Archive for diciembre, 2021

Felipe VI, con la Constitución por delante

¿Pero qué se piensan algunos que debe decir un monarca constitucional en un mensaje navideño?  A los extremos no les ha gustado. Unos declinaron hacer comentarios, porque pensarían que el rey, como si fuera el jefe de la oposición,  debiera haberle afeado personalmente a Sánchez su alianza con independentistas y bilduetarras; y desde la otra línea del frente -porque frente es, como el del Ebro; en dividir a la sociedad hemos avanzado lo suyo en 2021- creerían que don Felipe debería haber renegado de su padre para siempre – aunque ya no forma parte de la Casa Real-,y haber proclamado, ya, de paso, la República en la Nochebuena.

Pero Felipe VI estuvo en su sitio, el que le marca la Constitución, y nos leyó un discurso impecable, en el que se acordó de todo lo que se tenía que acordar -desde La Palma a los sanitarios, la economía, la ciencia o el estado del Bienestar-; discurso que construyó con una clave de bóveda, la Constitución española, porque con su reivindicación está recordando que su arquitectura da soporte a la propia nación española, cuya soberanía reside en el conjunto del pueblo español, y de la que cuelgan los derechos y libertades de todos los españoles. Así lo evocó el monarca al recordar que con la Constitución “nos integramos plenamente en las modernas democracias occidentales y cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión; nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y en libertad”.

Es así que los que aprovecharon las conductas inapropiadas de su padre, en una etapa muy concreta de su vida, para descalificar a la monarquía y tacharla de “epicentro de relaciones ilegales”, como dijo  con gran pomposidad el portavoz de uno de los dos partidos de Gobierno – olvidándose de las corrupciones de toda índole que han salpicado la vida política española-, lo que en el fondo están diciendo es que les estorba un monarca que ha dado sobradas muestras de estar dispuesto a defender la Constitución y sus principios, como lo hizo con motivo del golpe de Estado que los independentistas intentaron en Cataluña, y del que sin arrepentimiento alguno volverán a repetirlo tan pronto como puedan. Ya sabemos que sin Felipe VI al frente, como Jefe del Estado, lo tendrían esa vez más fácil.

Felipe VI en su mensaje navideño./ Casa Real.

Pero han sido los amigos de los etarras de Bildu (que próximamente van a elevar a su dirección al último jefe de ETA, David Pla), los que con su desparpajo habitual destapan lo que hay detrás de este nuevo ataque contra el monarca: “Hay una operación para que todo siga como si nada”. Y, claro,  eso es ciertamente intolerable cuando ahora estamos en otra estrategia: cómo hacer para que a pesar de la derrota de ETA por el estado democrático, llegue un tiempo político nuevo en el que triunfen sus ideales políticos, contra los que combatieron casi 900 españoles que reposan en el cementerio; para siempre. Por eso van a poner a David Pla al frente de Sortu, junto con una cuadrilla de terroristas de ETA, para acabar el trabajo, y por eso estarán dispuestos a dar al gobierno de Sánchez el soporte parlamentario que haga falta con tal de conseguir lo que no lograron con las bombas lapa.

Es por lo tanto indispensable que en unos momentos de tanta incertidumbre, donde todo está en cuestión, el Rey salga en Nochebuena a recordarnos que esta larga etapa democrática, que nos ha traído el mayor periodo de prosperidad y libertad de nuestra historia, y que los más extremistas intentan demoler, se logró por «una Constitución que ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad”. Palabra de rey.

Lealtad ; esa es la palabra, la que no gastan los partidos que la desprecian, porque en el fondo alientan un proyecto totalitario. Pero el problema es que estos partidos que cargan contra la Constitución,  lo hacen porque saben que es el último obstáculo que tienen en el desmontaje de esa arquitectura que nuestra norma fundamental soporta, y sobre la que pende, lisa y llanamente, España.

Ultras y radicales los hay por toda Europa. La novedad, en España, es que los que andan ocupados en la demolición de la Constitución no son unos antisistema cualquiera; son los aliados parlamentarios de un gobierno español con un presidente que se llama Pedro Sánchez.

Valoraciones tras el discurso del rey:

“Citó más que nunca la Constitución, porque sabe  que es un pilar fundamental para mantener la monarquía. Es una operación para que todo siga como si no hubiese pasado nada”. Mertxe Aizpurua (Bildu):

“Creemos que la monarquía en nuestro país ha servido como epicentro de relaciones económicas ilícitas e ilegales” Isa Serra, Podemos.

“El rey ha hecho un discurso vacío”, Pere Aragonés, ERC.

“El rey ha acertado tanto en el diagnóstico de los problemas como en la forma de reaccionar ante los mismos”. Cristina Narnoba, presidenta PSOE.

El rey está cumpliendo de forma intachable la hoja de ruta de una monarquía parlamentaria del siglo XXI”, declaración del PP.

“Llamamos la atención a Pedro Sánchez para que pueda aprender del mensaje de Felipe VI de estar con opciones políticas que defiendan y representan los valores constitucionales y que se alejan de sus socios que lo único que pretenden es atacar al Jefe del Estado y al Estado y acabar con España”. Declaración de Ciudadanos.

