Estado de aburrimiento

Hablando el pasado domingo con asistentes a la caravana empresarial en las que se pedía más flexibilidad a las medidas adoptadas recientemente por las autoridades sanitarias regionales, constaté una impresión que ya llevaba de casa. Aunque los hosteleros, no pocas veces con razón, creen que están siendo la cabeza de turco de esta pandemia, y todos me recalcaban: “La hostelería no somos los culpables”, lo que se detecta en el actual estado de la pandemia no es ya enfado, como ocurría al principio con algunas medidas improvisadas que no se entendían; estamos en un estado que podríamos llamar de “aburrimiento”. Los hosteleros, pero también el ciudadano corriente, después de más de un año de pandemia y de una vacunación que se ha frenado, hemos pasado del cabreo al aburrimiento. Y me preocupa, porque lo siguiente es la resignación, cuando se pierden las fuerzas para luchar contra lo que se viene encima, paso previo a la depresión, que llega cuando ya no sólo renuncias a luchar sino que empieza a darte  todo igual. Que tu empresa se derrumbe o que los sueños de toda una vida acaben ahogados por una pandemia que seguimos sin saber de una manera indubitable cuál fue su origen y sus responsables. No estamos saliendo bien; no. Hemos llegado un momento en que los empresarios afectados más directamente por las restricciones ya no se conforman con ayudas indirectas y créditos; lo único que reclaman es “poder trabajar”. Yo esperaba una concurrencia mayor a la caravana empresarial del domingo. Y no quiero pensar que es porque el aburrimiento ha sustituido ya al enfado.

Las autoridades sanitarias tienen que poner, ya, a la salud mental en un primer plano, para que no pasemos del enfado a la resignación y finalmente a la depresión. O a algo igual de negativo: a la desobediencia a las autoridades sanitarias, especialmente entre los jóvenes, como se aprecia en la proliferación de fiestas ilegales en locales y domicilios privados. En este sentido, hay que aplaudir los nuevos criterios que anunció Page recientemente de que se va a “reformular y remodular” la actual instrucción sanitaria, para permitir el uso de interiores en establecimientos hosteleros en los niveles 3 normal.  Pero no debería quedar ahí la cosa, el  cierre de las terrazas en el nivel 3 Reforzado, como estamos en Guadalajara y en más de treinta pueblos de la provincia se nos antoja exagerado cuando cada vez es más patente la dificultad de la transmisión del virus al aire libre.

Las autoridades sanitarias tienen que poner, ya, a la salud mental en un primer plano, para que no pasemos del enfado a la resignación y finalmente a la depresión.

Sucede igual con los nuevos criterios implantados en los últimos días para extender las medidas en los lugares más calientes a todos los pueblos de las zonas básicas de salud (ZBS). Así se ha hecho con la ZBS de Azuqueca (4 municipios), ZBS de Yunquera (18 municipios), ZBS de Mondéjar (7 municipios) y la ZBS de Horche (6 municipios).  Es correcto el argumento de que se hace porque la gente se relaciona no solo en su pueblo sino con el entorno más cercano;  pero no es suficiente como para imponer restricciones draconianas a los pueblos que no tienen ni un solo caso de covid. En la ZBS de Yunquera,  hay diez municipios sin un solo caso en las dos últimas semanas: Alarilla, Ciruelas, Copernal, Fuentelahigura, Heras de Ayuso, Málaga del Fresno, Matarrubia, Puebla de Beleña, Robledillo de Mohernando y Taragudo.   En la ZBS de Mondéjar son  dos: Driebes y Pozo de Almoguera. Y en la ZBS de Horche son tres: Fuentelviejo, Romanones y Tendilla.  Por lo que hay que preguntarse: ¿es justo cerrar  restaurantes y terrazas de estos municipios que están libres de coronavirus? ¿Qué pueden pensar los hosteleros afectados si yendo mal te cierran el negocio y yendo bien, también? ¿Esa es la manera de recompensar el buen comportamiento de los vecinos de ese pueblo?

