Archive for julio, 2023

23-J: Un resultado endiablado

El resultado del 23J, esas extrañas elecciones que siguieron al 28-M por la decisión inopinada de Pedro Sánchez, nos ha dejado una victoria amarga del PP de Feijóo y una salida parlamentaria terriblemente endiablada, hasta el punto de que es muy probable que vayamos a una repetición electoral para navidades. Así, habremos pasado del verano azul y el voto desde la playa a las navidades blancas con villancicos para animar la campaña electoral. Una alegría indescriptible, por tanto.

Vayamos por partes. ¿Qué pensarán en Europa si la clave de bóveda de una investidura de Sánchez es un tipo, Carles Puigdemont, que está reclamado por la Justicia española por haber intentado dar un golpe de estado? No quiero ni pensarlo, por no hablar de un presidente rotatorio de la UE que va a ser un presidente en funciones, sin ninguna garantía de que vuelva a ser elegido.

Esto es lo que han dejado los electores a nuestros principales partidos:

Feijóo y Vox.- El PP ha ganado las elecciones, a pesar de una mala campaña electoral, pero es una victoria amarga porque se esperaba un resultado en torno a los 150 escaños, que restarían poder negociador a Vox y que todavía los sondeos realizados en la jornada de reflexión (no eran israelitas a pie de urna) así lo pronosticaban. El PP de Feijóo ha ganado 47 escaños y 3 millones de votos sobre el PP de Pablo Casado, y así lo ponía en valor el presidente popular esta noche desde el balcón de Génova, mientras que un grupo de militantes del partido gritaban “Ayuso, Ayuso”. Feijóo seguro que tomó nota y ya sabe que no va a tener una segunda oportunidad, si no logra formar gobierno y hay repetición de elecciones en diciembre y no las gana. La sombra de Ayuso, de rojo pasión esta noche, es alargada. Feijóo tenía motivos para estar moderadamente satisfecho y ya nos avanzó que como candidato con más escaños intentará formar gobierno para lo que iniciará un diálogo con el PSOE. Le ha pedido a Sánchez que no lo bloquee porque sería la primera vez que un candidato que es el más votado no consigue formar gobierno. Pero él sabe que con Sánchez enfrente antes pactará con el diablo que con el PP, porque a fin de cuentas eso es el sanchismo. La España del constitucionalismo, la que nos ha traído un mayor nivel de prosperidad, con la desmemoria ya no vende o vende menos. Feijóo puede aspirar en una futura investidura  a recibir los votos de los diputados del PP, Vox (no será fácil), Coalición Canaria (el PP da soporte al gobierno canario) y los navarros UPN, pero entre todos solo llegan a 171, por lo que les faltarían 5 para la mayoría absoluta.  Cualquier diálogo con el PNV estando Vox de por medio está condenado al fracaso.

Sánchez y el PSOE.- El sanchismo ha sobrevivido, esa es la noticia, porque la izquierda no le ha pasado factura por sus coaliciones Frankenstein y sus cambios de opinión, como él dice: sus «rectificaciones». El PSOE gana 2 escaños, se queda en 122, y a buen seguro que empezará a negociar un Frankestein 2.0 más complicado que el primero.  PSOE y Sumar solo suman 153 escaños, a años luz de la mayoría absoluta, que es 176, por lo que a buen seguro que comenzará negociando con los soberanistas de ERC, Bildu y el PNV, que le pedirán un paso adelante en el reconocimiento de la autodeterminación para el País Vasco y Cataluña y la amnistía para los políticos del 1-0, lo que no es posible sin saltarse a la torera la Constitución. Pero Sánchez les intentará enredar con las mesas de negociación y los referendums consultivos; y puede que los acabe convenciendo ante la amenaza de una investidura de Feijóo con Abascal. Aun así, entre todos los citados, más el BNG gallego, solo llegarían a 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta. Y ahí llegamos al esperpento: las cuentas no le salen a Sánchez si no mete en el fregado al partido del fugado Puigdemont, con lo que cualquier pacto requeriría de un proceso de blanqueo, aunque el fugado a Waterloo ya lo ha advertido: no haremos presidente a Sánchez por nada, por lo que la cosa se pone complicada porque ningún presidente puede poner por escrito algo que no está en su mano, sino en la Constitución española, que todavía no ha sido derogada y atribuye la soberanía al conjunto del pueblo español. Sánchez tendría la posibilidad de iniciar un diálogo a la alemana con Feijóo, pero no está en sus genes. En Ferraz le gritaban “No pasarán”, como si fuera Largo Caballero, refiriéndose al “bloque involucionista”, como Sánchez llamó a PP y Vox, así que esta película ya le hemos visto con el “no es no” de protagonista. “Somos muchos los que queremos que España siga avanzando”, gritó ante su militancia, y todo hace suponer que entre ellos estarán Bildu, ERC y el PNV, pero no tanto Feijóo. Me gustó que en la calle de Ferraz se vieran algunas banderas españolas, lo que no es frecuente en los mítines de Sánchez, pero este demostró poco estilo democrático al no felicitar a Feijóo por su triunfo electoral. Al menos no gritó “Ayuso, Ayuso”.  

