Archive for octubre, 2020

Casado sorprende a casi todos

Entrevisto a José Ignacio Echániz, porque tengo interés de conocer de primera mano la opinión de una de las personas más cercanas al núcleo duro de Pablo Casado tras su campanazo en la moción de censura de Santiago Abascal. No en vano es su portavoz adjunto en el Congreso, nombrado tras la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo,  y seguramente de los pocos que no estaría sorprendido por el vibrante discurso de su líder (el mejor que ha tenido el Partido Popular, me apunta) que le aleja de Vox en una decidida apuesta por ocupar el centro político. “España no se construye desde los extremos. Podemos y Vox han hecho de espejo.  Hay un hueco en el centro y es la apuesta de Casado”, me razona el diputado por Guadalajara, 40 años de militancia desde que presidió las Nuevas Generaciones cuando era concejal, y buen conocedor de la provincia aunque ahora resida en Madrid.  

Admite que en este viraje al centro a él no le importaría un proceso de confluencia con Ciudadanos, como el que hizo José María Aznar con los restos de AP y el clan democristiano de Óscar Alzaga, Luis de Grandes y compañía, porque fue decisivo para que  se pudiera ganar por primera vez a la izquierda. Para rebajar un poco el suflé, le recuerdo que con los números en la mano nada ha cambiado, comparte conmigo que Pedro Sánchez ha salido reforzado de la censura cuando pasaba por un momento muy difícil, y me da una respuesta inteligente: “No vamos a condicionar nuestra política de hoy en función de ese escenario posterior”.

José Ignacio Echániz

En ese sentido, Pablo Casado ha elegido para su desmarque con Vox el mejor momento posible: aunque comparte gobiernos con el partido de Abascal, quedan casi tres años para las elecciones autonómicas, y aunque a buen seguro Vox les mandará algún recadito para hacer notar su disgusto, lo que no van a hacer es poner una moción de censura para que gobierne un socialista. Así que por este lado, tranquilidad.  Ahora bien, a medida que se vayan acercando unas elecciones generales (yo las veo muy lejanas, Frankeintein resiste por conveniencia),  y según vengan las encuestas a lo mejor el centro-derecha tiene que decidir si quiere ser una alternativa real de Gobierno o se conforma con las gabelas de estar en la oposición, como le ocurrió al Partido Socialista tras perder a su líder histórico. También sucedía en Guadalajara hasta que la tortilla dio la vuelta por completo, y el PSOE no sólo se convertía en el partido hegemónico de la provincia sino que el PP pasaba a la tercera posición en las generales, superado por una derecha populista sin implantación en la provincia y con un candidato paraca al que no conoce nadie.  “Cosas veredes amigo Sancho  que faran fablar las piedras»,  más en estos tiempos en que  la ideología de algunos políticos se resumen en un tuit, y luego pasa lo que pasa, que les dan todo el tiempo del mundo para exponer su programa en el Congreso, y  se descubre que el candidato Abascal se descuelga con un mitin inasumible para alguien con pretensión de gobierno, que en su calentura cuestiona la esencia de la propia Unión Europea, esa misma que va a impedir que España caiga en default y vigila nuestras libertades ante cualquier tentación totalitaria, como se ha visto con la fallida reforma del Consejo General del Poder Judicial . Tuvo Abascal la oportunidad de hablar ante España y al final se creyó que todavía seguía en el mitin de Vistalegre.

Pero sí, este es el mismo partido que arrebató al PP el liderazgo de la derecha en las últimas elecciones Generales en Guadalajara, asunto que se tapó bien tapadito, porque entonces no tocaba, los congresos provinciales  se supone serán dentro de unos meses, y me razona que para entonces  defenderá  una candidatura renovada, pero de integración, que sea capaz de desarrollar las tareas del PP cara al futuro y de  recuperar electoral y socialmente la posición de liderazgo en la provincia de Guadalajara que siempre tuvo.

