solos, y ya les aviso que este problema, que es tan grave para Guadalajara, ni tan siquiera será noticia regional, sino simplemente algo que les ocurre a los periféricos de Guadalajara, siempre enredando. Ni habrá debates en el parlamento regional como sucede con el cierre de las urgencias nocturnas en 6 puntos de Atención Primaria (un asunto baladí en comparación con el portazo de los hospitales de Madrid y Zaragoza), ni la oposición lo va a priorizar en su agenda reivindicativa, ni tan siquiera los medios regionales radicados en la capital imperial lo van a prestar mayor atención. Sobre este asunto intentarán que caiga un muro de silencio, como si no pasara nada, del que serían cómplices los políticos guadalajareños que deben su cargo al aparato toledano. ¡Ya ven la de mociones que se han promovido al respecto en la Diputación o los ayuntamientos! Ni una. Siguen sin querer enterarse. Y ya no digo de articular una posición común al tratarse de un asunto tan trascendental, que sería lo lógico. No quiero ni imaginarme la zorrera que habría montado el PP de Tomey, si esto hubiera pasado en la época de Bono. ¡Hay que ser autónomos y de Guadalajara antes que del PP o del PSOE!
Los convenios con las comunidades limítrofes ya no valen, como ha quedado demostrado. Son papel mojado. No hay que conformarse con firmar otro convenio con la comunidad de Madrid o con la de Aragón, que reconduzca el problema. Porque ya se ha visto que obliga a muy poco y una cosa tan importante, como es una asistencia hospitalaria cercana, no puede depender del capricho del gobierno de turno. La única solución que se debería aceptar es que el acceso al hospital de Zaragoza de las sexmas molinesas limítrofes se garantizara por Ley. De igual manera que la del resto de la provincia a los hospitales de Madrid. Como se reguló con una Ley la adscripción de Guadalajara a la Universidad de Alcalá, y que nos ha permitido seguir estudiando en la UAH, después de la creación de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Necesitamos una Ley que garantice que no vamos a perder nuestros derechos como españoles, por encima de la pertenencia a una comunidad autónoma. Porque esto es lo que nos ha ocurrido con la Sanidad en Guadalajara. Que la Autonomía nos ha alejado de los hospitales que con el centralismo teníamos garantizada. ¡Se dice pronto!
Si no estuvieran dispuestos a ello, nos estarían obligando a buscar otros procedimientos para que los hospitales de Zaragoza y Madrid no nos den con la puerta en las narices. O en la camilla. Y ya saben a los que me refiero.
Esto es lo que hay.

