Una Constitución de consenso

Buenos días, soy Santiago Barra, periodista, y quiero hacerles una breve reflexión sobre la importancia de contar con una Constitución plenamente democrática para favorecer la libertad de expresión.

Cuando yo comencé a ejercer profesionalmente el periodismo en Guadalajara, no existía Constitución. Y todavía recuerdo que en los días de cierre del Flores y Abejas, el delegado de Información y Turismo se pasaba por la imprenta para saber de los contenidos que iba a publicar el semanario al día siguiente.  Aunque con la ley de prensa 1966, impulsada por Fraga, se había eliminado la censura previa (ya no había que llevar los ejemplares del periódico a la Delegación de Información y solicitar la visa para repartirlos), todavía el director o en su defecto el redactor jefe debía de firmar media docena de ellos y así hacerse responsable de su contenido. Cuando no estaba Salvador Toquero en el cierre, como redactor jefe a mí me tocaba cumplir esa función.

Los periodistas Inmaculada López y Santiago Barra

Y en esto llegó la Transición; y empezó a cambiar todo vertiginosamente. Hasta tal punto es así, que incluso antes de ser aprobada la Constitución, el delegado de Información y Turismo dejó de aparecer por la imprenta los días de cierre, y su departamento empezó a ocuparse más del Turismo y menos de la Información. El cambio estaba en marcha.  Si hubo una profesión que tuvo muy claro la importancia de contar con una Constitución, para asegurar la libertad de expresión, ésa fue la de la prensa. Hasta el punto de que los medios comprometidos con el proceso democrático llevaron en volandas a la oposición a la dictadura.

 En la campaña del referéndum Constitucional muchos periodistas hicimos campaña por el “Sí”, y bastantes menos por el “No”.

Quiero recordar que, en Guadalajara, hubo un gran debate, porque no todo el mundo estaba convencido de la rentabilidad de un cambio democrático, que de momento tenía pendiente por resolver una gravísima situación económica (la inflación se disparó hasta un 20% anual), el paro subía y subía y se iniciaron las primeras reconversiones empresariales, tan dolorosas como inevitables. Para rematarlo todo, ETA mató todo lo que pudo en la campaña del referéndum, para favorecer precisamente ese rechazo de la mayoría silenciosa hacia la Constitución.

Por todo ello, no es de extrañar que en Guadalajara el “No” acabara reuniendo 11.505 votos, el equivalente al 14,14 % de los sufragios emitidos en la provincia. Una cantidad importante, que alguna prensa nacional destacó negativamente, aunque yo me quedé con otro dato: que el 82% de los que fueron a votar respaldaron un texto que nos traería valores como la libertad, la justicia y el estado de derecho. Y que los sucesivos gobiernos deberían desarrollarlos a partir de esa Constitución, para que derechos y libertades no se queden en el puro nominalismo. Y en esas estamos.

Pero que nadie se equivoque. La libertad no nace de los árboles y hay que luchar por ella todos los días. Porque no está garantizada y como la historia nos ha demostrado en Europa, populistas y extremistas de toda índole están al acecho. Y en este punto quiero citar al gran artista y exiliado chino Ai Weiwei, que nos recuerda en su último libro: “La discusión sobre la libertad ha caído en un punto ciego, especialmente en occidente, que piensa que la libertad es un estado conseguido. Gran error. La libertad sólo existe en los esfuerzos de luchar por la libertad, y el valor de la libertad solo existe según el nivel de dificultad encontrada al luchar por ella. Cuando la gente afirma que es libre no sabe qué quiere decir. La libertad negativa no existe. La libertad es algo individual que se debe corresponder con lo colectivo. Sin esta condición previa, no hay libertad”.

A España, a Guadalajara y a Castilla-La Mancha esa libertad nos la trajo la Constitución del 78, impulsada por el pueblo español, que para ello logró unos niveles de consenso como nunca se consiguió en las constituciones más partidistas que tuvimos en el siglo XIX. No lo olvidemos cuando tengamos que reformarla. 


Este texto forma parte de la intervención de Santiago Barra en el acto institucional con motivo del Día dela Constitución, que ha tenido lugar el 6 de diciembre de 2021.

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