Archive for septiembre, 2020

¿Un paso más de un camino hacia la ruptura?

España ha conocido un paso más de ese camino diseñado por el Gobierno y sus socios parlamentarios, que nos lleva directamente a la ruptura con el régimen de 1978, y con unos valores de moderación, tolerancia y reconciliación inspirados en la Transición, superadora de esas dos Españas cainitas y cerriles que nos dibujó Machado.  

Por primera vez desde que la entrega de despachos a los nuevos jueces se celebra en Barcelona, el Rey de España no ha podido presidir a la ceremonia por orden del Gobierno, desencadenando un gratuito enfrentamiento con el poder judicial. El presidente del Constitucional rehusó su presencia (confirmada); y luego, el del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, tuvo la necesidad de recordar que la presencia del rey “va más allá de lo protocolario y adquiere una enorme dimensión constitucional y política”. El malestar se trasladó a todos los rincones del Estado, y así, en Castilla-La Mancha, el presidente de su Tribunal Superior, Vicente Rouco, manifestó su “decepción y preocupación” al subrayar que el papel del monarca, que «es un símbolo de la separación de poderes», y quien simboliza la unidad del Estado» y arbitra y modera el funcionamiento regular de sus instituciones». Hubo respuestas contundentes del socialismo presanchista, como la del presidente de  Aragón, Javier Lambán: “Manifiesto mi apoyo total a la Constitución y en consecuencia  a su expresión máxima, el Rey Don Felipe VI. Desestabilizar la monarquía constitucional es desestabilizar irresponsablemente la Constitución”. Otros más complacientes como García-Page intentaron buscar las inexplicables por inexplicadas razones del Gobierno: ha tenido como intención «proteger la figura de la Casa Real en un momento muy vertiginoso». Y fue la deslumbrante portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra,  quien hizo el resumen perfecto al acusar de “sobredimensionar” la ausencia del Rey en ese acto de entrega, que concluyó con el revolucionario grito de “Viva el Rey”, lanzado sorpresivamente por un vocal del Consejo del Poder Judicial y contestado por gran parte de la concurrencia. Viva que aterrorizó al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, cuyo comentario al respecto fue cazado por un micrófono abierto: “Se han pasado tres montañas”. Parafraseando a Lastra: ¡Pero qué mas da que el rey vaya a Barcelona o deje de ir, si el modelo al que (provisionalmente) vamos es el de un rey florero portátil  que se puede trasladar sin problemas de un sitio a otro, evitando siempre que moleste, como lo ha descrito Juan Manuel de Prada.

¡Pero qué mas da que el rey vaya a Barcelona o deje de ir, si el modelo al que (provisionalmente) vamos es el de un rey florero portátil  que se puede trasladar sin problemas de un sitio a otro, evitando siempre que moleste, como lo ha descrito Juan Manuel de Prada.«

Page saludando al Rey en un acto en Toledo.

No se ha dado una explicación oficial al veto del Rey por el Gobierno, porque era impolítico descubrir la verdad: que con ello se estaba preparando el camino de los Presupuestos en una reeditada alianza Frankeinstein con los indepes catalanes y a los que se han sumado los filoetarras de Bildu para completar la fiesta. Y en ella, claro, no está invitado el Rey, porque constitucionalmente encarna la representación máxima del Estado y de la unidad de España.  No es por lo tanto baladí el vacío hacia un Rey cuyas funciones van más allá de lo protocolario, como los independentistas catalanes tuvieron ocasión de comprobar el 3 de octubre de 2017, al salir por televisión a defender  el orden constitucional que los, ahora, aliados de Sánchez e Iglesias querían quebrar. Por eso, el Rey molesta tanto: porque sí es un obstáculo para avanzar en el nuevo proceso constituyente que ha iniciado este gobierno. En el caso de Podemos, como se ha encargado de recordar hace unos días, hacia una república confederal en la que se reconozca la autodeterminación; y en lo tocante a Pedro Sánchez, el asunto es menos prosaico y solo tiene que ver a su mantenimiento en el poder por encima de otra consideración metafísica.