Cataluña ha salvado a Sánchez del estropicio que le auguraban los sondeos, por mor de un PSC que allí ocupa un espacio político que se confunde con el nacionalismo y al que incluso le ha robado más de un voto.

Vox y Abascal.- El partido ultranacionalista de la derecha radical sacó 33 escaños, 19 menos que en 2019 y en todos los pactos es irrelevante o tóxico. Se puede decir que ha cedido en torno al 35% de un electorado que Feijóo lo ha devuelto al PP, aunque tampoco se puede despreciarlos, como hacen algunos, porque todavía conserva más de 3 millones de votos  y 33 escaños. Un suelo muy sólido. Abascal encendió a la concurrencia en esta noche electoral advirtiéndonos de una segunda investidura de Sánchez apoyado en el “comunismo, el separatismo golpista y el terrorismo” y felicitó irónicamente a Feijóo porque ahora podrá pactar con el PSOE, que “es lo que siempre ha querido”. Abascal concluyó con la épica que tanto le gusta: “estamos preparados para resistir y para una repetición electoral”. Que será lo más probable.

Sumar y Yolanda restan.- La comparecencia de la lideresa de Sumar, acompañada de la jefa orgánica de Podemos, Ione Belarra, pareció la del partido que había ganado las elecciones por mayoría absoluta. Tal fue el festejo y la algarabía que se vivió. Pero cuando esta mañana despierte Yolanda y vea los resultados, comprobará que Sumar no solo no ha sumado sino que resta. En 2019 Podemos y sus confluencias llegaron a los 38 diputados, ahora la formación neocomunista, liderada por Yolanda Díaz, se ha quedado en 31. No da para tanta fiesta.

Vamos a tener un verano movidito, al que seguirá un otoño oscuro y en el que muchos se seguirán mesando los cabellos por la ley electoral que tenemos, que alienta el poder de los extremos, y permite que un prófugo de la justicia se pueda convertir en el eje de la gobernabilidad en España, el país que quiere destruir. Pero esto es lo que hay.

EN GUADALAJARA SE HA  REPETIDO  EL 1-1-1, es decir, un reparto de los tres diputados entre PP, PSOE y Vox, que hace tres meses era el resultado que me parecía más probable, aunque viendo el impulso que cogió el PP, ahora lo puedo calificar de sorprendente. Los populares han tenido un gran avance, pues han sumado 20.545 votos más que en 2019, han desecho el sorpasso que les hizo Vox y han recuperado con creces la condición de partido más votado en la provincia, pero todavía le han faltado 2.975 votos para recuperar ese segundo escaño. El PSOE ha sumado 5.017 votos más que en 2019, lo que no parecía una tarea fácil, y ha tenido mejor resultado en los pueblos pequeños que en los grandes.

