Archive for noviembre, 2015

En Guadalajara el agua es una mera expectativa

Una manifestación contra el Trasvase Tajo-Segura en Guadalajara a la que acuden cerca de mil quinientas personas  no es ningún fracaso, teniendo en cuenta que en nuestra provincia somos poco dados a movilizarnos, y que incluso organizaciones  se supone que potentes,  como los sindicatos, apenas han reunido a trescientas personas en algún primero de Mayo.  Por ello, nosotros la calificamos  en nuestro titular de “concurrida”, aun sabiendo que en esto de contar manifestantes siempre llevamos las de perder frente al Levante español. Por dos razones:

Primera,  porque ellos son más.

Segunda, y principal, porque si en Murcia salen a la calle cincuenta o cien mil personas en defensa del agua del trasvase del Tajo es porque los cien mil saben  lo que se están jugando. Para empezar, todos ellos son consumidores de ese agua en sus hogares e industrias. Y para terminar, el trasvase del Tajo son varios puntos en el PIB del levante español, lo  que contribuye a equilibrar de una manera decisiva la balanza comercial española. Solo el sector agrícola de Alicante aporta unos 600 millones de euros; por no hablar de su potente sector turístico.

Cabe por tanto hablar de una manifestación “concurrida”, para los términos en los que nos movemos por estos lares. No deja de ser patético, pero mientras que el agua del Tajo en el levante español es la defensa de una realidad en las  provincias de su cabecera apenas es una expectativa. Esto es así, porque a pesar de que han pasado cuarenta años, en el levante consumen el agua del Tajo para beber, para regar y para mantener su fabulosa industria turística. Y en Guadalajara y Cuenca, el agua es apenas una expectativa, porque solo en Sacedón y algunos pueblos ribereños beben agua del pantano, y aquí no se ha desarrollado una industria turística y de ocio potente como sucede en el levante, por no hablar de los regadíos previstos en las famosas leyes de compensación del Tajo-Segura, que se quedaron en agua de borrajas. Es más, en Guadalajara las expectativas han ido a peor, porque el incipiente sector turístico que alumbró el llamado Mar de Castilla en los años setenta ha decaído cuando se comprobó que los cálculos del Tajo-Segura eran un puro fiasco. En la cabecera del Tajo no hay agua suficiente para asegurar el abastecimiento de una región del nivel de consumo que tiene el levante español. Ingenieros y políticos  del tardo franquismo se equivocaron colocando la cañería en la cabecera del río y no en el Tajo medio, como demuestra la pluviometría. Y hasta en Murcia se han dado cuenta de ello.

Más allá de esta protesta, recurrente, que se hace en Castilla-La Mancha cada vez que las elecciones están cerca, hace tiempo que estoy convencido de que la solución a la falta de agua en la cabecera del Tajo tiene que llegar más por el empuje que se pueda hacer desde los beneficiarios de este invento,  el levante español, que por el empuje de su despoblada cuenca cedente. En la cabecera del Tajo cada vez nos queda menos que perder. Como decía uno de los portavoces de la Plataforma de Afectados por el Trasvase, José Antonio Vargas, que tiene uno de los pocos negocios de náutica que sobreviven, este verano ha estado obligado a  trabajar fuera casi todo el tiempo, porque ya no se puede traer a nadie en las condiciones en que está el pantano. Pero lo peor es el desánimo que se instala entre los pocos que se atrevieron montar un negocio en el entorno de los pantanos: «Esto es una muerte anunciada desde hace años, que empieza a calar».

Por eso, insisto, que como a la cabecera del Tajo peor no le puede ir, porque el aprovechamiento del agua que allí se almacena es solo una expectativa frente a la realidad del Trasvase, para garantizar un desarrollo a 400 kilómetros, deberán ser los beneficiarios de ese desarrollo los que se espabilen. Y tienen dos caminos.

Entrar por el aro en el desarrollo de nuevas desalinizadoras más eficaces, de las que hasta ahora no han querido  saber,  por los precios políticos del agua que llega del Tajo. Y no menos importante: luchar para que en España haya un Plan Hidrológico Nacional, que se fue al garete cuando el aldeanismo se extendió por esta vieja piel de toro al pairo de un estado Autonómico mal entendido, y peor vertebrado, en el que cada barón regional quiere ser el dueño del agua que discurre por su finca.