España ha presentado los peores números en Europa en la gestión de la pandemia, lo que ha llevado a un hundimiento de nuestra economía sin parangón en la UE. Pero en lugar de ponernos a ver cómo podemos salir de esta ruina de la manera menos mala, al Gobierno no se le ocurre otra cosa que provocar una crisis entre poderes del Estado y al ministro Garzón culpar de ello al Rey e imputarle que no está siendo neutral cuando el pobre no ha dicho ni Pamplona. Solo pretendía entregar unos despachos, como ha hecho siempre, en la segunda ciudad de España.

Sánchez lo sabe, y es su fuerza, que ninguna operación parlamentaria se puede hacer en contra de él, pero también que necesita socios para proseguir la legislatura, porque no puede estar eternamente con los presupuestos de Montoro, a quien ya debería haber condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica (con perdón). Para lograrlo tiene dos opciones: reeditar la mayoría Frankeinstein que le aupó al Gobierno aliado con los soberanistas; o buscar el apoyo del PNV y Ciudadanos, en contra de la opinión de la bancada comunista del gobierno. En este sentido, la estrategia de Inés Arrimadas de aceptar negociar un posible acuerdo con un Gobierno tan distinto y distante de los principios liberales como éste, no es desde luego una cobarde traición: porque se necesita tener mucho coraje para aguantar las tarascadas que Iglesias le tira todos los días para que vuelva a la foto de Colón. Desactivado aritméticamente el centro-derecha por la división entre PP y Vox, cualquier alternativa constitucionalista a una mayoría rupturista que diera soporte al gobierno pasa por Arrimadas. A algunos les podrá gustar más o menos la operación, pero es lo único que se despacha con el parlamento actual. Aunque sea una misión (casi) imposible, porque según sostiene Albert Rivera en el libro que acaba de publicar, la estrategia de Sánchez en 2019 nunca pasó por el pacto de Ciudadanos y desde el minuto 1 tuvo la decisión de ir a una repetición electoral en lugar de pactar un gobierno con los centristas.  El error estratégico de Rivera fue no visualizar esa situación, y acudir a las elecciones como el hombre que impidió un gobierno de centro-izquierda, que era el más reclamado en las encuestas. Y lo pagó caro. Por ello Arrimadas debe poner las cartas sobre la mesa: Es Sánchez el que debe decidir si se apaña con el camino que marca la Constitución vigente, que concede al pueblo español la soberanía, o inicia otro de ruptura como le reclamarán sus asociados y en el que el rey es solamente ese florero de llevar y traer hasta que le sustituyan por un presidente de la República. Cuando se pueda. Como la independencia de Cataluña y País Vasco.

“Arrimadas debe jugar y poner las cartas sobre la mesa: Es Sánchez el que debe decidir si se apaña con el camino que marca la Constitución vigente, que concede al pueblo español la soberanía, o inicia otro de ruptura como le reclamarán sus asociados y en el que el rey es solamente ese florero de llevar y traer hasta que le sustituyan por un presidente de la República. Cuando se pueda. Como la independencia de Cataluña y País Vasco«

Esto es lo que hay. España ha presentado los peores números en Europa en la gestión de la pandemia, lo que ha llevado a un hundimiento de nuestra economía sin parangón en la UE. Pero en lugar de ponernos a ver cómo podemos salir de esta ruina de la manera menos mala, al Gobierno no se le ocurre otra cosa que provocar una crisis entre poderes del Estado y al ministro Garzón culpar de ello al Rey e imputarle que no está siendo neutral cuando el pobre no ha dicho ni Pamplona. Únicamente pretendía entregar unos despachos, como ha hecho siempre, en la segunda ciudad de España.