Esta autonomía empieza a ser indefendible

Además de la seguridad y la libertad, consustancial con las democracias, dos son los servicios básicos que cualquier administración competente debe garantizar a sus ciudadanos. Uno de ellos es la Sanidad y el otro la Educación. Sin ellas, el Estado del Bienestar se va a la porra.
Cuando Madrid se quedó fuera de la Autonomía de Castilla-La Mancha, porque unos políticos ciegos que solo pensaban en ellos y en acaparar cargos así lo quisieron (nadie nos preguntó a los ciudadanos), ya avisé de que se nos podía complicar la relación con la Universidad de Alcalá en el momento en que la nueva autonomía tuviera su universidad propia. Afortunadamente, el asunto se resolvió con una Ley Especial en la que se hacía el reconocimiento expreso de que Guadalajara formaba parte de la Universidad de Alcalá, con independencia de su adscripción autonómica. No fue fácil, como bien sabe Javier de Irízar, entonces alcalde y senador, al que pediré nos cuente los entresijos de esa historia.
En relación a la Sanidad, no se tomó ninguna cautela especial con Guadalajara con el argumento de que a nadie se le iba a ocurrir poner fronteras a la Salud. Y se nos llamó de todo a los más desconfiados, que ya entonces pensamos que un desarrollo autonómico descontrolado acabaría colocando fronteras en la raya de Meco.
Pues bien, lo que siempre se negó por la clase política que nunca pasaría, ya ha pasado. Centenares de guadalajareños han tenido que ser operados o pasar consulta de especialidades que no hay en el Hospital de Guadalajara en Toledo(normalmente la cirugía), pero también en Ciudad Real y Albacete. A Cuenca van menos. Este turismo sanitario, cierto es, empezó ya con el anterior gobierno de Barreda, pero con Cospedal se ha generalizado, hasta el extremo de que el consejero de Sanidad, José Ignacio Echániz, reconoce que no hay dinero para pagar atenciones en Madrid, porque al Sescam le sale más barato que nos atiendan en la red regional. El origen del problema está en que al disminuir los fondos de Cohesión, que pagaban estas facturas sanitarias entre comunidades, cada autonomía se tiene que arreglar con sus pacientes. Con lo que si nadie lo remedia pronto no serán cientos sino miles los guadalajareños que habrán practicado este divertido juego del turismo sanitario regional.
En las entrevistas que he hecho recientemente a Emiliano García-Page y José Ignacio Echániz les saqué a relucir un caso que me han relatado, aunque cada día me llegan más. Una señora que debe hacerse una mamografía nuclear en Ciudad Real, y para llegar allí tiene que coger de madrugada un autobús para bajar a la estación de Guadalajara, luego un Cercanías hasta Madrid, desde Atocha toma el Ave hacia Ciudad Real, luego un taxi para que la lleve al Hospital, y llega de noche a Guadalajara después de haber pasado por una docena de hospitales en Madrid en los que le podrían haber hecho la prueba. ¿Qué me dijeron García-Page y Echániz? Que no hay derecho y que es un despropósito.
Se lo dije el otro día a Echániz tras la entrevista. «O arregláis esto, o esta Autonomía es indefendible en Guadalajara». Pero la solución no está fácil, porque el Fondo de Cohesión lo que tiende es a disminuir, por la presión de las autonomías más ricas, y no parece que la liquidez vaya a llegar a Castilla-La Mancha de un día para otro, porque como he repetido cien veces el problema de esta región no es solo de que lo que se derrochó durante las vacas gordas, eso está en vías de corregirse, sino del hundimiento de la recaudación por la caída del Iva y el Irpf.
Dicho esto, y sabiendo de las dificultades a las que se enfrenta la consejería del señor Echániz, no es de recibo que sean los ciudadanos los que paguen los platos rotos de una Autonomía, mal diseñada en su origen, y que no puede seguir pagando la atención de sus administrados en los hospitales más cercanos, sean en Madrid o en el sistema sanitario de Aragón. Porque este derecho ya lo teníamos antes de que se diseñara el Estado Autonómico, ya saben, para “acercar la administración al administrado” ¡Qué paradoja! Madrid, 55 km y 45 minutos. Ciudad Real, 261 km. y más de 3 horas por carretera.
Voy a acabar con otro caso real. Un hombre llama al 112 desde Razbona, porque ha tenido un ictus. El Sescam le envía un ¡helicóptero! (teniendo los hospitales de Madrid a media hora de ambulancia), que primero le lleva a Cuenca, pero allí pasa algo, y acaba siendo atendido en Albacete. Le pasan a recuperación y él pregunta qué cuando tiempo tendrá que estar en Albacete y si no le pueden llevar a Madrid, por la incomodidad y el gasto que supone para su familia. “¿Pero usted no es de Guadalajara?”, le preguntan. ´”Allí tengo una casa de fin de semana, pero yo estoy apuntado al sistema de Salud de Madrid”, responde. “Entonces no hay problema”, le dicen, y lo trasladaron a Madrid a seguir la recuperación al día siguiente.
Pues bien, si Castilla-La Mancha y esta España desarticulada y desvertebrada, no tiene capacidad para arreglarnos este desaguisado, tendrá que permitirnos a los de Guadalajara que nos apuntemos también a la sanidad de Madrid, como el señor de Razbona. O a la de Aragón, los de la raya con aquella comunidad.¡Y vaya que lo sentiría ahora que se conmemoran los 200 años de aquella primera Diputación de “Guadalajara con Molina”. Pero no acepto que todos reconozcan que esto es un “absurdo” y luego no pase nada; porque no están los tiempos para aventuras. ¡Que no estamos pidiendo la independencia de Guadalajara! Sino una reforma autonómica, o que nos dejen irnos con nuestros vecinos naturales. ¿Pero cómo se puede tener un hospital en Guadalajara y otro en Alcalá de Henares, a 25 kilómetros, y que no dispongan de ningún protocolo de colaboración, como si pertenecieran a países distintos? ¿Hasta adonde hemos llegado por la deriva de unas autonomías, como dice el catedrático Tomás Ramón-Fernández, que se han convertido en 17 estaditos yuxtapuestos y con un sistema que las hace ingobernables?
Aquí sí que hay un problema, desde luego mucho mayor que con las urgencias nocturnas en algunos centros de salud.
Yo les dejo con este hastag, para que sigan el debate:
#Guadalajaraconmadrid

