Archive for febrero, 2022

Sánchez se queda sin alternativa

El viernes por la mañana en el programa de Carlos Herrera, Pablo Casado presumía cuando todavía pensaba que podía doblar el pulso a Ayuso: “Yo no permitiría que un hermano mío cobrara 300.000 euros por un contrato adjudicado por mi Consejo de Ministros”. Así lo reflejó el  periodista responsable del twitter oficial del PP, quien poco después dimitió. Esa misma noche, accediendo a las demandas de los barones de “arreglar esto como sea”, Casado se reunió con Ayuso en Génova y aceptó las explicaciones de la presidenta madrileña, que en meses anteriores no le habían valido: que el hermano de Ayuso  no cobró ninguna comisión sino que todo fue un pago de 55.850 euros desde una empresa privada por su trabajo como agente comercial en el sector de la sanidad, y en el que llevaba trabajando desde hace veinte años. Apenas habían pasado seis horas entre una y otra respuesta. Expediente sancionador aparentemente liquidado, como epílogo a un viernes negro, en el que el PP sufrió una voladura descontrolada por parte de la dirección nacional que preside Pablo Casado con el general secretario Teodoro García-Egea en la sala de máquinas, provocando no solo la estupefacción entre sus militantes y dirigentes regionales, sino del propio electorado. Así lo prueba  que este mismo domingo  miles de simpatizantes se manifestaban en contra de la dirección popular en la puerta de Génova, 13, en mayor número incluso que cuando se han celebrado victorias electorales desde el balcón genovita. Es lo nunca visto.

Pablo Casado quedó herido de muerte.  A estas alturas, y sin perjuicio de que Casado logre el respaldo de los órganos de dirección de su partido, que todo es posible, su carrera política ha terminado porque un líder político al que sus votantes le pierden el respeto, no está en condiciones de debatir con nadie, ni con Sánchez. Casado es el primer perdedor de esta crisis, conceda o no la cabeza de Teodoro Egea, asunto que ya es irrelevante. Lo peor ha sido su mala gestión, desde el minuto 1 en que Ayuso ganó con la gorra las elecciones en Madrid, porque en Génova lo vieron como una amenaza a la carrera de Casado hacia la Moncloa en lugar de utilizarlo de plataforma. Por ello, el PP es el gran perdedor de esta batalla fratricida, todavía peor que la que obligó a la refundación de este partido tras el fiasco de Antonio Hernández Mancha.

Pablo Casado

Lo patético del caso es que mientras entre los populares no hay ganadores, ni la propia Ayuso, porque en el mejor de los casos tendrá que dar más explicaciones que hasta ahora, y ver lo que ocurre con las demandas que le han interpuesto en los juzgados, sí hay directos beneficiarios de este culebrón, lo que hace sospechar a muchos dirigentes populares sobre el origen de la munición contra Ayuso. Y el espionaje posterior más propio de un tebeo de Mortadelo y Filemón, agentes de la TIA.

El primer beneficiado es Sánchez, que de un plumazo se ha quedado sin una oposición con posibilidades reales de sacarlo de La Moncloa. Y así lo pone en evidencia el panel de hoy de Sigma Dos para El Mundo, según el cual el PP cede el primer puesto al PSOE tras perder 4,2 puntos y 19 escaños el día del estallido del conflicto. Los electores populares, que mayoritariamente dan el respaldo a Ayuso, se manifiestan indignados con la dirección por cómo se ha llevado el asunto. Solo los votantes de PSOE y Unidas Podemos dan la razón a Casado, lo que demuestra lo errado de su cálculo estratégico.

 El otro ganador de la crisis es Vox y su líder Santiago Abascal, que superan por primera vez el 20% de los votos y se sitúa a solo 1,8 puntos de los populares. Es decir, y ahí está para mí la principal conclusión después de este sainete, es que a pesar de la autoinmolación del PP, el partido de Abascal sigue sin ser una alternativa real que dispute la presidencia a Sánchez, como bien sabe el actual presidente del Gobierno que tantas veces ha favorecido la visibilidad de este partido de derecha radical en detrimento de un centro-derecha moderado. Para Sánchez esta guerra civil entre los populares es un regalo inesperado, porque con Abascal como jefe de la oposición aparentaría que el que se centra es él, a pesar de que ha dado suficientes muestras de acceder a las políticas radicales de sus socios de legislatura por conservar su colchón en La Moncloa.