En la capital, el PP vuelve a ser el más votado, con cerca del 40%, casi 3.000 votos más que el PSOE, una gran mejora sobre las municipales. En la industrial Azuqueca, la «derecha involucionista» en palabras de Sánchez, ha sacado más votos que la izquierda del «progreso y el avance». Para analizar con detalle. En Sigüenza, el PP es la primera fuerza, después de caer por mayoría absoluta en las municipales. Caso distinto a Molina de Aragón, donde el PSOE confirma su resultado en las municipales y en el Señorío en general. Vox, después de una semana horribilis, y con un mal candidato en Guadalajara, ha sumado casi 27.000 votos en esta provincia, rozando el 20% de los sufragios, que el PP no ha logrado atraer a posiciones más moderadas, un porcentaje demasiado alto como para despreciarlo. Sumar apenas suma el 9%, un porcentaje muy pobre, y que además deja una crisis en Podemos Guadalajara, cuyos dirigentes han tomado las de Villadiego.            

Un gobierno que se tambalea (para empezar)

El transfuguismo es uno de los defectos nunca resuelto en la democracia española por su sistema electoral. En la misma Guadalajara hemos tenido sonoros casos, entre los que recuerdo -aunque hay muchos más- la fuga de un concejal del Centro Democrático y Social (CDS), Paco Sáez,  y que posibilitó el fracaso de la moción de censura que encabezó José María Bris en el Ayuntamiento de Guadalajara; está el caso Planelles que se fue de un PSOE en crisis y pactó con el PP, y luego fracasó cuando se presentó como independiente; o el lío que se formó en Diputación cuando casi medio grupo Popular terminó fuera de ese partido por una discusión sobre quién debería ser el portavoz en la Casa Palacio. Sabemos por tanto del efecto nocivo del transfuguismo sobre nuestras instituciones, pero lo que no había visto hasta ahora, después de más de cuarenta años de profesión, es la tipología del tránsfuga sobrevenido, que incluso antes de tomar posesión ya te está advirtiendo que puede acabar en el grupo de no adscritos, por discrepancias con la dirección de su partido, como sucede con la edil de Vox, Eva Henche. Esta mujer, ha reconocido en declaraciones a Efe que ya se lo ha trasladado al Comité Ejecutivo Provincial de Vox y que esta decisión se tomará en función de lo que la contesten y se tomen las medidas oportunas contra el “enchufismo y la asignación de asientos”. Porque ella lleva mucho tiempo en Vox trabajando por unos valores sin cobrar un duro, para que ahora vengan otros a repartirse asientos. El asunto tiene mala pinta – y pasa a menudo con los partidos nuevos-, porque ya el presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, advirtió que el partido no aceptará “chantajes” de la edil y la conminó a no secuestrar la voluntad de sus votantes. Tiene razón Abascal en este segundo reproche, Eva Henche si llega a ser concejal de Guadalajara es porque fue en una lista cerrada de Vox, no por méritos propios. Pero Abascal también sabe, y yo así se lo traslado a mis lectores, que hay suficiente jurisprudencia en los tribunales como para que la susodicha pueda tomar posesión efectiva de su asiento y de su condición de concejal, por mucho que este partido pueda luego recurrirlo en los tribunales. Que lo hará.

Por de pronto, es legítimo preguntarse: ¿Está en peligro la mayoría absoluta de PP y Vox en el Ayuntamiento de Guadalajara? Y la consiguiente respuesta es que sí lo está, porque una concejal no adscrita, por mucho que no represente a nadie, en una corporación de 25 escaños, con 12 en poder de la oposición de izquierdas, se convertiría en el fiel de la balanza y en la edil de oro con el que el equipo de Gobierno no tendría más remedio que pactar los presupuestos y la política esencial de la legislatura. Es decir, tendría un poder de decisión superior a cualquier otro concejal y pondría en entredicho el primer argumento para defender que no gobierne la lista más votada. Que es la estabilidad que facilita un gobierno PP y Vox, porque ha perdido al edil que abrocha esa mayoría absoluta. Por no hablar de que durante la legislatura estaría sobrevolando ante cualquier crisis la moción de censura, sencillamente porque dan los números. Otra cosa es que si Rubalcaba bautizó como pacto Frankenstein a las alianzas que formó Pedro Sánchez para llegar al Gobierno, con la moción de censura contra Rajoy, aquí estaríamos ante un Frankenstein al cubo, porque incluiría una edil ultraconservadora fugada de Vox, 11 concejales del PSOE supuestamente socialdemócratas y 1 edil de un grupo municipalista de izquierda que milita en el hemisferio woke y con ideas lo más opuestas al ideario de Vox que se puede despachar. La deriva anunciada por la concejala nos llevaría a un escenario apasionante para los periodistas, pero reconozco que sería un descalzaperros para el Ayuntamiento de Guadalajara, porque necesitaría pactar los asuntos de cada pleno con la edil tránsfuga o exponerse a no sacar su programa adelante, lo que acabarían pagando en las urnas.  