La triste realidad es que la cabecera del Tajo no da para más, y eso que todavía no se ha puesto en marcha el segundo trasvase previsto para llevar agua a la llanura manchega, que tampoco está en la cuenca del Tajo, precisamente, sino en la del Guadiana.

Aquí, todo el mundo quiere aprovecharse  de la misma vaca y de las mismas ubres, pero hace tiempo que estas se secaron. Soluciones,  las hay (les recomiendo el artículo de Rufino Sanz sobre la conexión entre las cuenca del Duero y el Tajo), pero en contra de lo que piensan los más optimistas, la desvertebración del Estado ha llegado a tal extremo que cualquier política territorial superadora de los intereses autonómicos  se hace inviable por las protestas que generaría. Soy pesimista.

Sospecho que de eso toca en las elecciones del 20-D, aunque por lo que vemos en algunas comparecencias televisas no lo parece.

Sólo hay una opción para el campus y lo demás son cosas raras

Sospecho que pronto vamos a tener noticias del nuevo campus de la Universidad de Alcalá de Henares en Guadalajara; nuestra universidad.  Y posiblemente el viernes 27 de diciembre en que el presidente regional Emiliano García-Page presidirá los actos del Día de la Enseñanza,que este año se celebran  en Guadalajara. Y también tengo la intuición, como Antonio Román, de cuál va a ser  el anuncio. Y digo que la tengo no por información privilegiada sino porque en este asunto del nuevo  campus solo hay una opción, y lo demás son cosas raras; y yo no tengo a Page por un político al que le guste meterse en aventuras extrañas y optar por el camino más difícil  – y el más caro ¡ojito!-,  cuando el principal está despejado y perfectamente empedrado.

No hay otra opción para el nuevo campus que elegir a las Cristinas y el entorno del Infantado, y lo demás son cosas raras, por muchas y poderosas razones. Solo apuntaré las principales.

Por la situación estratégica.  Para los alumnos y profesores que vengan del Corredor, tiene al lado la Estación de Autobuses y para los que opten por el ferrocarril hay una comunicación directa y rápida con los autobuses que salen de la estación de Renfe, que son todos. Además, su acceso en vehículo es fácil y directo desde la A-2 en coche.

Entorno universitario y capacidad de ampliación. En el entorno del palacio del Infantado está la Facultad de Educación y el nuevo aulario (prefabricado) donde se imparte Comunicación Audiovidual y que en las Cristinas podría  tener una ubicación definitiva. También está  cerca el edificio del campus de la calle Cifuentes, en el que se imparten el resto de las carreras de la UAH en Guadalajara, menos la de Enfermería. Pero hay más: en el complejo de Las Cristinas hay terreno suficiente para cualquier posible ampliación que pudiera ser necesaria y en el entorno hay dos edificios públicos, que están llamados a formar parte de la expansión de la Universidad, si en esta ciudad y en esta región tuviéramos un  mínimo de sensatez. Me estoy referiendo, claro está, al edificio del antiguo Hospital Provincial (hoy cerrado y vandalizado) y el antiguo Parque Móvil Ministerios, también cerrado, pero que todavía no ha sido vandalizado. Al tiempo. Estaríamos hablando por tanto de una almendra universitaria en el centro de la ciudad que garantizaría el desarrollo de la UAH  en los próximos cien años. Y no exagero.ComplejoCristinas

Las Cristinas, trabajo hecho. El acuerdo con Las Cristinas llegó más tarde de lo que a mí me hubiera gustado, pero hay que reconocer que tanto el Ayuntamiento como el anterior gobierno regional negociaron  bien y acabaron firmando un protocolo a un coste más razonable de las iniciales pretensiones del Ministerio de Defensa. Para ello, el Ayuntamiento de Guadalajara  puso sobre la mesa parcelas urbanizables  en los nuevos desarrollos de Guadalajara por valor de 7,6 millones, que permutaría con el ministerio de Defensa para compensar los 9,6 millones en los  que finalmente fue tasado el centro de Las Cristinas. El resto de la cantidad, poco más de 2 millones correría a cargo de la Junta de Comunidades. Ese protocolo está firmado y solo hay que rubricar el correspondiente convenio para lo cual hay de plazo hasta el 31 de marzo de 2016. De lo contrario, decaería. Y vuelta a empezar. Años perdidos.