En eso está Echániz, que además me dejó claro que él no forma parte de  ninguna operación de sucesión de Guarinos, porque tiene otras ocupaciones junto a Casado en el Congreso, y porque “sinceramente creo que debe ser una persona de otra generación posterior a la mía”. Para tal misión cree que la cantera del PP de Guadalajara es buena y que hay muchos posibles candidatos. Yo le respondo que no veo tantos, pero le deseo que a él y a todos sus compañeros del partido Santa Lucía les conserve la vista cuando llegue ese momento, porque una derecha moderada es necesaria, con la socialdemocracia de siempre, para que España y Guadalajara no se fracturen todavía más y se busquen acuerdos trasversales en el momento más delicado desde la Transición. Él remacha que Casado está en esa línea, aunque no este PSOE de Sánchez. “El país solo avanza cuando se hacen pactos de carácter trasversal que afectan a cuestiones importantes.. Las cosas de comer, para entendernos. Son acuerdos que exigen mayorías superiores a los doscientos diputados y que solo se pueden hacer entre las dos fuerzas mayoritarias. Las pequeñas fuerzas te pueden ayudar a sacar una Ley, pero no son soporte para una legislatura”..

Lo dice el portavoz adjunto del PP en el Congreso. Y suena bien. Esto es lo que hay.

Montesquieu en la hoguera

Acabe mi último post con esta premonición al hilo de la deriva autoritaria que la pata populista del Gobierno está logrando extender sobre el ejecutivo de Sánchez: “Estos acabarán echando a la hoguera a Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, por ilustrado y liberal. Y no tardando”.    

Al día siguiente de publicar este post conocimos que los grupos Socialista y Podemos anunciaban la presentación de una proposición de Ley para cambiar el sistema de designación del órgano de Gobierno de los jueces, que a su vez es el que interviene en los nombramientos del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. Los detalles los pueden encontrar en este fino artículo del abogado Javier de Irízar, así que me limitaré a señalar que lo que se pretende con esta maniobra  es cambiar la mayoría cualificada que hoy se emplea en la elección del citado Consejo por la mayoría simple. O dicho de otra manera: que el Poder Ejecutivo pueda controlar al Poder Judicial por una mayoría similar a la empleada para aprobar los cambios en el hábitat de la grulla en los parques nacionales. Teniendo en cuenta que el gobierno del Estado es elegido en segunda vuelta por mayoría simple, aunque sea en la actual versión Frankeintein, nos encontraríamos con que, en España, una frágil mayoría parlamentaria, como la actual, podría acabar okupando los tres poderes del Estado hasta quedar recudidos a las cenizas, como nuestro aristócrata ilustrado Charles Louis de Secondat. En Europa, están preocupados hasta el punto de que la portavoz del gobierno europeo hizo algo muy poco habitual: dar un toque público al gobierno español, como hizo anteriormente con los gobiernos populistas de Polonia y Hungría, por un asunto similar. Analicen cómo diascurre nuestra evolución: de estar con González y Kohl liderando la construcción de Europa a viajar en el vagón de cola entre los gobiernos sospechosos de adulterar  sus valores democráticos, que emanan precisamente de esa separación entre los tres poderes.    

Lo que se pretende con esta maniobra  es cambiar la mayoría cualificada que hoy se emplea en la elección del citado Consejo por la mayoría simple. O dicho de otra manera: que el Poder Ejecutivo pueda controlar al Poder Judicial por una mayoría similar a la empleada para aprobar los cambios en el hábitat de la grulla en los parques nacionales.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