Guarinos y Toquero muestran el acuerdo al que llegaron PP y Vox para gobernar Guadalajara y del que amenaza con bajarse una futura edil de Vox./Archivo

Por tanto, tiene motivos Ana Guarinos de estar inquieta, porque su gobierno recién estrenado ya se tambalea y tiene una multiconcejalía asignada a Vox, vacante, después de la dimisión no explicada de María del Sagrario Muñoz, con una retahíla de competencias sin responsable político, apunten: Familia y Servicios Sociales; Infancia y centros de atención a la Infancia; adolescencia; mayores; migraciones; diversidad funcional y asuntos con las Confesiones Religiosas. El asunto no puede ser más enrevesado, incluso para una alcaldesa tan veterana como Ana Guarinos: ¿cómo va a dar responsabilidades a una nueva edil, si esta va por libre, porque no forma parte de los partidos que componen el pacto de su investidura? Imposible de los imposibles.       

Imagino cómo debió sentirse el sábado Santiago Abascal en Guadalajara cuando vino para pedir el voto por ese tercer diputado que su partido se está disputando con el PP, que solo tiene asegurado 1, como el PSOE, y se encontró metido en este incendio. No me gustaría haber estado a su lado. Y la media sonrisa que dibujó Feijóo cuando el domingo vino a Guadalajara a enseñar que es necesario pasar de los juegos adolescentes a la política para adultos. Aunque dé menos titulares.

P.D. Esta semana horribilis de Vox en Guadalajara se inicia cuando se rubrican y publican -¡en medio de una campaña electoral, qué ocurrencias¡-los nombramientos del equipo de asesores que tendrá el equipo de Gobierno. Es un trago ante la opinión pública por el que pasan todos los equipos de Gobierno, porque es personal de confianza que dicen necesitar para que funcione su maquinaria, pero que en elecciones es munición de grueso calibre, si va acompañado de polémica interna. Fernando Toquero era uno de estos asesores. Conozco a Fernando, es un hombre de la cultura en todas sus ramas, experto en comunicación cultural, con titulaciones suficientes en el mundo del diseño y la creatividad, además de ello es una gran persona y un tipo honesto, y podría certificar ante cualquiera, como jefe suyo que fui, que es un profesional perfectamente idóneo para ocupar un puesto de coordinador de la concejalía de Cultura. Solo hay un caso en que esa idoneidad no se cumpliría, a mi juicio: si ese nombramiento se hiciera por iniciativa de un hermano suyo. Quiero también comprender a ese hermano que quiere tener a su lado a un tipo competente, que le va a resolver los problemas sin crearle ninguno, que lleva a Guadalajara en el corazón, pero por ser nuevos les digo que en política no se puede regalar la trompeta al pregonero. Y en eso hay que seguir el dicho romano que se adjudicó a la mujer del César. Entiendo por tanto la renuncia, que ayudará a  rebajar la tensión interna en Vox,  aunque en el mandato anterior también hubo hermanos asesorando a tenientes de alcalde, y que milagrosamente han sobrevivido a la extinción de los dinosaurios. Pero esto es lo que hay.    

Feijóo sale impulsado por el debate

En La Moncloa se esperaba con mucho interés el resultado del debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, y no dudaban de que podía ser el impulso para la remontada del presidente. Confiaban en las buenas maneras de Sánchez, que se había manejado bien en los cara a cara celebrados en el Senado, pero olvidaron que en ellos el presidente jugó con ventaja porque tenía tiempo ilimitado para exponer frente al tiempo tasado del senador Feijóo.