A Sánchez le toca retratarse sobre cuáles son sus verdaderas intenciones, y para ello la estrategia que está siguiendo Ciudadanos es la única posible al no existir en España una cultura de pacto entre las dos fuerzas mayoritarias.  A Arrimadas le estoy pidiendo que se meriende un sapo, pero esto es lo que hay. No se me ocurre otro camino que no nos conduzca a la liquidación de la etapa mas próspera y libre de España como nación. Y ahí puede estar el motivo para los que aspiran a desmantelarla en un proceso de ruptura. Primero hay que dejarla hecha unos zorros.      

La clave está en el Ferial

El Ayuntamiento de Guadalajara ha difundido los resultados de la encuesta sobre las Ferias coincidiendo con la reunión de lo que se ha llamado «Mesa por el Nuevo Modelo de Ferias y Fiestas de Guadalajara», que se supone saldrá de todo este proceso. Personalmente tuve ocasión de participar, como representante de la Asociación de la Prensa, en mesas similares, aunque con nombre menos pomposo y con resultados discretos. Cada uno daba su opinión sobre los que se podría mejorar del programa, pero nos atascábamos inevitablemente cuando había que abordar el asunto del Ferial, los locales y verbenas de peñas y los horarios fuera del fin de semana, ya que en Guadalajara hay una inmensa mayoría que trabaja en Ferias y tampoco se puede estar con el “carrito del helado” (ahora habría que hablar del pesado reggaetón) hasta que llegue el alba. Si por los representantes vecinales fuera, las peñas acabarían montando sus verbenas en el monte del Sotillo, y de hacer solo caso a los peñistas tendríamos verbenas sin limitaciones en cada plaza del casco urbano. Por ello, de esas mesas se sacaba poco en limpio y al final era el Ayuntamiento el que tenía que decidir, que para eso es el único a quien votamos.

«Las conclusiones de la encuesta nacen demasiado segmentadas y se centran fundamentalmente entre la población que tiene entre 19-45 años, que acaparan el 83,05 % de las respuestas; son por tanto las capas más jóvenes de la ciudad, quienes por edad están más cerca de las peñas y de la fiesta en la calle, y ello favorece que mayoritariamente quieran que ese nuevo modelo vuelva a su orígenes con peñas y verbenas dentro de la ciudad».

El actual equipo de Gobierno entró pegando fuerte al actual modelo de Ferias, que en gran medida responde con las lógicas variaciones al que se estrenó en 1979 con la alcaldía de Javier de Irízar (peñas, encierros y fiesta en la calle), y esperamos expectantes a saber qué entienden ellos por un “nuevo modelo”. Para ayudar a su construcción han realizado una encuesta on line y presencial entre el vecindario, y la primera conclusión es que han participado válidamente en ella  2.125 empadronados, es decir, el 2,4% del censo municipal. Un universo pequeño para una ciudad de 85.871 habitantes, aunque particularmente no me extraña. Vivimos una sociedad poco vertebrada y nos cuesta mucho cualquier participación más allá de un “me gusta” en las redes sociales. Más me preocupa en cambio que las conclusiones de la encuesta nacen demasiado segmentadas y se centran fundamentalmente entre la población que tiene entre 19-45 años, que acaparan el 83,05 % de las respuestas; son por tanto las capas más jóvenes de la ciudad, quienes por edad están más cerca de las peñas y de la fiesta en la calle, y ello favorece que mayoritariamente quieran que ese nuevo modelo vuelva a su orígenes con peñas y verbenas dentro de la ciudad.

Hay una opinión mayoritaria, y bastante fundada, de que las Ferias de los últimos años han ido degenerando por la desvinculación entre esos dos emplazamientos en que ahora  se celebran, pero el Ayuntamiento deberá jugar un complicado equilibrio entre los jóvenes, que reclaman unas Ferias más animadas en la calle, con esa otra población de 46 años en adelante, que apenas ha participado en la encuesta (sólo el 16,91%), porque seguramente las Ferias sean la última de sus preocupaciones y lo que para unos es animación para otros es alboroto. En fin, lo que ha venido pasando desde 1979.