Hay que dar más de una vuelta a eso que Page ha llamado “remodular” las medidas, para no caer en la injusticia. Y parece que algo empieza a moverse. Sanidad reconoce que estuvo valorando extender las medidas que comunicó el viernes anterior a toda la provincia, pero que no lo hizo porque consideró injusto con serranías y parameras, en las que hay pocos casos. Hizo muy bien y deberá reformular otras medidas si la situación no termina de mejorar, ya que el próximo paso sería el cierre perimetral. Después de un año con la pandemia a cuestas sería un duro golpe a nuestro equilibrio mental.

A pesar de tantos desafíos, me quiero autoconvencer de que hay que seguir adelante, porque tengo claro que estamos en la recta final. Solo que se está haciendo muy larga, porque es la vacunación la única medida de verdad que nos sacará de esta crisis sanitaria, y luego de la económica en que ha derivado la anterior.

También hay que meditar más sobre la entrada en vigor de unas medidas reforzadas, que vuelven locos a los hosteleros. La presidenta de la CEOE, Marisol García, hacía alusión a ello el domingo, porque se comunican de “un día para otro, sin capacidad de organizarse”.  Y me decían los hosteleros con los que hablé que no tienes la misma plantilla y las mismas reservas si el restaurante está abierto en el interior, aunque con restricciones; si solo puedes utilizar la terraza; o en caso extremo, como ocurre con el nivel 3 Reforzado, si el cierre es total. Reclaman tiempo para adaptarse.

A pesar de tantos desafíos, me quiero autoconvencer de que hay que seguir adelante, porque tengo claro que estamos en la recta final. Solo que se está haciendo muy larga, porque es la vacunación la única medida de verdad que nos sacará de esta crisis sanitaria, y luego de la económica en que ha derivado de la anterior. Por ello ha supuesto un duro revés para los europeos los parones que ha sufrido el proceso de entrega de vacunas a los países de la UE en contraste con lo sucedido en el Reino Unido, donde Boris Johnson ha ganado la última batalla por el Brexit, o el mismo Gibraltar, que ya no necesita mascarillas por el alto rango de vacunación, y que hoy es todavía más británico que ayer, y siento decirlo.  

P.D.- El marcador de la vacunación, según datos oficiales del Ministrio de Sanidadestá así: España ha adquirido 93,5 millones de dosis; ha recibido 13,7 millones; ha puesto al menos 1 dosis al 19,9 % de la población y solo el 3,7% tiene la pauta completa. En Castilla-La Mancha a 24.645 personas se ha puesto al menos 1 dosis y a 23.182 la pauta completa.  En la Europa comunitaria se han administrado 12.853.599 dosis. Vemos por tanto que son índices que hay que mejorar si realmente queremos que para el verano esto haya cambiado de verdad y salgamos del estado de aburrimiento actual. Y  entonces  sí entraremos en la normalidad; de verdad.

En la habitual ceremonia de la confusión que supone tener a dos fuentes distintas dando la misma información, y así viene sucediendo durante toda la pandemia, el consejero de Sanidad, Jesús Fernández, dio esta mañana unos datos sobre vacunación muy mejorados sobre los que figuran en la web del ministerio de Sanidad. Así, se refiere a que en Castilla-La Mancha, donde se han recibido 619.075 dosis, ya se han administrado 562.432 primera dosis, un 90,9 por ciento.

Asimismo, ya son 166.655 las personas que ya tienen administrada la pauta completa (el Ministerio cita solo 23.182 a 18 de abril ), siendo Castilla-La Mancha la cuarta comunidad autónoma con más doble dosis administradas, según sus datos de la consejería. Para finalizar, Jesús Fernández Sanz ha explicado que “la intención del Gobierno de Castilla-La Mancha es adquirir la normalidad de la manera más rápida posible”.

P.D.2.- Después de publicarse este post, muchas cosas han cambiado en la línea que pedía. Las medidas restrictivas que se tomaron el viernes se han flexibilizado el miércoles. La situación lo pedía.La lección a sacar es que hay que tener mucho cuidado antes de adoptar medidas tan restrictivas que afectan tanto a la economía y sobre todo cuando avance la vacunación. En ese escenario, las restricciones perimetrales deben tener los días contados. Llevamos un año sin viajar a la puerta de casa, a Madrid o Alcalá, mientras que podemos ir a Albacete o al río Mundo, a más de trescientos kilómetros. Nunca lo acabé de entender. El turismo rural y la hostelería de Guadalajara necesita restablecer las relaciones con Madrid para volver a la normalidad.

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