Por lo menos que me tomen la tensión

La asociación que representa a los empresarios de gasolineras de la provincia, reclama la supresión del llamado céntimo sanitario; y yo les doy la razón. Empezando por la filosofía del impuesto, de muy dudosa legalidad, según entiende la Comisión Europea. Y es que fiscalmente hablando, esto del céntimo sanitario es una inmensa chapuza. El contribuyente corriente ya paga sus impuestos en la declaración de la renta, luego el dinero lo recibe el gobierno que es el que, en el ejercicio de sus competencias, decide cómo lo reparte y a qué administraciones. Si el gobierno central o las autonomías, quieren que haya más dinero para la sanidad, pues con destinar más fondos a ella asunto arreglado. ¿Quién se lo impide? Pero no, como no tienen bastante, hay que sablear a los conductores con una doble fiscalidad, manifiestamente injusta.
Reflexionemos: ¿por qué demonios tienen que pagar los conductores un recargo cada vez que compran gasolina, por el mero hecho de tener un coche, y no lo hace el ciudadano que va en taxi a la ópera y después se fuma cuatro cohibas, y se convierte en un paciente de riesgo? ¿Es que a los contribuyentes que tenemos coche nos van a tratar mejor el día que tengamos que ir al hospital o al ambulatorio?
El gobierno ya sabe que esto es un disparate, y llegó a plantearse la supresión para 2013, pero al final nada de nada. Y así tenemos que todas las comunidades autónomas, menos Canarias, nos gravan con un sobrecargo de 2,4 céntimos cada litro consumido. ¿He dicho todas? ¡Qué va! Cataluña, Asturias, Galicia, Madrid, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha no tuvieron suficiente con esa media estocada al contribuyente, y para 2013 aprobaron subir el recargo al tope máximo: 4,8 céntimos por cada litro repostado. Y eso que algunos de sus presidentes/tas, dicen, soy muy liberales y no les gusta subir los impuestos. ¡Vaya tropa, señor conde! Eso sí, por lo menos en CLM han tenido la gentileza de devolverlo a los transportistas profesionales.
Pero esto no resuelve el problema, y los empresarios de gasolineras están espantados, porque la venta de combustible ha caído en Guadalajara una media del 42%, se han perdido 97 puestos de trabajo, han cerrado gasolineras y se avecinan “eres” y más despidos. Un panorama tenebroso.
Aunque esta bajada de las ventas se debe fundamentalmente a que hay menos coches en las carreteras, por la crisis, los gasolineros también lo achacan a ese famoso céntimo sanitario, ya que cada vez son más los usuarios que se cruzan la provincia sin repostar y lo hacen en las comunidades vecinas de Aragón o Castilla y León, que solo tienen un sobrecargo de 2,4 céntimos. Otra vez el dichoso “efecto frontera”, especialmente puñetero en una provincia como Guadalajara, periférica de Castilla-La Mancha, y sin embargo vecina de aragoneses, madrileños y castellano-leoneses. Cosas de la vida y de nuestro disparatado mapa autonómico.
Los empresarios de gasolineras de Guadalajara se quejan de que este efecto frontera nada tiene que ver ni con el libre mercado, ni con la igualdad de oportunidades. Y yo añado más: el día que nos inventamos las autonomías en España, ese día se jodió la unidad de mercado en este país. La próxima vez que vaya a echar combustible, voy a exigir al gasolinero que por lo menos me tome la tensión con esos 4,8 céntimos sanitarios por litro. O que Echániz nos ponga unas enfermeras de guardia, de esas que le sobran en los centros de salud. ¡Qué menos con lo que nos cobra!

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