Por todo ello, la principal conclusión de la encuesta no deja de ser un túnel del tiempo hasta el modelo de fiestas anterior a la construcción del nuevo Ferial en la alcaldía de José María Bris, después de que su mantenimiento en la calle del Ferial, en pleno centro de la Guadalajara sur, hubiera provocado constantes conflictos con los vecinos. ¿Cuál sería la respuesta vecinal, ahora, si volvieran a concentrase dentro de la ciudad las veinte peñas oficiales, y las decenas que van por libre, como se postula mayoritariamente en la encuesta de marras?

El Ayuntamiento tiene dos soluciones, si quiere de verdad un nuevo modelo. Una es la ampliación del actual recinto, para que hubiera sitio para todo el mundo y se pudieran celebrar allí los conciertos y no tener que seguir machacando todos los años las pistas de la Fuente de la Niña. ¿Es posible esa solución y dinero para ello, con la colaboración de la Junta? Para eso están los técnicos. Y la iniciativa de los buenos políticos.

Por ahí no puede ir la solución si lo que pretende este Equipo de Gobierno, como dice su edil de Festejos, es “un modelo de consenso que ponga fin a la polémica”. Al reves: se recrudecería. Por todo ello, porque en la creación de cualquier nuevo modelo no hay soluciones milagrosas, porque cada  vecino tiene su propio modelo de fiestas, al Ayuntamiento le toca ser pragmático y favorecer el que moleste lo menos posible, porque al cien por cien no acertará con ninguno.

En ese sentido, la clave para poder progresar en un modelo de futuro, y no sólo limitarse a maquillar el actual, está en el recinto Ferial.  Como dicen casi unánimemente los encuestados, el recinto actual se ha quedado pequeño y no tiene espacio suficiente para las atracciones mecánicas, bares, peñas y actuaciones musicales.    

Pues bien, si esto es así el Ayuntamiento tiene dos soluciones, si quiere de verdad un nuevo modelo. Una es la ampliación del actual recinto, para que hubiera sitio para todo el mundo y se pudieran celebrar allí los conciertos y no tener que seguir machacando todos los años las pistas de la Fuente de la Niña. ¿Es posible esa solución y dinero para ello, con la colaboración de la Junta? Para eso están los técnicos. Y los políticos.

Si el informe y la disponibilidad de los terrenos circundantes comprometiera esta ampliación, al Ayuntamiento solo le queda promover un nuevo recinto Ferial y de conciertos, aprovechando la tramitación del nuevo Plan General de Urbanismo, aunque por mucho que busco sitios sobre un mapa de Guadalajara el asunto no va a ser fácil. En el margen derecho de la A-2, cualquier lugar estaría más lejos del actual Ferial; y tendría accesos muy complicados. Con lo que habría que mirar si queda algo suficientemente espacioso por Aguas Vivas.

Esto es lo que hay. Mantener en el tiempo sin ampliaciones el actual Ferial o retrotraernos a la Guadalajara de los años ochenta y devolver las peñas y sus verbenas a los parques de La Concordia, San Roque o Fuente de la Niña, recientemente reformados, no es solución que valga.

 Hacen falta gestores políticos de primer nivel. La clave está en el Ferial. En el nuevo recinto Ferial.                  

Madrid

Emiliano García-Page tuvo el pasado miércoles una desafortunada expresión, no tanto por el fondo sino por la forma, al denunciar que un 80% de los casos que nos han llegado «vivieron todos de la bomba radioactiva vírica que se plantó en Madrid”. No son  propio de Page estos arranques de populismo, y no acostumbra a sumarse a agrestes campañas fabricadas por los fontaneros de Ferraz, como la que últimamente han puesto en marcha contra el gobierno madrileño, con exageraciones tan descorteses como las que todo un portavoz del PSOE, y todo un alcalde de Valladolid, Oscar Puente, ha lanzado contra la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, poniendo en duda sus facultades mentales. Desde que el populismo ha elevado el insulto a argumento dialéctico estamos a un paso de que los maleducados unidos hagan de él una permanente exhibición de malos modos. ¡Yo lo advierto!