La prensa nacional atribuye esta atrabiliaria idea al vicepresidente Pablo Iglesias, que a su vez convenció a Sánchez de que era ésta la única forma de acabar con el bloqueo en la elección de los vocales por parte del  PP. El filibusterismo no es nuevo en este proceso de elección, y de él también participó el grupo Socialista en la etapa de Rajoy. El PP alega que no está dispuesto a dar una cuota judicial a un partido antisistema, como es Podemos; y el asunto no es baladí, porque si metemos al populismo de izquierdas en el Consejo de los jueces, ¿por qué no hacerlo con el populismo de derechas, que a fin de cuentas tiene más diputados en la actual Cámara baja? No es baladí recordar que en la mayoría de las renovaciones los nacionalistas catalanes y vascos tuvieron también su cuota judicial, junto a populares y socialistas, y ¡vaya si lo sacaron provecho! En ese sentido, Podemos y Vox no harían sino pedir el mismo trato que los nacionalistas.

Por lo tanto, el bloqueo no es fácil de resolver, ciertamente. Una solución habría sido aceptar la propuesta de Ciudadanos y permitir que fueran los propios jueces los que eligieran el consejo y acabar con las cuotas judiciales.  

Así las cosas, la única fórmula no traumática y que no nos avergüence ante las democracias europeas es volver al espíritu de la Constitución; o como escribió Javier de Irízar en este diario: “Tal vez sería el momento de tener la grandeza de elegir a personas de gran prestigio e independencia aceptadas por todos, y abandonar el sistema de cuotas, pero por desgracia no parece ser la voluntad de nadie, ahora”.

¿No habría entre los miles de juristas españoles que podrían formar parte del Consejo  una docena de ellos, reconocidos por su prestigio profesional y su independencia, que pudieran hacer este trabajo a satisfacción de todos, como nos marca la Constitución?

La respuesta es evidente, sí los hay.

Claro está, si lo que queremos es que nada cambie, que todo siga, y que entre PSOE  y PP se repartan el gobierno de los jueces, con algún nacionalista como invitado a la mesa, el Gobierno tiene un problema más grande que un queso de Padania, porque las mayorías han cambiado y en esta política frentista, que se fomenta, nadie quiere llegar a acuerdos.

¿No habría entre los miles de juristas españoles que podrían formar parte del Consejo  una docena de ellos, reconocidos por su prestigio profesional y su independencia, que pudieran hacer este trabajo a satisfacción de todos, como nos marca la Constitución?

Lo que me parece  inaceptable es que ante el bloqueo,  la solución sea recortar todavía más la independencia del poder judicial y que se convierta en un apéndice del Ejecutivo. Como se preguntaba el diputado regional de Ciudadanos por Guadalajara, Alejandro Ruiz: “Qué van a hacer los dirigentes del PSOE y Podemos cuando no tengan la mayoría?, ¿o es que piensan que van a gobernar mil años». 

Mil años, no, ni lo logró la España imperial de Felipe II o la Unión Soviética. Pero algunos menos, sí. Es lo que sucede con las dictaduras, que no están sometidas a elecciones libres ni al control de un poder judicial independiente y así pueden durar años y años, como los Castro en Cuba, el gordito ese de los cohetes en Corea del Norte, o el tal Maduro en la arruinada Venezuela, de la que se ha convertido en presidente perpetuo tras liquidar la división de poderes y privatizar su policía y el ejército.

¡Menos mal que, en España, la pandemia y esta pulsión autoritaria que anida en el Gobierno nos ha cogido integrados en Europa! ¡La que se podría haber liado, otra vez!

La única solución: volver al espíritu de la Constitución y a sus consensos trasversales, también en la elección del Consejo del Poder Judicial, y apagar la pira en cuyo poste estos nuevos inquisidores de lo “progre” han atado al barón de  Montesquieu.

Esto es lo que hay, amigos.

El sainete de Madrid

Nos habían reclamado desde la Organización Mundial de la Salud «liderazgo, medidas claras y estudiar lo que está pasando» y estas dos primadonnas contrariadas que son Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso nos montan un sainete de Jardiel que ha acabado por volver loco al personal y ridiculizar la imagen del Estado Español ante nuestros socios comunitarios, que no olvidemos son los que van a poner los 140.000 millones del ala para impulsar la nueva economía.