Vox no emitió valoraciones.

PD.- Un día después del discurso del Rey, uno de los principales aliados del Gobierno, Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, en su discurso navideño que dio por San Esteban, dejó muy claro, además de pedir a  Sánchez “autodeterminación, ya”,  dio por sentado que la Constitución no está en vigor en Cataluña cuando se ratificó en desacatar las órdenes de los tribunales sobre el derecho a recibir el 25% de las materias en español; y por si había alguna duda dejó muy claro un principio que los ultranacionalistas han sentado en todo lugar: “El modelo monolingüe es el núcleo de la nación catalana”. Así que ya saben lo que les espera a los que osen hablar en español. “Estad seguros, catalanes, de que vuestro lenguaje en el uso privado y familiar no será perseguido”. Como nos recuerda Arcadi Espada, esto lo dijo el jefe de las fuerzas de ocupación de Cataluña, Eliseo Álvarez Arenas; pero era en 1939 y acababa de ganar una guerra.   

Esto es lo que hay. Feliz Navidad a todos y mis mejores deseos para 2022. Y sean optimistas: peor es difícil que nos pueda venir.

El catalán no está amenazado; y Sánchez lo sabe

En un ambiente de enfrentamiento que recordaba a las tormentosas sesiones parlamentarias de los años treinta, cuando casi nadie en España creía en una democracia parlamentaria, porque el fascismo estaba en auge y la izquierda abrazaba como solución a la revolución bolchevique, el parlamento español asistió esta semana a una de las sesiones más desalentadoras que uno recuerda.

Lo que ellos pretenden no es proteger el catalán sino perseguir al castellano. Porque como idioma vehicular del Estado Español, que es, aventuran que con su erradicación de Cataluña se desarticula ese mismo Estado al no poder comunicarse entre sí.  Todavía pasarán años hasta que lo logren, pero la hoja de ruta está trazada y, ahora, es adumida por una mayoría del parlamento.

En ese ambiente se debatió algo insólito para cualquier democracia europea. El caso de una familia española que dentro del territorio nacional tiene que ejercer de héroes para que se aplique la ley en su colegio público. Simplemente quieren que se reconozca ese 25% de castellano que figura en una sentencia del Tribunal Constitucional. Y han tenido que aguantar amenazas e insultos en las redes sociales, pero no solo de los totalitarios independentistas que como Camisas Pardas intentan imponer su pensamiento único en esa República Catalana que autoreclaman, sino que es el propio consejero del ramo (y representante del Estado en Cataluña) el que acude al colegio, pero no para respaldar la Ley y a la familia acosada, sino para alentar los escraches de los intimidadores. El sábado hay una manifestación de los independentistas, a la que acudirá el presidente de la Generalidad, nada menos, ¡y los sindicatos!, para reclamar una escuela en catalán, un idioma que en absoluto está amenazado por la sentencia del Constitucional. Los colegios catalanes tienen el 75% de su horario para cursarlo en catalán. Es por tanto manifiestamente falso el argumento del gobierno de la Generalitat, que se difunde como un mantra por los medios públicos que mangonean. (Es un ejercicio duro, pero muy recomendable, escuchar al menos una vez a la semana el telediario de TV3).

 No se dejen engañar por la propaganda. Lo que ellos pretenden no es proteger el catalán sino perseguir al castellano. Porque como idioma vehicular del Estado Español, que es, aventuran que con su erradicación de Cataluña se desarticula ese mismo Estado al no poder comunicarse entre sí.  Todavía pasarán años hasta que lo logren, pero la hoja de ruta está trazada y ahora es asumida por una mayoría del parlamento. ¿Cómo podrá sentirse español un niño de Badalona si en un futuro no se podrá comunicar con un niño de Puertollano sino en inglés, señora portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez?

El problema no es el castellano, el asunto de fondo es una política que han puesto en marcha los independentistas, con la complacencia de Sánchez, para desconectarse de España en todos los órdenes de la vida; y esto exige la persecución del idioma común y el de todos aquellos ciudadanos que reclaman una Cataluña bilingüe, porque ellos tampoco tienen cabida en la República Catalana. Que lo tengan muy claro. Y así sucede que uno de los argumentos vertebrales de estos presupuestos, con la que está cayendo, ha sido que el Gobierno tenga que acceder a imponer a las plataformas privadas audiovisuales (Netxflix, Amazón y compañía) un 0,75% de producciones en catalán, euskera y gallego, lógicamente a costa de reducir los contenidos en español, que marca la actual legislación.

Durante este debate identitario, Pedro Sánchez se escurrió por la gatera, renunciando una vez más  a buscar la centralidad que su partido cultivó desde la Transición, porque él está en otras cosas, aguantar como sea en La Moncloa, rodeado de socios de gobierno, separatistas o antisistema, que no tienen inconveniente en montar una representación en el Congreso, titulada Los Seis de Zaragoza, y en la que se descalificó a la Justicia por la condena a seis individuos por lesiones y atentado contra la autoridad. Ya se sabe que para la extrema izquierda cuando la Justicia no les da la razón es porque forman parte de un contubernio reaccionario y fascista. ¿Pero alguien se imagina un espectáculo similar en cualquier parlamento europeo que no sea el Ruso?