Por tanto, nadie puso una bomba vírica en Madrid, ni en ningún otro sitio, porque el virus «no entiende de fronteras» – la frase también es de Page-, y no debería ser aprovechado por el nacionalismo identitario para hacer propaganda, porque al final quedas desairado por la realidad, como le pasó a Torra cuando tuvo que gestionar esa pandemia que “Madrid” no había sabido. Además de algún error notorio sobre el que no hay que insistir hasta convertirnos en el país de Europa con más contagios por habitantes, es evidente que la movilidad de un país como el nuestro y la efusividad con la que se muestra en sus sensuales veranos mediterráneos ayuda poco a la contención de cualquier pandemia; y no digamos en grandes metrópolis que tienen un movimiento de pasajeros como solo hay tres o cuatro lugares en Europa. (Y hago un paréntesis para preguntarme cómo un familiar ha tenido que hacerse en horas un PCR para poder viajar de urgencia a Alemania, por motivos laborales, y en Barajas entran viajeros de medio mundo sin que les tomen ni la temperatura). Esto es también Madrid, ministro Ábalos.   

Pone Page el dedo en la llaga, aunque sea en trazo grueso, al hablar de la necesidad de coordinación de las comunidades limítrofes: “Nos irán bien o mal en función sobre todo de lo que se controle se descontrole Madrid”.

Madrids, paseo de La Castellana durante la alerta./EFE

Pone Page el dedo en la llaga, aunque sea en trazo grueso, al hablar de la necesidad de coordinación de las comunidades limítrofes: “Nos irán bien o mal en función sobre todo de lo que se controle se descontrole Madrid”. Bien lo sabe él desde que una mañana salió por la televisión defendiendo la continuidad de las clases en la región, a las pocas horas Madrid anunció que cerraba al día siguiente los colegios y de la capital salieron en estampida familiar enteras como en “Caravana hacia Oregón”, para pasar el confinamiento en sus segundas residencias de Castilla-La Mancha, porque muchos de ellos son originarios de estas tierras y en los años sesenta encontraron en Madrid un futuro que se les negaba en los yermos campos de Castilla. Sucedió entonces que Page tuvo que salir al día siguiente cerrando los colegios y diciendo Diego donde antes había dicho digo, y no hace falta ser epidemiólogo para colegir que esa falta de coordinación entre autonomías limítrofes contribuyó a expandir el virus en las dos mesetas castellanas. Por ello celebro que este lunes, al fin, sea la primera reunión de coordinación entre los presidentes de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León sobre cómo afrontar esta segunda ola de la pandemia. Los que peinamos canas recordamos que en tiempos de Gallardón, Bono y Lucas, se firmó con gran protocolo una suerte de organismo coordinador entre las tres comunidades castellanas que deberían trabajar en asuntos de interés común en materia de sanidad, educación, incendios, poblamiento, entre otros. De haberse aplicado, habría atajado las disfunciones reseñadas, pero tristemente el convenio apenas sobrevivió a la marcha de los fotógrafos. Ahí tienen un marco sobre el que trabajar en esa colaboración. Page también añadía el día de la bomba, que hay gente de Madrid que se está empadronado, ahora, en Castilla-La Mancha y que mañana ya nos están reclamando plaza escolar. No le digo yo que no, pero es todavía más frecuente que personas que ahora viven en Guadalajara o Toledo, especialmente, no están empadronados o solo empadronan a uno de los miembros de la pareja para no perder la sanidad madrileña. Esto hace un agujero a muchos ayuntamientos, que luego cobran del Estado en función de la población empadronada. Y no sucedería si no se hubieran desmantelado los instrumentos de colaboración entre las autonomías dando lugar a un turismo sanitario que es lo que preocupa a los renuentes a empadronarse. Ha tenido que venir la pandemia para que algunos se den cuenta de hasta dónde ha llegado el proceso de desmantelamiento del Estado Español, que se llevó por delante los ministerio de Educación, Sanidad, Universidades…