Pero, en España, por su sistema electoral, ningún partido que renuncia a ocupar la centralidad del tablero político puede aspirar a gobernar.  Y Vox no está en esa línea, por lo que difícilmente puede liderar con éxito a una alternativa de gobierno.

Por tanto, por muchos cascotes que hayan caído sobre el edificio del PP, este sigue siendo un partido necesario para la democracia española, que no se puede permitir el lujo de ser “sorpaseada” por un partido de extrema derecha; porque España no es Francia, ni Italia, ni Hungría, ni ninguno de esos países tiene en la memoria reciente una guerra civil. En España podría darse, porque así lo exija la aritmética y el secular disenso de nuestras principales fuerzas políticas, un gobierno conservador que tenga adentro a populistas de derechas, como ahora tenemos a otro que da asiento a populistas de izquierdas, pero eso es diferente a ganar unas elecciones y presidir un gobierno desde los extremos.

Alberto Núñez Feijóo

El PP necesita volver a ser un partido de gobierno, y para ello debe hacer tabla rasa con lo sucedido en su semana trágica,  lo que inhabilita no solo a Casado sino también a Ayuso, que es la favorita de las bases, aunque tendría menos posibilidades fuera de su zona de confort en Madrid y alrededores. Por ello todos apuntan a un congreso extraordinario al que acudiera un solo candidato, que sería elegido por aclamación.  El personaje solo es uno: Alberto Núñez Feijóo, el político que fue capaz de dar la batalla a Vox, a Sánchez y al nacionalismo gallego, a la vez, en un admirable ejercicio de transversalidad. El problema es que Feijóo está muy cómodo en Galicia, donde disfruta de una holgada mayoría absoluta y el respeto general de sus paisanos, y lo único que ahora ve en Madrid es una piscina llena de pirañas. Les va a costar convencerlo.

Pero esto es lo que hay.  España, a día de hoy, y así lo dicen los estudios demoscópicos, está sin alternativa real al sanchismo y eso no es bueno para el sistema. ¡Vamos a ver si Sánchez no acaba adelantando las elecciones, aprovechando cualquier folloncito con ERC!  

Sainete en la Carrera de San Jerónimo

Prosperó la mini-reforma laboral de Yolanda Díaz, pactada con los sindicatos de clase y Garamendi, sobre la reforma laboral de Fátima Báñez ,y en la Carrera de San Jerónimo vivimos un sainete digno del Madrid castizo de Carlos Arniches. En el papel de El Amigo Melquiades, un señor de Trujillo llamado Alberto Casero, que hasta el jueves no le conocía nadie, y desde el jueves nadie va a querer conocerlo. Sucedió que el amigo Melquiades, digo Casero, se encontraba con un poco de fiebre, según su versión, y se quedó en su casa de Madrid en lugar de acudir al Congreso para ejercer su derecho a voto en una de las leyes más importantes de la legislatura, no tanto por el fondo como por la geopolítica que ha llevado su aprobación. Casero, que dicen es un experto del Siglo de Oro y de Lope de Vega, pero debe ser un manazas con el ordenador, se lio con los botones y votó a a favor de la reformita, siendo a la postre decisivo para su aprobación. Aunque se personó a la carrera en San Jerónimo para subsanar su error, la presidenta del Congreso, que para entonces ya sabía de la importancia de su voto, porque había trascendido que los dos diputados navarros de UPN  no iban a seguir las instrucciones de su partido, impidió cualquier corrección, comprometiendo para siempre su papel institucional como presidenta de la Cámara, para lo que quede de legislatura.

Si Alberto  Casero es el primer damnificado por este sainete, Meritxell Batet es la segunda, porque con su decisión de no convocar de urgencia a la Mesa del Congreso, para decidir sobre la cuestión, abre de par en par la puerta de una reclamación al Tribunal Constitucional por el diputado afectado, que no habría tenido recorrido jurídico si esta se hubiera reunido, aunque fuera para decirle a Casero que verdes las han segado. A pesar de ser una antigua profesora de Derecho Constitucional, Batet escribió este sainete con los reglones torcidos.

