Archive for noviembre, 2020

La era postnuclear llega al entorno de Zorita

La central José Cabrera, más conocida como Central de Zorita, aunque esté ubicada en  término municipal de Almonacid de Zorita, no en la visigoda y calatrava de Zorita de los Canes, animó en gran medida a la economía de esa comarca alcarreña desde que se comenzó a construir en julio de 1965, y fue inaugurada por el Jefe del Estado, Francisco Franco, el 12 de diciembre de 1968, en una ceremonia más discreta de lo que cabían pensar para ser la primera central nuclear española, que eligió la tecnología americana  de Westinghouse Electric para el diseño de su reactor, aunque tuvo una importante participación nacional. En la central alcarreña se formó la primera generación de ingenieros nucleares españoles, que luego han pasado por otras centrales, como la vecina de Trillo, la última en construirse y que si el gobierno y sus empresas propietarias así lo valoran estará en funcionamiento hasta 2035, aproximadamente. El reactor de agua a presión de la José Cabrera se desacopló a la red el 20 de abril de 2006, cumplido su periodo de vida útil de 35 años, al final funcionó tres más, y desde entonces en la instalación se ha desarrollado un complejo plan de desmantelamiento, que está en su última fase, y que ha mantenido una cierta actividad económica en la zona, también llamada a agotarse en poco tiempo.

Desmantelada la instalación nuclear, solo quedará en el perímetro que acogió a la central el Almacén Temporal Individual (ATI), donde enormes contenedores al aire libre guardan sine die los residuos de alta actividad que ha generado la central y que el Plan General de Residuos aprobado por el Congreso preveía almacenar temporalmente en un Almacén Temporal Centralizado (ATC), que se iba a construir en Villas de Cañas (Cuenca), hasta que el actual gobierno lo paralizó. Ahora habrá que realizar un nuevo Plan, que deberá decidir qué hacemos con esos residuos que tienen una vida activa del miles de años.

Nos alegraría que el entorno de la Alcarria baja sepa aprovecharlo, que municipios e instituciones alienten y apoyen los proyectos viables que surjan de la iniciativa privada y se impliquen en la colaboración público-privada, y que la era postnuclear de Zorita sea tan activa como la que ahora quedará atrás. Para los que están allí, resistiendo, y para los emprendedores que podrían estar interesados en vivir en una comarca maravillosa a la que, contrariando a Cela, la gente le dé la gana de ir.   

Tareas actuales de desmantelamiento del sólido edificio del reactor que produjo la primera energía española de origen nuclear./GUDiario   

Este última cuestión no es baladí para el asunto que hoy nos ocupa, y que es el futuro de la comarca en la era postnuclear, porque los municipios del entorno de la central -16 de Guadalajara y 2 de Cuenca- reciben ahora unas compensaciones por el almacenamiento de esos residuos, que se van a prolongar en el tiempo tras el parón de Villar de Cañas. Así que una noticia buena, que el dinero nuclear se estirará más de los previsto, y una no tan buena porque no deja de ser un engorro el mantenimiento de los residuos en la zona, sobre todo porque el Gobierno no tiene ni repajolera idea sobre qué hacer con ellos y cada gobierno que llega solo juega al oportunismo político con escaso sentido de Estado.  

Pues bien, con estos antecedentes este martes se firmó un protocolo a cuatro bandas (Ministerio, Junta, FEMP y AMAC) que en un periodo de dos años deberá dar lugar a un convenio de rimbombante nombre, Convenio de Transición Justa de Zorita. Dicho Convenio desarrollará un plan de acción territorial para el mantenimiento y creación de actividad y empleo, a través del acompañamiento a sectores y colectivos en riesgo, en el territorio afectado por el cierre de la central nuclear de Zorita. Una iniciativa pionera en el entorno de una central nuclear española, y que en palabras de la ministra Ribera el objetivo  es que los pueblos sigan teniendo oportunidades «a la puerta de su casa».

La música suena bien, pero que nadie piense que estamos en tiempos de la autarquía y que ninguna institución va a montar otra gran industria como la nuclear que genere empleo masivo. Podrá haber apoyo para unos o varios proyectos tractor, así lo llaman, que tiren del carro y en el que puedan estar implicados tanto la iniciativa pública como la privada, que impulsen la transformación a través de la innovación. De esos proyectos tractor podrían colgar iniciativas empresariales más  pequeñas, de las que se puedan beneficiar los emprendedores.