La opción del Ruiseñor.  En la etapa Barreda se manejó llevar el campus  al polígono del Ruiseñor y se se habría ubicado al lado del virtual Parque Tecnológico de Guadalajara. En las maquetas quedaba chulo, hay incluso un proyecto (que está sin pagar, por cierto), que hizo un prestigioso estudio de arquitectura. Con la crisis, el Ruiseñor  sigue sin desarrollarse, y por supueso no se hizo ningún Parque Tecnológico.  Estaríamos hablando de un proyecto de unos 150 millones de euros,  que en los tiempos de vino y rosas previos al estallido de la burbuja, se pensaba que podía ser viable, pero que hoy ha quedado muy lejos de las posibilidades de nuestras instituciones públicos.  Vamos mejorando, pero esos tiempos nunca van a volver a Guadalajara. Mejor tenerlo claro. En cualquier caso, no veo ninguna ventaja en poner un campus universitario  en mitad del campo, en el extrarradio de Guadalajara. Hasta los que vinieran a estudiar desde  Madrid y los municipios del Corredor del Henares tendrían una peor comunicación que en el entorno del palacio del Infantado.

Funcionalidad y rapidez. Las dependencias de Las Cristinas presentan un estado que permitiría darles uso de forma casi inmediata y con “muchísimas posibilidades, en un momento de crisis en el que se necesita disponer de instalaciones para usos educativos, sociales y culturales, por lo que desaprovechar de esta forma el patrimonio de todos es dilapidar recursos públicos”. Así se expresaba en septiembre de 2014 la entonces diputada socialista por Guadalajara, Magdalena Valerio. Ni pongo ni quito una coma. Entonces Valerio tenía razón,  yo se la dí, y se la vuelvo a dar ahora. No estamos en condiciones de dilapidar recursos públicos.

Dinamización del casco histórico. Un proyecto de tanta envergadura como es el nuevo campus universitario no puede ir al margen de la visión global de la ciudad que queremos. Como dice el protocolo,  la confluencia en el mismo espacio permitirá a la Univesidad convertirse en un importante generador de actividad económica, revitalizando el pequeño comercio existente en el Centro de la Ciudad, así como la hostelería, la vivienda o el sector turístico, entre otros. La integración de una nueva población joven constituye el mejor estímulo para que la ciudad se revitalice, desde el punto de vista cultural, deportivo y formativo. Esta idea del campus en el centro fue también corroborada por el rector de la Universidad de Alcalá, Fernando Galván, que con motivo de la firma del protocolo decía cosas como esta: “Sueño con que aquí, mediante la cesión por parte del Ministerio de Defensa a la Junta y al Ayuntamiento de importantes parcelas situadas en el centro histórico, se cree un motor de dinamización de la vida académica y productiva de la ciudad”.  

Y ahora añado yo: el Ayuntamiento de Guadalajara no puede desaprovechar, como ha hecho con los nuevos Juzgados –que deberían haberse instalado en algún edificio público, sin uso, después de su rehabilitación—esta inmejorable ocasión para dinamizar todo el entorno del Infantado y los barrios del norte de la ciudad, que han quedado postergados en el desarrollo urbanístico de Guadalajara al haber tirado hacia el sur y el este de la ciudad. Sería imperdonable, o como me decía en una entrevista un prestigioso arquitecto Miguel Ángel Embid «Llevar el campus fuera del casco sería un error histórico, porque al final nos acabaremos quedando sin casco, sin universidad y probablemente sin universitarios. Una desgracia para el futuro de la ciudad”.