Por ello, vimos a un Sánchez que salió al debate muy confiado en su superioridad, como si el Estudiantes jugara ante un equipo de pueblo, y se le notó con el desdén que trató al adversario desde el minuto 1. Su táctica era interrumpirle continuamente diciendo que los datos económicos de Feijóo eran mentira, sin más, pero sin precisar en qué estaba mintiendo. En realidad, se trataba de datos macroecómicos, que son interpretables dependiendo de cómo los cojas, y me estoy refiriendo al empleo, el PIB, al crecimiento económico o al aumento del déficit y la deuda, que Sánchez achacó a la guerra de Ucrania o al gasto extra durante la pandemia.

Feijóo en su última visita a Guadalajara junto con el cabeza de lista, Antonio Román.

Feijóo pronto se dio cuenta de que las intervenciones explicativas con Sánchez no son posibles, por las interrupciones, y aceptó bajar al barro y jugar el partido en el terreno  que le proponía el presidente del Gobierno.  Y ahí es donde sorprendió incluso a los suyos, porque se fajó bien en el cuerpo a cuerpo, aunque el presidente le dio muchas facilidades. Se hablara de lo que se hablara, Sánchez empleaba como único argumento que el PP es lo mismo que Vox, con lo que el gallego ejercía como tal, se iba por las ramas sobre su relación postelectoral  con la derecha extrema, pero acababa recordando a Sánchez que él no está en condiciones de dar lecciones a nadie después de haber pactado con Podemos -que antes le quitaban el sueño- los independentistas del 1-0 o los filoetarras de Bildu. Estos últimos le acabaron de poner una piedra al cuello cuando esa misma tarde, en un mitin conjunto celebrado por ERC y Bildu, sus líderes presumieron de todo lo que le habían sacado a Sánchez y desafiantes, avanzaban que redoblarían la apuesta. Sánchez estuvo torpe al tratar a Feijóo como si fuera Abascal; y en cuestiones que son delicadas para el candidato del PP, por las tesis inaceptables  de Vox en materia de violencia de género, sobre las que no puede transigir, el ex presidente de la Junta de Galicia demostró  sus tablas finalizando el debate con la ley del Sí es Sí y su reguero de violadores y maltratadores excarcelados.

El ”aspirante”, ya metido en su papel presidencial que le dejaba Sánchez con su retórica, tuvo un golpe de efecto al poner sobre la mesa un pacto para que gobernara la lista más votada, que Sánchez no aceptó aludiendo a que eso no va a ocurrir en Extremadura.  “Si no quiere que gobiernen los extremos, ahí tiene usted su oportunidad”, le espetó. Muchos sabemos que la solución de que gobierne la lista más votada se queda solo a medias, porque no garantiza la gobernabilidad del Ejecutivo al que se elige, pero ante la cantinela de Sánchez con que Vox no puede entrar en los gobiernos, fue una imagen eficaz y que descompuso a su adversario.

En términos políticos, de ideas y propuestas, el debate constituyó un soberano fracaso, porque se tendió al espectáculo y a la bronca, por las constantes interrupciones, pero es lo que tiene esta política actual, que simplifica cualquier idea a golpe de tuit hasta convertirla en estúpida. Tal es así, que se dejaron temas básicos sin tocar como son la digitalización, la influencia de la inteligencia artificial en el mercado laboral, la forma de afrontar el cambio climático sin que Europa se arruine, o la política energética de España y cómo se podría alargar la vida de las nucleares por la sobredependencia del gas ruso.  Ese fue el fracaso de un debate, que sospecho no habrá movido mucho (veremos los trackings desde mañana) el sentido de voto de los televidentes, y que es obvio que ha impulsado a Feijóo, porque era el favorito de todos los sondeos electorales menos el que cocina Tezanos. La obsesión de Sánchez por meter a Vox en todas las salsas, incluso le habrá venido muy bien a Feijóo para captar el voto útil en provincias como Guadalajara, y eso se lo habría advertido Iván Redondo si Sánchez no lo hubiera echado, inopinadamente, mientras no ha tenido problemas en mantener a ministros y ministras que han acreditado su torpeza e inutilidad para el ejercicio del cargo. Con Iván Redondo no habría acabado Sánchez hablando del Falcón y Txapote.