A estas alturas cada vez hay más españoles que hemos perdido la capacidad de indignación ante el permanente espectáculo que nos está dando la peor y más sectaria generación de políticos desde la aprobación de la Constitución de 1978, esa que algunos quieren enterrar, y vamos directamente al diván del psiquiatra a reconocerlo: «doctor, yo es que ni me enfado, solo me deprimo ante lo que veo». Porque son ellos, los sánchez y las ayusos de las 17 taifas nacionales, los que tienen la misión no solo de gestionar las sucesivas olas que vengan del coronavirus hasta que haya una vacuna efectiva, sino también sacarnos de la peor situación económica de toda la UE, a la que su mala gestión nos ha conducido. ¿No es para deprimirse?

Es de sainete: Sánchez fue avisado por numerosos juristas de que la restricción de movilidad es un derecho fundamental que solo puede ser restringido por el estado de Alarma, y con Ayuso se produjo la gran paradoja: cuando el Tribunal Superior Madrileño le dio la razón, no había posibilidad de confinamiento, al minuto tuvo que salir pidiendo a los madrileños ¡que no se fueran de puente el Fin de Semana!

¿Y cómo reacciona el pueblo soberano ante la confusión que crean nuestros gobernantes? Pues no haciéndolos caso, ni cuanto aparentemente dicen cosas que parecen sensatas. Solo hay que ver cómo están los pueblos de la provincia en este fin de semana para sospechar que todos los madrileños y oriundos que la abarrotan no pueden proceder solo de los municipios no confinados en la vecina comunidad. Han perdido la autoridad, porque como nos enseña el derecho romano: solo ostenta la auctoritas aquella personalidad o institución, que tiene capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión.

Pedro Sánchez e Iasabel Ayuso/ EFE.

Sánchez y Ayuso escenificaron, rodeados de banderas, una especie de tratado de  Brétigny, ese pacto entre reyes  para permitir una tregua de nueve años en la Guerra de los Cien Años, pero en contra de lo que sucedió entonces  con Eduardo III de Inglaterra y Juan III de Francia no estalló la paz y con ella un periodo de  reconstrucción europea. Nuestros susodichos no fueron capaces de acordar unos criterios comunes y todo han sido reproches. El señor de La Moncloa ha proclamado, él que no recomendó el uso de la mascarilla hasta que estábamos de virus hasta las orejas, que no podían quedarse «de brazos cruzados» ante la situación «preocupante» en la región; y la Princesa del castillo, ¡horror!, que tenemos un problema jurídico como un queso de bola y esto es un lío de muerte. Es de sainete: Sánchez fue avisado por numerosos juristas de que la restricción de movilidad es un derecho fundamental que solo puede ser restringido por el estado de Alarma, pero lo ignoró paladinamente; y Ayuso centró todo el debate en lo jurídico, como si estuviera en unos juegos de debate de la Facultad de Derecho, con lo que se produjo la gran paradoja: cuando el Tribunal Superior Madrileño le dio la razón, no había posibilidad de confinamiento, al minuto tuvo que salir pidiendo a los madrileños ¡que no se tomaran el puente del Pilar y se quedaran en casa! ¿Pero estos se llaman políticos? En la antigua Grecia les habrían mandado el copón con la cicuta.

Ante la falta de ese liderazgo y medidas claras que nos reclaman desde la OMS, hemos judicializado la pandemia, y eso es un fracaso de la Política. Amén de una ralentización de sus decisiones. La Sección Primera de la Sala Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Aragón ha dictaminado que no se autoriza el confinamiento perimetral en la localidad zaragozana de La Almunia de Goña Godina para frenar la expansión de la covid-19 por un argumento similar. Y los jueces se han visto obligados a puntualizar que no están diciendo -expresan en su auto- que la gravedad de la crisis no pueda justificar la adopción de esta u otra medida igualmente grave, «como tampoco tenemos motivos para cuestionar, objetivamente, la oportunidad o incluso la necesidad de la medida en un momento». Pero lo que no entienden  los miembros de la Sala es que la medida «tenga acomodo en el régimen normativo ordinario de sanidad y salud públicas al día de hoy», una «seria duda», que reconocen, les obliga a descartar la cobertura legal del confinamiento solicitado por el Ejecutivo aragonés.