Lamentablemente, el desarrollo universitario en Guadalajara no ha seguido los pasos del modelo utilizado en la ciudad de Alcalá de Henares, donde su envidiable centro histórico no sería el mismo sin los edificios que se rehabilitaron para uso del rectorado y otras facultades. Y lo mismo podríamos decir de Toledo, como bien sabe García-Page, porque ha sido su alcalde, que ha evitado la ruina de emblemáticos edificios gracias a que en ellos se han ubicado Cortes regionales, presidencia de la Junta, consejerías, direcciones generales, etc, etc. Se puede decir que la capitalidad de la región ha salvado a Toledo de muchos de los problemas que ahora tiene el casco antiguo de Guadalajara. A buen seguro que haber concentrado toda la administración regional en el polígono de Toledo en obra nueva nos habría salido más barato. Pero habría sido un despropósito para el casco històrico de la vieja capital imperial. Estoy convencido de que  Page no puede negar a esta ciudad una oportunidad de la que sí dispuso la suya.

Por último,  vuelvo a las acertadas palabras de la secretaria local del PSOE y ex  diputada Magdalena Valerio ( a su sustituta estas cosas como tantas otras habrá que explicárselas) que antes citaba. Aunque reconocía que la apuesta firme del PSOE había sido por el Ruiseñor, añadía que «si nos presentan otro proyecto serio y bien planificado,  para ampliar el campus en otra zona de la ciudad, los socialistas lo estudiaremos y no vamos a poner ninguna traba, como hizo el PP en su momento”.

Pues bien, el  Ayuntamiento sí ha hecho esta vez los deberes y ha presentado un proyecto que está listo para ponerlo en marcha. Y por eso intuyo que un presidente pragmático como es García-Page no va a perder la oportunidad de pilotarlo, con Román, ahora que va a estar más descansado al no tener que ir al Congreso.

Esto es lo que hay. Ojalá que el viernes 27 tengamos buenas noticias y se pueda anunciar que el convenio se va a firmar en los términos previstos y que habrá una partida en los Presupuestos de 2016. Si no es así, habremos perdido otra legislatura.

Otra más.

Cinco candidatos desconocidos y un misterio

Escribía muy recientemente que el alcalde Antonio Román podría rehabilitar el viejo aeródromo de La Hispano, porque había serio riesgo de un aterrizaje masivo de “paracaidistas” en Guadalajara. Nuestra circunscripción históricamente ha sido muy apreciada entre los políticos cuneros. Está a 55 kilómetros de Madrid, a poco más de media hora en carretera y diez minutos en Ave -que sus señorías llevan en la pulsera del todo incuído- y es por lo tanto muy cómoda para hacer cualquier mandado. El Conde de Romanones,  hijo de una aristócrata alcarreña, se presentó por Guadalajara recién cumplidos los veinte años, y aquí estuvo ganando una elección tras otra hasta febrero de 1936 cuando España se dividió en dos bandos irreconciliables y él encabezó el llamado Bloque Antirrevolución. Aunque el Frente Popular ganó también en Guadalajara, el viejo  Romanones fue el candidato de la derecha más votado. Jamás perdió unas elecciones en su circunscripción, que no quiso dejar ni cuando siendo alcalde de Madrid o presidente del Gobierno [del Consejo, se llamaba], así se lo pedían los pelotas de turno: “Don Álvaro, usted se merece una provincia de más lustre”. Pero Romanones le cogió gusto a la plaza, la llegó a conocer de memoria, y con el tiempo fue el diputado más influyente y el que más logros consiguió para “su” provincia en la historia.

Han pasado 79 años desde que Romanones ganara la última elección (Franco le designó procurador en las primeras Cortes del nuevo Régimen, para la foto), pero a los efectos que nos ocupan, parece que fue ayer, como diría Unamuno en la universidad de Salamanca parafraseando a fray Luis de  León. Hasta tres paracaidistas tres, han aterrizado en la plaza, que ya no tiene aeródromo, porque la fábrica de motores de aviación acabó en Sevilla tras la guerra, cuando Romanones dejó de pintar algo en España y Queipo de Llano reclamó para la Hispalis victoriosa el botín de una guerra que – ¡tiene narices!-, también perdió Guadalajara, porque fue de las últimas capitales en caer. Pero con aeródromo o sin él, ¡qué tendrá esta provincia!, que en ella se han dejado caer dos prebostes del ancien regime, el número 2 por el PP y la número 1 por el PSOE, pero también aquí quieren asentar sus posaderas los llamados renovadores, aquellos que iban a llevar a la asamblea hasta el color de los folios a comprar, y a las primeras de cambio se olvidan de las Primarias, y ponen de candidato a un señor de Buenos Aires, del que lo único que sabemos  es que fue compañero y amigo de Pablo Iglesias en el campus de Políticas, y miembro de su círculo más cercano. Tal vez podrían alegar ante tal emergencia, que  Blanca Calvo salió a escape en derrota en la última de las horas, y puede que algo de razón no les falte, que estas cosas se deben de comunicar con un mínimo de tiempo, como se ordena en los divorcios, pero no deja de extrañar que después de llevar meses votando por internet en democrática asamblea virtual para escarnio de la casta, sorprende que en Guadalajara no hubiera nadie para ostentar tal honor que un porteño de Galapagar. Pues si doña Blanca se retiró lamentándose de que la izquierda verdadera haya perdido una “ocasión histórica” para sacar un diputado en la provincia, viendo la deriva de los acontecimientos,  no descarten que Unidad Popular, la nueva marca de Izquierda Unida, todavía obtenga más votos aquí que la alternativa mediática, que puede acabar como el submarino de Isaac  Peral: no superó las expectativas.