Un tercer damnificado es Teodoro García Egea, el general secretario del PP, para quien trabaja directamente el señor de Trujillo. Al fontanero se le ha ido la mano y ha inundado al camarote del señor Casado, que si no le sale el domingo su estrategia en Castilla y León, como dicen las encuestas, va a ser cuestionado otra vez por su partido, porque habría fracasado en su pulso con Vox. Cambiar a Ciudadanos por Vox, como socio de gobierno en la vieja Castilla, no sería un buen negocio para Mañueco; y peor para Casado, porque como le ha ocurrido a Sánchez con indepes, bilduetarras y comunistas 2.0, le alejan de la centralidad desde la que siempre se ha gobernado España.

Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y encargada de Trabajo.

Una cuarta damnificada  es Yolanda Díaz, que se libró por una torpeza del ridículo completo, pero que no tenía motivos para los efusivos abrazos que repartió en el banco azul, como si le hubiera tocado el Euromillones. El partido de Díaz prometió (“no quedarán ni los palos del sombrajo de la reforma laboral”, dixit el portavoz de Podemos, Echenique) lo que no ha podido conseguir, porque una cosa es hacer populismo desde el monte y otra gobernar, especialmente cuando con esta reforma laboral de Báñez-Rajoy se han creado y se siguen creando millones de puestos de trabajo.  Como consuelo, el nuevo tratamiento del empleo temporal, que ciertamente exigía una vuelta (aunque puede ser negativo lo aprobado para la contratación en turismo y en el campo), elevar el papel de los sindicatos en la negociación colectiva y evitar que España siga siendo cada días más desigual, por el peso de los nacionalistas, no aceptando la prevalencia de los convenios regionales sobre los estatales, lo que ha costado el no del PNV.

Hay también ganadores, y por este orden:

Pedro Sánchez, que ha dado a la superficial y tierna Yolanda unas lección de geopolítica al haber negociado personalmente con Ciudadados, y así despejar el camino en caso de que su ministra de Trabajo se viniera de vacío de su reunión en Barcelona con Pere Aragonés, puenteando encima a Gabriel Rufián. Sánchez ha demostrado a quien quiere ser su alter ego en las próximas elecciones, cómo se negocia en el barro. Y de ello él sabe bastante, porque no tiene reglas, ni barreras morales.

Gana también Inés Arrimadas en su último intento de visualizar a Ciudadanos como bisagra entre PP y PSOE, ahora que todas las encuestas le dan por sentenciado. En Castilla y León y Andalucía tendremos más datos sobre si se ratifica esa tendencia, que puede decidir el Ayuntamiento de Guadalajara en la próxima legislatura. Ojo al dato.

Semáforo de actualidad:

ROJO para Antonio Sanz Villaverde, gerente de Atención Primaria de Guadalajara, compartido con el consejero de Sanidad, Jesús Fernández, por no haber aceptado el ofrecimiento de los médicos jubilados de Guadalajara para colaborar precisamente con este servicio de proximidad, y que es el más resentido de las consecuencias derivadas de la pandemia. El Colegio de Médicos ha declarado que «sorprende que el SESCAM haya rechazado públicamente el ofrecimiento y más cuando en otras ocasiones ha pedido que se incorporaran liberados sindicales a tareas asistenciales. Nos consta que en otras Comunidades Autónomas sí han valorado esta posibilidad”. No han explicado por qué no ha sucedido lo mismo, aquí.  

ROJO para todos los partidos políticos que han metido sus narices en el veredicto para ir a Eurovisión, porque han demostrado tener muy poco que hacer para lo que nos cuestan. El remate lo ha puesto una diputada de Unidas Podemos, Carolina Alonso, que ha llegado a preguntar a Isabel Díaz  Ayuso por qué unas gallegas llamadas Tanxugueiras no han sido las ganadoras. Decisión que, como bien saben mis lectores, es una competencia muy clara del gobierno de la Comunidad de Madrid. Otro sainete más.  

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