Las elecciones más reñidas de la democracia

España asiste el 20-D a las elecciones más reñidas de la historia de la democracia que nació con la Constitución de 1978. Por ello, lo primero que quiero subrayar es que se trata del resultado más incierto, y no solo porque el último sondeo del CIS (la encuesta más fiable, por la amplitud de su muestro) nos advierte que a mediados de noviembre había todavía un 40 por ciento de indecisos. Hay, además, otra enorme dificultad que complica la vida a cualquier estudio demoscópico. Al no ser dos los partidos en liza, sino cuatro formaciones nacionales las que se van repartir el pastel, los últimos restos a asignar mediante la Ley D’Hont pueden ser muy caprichosos. Y podría ocurrir que un partido con solo un 1 o 2 por ciento más de sufragios  que el que le siga podría  sumar una veintena de diputados más. Hay un tercer factor, que nunca se ha dado desde las elecciones de 1977 y 1979 en que también había cuatro formaciones políticas nacionales  en la línea de salida. El elector esta vez  va a valorar mucho con quién podría coaligarse el partido de su preferencia, teniendo en cuenta que nadie va a conseguir una mayoría suficiente para gobernar. De ahí, la importancia de las proclamas de última hora de los candidatos a la presidencia.

Mariano Rajoy, a quien los últimos acontecimientos (debate y agresión) le van a servir para fidelizar a su electorado, ha elegido presentarse como el único partido en condiciones de gobernar, y busca tapar otros atajos, como es la vía indirecta de Ciudadanos, remachando en que no es segura. Por su parte, Pedro Sánchez se abre a acuerdos con Podemos y  Ciudadanos, siempre que él gobierne y con un programa socialdemócrata. Albert Rivera ha enfatizado que él no apoyará a nadie si él no es el presidente, pero sigue sin responder a la pregunta del millón de dólares: ¿preferiría que se repitieran las elecciones con tal de no apoyar con su voto la investidura de Rajoy? Y Pablo Iglesias, que ha arrinconado a Monedero durante la campaña, para buscar un perfil menos radical, fronterizo con el PSOE, buscará hasta el último minuto presentarse como la primera opción de la izquierda, alentado por algunos sondeos que se publican en El Periódico de Andorra, por culpa de una estúpida ley electoral que trata a los españoles como si fuéramos unos imbéciles que nos dejamos influir por cualquier cosa.

Así que esta es mi primera conclusión. Aunque soy un defensor de los estudios demoscópicos, porque si están bien hechos, no solo recogen tendencias sino que marcan opiniones (de ahí el error de suprimirlos  en la última semana de las elecciones), por todo lo apuntado en estas elecciones el resultado final está más abierto que nunca. En lo único que se han puesto de acuerdos los diferentes institutos demoscópicos es que el PP va a ser el partido más votado, pero falta por saber su horquilla de votos, y a partir cualquier cosa puede pasar, incluso en el orden de los partidos que irán después. Mi intuición, pero solo es una intuición, es que tanto PP como PSOE pueden estar ocultando más voto de lo que las “cocinas” le asignan en la distribución de escaños, y que tampoco está claro el orden en que quedarán los dos partidos emergentes: Ciudadanos  y Podemos, este último con sus marcas nacionalistas en Cataluña, Valencia y Galicia.

Un último factor a tener en cuenta será que la participación en estas elecciones puede ser histórica, lo que en principio constituye una magnífica noticia,  porque el electorado intuye que esta vez hay mucho en juego, y que no hay solo dos opciones potentes a las que elegir. En ese sentido, podemos decir que la oferta de la tienda electoral ya no es un escaparate de la Venezuela de Maduro, y se ha multiplicado; y esto es bueno, siempre que no acabe generando inestabilidad y desgobierno al no haber un sistema de segunda vuelta como en Francia, y que permite que la sabiduría popular aleje a partidos xenófonos y populistas de sus gobiernos regionales

¿Y en Guadalajara? El CIS apostó por  un reparto de escaños entre PP, PSOE y Ciudadanos, aunque como no dio porcentajes, pues estamos un poco a oscuras sobre qué debería pasar para  alterar ese reparto, que jamás se dio en la historia electoral de Guadalajara. En nuestra provincia, la fuerza mayoritaria del centro-derecha – primero UCD y luego el PP-, siempre obtuvo dos diputados en el reparto por uno el PSOE, salvo en las elecciones de 1982, en las que Felipe González fue elegido por primera vez. En ella, el PSOE obtuvo el 38,4% de los votos (su tercer mejor resultado en Guadalajara), pero la Alianza Popular de Fraga no pasó del 37,9%,  por los votos que todavía conservó UCD en las últimas elecciones a las que se presentó. Cualquier variación de ese resultado 2-1 a repartir entre populares y socialistas, sería por lo tanto histórico.