Esto es lo que hay.  Feijóo se destaca, pero necesita mucho impulso para asegurar un gobierno estable, sin que Abascal le exija la vicepresidencia.  Y como España no es Alenania, hasta podrían repertirse las elecciones. Como en Murcia.  

Sorpresa en Guadalajara con Tezanos

En mi último post escribía que, salvo sorpresa, en Guadalajara el 1-1-1 de las elecciones de 2019 estaba esculpido en mármol. Decía también que lo previsible es que el PP revirtiera el sorpasso de Vox en 2019, y que esta vez fuera el partido más votado, incluso por encima del PSOE. Pero todo ello no sería suficiente como para alterar el reparto de escaños.

Pues bien, ahora nos sale Tezanos con su macroencuesta y con un reparto de escaños como en los mejores tiempos del Partido Popular cuando tenía tan garantizado el segundo escaño, que lo reservaban a algún paracaidista de Génova, como hace ahora Vox con su candidato López Maraver. A favor del pronóstico de Tezanos juega que cuando el PP ha gobernado en España, en Guadalajara ha sumado 2 escaños; siempre. En su contra, lo que yo valoré en mi post de la semana anterior: que para que ello sea posible, el PP debería doblar en votos a Vox, y así adjudicarse el segundo escaño en lugar del candidato de Abascal. Teniendo en cuenta que Vox reunió el 15% en las últimas elecciones municipales en Guadalajara, me parecía muy complicado, pero por lo que estamos viendo, si el PP sigue beneficiándose del voto útil no es descabellado que Tezanos acabe acertando. En favor del PP está, además, que ha presentado al mejor candidato posible, Antonio Román, que además es el de mayor grado de conocimiento, mientras que Vox nos manda a un paracaidista que ha demostrado en los últimos cuatro años que no merece ser diputado por Guadalajara.

No me sorprenden, en cambio, los pronósticos del CIS sobre el conjunto de Castilla-La Mancha. En una comunidad donde el PSOE ganó claramente las Autonómicas con el 44% y 122.345 votos de diferencia con el PP, apenas un mes y medio después, la encuesta del socialista Tezanos nos dice que, ahora, ganará el PP con 3 escaños de diferencia sobre el PSOE, lo que de haber sucedido el 25 de junio le habría dado a Paco Núñez la mayoría absoluta. ¿La diferencia?  Que entonces el candidato era Emiliano García-Page, que no suscita rechazo entre el electorado moderado, como le sucedía a Pepe Bono, y que ahora es Pedro Sánchez, el candidato menos trasversal que ha tenido nunca el PSOE desde Largo Caballero.

La encuesta de Tezanos le da impulso a Sánchez, pues rechaza una posibilidad que le están dando los sondeos privados que publican los medios de comunicación, como es que Feijóo podría completar su mayoría (176 escaños) con la derecha populista de Abascal. Pero este sondeo de Tezanos tiene truco, pues da una horquilla de escaños tan grande que es difícil  no equivocarse, pero no nos dice cuál es porcentaje de voto directo en el reparto de escaños por provincias, y sobrevalora la potencialidad de Sumar con 45-50 escaños, más del doble de lo que sacaría Podemos en solitario. A mí no me acaba de encajar, aunque sí es cierto que contempla un factor que podría dar a Sumar un paquete de escaños extras. Por esta y otras encuestas, Vox podría perder su condición de tercer partido en beneficio de Sumar y ya sabemos que cualquier porcentaje por debajo del 12 o 13% conlleva una notoria penalización con la ley  D’Hont. En 2019, Vox fue la tercera fuerza con el 15%  y el escaño le salió a 70.000 votos de media. A Unidas Podemos, cuarta fuerza con un 12,8%, le salió por una media de 88.5000 votos. Con poco más de medio millón de votos entre Vox y Podemos, la derecha extrema sacó 52 escaños frente a los 35 de los neocomunistas.

Esto es lo que hay cuando la campaña electoral arranca esta noche. Feijóo es el favorito, pero Sánchez y sus variopintos socios de legislatura no dan la batalla por perdida.

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