Archive for febrero, 2025

Una iniciativa del Congreso que afecta a la Alcarria

Esta semana se ha aprobado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley  (PNL) presentada por el Grupo Popular en la que se instaba al Gobierno a paralizar el plan de cierre de las centrales nucleares españolas, decidido en 2019, y prolongar su vida útil. Tal plan contempla el cierre escalonado de las nucleares entre 2027 y 2035, siendo la última en apagar su reactor la de Trilllo (8.000 millones de kilovatios al año). Hay que aclarar que al ser una PNL, el gobierno de Sánchez no tiene obligación de seguir la recomendación, pero no convendría por ello minimizar la votación del Congreso. Por un lado, demuestra que la soberanía nacional está por rebobinar un plan que ha quedado desfasado en los seis años que han pasado, porque la situación del mundo ha cambiado tras la invasión de Ucrania por Rusia, y hasta países como Alemania, que cerraron su parque nuclear, ahora se lamentan por la excesiva dependencia que tienen del gas procedente de Rusia, lo que compromete su soberanía. Pero también sucede que la Unión Europea ha revisado su política y ahora ha dado la etiqueta verde a la energía nuclear al no producir emisiones de efecto invernadero y eso lo han tenido que asumir antinucleares de la vieja escuela como la socialista Teresa Ribera, actual vicepresidenta de la Comisión Europa. Por estos y otros factores que les ahorro, los socios independentistas catalanes de Pedro Sánchez han revisado viejas política y posibilitaron que prosperara la moción del PP, y no solo los neoconvergentes de Junts sino la izquierda montaraz de ERC que lo justificó por el bien del suministro eléctrico en Cataluña.

Vista de las torres de refrigeración de la central nuclear de Trillo, con las Tetas de Viana al fondo.

Lo que sorprende, por tanto, es el inmovilismo de otras fuerzas de izquierda, sobre todo el PSOE, cuyo portavoz recurrió al populismo barato al decir que la energía nuclear “ni es barata ni limpia” o contraponiendo las energías renovables a la nuclear, cuando todas son necesarias para que España no tenga que comprar energía a Francia, precisamente de origen nuclear.

También se tocó, aunque superficialmente, otro aspecto que debería haber llevado a la reflexión a cualquier diputado elegido por Guadalajara. Los planes alternativos para paliar el cierre de las nucleares han fracasado en España y ya sabemos en Guadalajara, por la experiencia de la central de Zorita, que el declive económico y social llega tras el apagón nuclear a sus comarcas. Me sorprende que en Guadalajara no se ponga el  acento en este punto, no sé si porque ven el horizonte de 2035 muy lejos, aunque tratándose de centrales  nucleares, cuyas decisiones son todas a largo plazo, el apagón está a la vuelta de la esquina.

Como he escrito otras veces: A la seguridad y solo a ella, debería atenerse principalmente un gobierno a la hora de tomar una decisión de la trascendencia que supone acabar con el parque nuclear español; y no guiarse por rancios prejuicios ideológicos que no se sostienen en el mundo actual y que, sin lugar a dudas, empobrecería a nuestra provincia, sin posibilidad de rectificación. Pues esto es lo que hay y lo que nos espera. 

LA FRASE: “Si no conociéramos a Trump y a Putin, la apertura de una negociación de paz en Ucrania sería una buena noticia. Pero conociéndolos, el anuncio ha sido más un mazazo que un respiro”. (José Ignacio Torreblanca, politólogo).                 

Sánchez en su microbús

Ha caído el telón y estamos como siempre que Puigdemont quiere tomar distancias aparentes con el gobierno de Sánchez para su consumo interno: que los hace “mear sangre” (sic), pero al final le salva de la quema como en las películas de suspense. El prófugo tiene una virtud, saber hasta dónde tensar la cuerda sin que se rompa; y Sánchez juega con las cartas marcadas, consciente de que Junts nunca participará en una operación parlamentaria para evacuarle de La Moncloa, porque con el que venga -se supone que Feijóo– nunca tendría tanta influencia como la que dispone en el actual parlamento, por caprichos de la aritmética. Por ello, Puigdemont seguirá como hasta ahora: apretando las clavijas a Sánchez, pero sin ahogarle, a no ser que desde la cúpula empresarial de Foment se lo exijan, y no lo parece por mucho que añoren las maneras de Pujol y su Convergencia. Puigdemont es mucho más atrabiliario, pero han conseguido que asuma con eficacia sus intereses en las negociaciones que mantiene con el Gobierno. Como se ha visto en los impuestos especiales con banca y eléctricas.

Puidemont dando un mitin en Barcelona, el pasado 8 de agosto.

Así las cosas, Sánchez ha testado que la única manera de poder tener unos presupuestos es entenderse con Puigdemont, quien podría convertirse en “Español del año”, si Anson siguiera dirigiendo Abc, como hizo una vez con Jordi Pujol. ¡Qué ingenuidad! El problema para el Gobierno es que cada negociación que acomete con Puigdemont le sale más cara, porque Junts tiene muy claro que para revertir el fracaso del Procés debe esmerarse en acometer lo que ellos llaman instrumentos para la desconexión con España, en el marco de un proceso de desespañolización que se inició con Convergencia y ahora ha acelerado Junts. Y en este capítulo debemos reconocer que han llegado más lejos con las cesiones de este gobierno de lo que lograron golpeando la Constitución en otoño de 2017 y quemando contenedores en vía Layetana. El asunto de la lengua lo tiene resuelto con la expulsión del español de la escuela catalana (desoyendo las sentencia del Supremo), con el beneplácito de Salvador Illa; la financiación singular a costa de la caja común está en los pactos de investidura con el presidente de la Generalitat, que para eso gobierna; y al de Waterlóo le queda ocuparse de asuntos como la inmigración y el control de fronteras, para no quedarse atrás con el discurso xenófobo de Aliança Catalana, con representación en el parlamento catalán. Sánchez no va a tener fácil ser complaciente en esta última aspiración de los separatistas, porque no está en la Constitución, pero tampoco estaba la amnistía y ha salido adelante sin que a Pumpido se le caiga una pestaña.

Desde la semana pasada, el presidente del Gobierno ya sabe que con Puigdemont puede negociar los presupuestos, aunque tenga que ir a su residencia de Waterloo para rubricar el acuerdo, como ha tenido que convertir el ómnibus en un minibús para salvar el match-ball de la moción de confianza. Todo vale con tal de seguir en La Moncloa; otra cosa es gobernar por carecer de una mayoría parlamentaria estable, y poner al PP ante sus contradicciones. Cómo justificar el apoyo al minibús cuando lleva pasajeros muy incómodos (ese palacete regalado al PNV y la renovación de un decreto que ampara a los inquiokupas y desanima a los propietarios dispuestos a alquilar) y en lo estratégico: dejar a Vox en exclusiva el rechazo parlamentario en la votación. Feijóo va a tener que esmerarse más en la explicación de su estrategia porque la pinza está servida. Y esto es lo que hay.  Sánchez conduce el microbús, bien es verdad que por un camino pedregoso que le puede sacar de la carretera en la próxima curva. ¿Pero y si llega a la meta, recogiendo por el camino pasajeros de las doce tribus de Israel, para proclamar a los cuatro vientos la noche electoral que “somos más”?

Mal haría Feijóo creyendo otra vez que van a acceder al poder como el que hereda una finca.

LA FRASE:Ahora crece el PIB, aumenta el empleo y los ingresos del Estado marcan récord, pero la gente que trabaja no vive mejor, ni accede en buenas condiciones a la vivienda, ni forma familias”. JUAN SOTO IBARS, escritor.

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