Ya digo: la música suena bien, pero si mal no recuerdo también hubo por ahí un Plan Zorita que murió al poco tiempo de nacer, porque nos vino la crisis. La ventaja esta vez es que la crisis ya ha llegado, la estamos pasando y por primera vez vamos a tener unos fondos europeos para poner en marcha proyectos de esa nueva economía basada en energías renovables, cambio climático, turismo sostenible, economía circular, en suma. Proyectos todos ellos que este Convenio de Transición Justa quiere estimular. Esto es lo que hay; y no es poco.

 Nos alegraría que el entorno de la Alcarria baja sepa aprovecharlo, que municipios e instituciones alienten y apoyen los proyectos viables que surjan de la iniciativa privada y se impliquen en la colaboración público-privada, y que la era postnuclear de Zorita sea tan activa como la que ahora quedará atrás. Para los que están allí, resistiendo, y para los emprendedores que podrían estar interesados en vivir en una comarca maravillosa a la que, contrariando a Cela, la gente le dé la gana de ir.   

No son los presupuestos, son las luces largas

El gobierno de Sánchez no tiene ninguna necesidad de pactar con Bildu para poder aprobar los presupuestos y garantizarse su estabilidad en la legislatura, porque por muy mal que se pongan las cosas ( y los informes tanto del Banco de España como de la Airef son muy preocupantes en el cálculo de ingresos), siempre podría prorrogarlos, como ha hecho con los de Cristóbal Montoro. En una inteligente maniobra, el partido liberal de Inés Arrimadas va a permitir que  Sánchez se retrate: si quiere la vía moderada que le muestra Ciudadanos, con diez diputados, o aceptar los cuatro que le ofrece Bildu y que forma parte de esa estrategia más global que negocia personalmente Pablo Iglesias, y a la que se refería recientemente Emiliano García-Page: “Es determinante que haya presupuesto, pero me duele que el Gobierno tenga que estar sometido a la acción de guía de Podemos. Porque es Iglesias quien marca el paso y veta a Ciudadanos y así no queda más alternativa que pasar por las horcas caudinas”.

“Pablo Iglesias,  a partir de ahora, cuando se siente en el Consejo de Ministros, no solo hablará por Podemos sino por el resto de fuerzas independentistas con las que ha negociado una estrategia que pasa por el cambio de la Constitución por la puerta de atrás”.

Pablo Iglesias/ EFE

Los presupuestos, por tanto, y aun siendo muy importantes, o el debate sobre Bildu, unos tipos que siguen sin condenar el terrorismo, no dejan de ser una cortina de humo porque, en el fondo, lo que nos jugamos es consolidar un gobierno, apoyado en Ciudadanos, que a su vez fortalecería el sector socialdemócrata que, se supone, representa Sánchez. O girar hacia la extrema izquierda y el independentismo en la dirección que está trabajando Pablo Iglesias con los dirigentes de Bildu (ese partido al que hay que incorporar a la dirección del Estado, aunque su portavoz en el parlamento de Vitoria ya ha dejado claro que están aquí para desmontarlo), los de ERC y parte de Junts per Catalunya, y que todos sospechamos llevará consigo la reforma penal del delito de sedición para que sus dirigentes golpistas detenidos salgan de la prisión. Aunque este sería solo el primer paso, como luego comentaré.

Sánchez no tiene, insisto, ningún problema con los Presupuestos por las elementales condiciones que le ha puesto Arrimadas y que solo ha trazado (al margen de alguna sorpresiva enmiendas parcial que se pueda presentar) una línea roja: retirar la enmienda en la Lomloe que elimina la referencia al castellano como lengua oficial, a pesar de que muy probablemente sea tumbado por el Tribunal Constitucional, ya que esa misma Constitución que los aliados de Sánchez  quieren liquidar, protege su uso y el deber de conocerlo.  Artículo 3.1: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho  a usarla”