Ha tenido que venir la pandemia para que algunos se den cuenta de hasta dónde ha llegado el proceso de desmantelamiento del Estado Español, que se llevó por delante los ministerio de Educación, Sanidad, Universidades…

En apenas un día, Page matizó su discurso y se acomodó a ese perfil moderado y sensato, alejado del nacionalismo de campanario al que algunos líderes socialistas se han sumado sin rubor, como sucede con Francine Armengol en Baleares o María Chivite en Navarra. Si Page ha sido capaz de ganar por mayoría absoluta en una comunidad que meses después votó mayoritariamente PP y Vox, es por lo contrario. Y por ello es más reconocible en él ese discurso del jueves en el que propone que “todas las comunidades que abrazamos la Comunidad de Madrid y que la abrazamos, además, con cariño, estamos en el mismo barco”. Pues hagan lo contrario a lo que está de moda en esta España que los extremistas quieren llevar al proceso disgregador de la I República, y pongan en valor la unidad, la solidaridad y la coordinación.

¿Pero alguien se cree que Guadalajara estaría entre las provincias españolas que más han amentado su población en los últimos veinte años, o que seamos la provincia con menos paro de Castilla-La Mancha y la que tiene más expectativas de desarrollo, si estuviéramos en medio de un olivar de Jaén, con perdón, o si el  crecimiento de Madrid se hubiera frenado por la ineptitud de sus políticos, como en Cataluña?

Ciertamente, en Madrid los problemas de esta segunda ola se magnifican, pero de esta o salimos juntos o costará el doble. En provincias como Guadalajara sabemos de las sinergias que produce una comunidad como la  Madrid que, paradojas de la vida,  solo en el estado de las Autonomías fue capaz se superar el PIB de Cataluña, lo que demuestra las ventajas de una economía y una comunidad abierta al mundo en contraste con esa Cataluña cerrada a España, monolingüe e intervenida hasta la médula que nos han traído los nacionalistas. En tiempos de crisis y de oscuridad, afortunadamente nosotros, de vecinos, en el mismo valle del Henares que compartimos históricamente, tenemos a una comunidad puntera en Europa,  que ilumina riqueza y progreso más allá de sus fronteras y convertirse así en nuestra locomotora. Una comunidad que no le importa extender su universidad cisneriana más allá de sus límites territoriales; como a  sus vecinos no nos importa que nuestro agua del Sorbe garantice el desarrollo de Alcalá de Henares o el del Jarama alto complete el suministro del Canal de Isabel II. ¿Pero alguien se cree que Guadalajara estaría entre las provincias españolas que más han amentado su población en los últimos veinte años, o que seamos la provincia con menos paro de Castilla-La Mancha y la que tiene más expectativas de desarrollo, si estuviéramos en medio de un olivar de Jaén, con perdón, o si el  crecimiento de Madrid se hubiera frenado por la ineptitud de sus políticos, como en Cataluña?

Esto también es Madrid, la comunidad que no pregunta a nadie de dónde viene, qué religión profesa, si es liberal o conservador, cuál es su sexualidad, adónde va o en qué lengua debe rotular su negocio. Hasta el punto de que un madrileño puede nacer, como los de Bilbao, en cualquier sitio del mundo sin que a nadie le suene extraño. Pero si hasta su chotis más coreado, “Madrid”, lo hizo un mejicano, Agustín Lara:

Cuando llegues a Madrid, chulona mía

voy a hacerte emperatriz de Lavapiés;

y alfombrarte con claveles la Gran Vía,

y a bañarte con vinillo de Jerez.

Parafraseando a Humphrey Bogart en Casablanda, cuando las cosas se pongan difíciles, siempre nos quedará Madrid. Y bien que lo sabemos en Guadalajara. Esto es lo que hay.

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