Sainete en la Carrera de San Jerónimo

Prosperó la mini-reforma laboral de Yolanda Díaz, pactada con los sindicatos de clase y Garamendi, sobre la reforma laboral de Fátima Báñez ,y en la Carrera de San Jerónimo vivimos un sainete digno del Madrid castizo de Carlos Arniches. En el papel de El Amigo Melquiades, un señor de Trujillo llamado Alberto Casero, que hasta el jueves no le conocía nadie, y desde el jueves nadie va a querer conocerlo. Sucedió que el amigo Melquiades, digo Casero, se encontraba con un poco de fiebre, según su versión, y se quedó en su casa de Madrid en lugar de acudir al Congreso para ejercer su derecho a voto en una de las leyes más importantes de la legislatura, no tanto por el fondo como por la geopolítica que ha llevado su aprobación. Casero, que dicen es un experto del Siglo de Oro y de Lope de Vega, pero debe ser un manazas con el ordenador, se lio con los botones y votó a a favor de la reformita, siendo a la postre decisivo para su aprobación. Aunque se personó a la carrera en San Jerónimo para subsanar su error, la presidenta del Congreso, que para entonces ya sabía de la importancia de su voto, porque había trascendido que los dos diputados navarros de UPN  no iban a seguir las instrucciones de su partido, impidió cualquier corrección, comprometiendo para siempre su papel institucional como presidenta de la Cámara, para lo que quede de legislatura.

Si Alberto  Casero es el primer damnificado por este sainete, Meritxell Batet es la segunda, porque con su decisión de no convocar de urgencia a la Mesa del Congreso, para decidir sobre la cuestión, abre de par en par la puerta de una reclamación al Tribunal Constitucional por el diputado afectado, que no habría tenido recorrido jurídico si esta se hubiera reunido, aunque fuera para decirle a Casero que verdes las han segado. A pesar de ser una antigua profesora de Derecho Constitucional, Batet escribió este sainete con los reglones torcidos.

Un tercer damnificado es Teodoro García Egea, el general secretario del PP, para quien trabaja directamente el señor de Trujillo. Al fontanero se le ha ido la mano y ha inundado al camarote del señor Casado, que si no le sale el domingo su estrategia en Castilla y León, como dicen las encuestas, va a ser cuestionado otra vez por su partido, porque habría fracasado en su pulso con Vox. Cambiar a Ciudadanos por Vox, como socio de gobierno en la vieja Castilla, no sería un buen negocio para Mañueco; y peor para Casado, porque como le ha ocurrido a Sánchez con indepes, bilduetarras y comunistas 2.0, le alejan de la centralidad desde la que siempre se ha gobernado España.

Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y encargada de Trabajo.

Una cuarta damnificada  es Yolanda Díaz, que se libró por una torpeza del ridículo completo, pero que no tenía motivos para los efusivos abrazos que repartió en el banco azul, como si le hubiera tocado el Euromillones. El partido de Díaz prometió (“no quedarán ni los palos del sombrajo de la reforma laboral”, dixit el portavoz de Podemos, Echenique) lo que no ha podido conseguir, porque una cosa es hacer populismo desde el monte y otra gobernar, especialmente cuando con esta reforma laboral de Báñez-Rajoy se han creado y se siguen creando millones de puestos de trabajo.  Como consuelo, el nuevo tratamiento del empleo temporal, que ciertamente exigía una vuelta (aunque puede ser negativo lo aprobado para la contratación en turismo y en el campo), elevar el papel de los sindicatos en la negociación colectiva y evitar que España siga siendo cada días más desigual, por el peso de los nacionalistas, no aceptando la prevalencia de los convenios regionales sobre los estatales, lo que ha costado el no del PNV.

Hay también ganadores, y por este orden:

Pedro Sánchez, que ha dado a la superficial y tierna Yolanda unas lección de geopolítica al haber negociado personalmente con Ciudadados, y así despejar el camino en caso de que su ministra de Trabajo se viniera de vacío de su reunión en Barcelona con Pere Aragonés, puenteando encima a Gabriel Rufián. Sánchez ha demostrado a quien quiere ser su alter ego en las próximas elecciones, cómo se negocia en el barro. Y de ello él sabe bastante, porque no tiene reglas, ni barreras morales.

Gana también Inés Arrimadas en su último intento de visualizar a Ciudadanos como bisagra entre PP y PSOE, ahora que todas las encuestas le dan por sentenciado. En Castilla y León y Andalucía tendremos más datos sobre si se ratifica esa tendencia, que puede decidir el Ayuntamiento de Guadalajara en la próxima legislatura. Ojo al dato.

Semáforo de actualidad:

ROJO para Antonio Sanz Villaverde, gerente de Atención Primaria de Guadalajara, compartido con el consejero de Sanidad, Jesús Fernández, por no haber aceptado el ofrecimiento de los médicos jubilados de Guadalajara para colaborar precisamente con este servicio de proximidad, y que es el más resentido de las consecuencias derivadas de la pandemia. El Colegio de Médicos ha declarado que «sorprende que el SESCAM haya rechazado públicamente el ofrecimiento y más cuando en otras ocasiones ha pedido que se incorporaran liberados sindicales a tareas asistenciales. Nos consta que en otras Comunidades Autónomas sí han valorado esta posibilidad”. No han explicado por qué no ha sucedido lo mismo, aquí.  

ROJO para todos los partidos políticos que han metido sus narices en el veredicto para ir a Eurovisión, porque han demostrado tener muy poco que hacer para lo que nos cuestan. El remate lo ha puesto una diputada de Unidas Podemos, Carolina Alonso, que ha llegado a preguntar a Isabel Díaz  Ayuso por qué unas gallegas llamadas Tanxugueiras no han sido las ganadoras. Decisión que, como bien saben mis lectores, es una competencia muy clara del gobierno de la Comunidad de Madrid. Otro sainete más.  

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