 Algunos desconocerán que, en la práctica, el castellano ha sido borrado de los planes lingüísticos en Cataluña, aunque cada año  decenas de padres tienen que recurrir a los tribunales para que sus hijos puedan estudiar en castellano o español, que también este término admite la RAE,  lo que logran a costa de estigmatizar a sus hijos ante el resto del colegio educado en la inmersión de la lengua catalana. Por tanto, de lo que se trataría con esta enmienda es de normativizar esta anomalía constitucional y de paso abrir las puertas a otras comunidades para que también expulsen de las aulas al idioma común. Porque ahí está el meollo de la cuestión: el castellano es el segundo idioma que más se enseña en el mundo, y el tercero más hablado, es por tanto un rico patrimonio de todos los que lo hablamos y podemos valernos de él para la educación, el negocio o el comercio, pero los ultranacionalistas que forman parte de esa mayoría Frankeinstein,  Rubalcaba dixit,  lo desprecian olímpicamente con tal de llegar a un fin último: que los catalanes se tengan que comunicar con el resto de los españoles en inglés, porque carecerían de una herramienta común para entenderse. De ahí a la independencia solo quedaría un paso.

Pero hay un problema. La Constitución de 1978 establece que la soberanía es del pueblo español, no solo de una parte, con lo que inevitablemente es necesario el apoyo de los dos partidos mayoritarios para poder reformarla en la dirección que quiere Podemos o sus aliados: mediante el reconocimiento del derecho de autodeterminación en el territorio de la comunidad autónoma. Hace falta por tanto una reforma de la Constitución por la puerta de atrás, para que lo mismo que ha pasado con la enseñanza del castellano, enviado al sótano por la nueva ley de Educación de la señora Celáa, a pesar de la Constitución, se pueda extender de forma fraudulenta a la interpretación del artículo 1.2, que dice: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del estado”. Por no hablar del Artículo 1.3, que también dice: “La forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria”.  

“Sánchez y sus ivanes redondos monclovitas pueden pensar que la inestabilidad que nos trae esta política de bloques  en el fondo le beneficia, porque ahora no hay otra alternativa. Pero los socialistas moderados tendrán a su vez que preguntarse si el camino trazado por los populistas es compatible con la socialdemocracia, o si como pasó en los primeros años de la revolución rusa tras el derrocamiento del zar, Sánchez puede acabar como Kerenski”.

No nos equivoquemos mirando al dedo de Colón en lugar del nuevo mundo al que señala. Los presupuestos no son un problema, porque Ciudadanos cambia los cuatro votos de Bildu por los diez suyos. Los presupuestos, y leyes como la Lomloe, que se han hecho por tramitación extraordinaria para evitar cualquier negociación con la comunidad educativa, forman parte de esa hoja de ruta que ha puesto en marcha Iglesias, quien a partir de ahora, cuando se siente en el Consejo de Ministros, no solo hablará por Podemos sino por el resto de fuerzas independentistas con las que ha negociado una estrategia que pasa por el cambio de la Constitución por la puerta de atrás. Porque si la Constitución superó las dos Españas que nos llevaron a la Guerra Civil o el frentismo de siglos anteriores que alimentó las guerras carlistas, lo que los aliados de Sánchez pretenden es dividir otra vez el país entre buenos y malos, entre rojos y azules, como pegamento de esa mayoría Frankeinstein.

Sánchez y sus ivanes redondos monclovitas pueden pensar que la inestabilidad que nos trae esta política de bloques en el fondo le beneficia, porque ahora no hay otra alternativa; y así podría estar dos legislaturas, por la división del centro y las derechas. Pero los socialistas moderados tendrán a su vez que preguntarse si el camino trazado por los populistas es compatible con la socialdemocracia, o si como pasó en los primeros años de la revolución rusa tras el derrocamiento del zar, Sánchez puede acabar como Kerenski.

Esto es lo que hay. “Lo que veo es que finalmente Podemos nos marca la agenda y nos está arrastrando a una esquina del tablero político que está muy fuera del sitio habitual de las grandes mayorías del PSOE», se atrevió a decir Page, que si gobierna por mayoría absoluta es porque puso el tablero en el medio en una región de mayoría social moderadamente conservadora. Y sin lugar a dudas españolista.

Esto es lo que hay. El dedo son los presupuestos y el horizonte que nos señala – lo que Ábalos llamó luces largas-, la mayoría parlamentaria que sustenta al partido sanchista y que vienen a Madrid a desmontar España, no a aprobar el presupuesto a su gobierno. Y para ello es necesario cambiar la Constitución por la puerta de atrás. Como han hecho en Cataluña con el castellano.