Del PSOE y sus avatares, todo dicho lo tengo ya, pero me falta lo del PP, porque Rajoy  ya sabemos que le fatiga eso de hacer listas, porque no es plato de buen  gusto mandar a más de medio grupo parlamentario fuera de la carrera de San Jerónimo, tal y como está de precario el empleo, pero hay cosas que no pueden esperar. Y así sucedió que siendo el mediodía  del viernes a Román le llamó Cospedal para comunicarle una novedad nada grata, que los alcaldes no podrían ser esta vez diputados pues los tiempos vienen apretados y no van a sobrar precisamente los cargos, como en esta legislatura, con lo que era perentorio decidirse: o  Plaza Mayor o Carrera de San Jerónimo.  En apenas horas, minutos diría yo, Román habló dos veces con Cospedal, que ese viernes llamó a más gente que Miguel Gila, y la instrucción fue clara: “No va a haber excepciones”. Esa misma mañana, tres alcaldes populares ponían fin a sus mandatos, entre ellos el de la vecina Teruel, pero Román se quedó en Guadalajara haciendo honor a su palabra dada. Lo fácil para él habría sido seguir pisando moqueta en el palacio del Congreso, que es paño de buen pelo y agradecido, pero se quedó en Guadalajara al frente de una minoría minoritaria frente a una una oposición que pretende gobernar a golpe de moción. ¡Nunca aprenderemos de Francia! Cual caballero renacentista, Román dijo a Cospedal que su compromiso era Guadalajara, que le quedaban cosas por hacer, y dio por terminada su carrera parlamentaria. Una escena digna de incorporar al Tenorio de 2016.

A partir de ahí, todo  se precipitó. La única decisión tomada hasta entonces era que Ramón Aguirre, el actual presidente de la Sepi, el político mejor pagado de España, que yo aquí subrayo con admiración, no lo duden -¿para qué llegar a La Moncloa cuando se puede cobrar más que su inquilino en un puesto menor?-,  volvería a ser el número dos de Guadalajara con lo que eso suponía un problema…para Echániz. Pero no porque ambos no se junten todos los viernes para salir de copas después del trabajo, eso es lo de menos, con Aguirre de dos había que buscar de uno a una mujer para no romper la paridad, y que fueran tachados de machistas. ¿Guarinos? No, porque su destino también estaba decidido y algo apunté en anteriores post. Al marcharse al Congreso,  Cospedal  tenía que dejar un primus interpares en la dirección del grupo parlamentario, y aunque se mantiene a Francisco Cañizares como portavoz, Cospedal legó a Guarinos la presidencia del grupo, que ella misma había ostentado. Cospedal quiere a un halcón con experiencia y de plena confianza  al frente del grupo parlamentario, y para ese papel ¡nadie mejor que Guarinos!, con Lorenzo Robisco de látigo del gobierno en su papel de viceportavoz. Dos duros curtidos en bahía Cochinos, para una legislatura de alta tensión.  Me consta que pudiendo,  Guarinos no se postuló para ir  también el senado. Prefirió quedarse en la Diputación donde los presidentes provinciales del PP siempre han guardado la viña. Para lo que no tengo respuesta, por ahora, es para un misterio que nos deja la elaboración de la lista popular: ¿Por qué siendo Echániz de Guadalajara y Aguirre de Madrid, se decide que aquel se presente por Madrid y este por Guadalajara? Me consta también que Echániz quería seguir en su tierra, después de  tener que dejar el escaño hace cuatro años al ser llamado por Cospedal  para ir al Vietnam, que entonces era la consejería de Sanidad con más deudas que la Cataluña de Mas. ¿Qué pasó?