Dinamitados los valores de la Transición esto va a ir a más, y si se acaba juntando con una crisis económica profunda, de la que el precio del gas y la inflación, son solo indicadores de superficie, ya veremos como acaba; porque el simplismo populista y autotitario se retroalimenta en la otra orilla, como Sánchez siempre ha procurado para dar credibilidad a su discurso.

El maestro Raúl del Pozo lo ha definido con tanta lucidez que no me resisto a terminar con él: “Si el Gobierno sigue pactando con los separatistas, no se fortalece la monarquía parlamentaria y no se respeta la Constitución, esto se va al garete, es decir, a la deriva, sin rumbo, ni brújula”.

Pues esto es lo que hay.  

Una Constitución de consenso

Buenos días, soy Santiago Barra, periodista, y quiero hacerles una breve reflexión sobre la importancia de contar con una Constitución plenamente democrática para favorecer la libertad de expresión.

Cuando yo comencé a ejercer profesionalmente el periodismo en Guadalajara, no existía Constitución. Y todavía recuerdo que en los días de cierre del Flores y Abejas, el delegado de Información y Turismo se pasaba por la imprenta para saber de los contenidos que iba a publicar el semanario al día siguiente.  Aunque con la ley de prensa 1966, impulsada por Fraga, se había eliminado la censura previa (ya no había que llevar los ejemplares del periódico a la Delegación de Información y solicitar la visa para repartirlos), todavía el director o en su defecto el redactor jefe debía de firmar media docena de ellos y así hacerse responsable de su contenido. Cuando no estaba Salvador Toquero en el cierre, como redactor jefe a mí me tocaba cumplir esa función.

Los periodistas Inmaculada López y Santiago Barra

Y en esto llegó la Transición; y empezó a cambiar todo vertiginosamente. Hasta tal punto es así, que incluso antes de ser aprobada la Constitución, el delegado de Información y Turismo dejó de aparecer por la imprenta los días de cierre, y su departamento empezó a ocuparse más del Turismo y menos de la Información. El cambio estaba en marcha.  Si hubo una profesión que tuvo muy claro la importancia de contar con una Constitución, para asegurar la libertad de expresión, ésa fue la de la prensa. Hasta el punto de que los medios comprometidos con el proceso democrático llevaron en volandas a la oposición a la dictadura.

 En la campaña del referéndum Constitucional muchos periodistas hicimos campaña por el “Sí”, y bastantes menos por el “No”.

Quiero recordar que, en Guadalajara, hubo un gran debate, porque no todo el mundo estaba convencido de la rentabilidad de un cambio democrático, que de momento tenía pendiente por resolver una gravísima situación económica (la inflación se disparó hasta un 20% anual), el paro subía y subía y se iniciaron las primeras reconversiones empresariales, tan dolorosas como inevitables. Para rematarlo todo, ETA mató todo lo que pudo en la campaña del referéndum, para favorecer precisamente ese rechazo de la mayoría silenciosa hacia la Constitución.

Por todo ello, no es de extrañar que en Guadalajara el “No” acabara reuniendo 11.505 votos, el equivalente al 14,14 % de los sufragios emitidos en la provincia. Una cantidad importante, que alguna prensa nacional destacó negativamente, aunque yo me quedé con otro dato: que el 82% de los que fueron a votar respaldaron un texto que nos traería valores como la libertad, la justicia y el estado de derecho. Y que los sucesivos gobiernos deberían desarrollarlos a partir de esa Constitución, para que derechos y libertades no se queden en el puro nominalismo. Y en esas estamos.

Pero que nadie se equivoque. La libertad no nace de los árboles y hay que luchar por ella todos los días. Porque no está garantizada y como la historia nos ha demostrado en Europa, populistas y extremistas de toda índole están al acecho. Y en este punto quiero citar al gran artista y exiliado chino Ai Weiwei, que nos recuerda en su último libro: “La discusión sobre la libertad ha caído en un punto ciego, especialmente en occidente, que piensa que la libertad es un estado conseguido. Gran error. La libertad sólo existe en los esfuerzos de luchar por la libertad, y el valor de la libertad solo existe según el nivel de dificultad encontrada al luchar por ella. Cuando la gente afirma que es libre no sabe qué quiere decir. La libertad negativa no existe. La libertad es algo individual que se debe corresponder con lo colectivo. Sin esta condición previa, no hay libertad”.

A España, a Guadalajara y a Castilla-La Mancha esa libertad nos la trajo la Constitución del 78, impulsada por el pueblo español, que para ello logró unos niveles de consenso como nunca se consiguió en las constituciones más partidistas que tuvimos en el siglo XIX. No lo olvidemos cuando tengamos que reformarla. 


Este texto forma parte de la intervención de Santiago Barra en el acto institucional con motivo del Día dela Constitución, que ha tenido lugar el 6 de diciembre de 2021.

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