¿Y qué puede pasar en Guadalajara? En el PP la idea generalizada es que con el tirón de última hora se puede llegar, por los pelos, a conservar el segundo diputado, pero no las tienen todas consigo. En el PSOE hay temor por lo que les pueda quitar Ciudadanos por la derecha y por la izquierda  tanto Podemos como IU-Unidad Popular, especialmente los primeros en el Corredor del Henares, y por eso van a apelar al voto útil hasta el último momento. Hay otro factor que juega en contra del PSOE, y son las malas expectativas que  Pedro Sánchez tiene en la comunidad de Madrid, un vaso comunicante con Guadalajara, en donde la mayoría de los sondeos le sitúan en la cuarta plaza. Por el contrario, y como le sucede al PP, aunque el peso de la provincia apenas llega a un tercio del Corredor del Henares, en ella la implantación de los dos partidos tradicionales es real, en contra de lo que les sucede a Ciudadanos, Podemos o IU. Y ese tercio de voto rural puede, al final, acabar inclinando la balanza por ese segundo escaño del PP y mantener el tercero para el Partido Socialista. Pero lo que está fuera de toda duda es que la posibilidad de que por primera vez haya un reparto a tres en Guadalajara es verosímil, como avanza el CIS.

Me preguntan algunos lectores por mis sensaciones después de haber seguido todas las elecciones en Guadalajara desde 1979. Me voy a mojar en lo razonable.

El PP (UCD en las dos primeras elecciones, todavía  AP en las terceras)se ha movido entre 1977 a 2011 en una horquilla  que va desde el 37,9 de 1982 al 55,4% de 2000 (la mayoría absoluta de Aznar). En 2011, la mayoría absoluta de Rajoy,  fue su segundo mejor resultado, con el 54,03% de los votos.  Los populares, salvo en 1982, han sacado el segundo diputado con la “gorra”, porque la menor diferencia con el PSOE fue de cuatro puntos en 1986,  la segunda mayoría absoluta de González, y en el resto su triunfo ha sido claro. ¿Mi impresión? Si el PP logra mantener el 40% de los votos (podría perder hasta 14 puntos respecto a 2011), tiene el segundo diputado “seguro”. Entre el 37% y el 40% de los votos es solo “probable” y todo lo que sea bajar del 37% es “muy improbable”. Quiere esto decir que con que el PP repitiera su peor resultado desde que se presenta con ese nombre, tendría asegurado el segundo diputado, de ahí la magnitud del terremoto electoral en caso de no lograrlo.

En el caso del PSOE, el asunto es todavía más claro: vaticino que tendría representación en Guadalajara si repitiera cualquier resultado obtenido desde 1977 cuando se quedó en el 21,2. Bajar de ese porcentaje lo pondría en peligro, por lo que su margen de pérdida está en torno a los 7 puntos, teniendo en cuenta de que en 2011 sumaron el 27,6% de los votos. Por tanto, con la ponderación del voto provincial, mi impresión es que el PSOE no perderá su diputado, aunque hay algunos tracks que lo han puesto en duda.

En los casos de las fuerzas emergentes, Ciudadanos, Podemos, y sin olvidarnos de IU-Unidad Popular, que tiene  una organización histórica en la provincia desde los tiempos del PCE, para salir deben alcanzar porcentajes por encima del 18% de los votos. Ciudadanos,  a pesar de contar con un partido mínimo en Guadalajara, es al que los sondeos le conceden mayor posibilidad de llegar a ese porcentaje, por  su crecimiento en el Corredor, aunque para ello tendría que crecer entre 6 y 8 puntos para que se cumpla, dado que se quedaron en el 12% en las Autonómicas, y no hay otras elecciones para comparar. Ha habido algunos tracks que han dado a Ciudadanos por encima del PSOE, lo que  siembra algo de nerviosismo,  pero mi impresión es que la sorpresa no va a llegar a tanto.  Que la provincia va a salvar al PSOE de la hecatombe.

En el caso de Podemos, que consiguió el 14,6 % en las Autonómicas, juega en su contra la falta de acuerdo con una fuerza en declive, pero histórica en Guadalajara, como es Izquierda Unida, y que sumó casi el 7% en 2011. Una sola candidatura de la izquierda marxista, y con Blanca Calvo al frente, habría tenido posibilidades reales de entrar en el parlamento, pero la deriva que ha tenido Podemos en Guadalajara lo complica muchísimo, pero… Habrá que verlo.

En la noche del 20-D, haremos un operativo especial en Guadalajara Diaro , con los resultados a tiempo real, para tenerlos informados. Nos vemos el domingo.

De momento, esto es lo que hay. Ahora son ustedes los que tienen la última palabra.

 

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