Y así apareció Silvia Valmaña, favorecida por el gineceo. Una profesora de buen currículum, con un perfil que se agradece en una política a  la que los profesionales cualificados le dan la espalda, pero que al margen de su nombramiento como directora general de Familia con Cospedal, no había tenido ningún protagonismo en la política provincial desde que militó, creo recordar que con Echániz, en las Nuevas Generaciones…

Y así se acaba cerrando, con el misterio apuntado, una lista del PP para hacer frente a las elecciones más complicadas que este partido va a tener en Guadalajara desde 1982, las únicas en que fue superado por el PSOE de un Felipe González triunfante.  Desde entonces, siempre el PP ha sacado dos diputados por uno el Partido Socialista. ¿Hasta ahora? La división del voto en la izquierda del PSOE le resta muchas opciones,  con lo que previsiblemente es Ciudadanos el partido que le podría disputar al PP ese tercer diputado. Y empieza a ser posible. Teniendo en cuenta que los sondeos  conceden a Ciudadanos en torno al 20 por ciento  en Madrid, y siguen al alza,es razonable pensar que esa cantidad se podría trasladar a todo el Corredor del Henares, donde vive el 75% del censo provincial, y aunque pudiera bajar  dos o tres puntos en el resto de la provincia eso quiere decir que el PP necesitaría entre el 37 y el 40 % de los votos para mantener ese segundo diputado para el señor Aguirre. Ese porcentaje el PP lo había logrado hasta ahora con la gorra, solo hay que apuntar que en las elecciones de 2011 los populares alcanzaron el 54% de los votos, con lo que se podrían permitir el lujo de perder en torno a los 15 puntos y preservar ese diputado. Pero,  tal y como apuntan los sondeos, la opción de que, por primera vez en la historia, Guadalajara pudiera repartir sus tres diputados entre tres formaciones diferentes es ya verosimil.¡ Y mucho ojito!  La única posibilidad de que el PP logre una minoría razonable que le permita gobernar con un pacto parlamentario, ya que Rivera rechaza –un poco pronto, me parece- los gobiernos de coalición, pasa porque ganen en las provincias pequeñas en las que se ventilan 3, 4 o 5 diputados. Si el partido de Rajoy fracasa en ellas, no gobernará porque en las circunscripciones más populosas las ventajas van a ser mínimas. Y en Guadalajara un 2-1 es doblar. Uno que saco y otro que te quito.

Una cosa más podemos decir. No recuerdo ninguna otra elección en la que los cabezas de lista de los partidos principales sean menos conocidos entre el electorado provincial como los que acudirán a las urnas el 20-D, y esto es algo que también beneficia a Ciudadanos, porque sin candidatos con tirón, la elección tiene todavía un componente más ideológico que nunca. Como recomiendan los expertos… con que no metan la pata ya les vale.

P.D. Es de agradecer que después del galimatías que organizaron los portavoces de la consejería de Sanidad al respecto del convenio sanitario con Madrid, primero el presidente Page y luego el vicepresidente Guijarro salieran al paso, con tres días de diferencia, ratificando con palabras claras que el convenio seguirá vigente, con independencia de que se luche para que en la próxima legislatura se vuelva a dotar el Fondo de Cohesión con fondos para cubrir este tipo de gasto. Yo les deseo muchor éxito, aunque como tengo escrito soy pesimista al respecto, pero mientras tanto les ruego encarecidamente. No toquen el convenio, porque sin él todavía seguiríamos viajando a Ciudad Real a una consulta. Ahora es nuestra única garantía.

Pues bien,  a pesar de todo ello, el consejero que fue el artífice de este avance histórico, tres magníficos hospitales en Madrid de referencia,  ha tenido que coger las alforjas y encontrar acomodo  en la candidatura de Madrid. ¿Alguien me lo puede explicar?

