Les recomiendo la entrevista con José Luis Escudero, consejero de Desarrollo Sostenible, que publicamos en este diario.
En la parte dedicada a la conversión del parque natural del Alto Tajo en parque nacional nos aporta algún detalle y una reflexión general interesante y que comparto. Castilla-La Mancha tiene dos parques nacionales, Las Tablas de Daimiel y Cabañeros, con lo que el Alto Tajo sería el tercero. Aunque un parque nacional tiene sus servidumbres en la protección de su entorno y la limitación de algunas actividades, soy de los que piensan que todavía son más las ventajas.
Desde el punto de vista de su contenido, Escudero subraya con buen criterio que hay hay dos elementos que son de gran valor añadido y que el gobierno de España ve con muy buenos ojos. Uno es el cañón fluvial y las hoces por los que discurre el río Tajo, y otro es un ecosistema también singular que no existe en ningún otro parque nacional del país y son los sabinares. Esos son los dos elementos que lo convierten candidato a parque nacional, argumenta. Los sabinares son el arbusto que identifica aquel territorio duro y extremo en algunos momentos del invierno, pero también representa la entereza de una especie capaz de brotar entre el pedregal y resistir a la temperatura más extrema. Es en gran medida el reflejo de una tierra como la del Señorío de Molina, en la frontera entre los reinos de Castilla y Aragón, que el trazado viario de Carlos III (y siglos después el ferroviario) de España la puso a trasmano de las redes principales, y cuyos habitantes tienen que resistir a esto que ahora se llama España Vaciada. Pero resisten, como la madera de la sabina, que por su fortaleza se usaba para viguería de una casa o para el más contundente de los garrotes.
Molina se quedó en un rincón de la meseta, pero esto también le ha valido para conservar mejor un territorio, el del Alto Tajo, que es hora de rendir el mayor valor añadido posible. Hay que redactar un proyecto común, consensuado, que según la midea inicial afectaría a unas 40.000 hectáreas de terreno de Guadalajara y Cuenca, la mayoría en nuestra provincia, y que iría desde Peralejos de las Truchas hasta Ocentejo y Valtablado del Río. La idea es presentarlo al Ministerio de Transición Ecológica en el plazo de un año para que estudien la propuesta. A partir de ahí, empezaría un periodo de trabajo entre la CCAA y el Ministerio hasta que tenga lugar la declaración si así se estima.
El consejero destaca como elementos positivos fijar la población, aumentar el turismo sostenible, promover espacios de coworking para alimentar lo que necesita un parque nacional, puestos de trabajo para el personal de mantenimiento…Además del gran vector publicitario que supone estar dentro de una marca, como es Parques Nacionales, que es top en cualquier planificación del turismo de naturaleza.
Los parques nacionales tienen también un presupuesto propio, pero además cumplen todos los requisitos para estar en primera línea en la llegada de los fondos europeos para la resilencia, que priman los proyectos en zonas despobladas y de la mano del desarrollo sostenible. Son proyectos que presentan los territorios y que pueden animar a los emprendedores a fijar su atención en zonas como el Señorío de Molina, para que no sean las sabinas la única especie capaz de crecer allí. Porque son los emprendedores y la iniciativa privada las que en última instancia tienen que sacar adelante los proyectos; y de lo que se trata es de configurar un marco para que la apuesta sea lo menos arriesgada posible.
Defendí en su día la creación del parque natural del Alto Tajo frente a algunas críticas de escasa base; y el tiempo nos ha venido a dar la razón. Su influencia ha sido más positiva que negativa. Así que creo que con el paso de los años, como ha sucedido en otros parques naturales, es posible dar un paso más y convertirlo en un parque nacional por ser la mejor manera de rentabilizar ese turismo sostenible y la captación de fondos.