Ante la falta de ese liderazgo y medidas claras que nos reclaman desde la OMS, hemos judicializado la pandemia, y eso es un fracaso de la Política. Amén de una ralentización de sus decisiones.

Eso es lo que pasa cuando los consensos mínimos, como sería actuar frente a una pandemia, decaen ante la lucha partidista y los políticos se olvidan que cualquier medida en una democracia debe estar ajustada a Derecho. ¡Pero qué nos podemos esperar de un gobierno en el que un vicepresidente populista y su entorno arremete sin piedad contra un juez tan acreditado como García-Castellón, porque le ha pedido al Supremo que se le investigue, y vea en ello ¡hasta una conspiración de la judicatura contra el Gobierno de España!

Estos acabarán echando a la hoguera a Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, por ilustrado y liberal. Y no tardando.  

Un puñetero gobierno de taifas

Una de las preguntas que Pedro Sánchez no ha podido responder es por qué España ha sido el país con peores datos sobre la pandemia en la Unión Europea, lo que a su vez ha dado lugar al peor comportamiento de su economía con unas caídas del PIB y necesidades de financiación a costa de endeudarnos para varias generaciones, como no había ocurrido desde la Guerra Civil.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está analizando los factores por los que España es el país de la Unión Europea con más contagios sin saber qué está fallando, por lo que ha vuelto a reiterar su petición de liderazgo y medidas claras. Es decir, todo lo contrario de lo que está ocurriendo en Madrid, entre Ayuso y Sánchez, que se montaron un escenario de banderitas que recordaba a las capitulaciones alemanas en Versalles y que apenas sirvió para detener las hostilidades un día.

«La pandemia ha puesto en evidencia el mal funcionamiento de las propias estructuras del Estado y su coordinación con las comunidades autónomas, algo imperdonable en un estado de configuración federal y en el que competencias esenciales han sido transferidas a las autonomías.

Se ha querido culpabilizar al modo de vida mediterráneo y al comportamiento transgresor de algunos de nuestros jóvenes con ensanchar ese escenario de transmisión, pero hay también otros países que viven en nuestra misma cultura de calle y les ha ido mucho mejor.  La directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS, la asturiana María Neira,  ha señalado que ni el comportamiento de los jóvenes ni las numerosas relaciones intrafamiliares justifican la situación de la pandemia en España. Lo que no se compadece con ser el país que tiene las medidas más restrictivas en este momento en comparación con otros países de su entorno. Y así nos advierten que todas las medidas de higiene y distanciamiento y la realización de test, también los rápidos de antígenos, solo son eficaces si hay detrás «un cerebro humano» que interprete los datos y ha incidido en que la vigilancia epidemiológica siempre tiene que tener detrás una estrategia «casi militar”.  En España, no ha habido rastreadores militares hasta la segunda oleada, y en algunas regiones como Madrid la ausencia de rastreadores civiles fue especialmente notoria.