El populismo vencido, pero no derrotado

Joe Biden, el senador más joven de Estados Unidos, será el presidente más viejo cuando con 78 años tome posesión el 20 de enero de la presidencia de los Estados Unidos, si el ejército de abogados de Trump no lo impide, con su enésima impugnación. Cuando con esa edad en otros muchos países del mundo tienes la jubilación grabada en piedra, a toda una superpotencia le sirve un septuagenario  para comandante en jefe. Son paradojas de ese gran país, que sobrevive a un presidente que para disimular su derrota no duda en cuestionar las garantías de su sistema electoral, como si se tratara de una república bananera cualquiera. Hasta en eso estaban advertidos los americanos, pues como escribió el profesor Felipe Sahagún, conscientes de las dificultades que presentaba un escrutinio con más de cien millones de votos por adelantado -por correo o en persona-, anticiparon (y acertaron) que Trump se declararía vencedor sin esperar al recuento total, sabiendo que con el presencial iba en cabeza. Hay que tener muy poca catadura moral para utilizar una estrategia así, pero este hombre, que los que le conocen nos cuentan que jamás ha sido capaz de reconocer una derrota, y que a sí mismo se llama patriota, no le importa ridiculizar a su patria ante el mundo y dividir a su sociedad como solo los peores dictadores de la historia hicieron alguna vez.

No hay que esperar milagros de Biden, un tipo corriente del establishment americano, con una joven vicepresidenta, Kamala Harris, llamada a ser first, como dicen los americanos, pero sí es previsible que con su administración  el mundo tendrá más fácil llegar a acuerdos globales sobre temas que solo pueden ser tratados con una visión multilateral. Si por algo se ha distinguido a Trump es por su renuncia a liderar cualquier solución global, como le correspondería por su condición de superpotencia, y marcharse de cuantas organizaciones internacionales ha podido, la última la que lucha contra el cambio climático, del que es negacionista, como del coronavirus que él acabó por contraer, como la mayoría de sus colaboradores. Es cierto que no ha metido a Estados Unidos en ninguna guerra, porque los conflictos más candentes estaban en el círculo de influencia de su amigo Putin, así que tampoco tiene gran mérito. De lo que sí estoy seguro es de que si Trump hubiera estado en el lugar de Roosevelt, Estados Unidos no habría entrado en la II Guerra Mundial y Hitler habría acabado por ganarla.

Pero que el populismo haya sido vencido en Estados Unidos no significa que esté derrotado. Los demócratas han tenido que movilizar a su base electoral, como nunca lo habían hecho, a lo que ha ayudado bastante el desprecio por las minorías de la que siempre ha hecho gala Trump. Así han pasado cosas tan increíbles como que Biden esté a punto de ganar en el estado sureño de Georgia.   Pero eso no quita a que Trump haya mantenido la base electoral que le encumbró a la presidencia hace cuatro años. Entonces,  el 46% de los electores votó por Trump y ahora lo ha hecho el 48%. Ha perdido porque los demócratas han subido al 51%, con lo que un candidato discreto como Biden ha llegado a superar en porcentaje a Clinton, uno de los presidentes más carismáticos, que se quedó en el 48%.

El populismo ha sido vencido en Estados Unidos, pero el tiempo dirá en un futuro si también ha sido derrotado, porque  los republicanos más moderados recuperen el control del partido,  o si Trump tiene posibilidades de volver a ser el candidato dentro de cuatro años. El nuevo presidente, que ha empezado por proclamar que quiere ser el presidente de todos los americanos, va a tener un gran trabajo para cohesionar una sociedad partida en dos, como muy pocas veces en su historia, que es la primera consecuencia de un gobierno populista. Por lo menos esta vez gobiernos como el de Boris Johnson – cuyo Brexit fue apoyado por Trump a cambio de una alianza especial con Estados Unidos-, los de Eslovenia, Hungría, Polonia y algún otro deberían tentarse la ropa. Por no hablar de esas fuerzas, como en España, que contribuyen a dividir a su sociedad en dos mundos antagónicos.  

La vuelta al aislacionismo y el proteccionismo de los años treinta nunca pueden ser la solución a un mundo cada vez más globalizado y complejo como el que le toca lidiar a un presidente de 78 años. Pero si Trump no ha sido capaz de subvertir el orden constitucional, a pesar de su talante autoritario, porque la democracia americana se sustenta en numerosos contrapoderes que limitan a un presidente populista, no tenemos por qué dudar de que la edad del nuevo presidente sea un obstáculo para que su administración entienda el papel en el mundo que le corresponde a la primera democracia del planeta.