Y ahora vamos a cambiar de tercio, porque nos vamos a La Otra Guadalajara. Se refiere también el consejero Escudero a un tema que en ´Guadalajara Diario siempre hemos dado preferencia en nuestra línea editorial. Es la tarea de garantizar agua suficiente para nuevos regadíos en Guadalajara, especialmente en la zona de Cogolludo (siempre añado que Guadalajara es la provincia de Castilla-La Mancha con menor superficie regable), pero también los nuevos desarrollos urbanísticos y sobre todo industriales ligados al Corredor del Henares, una de las zonas económicas con más posibilidades de Europa. ¿Se imaginan, ahora, una Alovera sin la Mahou? Pues bien, la Mahou vino a Guadalajara desde Madrid porque se les garantizó agua suficiente y de gran calidad. Y como Mahou hay otras potenciales industrias que podrían llegar a Guadalajara, si hay una reserva de agua suficiente. Recientemente ha sido la Ciudad del Transporte; y no sabemos lo que nos deparará el futuro. Pero lo que tengo claro, como el agua de los arroyos de la sierra Norte, es que sin una reserva suficiente se frena el desarrollo y estamos expuestos a cualquier sequía, como nos recuerdan desde la APAG, porque Beleña no tendría capacidad suficiente y eso influiría hasta en la Mahou. En la última sequía, cuando hubo que coger agua del Canal del Henares, les cambiaron hasta los parámetros de su apreciada cerveza.
Nunca he entendido, por tanto, que habiendo una solución tan práctica como es derivar agua del pantano de Beleña hasta el de Alcorlo, que no se llena nunca, aquí, algunos, se la cojan con papel de fumar en su defensa. Y que se ponga como excusa una supuesta incompatibilidad ambiental, que sería la mezcla del agua del Sorbe (Beleña) con el Bornova (Alcorlo) para cargarse el invento. Como bien dijo el presidente de la APAG, Juan José Laso, no deja de ser curioso que no haya inconveniente en enviar agua del Sorbe al Jarama en el Pozo de los Ramos, para el consumo de Madrid, y en Guadalajara todo sean pegas, añado yo.
Escudero dice que lo primero que hay que hacer es documentar que Guadalajara tiene esa necesidad y luego la Confederación Hidrográfica del Tajo y el Ministerio de Transición Ecológica tendrán que estudiar la alternativa que sea ambientalmente viable. Si ese es el camino, confío en que la Mancomunidad de Aguas del Sorbe, sobre todo, la APAG, la CEOE y los ayuntamientos beneficiarios sabrán poner negro sobre blanco esa necesidad con datos elocuentes. Porque yo me acuerdo de lo que me acuerdo: que con la última sequía acabamos bebiendo agua del Henares, que no vale ni para las lavadoras. Ya les digo lo que pasó en la Mahou. Seguro que todas estas instituciones podrán documentar con un trabajo suficiente sus necesidades de agua para el desarrollo en este siglo XXI, en lugar de enzarzarse es triviales discusiones sobre si el Henares inunda la senda de un parque fluvial, con comisiones de investigación incluidas, como si los funcionarios no tuvieran otra cosa en el que emplear su tiempo.
Pero esto es lo que hay. Y que solo pasa en Guadalajara. Mientras que en otros territorios, incluso de la región, se plantean soluciones de abastecimiento que incluyen tender tuberías desde una cuenca (Tajo) a otra (Guadiana), como sucede con el abastecimiento aprobado de La Mancha desde la cabecera del Tajo, sería de risa que en Guadalajara no pudiéramos mezclar el agua del Sorbe con el Bornova en un pantano por un supuesto problema medioambiental.
Algunos deben pensar que en Guadalajara somos tontos de capirote solo por ser castellanos. Me recuerda a lo de la fábrica de baterías de litio con apoyo público que se pondrá en Cataluña, que ni tan siquiera estimó el gobierno de la Generalitat, despreciando el anuncio institucional al que acudió el Rey Felipe VI, mientras que el mineral de litio donde se extrae preferentemente en España es en Extremadura, otra tierra sin partido nacionalista y que solo quiere seguir siendo España. ¡Pero Sánchez tan tranquilo con sus aliados, ahora convertidos en escuderos de Puigdemont!
Pero esto es lo que hay. ¡Somos Guadalajara!