Dos patriotas y un apaciguador

RUBALCABA.- Ha muerto Alfredo Pérez Rubalcaba y no es casualidad, incluso en un país en el que solo se habla bien del prójimo cuando se muere, que mayoritariamente le hayamos cubierto de elogios. No es que don Alfredo fuera infalible, y ahí está su Ley de Educación, con luces y algún borrón, pero muchos coincidimos en que, como otros políticos de su generación, tuvo  talla de estadista, pensó en España y no solo en su partido, que también, y en los diversos cargos que ocupó tuvo una cualidad que tanto ahora echamos en falta a nuestra clase política: su alto sentido de Estado, que acreditó en su lucha por el fin del terrorismo de ETA, el papel de la monarquía constitucional  o su forma solidaria de entender el Estado. Fue todo un patriota sin necesidad de envolverse en la bandera. Ojalá que los que ahora lloran su muerte en las filas del PSOE de Sánchez copiaran algo de lo que nos regaló en vida.

FRAGA.- A Manuel Fraga unos indocumentados de Marea, el Bloque y el PSOE en el Ayuntamiento de A Coruña le han retirado el título de hijo adoptivo de la ciudad. De haber vivido el profesor Rubalcaba seguro que los habría dedicado alguna de sus frases mordaces. Como lo hizo el mejor alcalde que ha tenido en su historia la capital gallega, como bien sabemos los que regresamos a ella tan pronto como podemos. “Una vergüenza”, dijo Paco Vázquez, el alcalde socialista que desde su mayoría absoluta transformó la ciudad. «Una manifestación más del totalitarismo exacerbado al amparo de la Ley de la memoria Histórica, que se apropia del relato histórico con criterios partidistas y determina quiénes son los buenos y los malos».  Porque ese es el problema que tienen estos personajes sacados de las dos Españas de Machado o de la Venezuela de Maduro  y que están incapacitados para entender cualquier cosa que se salga de su escala de valores. De ahí sus formas totalitarias y no ver que Fraga aun formando parte del consejo de ministros de Franco, en el momento de la verdad se alineó con la facción más aperturista del Régimen, acabó formando parte de ese gran pacto que desembocó en la Transición y fue uno de los redactores de esa Constitución de 1978 que al ser de todos,  hizo que la democracia dejara de ser en España un breve episodio en nuestra historia.  Con Fraga de presidente de la Xunta, Galicia dio un cambio espectacular que lo notábamos de un año a otro. Pero hay ciegos que no quieren ver. De la extrema izquierda nacionalista podíamos esperar tamaña parvada, pero de ese grupo socialista coruñes que un día dirigió Paco Vázquez y al que desde Ferraz no han dicho ni Pamplona… Ahí está la explicación a las sucesivas mayorías absolutas de Alberto Núñez Feijóo. Hay gente con la que no se puede ir ni a cobrar una herencia.

ICETA.-  Miquel Iceta va a ser el próximo presidente del Senado español, aunque ni siquiera es todavía senador, ni hay en el parlamento catalán una mayoría que propicie su nombramiento como senador autonómico. Pero nadie duda que si lo ha dicho Sánchez, él sabrá lo que hace y por qué lo hace, aunque ¡esa formas…!. Iceta es un tío simpático, un neonacionalista catalán que sin embargo no abomina de su condición de español; el PSC-PSOE ha sido el segundo partido con más escaños en Cataluña y ha posibilitado con ello que Sánchez pueda formar gobierno; es un político fronterizo que vale tanto para un roto como un descosido y que normalmente no dice tonterías, incluso cuando se refirió a que en 10 años cualquier solución que se dé a este lío del “process” tendrá que tener algún tipo de refrendo. Yo también lo creo, pero una cosa son las soluciones en el marco de la Constitución, incluso de corte confederal, que es lo que viene a proponer Iceta -como antes Durán i Lleida-, que exigiría alguna reforma constitucional, y otra cosa es tirar la Constitución a la basura y romper con el Estado de Derecho, como hicieron los asociados de Sánchez en la moción de censura. Con Iceta de presidente del Senado, Sánchez  está mandando un mensaje a los “indepes” de que se ha cerrado la vía del artículo 155, la de los que creen que con una escuela y una televisión pública combatiente de la idea de España, esto solo puede ir a peor. Pero ha habido unas elecciones, con unos resultados que son los que son, por lo que tampoco nos puede extrañar que Sánchez quiera poner a un apaciguador de presidente del Senado, como el parlamento británico puso a un Chamberlain a pactar con Hitler creyendo que de esa manera iba a frenar al nazismo. Luego se vio que Hitler engañó a Chamberlain, que solo estaba ganando tiempo para planificar su agresión sobre Polonia, Checoeslovaquia y Rusia; la guerra se hizo inevitable y hubo que buscar al viejo Winston para ganarla. Pero esto es lo es lo que hay.  Ojalá que la historia no se repita y Sánchez tenga razón.

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