NINGUNA NECESIDAD.- ¿Pero qué necesidad tiene el gobierno sanchista de crear una especie de “Comisión de la verdad” para luchar contra las fake-news, impulsada por el todopoderoso jefe de Gabinete de la presidencia del Gobierno. ¿Es que no tiene cauces el Gobierno como para comunicar o desmentir lo que le dé la gana sin necesidad de inventarse comisiones extrañas y con fines sospechosos? Solo las dictaduras se han atrevido a entrar en terreno tan cenagoso como es definir la verdad. Para así poder actuar contra los disidentes. En las democracias nos sobra y basta con que sean los tribunales ordinarios los que diriman estas cuestiones. A ellos deberá dirigir el gobierno sus quejas.

Zahonero

No quiero que se me pase un post más sin dejar constancia de la jubilación, después de 35 años al frente de la APAG, de Antonio Zahonero Celada, un histórico del campo alcarreño, que vivió aquellas guerras en el sector en los años ochenta, y de la que salió victoriosa una organización independiente y que se reunía en una buhardilla de la calle del Marqués, fundada por un personaje mesiánico llamado Manuel Portillo Madariaga, que luego se marchó a la pampa argentina a montar una explotación.

Portillo dejó en su puesto a Zahonero, un hombre cabal, que con independencia y seriedad, acabó aglutinando en torno a la APAG a todo el campo guadalajareño y al que ayudó a ser cada día más profesional en unos tiempos en los que ya no valía con trabajar duro desde el tractor, si luego no cosechabas también en esa nueva agricultura de papel que es la PAC, después de nuestra afortunada incorporación a la Unión Europea

Antonio Zahonero (izda.) y Juan José Laso

Hoy, la APAG inaugura una tercera etapa en una provincia tan peculiar como la nuestra, en la que muchos agricultores viven en la capital, por aquello de la familia, y que está llamada a ganar protagonismo en esa nueva emigración que llega de la ciudad al campo. El medio rural no puede resolver por si solo los graves problemas de empleo que afectan a la actual sociedad postindustrial, donde ya han descubierto que los perros no se atan con longanizas, pero sí compensar mejor el mapa de España en el que el 70% de la población reside en el 30% del territorio. Las nuevas tecnologías y el teletrabajo pueden ayudar mucho en esa recuperación de la España vaciada, en un país en el que la población rural representaba el 66% del total a comienzos del siglob XX, y que ahora apenas llega al 24%. Y en esa batalla organizaciones como la APAG siguen teniendo trabajo por hacer, empezando por aumentar nuestra baja superficie regable, y hacerla más rentable, para lo que se necesita defender nuestro agua y agricultores jóvenes con ganas de emprender. Sin olvidarnos de los ganaderos de la sierra que tienen que pelear mucho por mantener su cabaña. El camino se lo ha marcado gente con espíritu de explorador, como Portillo, Zahonero, su histórico gerente Ángel García, el pegamento necesario, entre otros muchos pioneros. Ellos tuvieron que conquistar el Oeste; ahora ya no están los indios acechando detrás de los cactus, pero no por ello los nuevos gestores tienen una tarea más fácil en el marco de una agricultura europea que necesita de las ayudas para ser competitiva en un mundo global, que sufre una gran crisis de precios, y en Guadalajara la sobrepoblación de varias especies que se comen sus cosechas. A esos jóvenes agricultores el nuevo presidente les llama «héroes» y aunque ha explicado que existe relevo generacional, no es suficiente para cubrir la gran cantidad de agricultores y ganaderos que se encuentran en la franja de los 60-70 años, por lo que es consciente de que «va a haber un cambio, porque hay agricultores jóvenes, pero pocos», en tanto que el ganado «está desapareciendo en Guadalajara”.

Esta será una de las tareas de esta tercera etapa de la APAG, que comandará Juan José Laso, de Cabanillas, que llevaba en la Junta Directiva desde 2002, agricultor profesional de secano y regadío, a quien deseamos el mayor éxito al frente de una de las organizaciones con más afiliados (cofradías religiosas aparte) de Guadalajara, y que ha servido para vertebrar el tejido económico y social de una provincia a la que nadie le ha regalado nada. Como bien lo sabe Zahonero. Pero esto es lo que hay. Las generaciones pasan y lo importante es la obra que queda detrás de ti.

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