Esto es lo que hay. Un misterio.

Demasiada confusión sobre el convenio sanitario

La actual consejería de Sanidad o no sabe explicarse o es que no tiene claro lo que va a hacer y por eso no  sabe explicarse.  Hablo, claro, del convenio sanitario con Madrid. En un primer momento, se dijo que se quería revisar  en lo que atañe a la provincia de Toledo (diferente al de nuestra provincia, porque incluye toda la asistencia especializada en los vecinos hospitales de Aranjuez y Parla), pero que en la parte que afecta a Guadalajara no habría problema porque los cuatro  hospitales asignados son públicos de verdad. Luego, en sede parlamentaria, el consejero Julio Fernández ya me empezó a dar qué pensar cuando vino a decir que la atención de los guadalajareños en los hospitales de Madrid debe de ser  como la de sus paisanos de Ciudad Real,  que cuando van a los hospitales madrileños  no pagan por ello. La comparación no cuela: en aquel  caso estamos hablando de una intervención urgente y  puntual, que se produce  cuando no hay esa especialidad  en los hospitales del Sescam cercanos, mientras que con Guadalajara es una atención  continuada –y en las mismas condiciones que cualquier usuario madrileño- en siete importantes especialidades (neurocirugía, cirugía cardíaca, cirugía pediátrica y afines, neonatología, medicina nuclear y cirugía torática)  de las que se carece en el hospital de Guadalajara, y que de lo contrario nos obligaría a largos viajes  hasta hospitales que pueden estar a más 300 kilómetros del lugar de residencia del paciente. Tampoco  me ayudó mucho  a clarificar la situación que el mentado consejero contestara otro díacon  que  la asistencia de los guadalajarareños “está garantizada”, porque es obvio que la asistencia de cualquier ciudadano europeo está garantizada en cualquier país de la Unión. Yo me voy  a Finlandia, y mi asistencia estará tan garantizada como en un  hospital de Ciudad Real; no tendría que pagar por ello, caso distinto es si me ocurriera un contratiempo  en Estados Unidos y no tengo seguro.

Pero si el consejero Fernández ha ido oscureciendo su mensaje sobre el convenio con Madrid a medida que han ido pasado los meses, si bajamos un escalón la confusión es mayor. Las explicaciones que dio a los periodistas en Guadalajara  su director general de Calidad, Rodrigo Gutiérrez, son un galimatías, y como están tan sujetas a intrepretaciones casi mejor que ustedes la lean y las juzguen. A cada explicación de los portavoces de esa consejería se sucede una nueva duda, por lo que no es de extrañar que, al final, cada cual saque sus propias conclusiones  y dependan de donde sople el viento. Y así, lo que en el PP es una muestra “evidente”  de que Page y Fernández  “mienten” y quieren liquidar el convenio con tal de que  pasen las elecciones, para la plataforma de la Sanidad, que integran partidos de izquierda y sindicatos de clase, todo eso es puro “alarmismo”, porque no se corresponde a una situación real.

Esta ceremonia de la confusión, me temo,  va durar durante la campaña electoral, así que en estos casos lo que procede,  para no liarnos, es retirar la hojarasca que muchas veces impide ver el bosque. Y esto es lo que veo:

Punto número uno: lo único que ahora garantiza la asistencia de los ciudadanos guadalajareños en los hospitales de Madrid es que se mantenga el actual convenio. Si se denunciara, o se dejaran de hacer frente a las obligaciones de pago previstas, se podría resolver en tres meses por cualquiera de las partes (Madrid o Castilla-La Mancha), con lo cual volveríamos al turismo sanitario que hemos sufrido especialmente en los últimos cuatro años. No hace falta extenderme en las consecuencias de una indeseable ruptura unilateral del convenio, porque cada cual conoce a un pariente, un vecino o un amigo que te puede contar mil y un detalles de personas que han tenido que levantarse a las cuatro de la mañana para llegar a una consulta a un hospital de La Mancha, o que ante la hospitalización de un hijo se han tenido que alquilar un piso en Toledo durante meses. Cuando el  Cercanías entre Guadalajara y Madrid  tiene 36 expediciones solo entre las 5 a las 14 horas.