Pero es que, además, la pandemia ha puesto en evidencia el mal funcionamiento de las propias estructuras del Estado y su coordinación con las comunidades autónomas, algo imperdonable en un estado de configuración federal y en el que las competencias esenciales han sido transferidas a las autonomías. Así hemos podido comprobar que el ministerio de Sanidad, dirigido por un educadísimo filósofo, Salvador Illa, un tipo que difícilmente te puede caer mal, por sus modales, falló en la evaluación inicial de la pandemia, pero luego evidenció carecer de las capacidades necesarias para organizar la emergencia: desde la compra de material a la evaluación de lo que se nos venía encima. Y así descubrimos que ese comité técnico dirigido por el doctor Simón estaba formado por sus escasos colaboradores del ministerio, en contra de los que demandaban todos los colegios profesionales relacionados con la Sanidad sobre la formación de un verdadero comité de expertos multidisciplinar, como se ha hecho en otros países. Aquí, lo más que hicimos fue nombrar otra secretaria de Estado.    

La pandemia nos ha cuestionado mitos como que España tiene la mejor sanidad  del mundo, espejismo que expertos como Arturo Bris ya nos lo habían advertido en abril, y así ha quedado patente que la Atención Primaria empezó a degradarse tras la crisis financiera de 2008, porque no se han dotado las plantillas de un número suficiente de médicos y enfermeras a pesar de contar con magníficas facultades.  Pues bien, ese personal cualificado que tanto nos cuesta formar, lastrado por el sistema, acaba marchándose al Reino Unido, Francia y Alemania, porque allí sí encuentran trabajo y con sueldos muy superiores.  Pero no es solo la sanidad: cuando a los ministerios de Educación o de Universidad les ha tocado liderar han demostrado su incompetencia, que no se arregla regalando títulos ni dejando pasar de curso al que no demuestra una mínima capacidad de esfuerzo; y que se pagará con el tiempo.

«Sí, España necesita una comisión técnica que averigüe no sólo lo que está ocurriendo, como le han pedido a Pedro Sánchez los científicos españoles en revistas como “Lancet”, sino también mucha autocrítica y determinación para enderezar el funcionamiento de España como Estado ante una situación pandémica o cualquier otra emergencia grave»

Felepe González en el Foro de La Toja.

Sí, España necesita una comisión técnica que averigüe no sólo lo que está ocurriendo, como le han pedido a Pedro Sánchez los científicos españoles en revistas como “Lancet”, sino también mucha autocrítica y determinación para enderezar el  funcionamiento de España como Estado ante una situación pandémica o cualquier otra emergencia grave. No estamos a la altura. Ha tenido que ser otra vez Felipe González, quien sacara los colores al que todavía le quede un poco de vergüenza y pusiera el dedo en la llaga: «El sistema de gobernanza descentralizada del Estado tiene que estar habitualmente coordinada, no solo en épocas de crisis. Se ha confundido la descentralización con centrifugación del poder». «Y esto parece un puñetero gobierno de taifas. No, esto es mi competencia hasta que me veo desbordado y entonces es tu competencia. Pónganse de acuerdo por favor que no tenemos mucho tiempo que perder».   

La mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil la tiene que gestionar un gobierno en minoría, y con un Congreso Frankeinstein al que le preocupa más Franco que el coronavirus, la autodeterminación que la determinación por acabar con el Covid, y una oposición dividida que no encuentra su sitio al sol

La pandemia ha corroborado algo que ya sospechábamos. Los mecanismos de coordinación entre Estado y Autonomías o no existen o son ineficaces, y ante las emergencias aquí cada uno libra la guerra por su cuenta, bien sea en la compra de material hasta las medidas a adoptar, como si el virus entendiera de mapas autonómicos, y cuando llega a la “frontera” de Meco se queda parado. Esto parece un puñetero gobierno de taifas, a la vista está. Esto es lo que hay, no tenemos tiempo que perder, pero los que en sus manos está actuar parecen no enterarse.

La mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil la tiene que gestionar un gobierno en minoría, y con un Congreso Frankeinstein al que le preocupa más Franco que el coronavirus, la autodeterminación que la determinación por acabar con el Covid, y una oposición dividida que no encuentra su sitio al sol.  Por no hablar de una demostración permanente de sectarismo como no la habíamos conocido igual.

Con esta tropa, señor Conde, ¡qué podía salir mal!   

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