Punto número dos: Es lícito que el gobierno regional quiera que los fondos de cohesión paguen todo o parte de lo que cuestan los servicios que la comunidad de Madrid presta a los residentes  en Castilla-La Mancha. ¡Pero ojito, mientras eso no deja de ser una aspiración, que depende del gobierno del Estado y del conjunto de las autonomías, romper o mantener este convenio sí es una decisión que depende exclusivamente de Castilla-La Mancha!  Y mientras no tengan algo mejor, el gobierno de Page cometería un error histórico liquidando este convenio, porque sería volver al turismo sanitario al día siguiente . Tengo escrito que tal y como van las cosas en este país, donde las autonomías  cada día quieren ser cada vez más autosuficientes, los fondos de cohesión van a menos, porque se basan en una cualidad que afloja en España: que es la solidaridad entre las regiones. Pero si el gobierno de Page quiere intentarlo con el gobierno central que venga,  le deseo mucha suerte! ¡Yo también juego todos los viernes al cuponazo, aunque jamás me ha tocado algo más que el reintegro! Pero no hagamos demagogia diciendo que lo de ahora es como pagar dos veces por un mismo servicio. Porque si a un niño de Guadalajara le hacen una cirugía cardiaca en La Paz, y la comunidad de Castilla-La Mancha corre con el gasto – porque la Sanidad está transferida en España-, se estará evitando el desembolso si tuvieran que hacerlo en un hospital de Albacete; o de Toledo. ¿O es que allí operar nos sale gratis?

Punto número tres: Una autonomía que provoque el alejamiento de los ciudadanos de la sanidad especializada es una autonomía que no sirve; no es útil. Y a partir de tal evidencia se desencadenarían  otras consecuencias  en la relación de Guadalajara con Castilla-La Mancha que hoy prefiero no abundar sobre  en ellas.  Por todo ello,  confío en que García Page, al que siempre he tenido por un político pragmático, no caiga en esa concepción nacionalista de la sanidad, que pone antes al sistema que a las personas.  Hay veces que es necesario subrayar lo obvio: lo que menos importa al ciudadano es que el hospital en el que le atienden sea del sistema de salud de Madrid o del de Castilla-La Mancha; lo que exige es que sea de calidad y que esté lo más cerca posible de casa.

Punto número cuatro: no deja de sorprenderme de que se esté insistiendo todos los días en lo “caro” que nos sale el convenio, unos 60 millones al año, cuando daría un servicio de proximidad a  más de 350.000 personas en las provincias de Guadalajara y Toledo. Y mientras tanto se repare tan poco en que nos gastemos  casi 40 millones de euros en una televisión autonómica que tiene un share penoso, y cuando hay ya una televisión pública dependiente del Estado. ¿Que dirían los ciudadanos si les preguntaran de estas prioridades?

Y punto quinto: ¡Qué tacaños son en Toledo cuando se trata de Guadalajara! Están dando la apariencia de que el convenio pudiera afectar a la estabilidad financiera de toda la región –aunque todos sabemos que  esta deviene  de un injusto sistema de financiación–, y se olvidan de la generosidad que hubo a la hora de tomar otras decisiones. Mucha gente desconoce que mientas que en Ciudad Real, con medio millón de habitantes, hay cinco hospitales públicos y todas las comarcas tienen su hospital de proximidad -¡que me parece bien!- en Guadalajara con  250.000 habitantes solo tenemos uno, y ya estaba construido en aquellos infaustos tiempos del centralismo cuando la sanidad dependía del Estado, y no había fronteras autonómicas.  Pues bien, llevamos desde  1982 con  estatuto de Autonomía, y la única obra de envergadura que han hecho en el Hospital Universitario  de Guadalajara  es un aparcamiento. Ni tan siquiera sabemos a estas alturas,  ni cómo va a ser la ampliación del hospital, ni cúando se hará, ni para qué. ¡Pero eso sí,  hay que tener mucho cuidado no sea que  este convenio con Madrid para asegurarnos la asistencia en los hospitales  de La Paz, Ramón y Cajal y Puerte de Hierro en siete especialidades   vaya a llevar a la ruina a la Autonomía entera!

Esto es lo que hay. Por hoy. 

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