Trampas en el solitario

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dedicó no más de cinco minutos a contestar la propuesta de Feijóo de prolongar la vida de las centrales en un debate desigual  [el presidente estuvo hablando 2 horas y 12 minutos; y Feijóo solo 27 minutos], pero que es el único que se puede permitir el jefe de la oposición al no ser diputado. Dijo Sánchez una obviedad, que no es solución construir más reactores nucleares para abordar una crisis en 2022, porque su tramitación implica 15-20 años de media, pero no explicó por qué España no puede hacer como otros países europeos y prolongar la vida útil de sus centrales nucleares, porque según el calendario previsto el primero de los cierres, en Almaraz I, está a la vuelta de la esquina: el 1 de noviembre de 2027.  Sánchez no explica si hay algún motivo, al margen del ideológico, para no alargar la vida de los reactores, por supuesto que sometidos a las actualizaciones correspondientes, testadas por el Consejo de Seguridad Nuclear, el controlador dependiente del parlamento. Con esto de que hay mucha prisa, nuestra política energética consistirá en ir sustituyendo los gigavatios nucleares que se cierren, por aumentar la cuota del gas ruso o de Argelia, al precio que sea, o de los barcos metaneros americanos que lo extraen del fracking, práctica prohibida en España.  Así es nuestra doble moral.

Central Nuclear de Trillo, cuyo cierre está previsto para 2035./GUDiario.

Sánchez hizo trampas en solitario porque expuso una obviedad: al contrario que en Francia, ninguna empresa está interesada en promover una central nuclear de nueva generación, porque al no existir un Plan Energético Nacional consensuado entre las dos fuerzas mayoritarias, como sucede en las democracias avanzadas, ninguna corporación está tan loca como para empezar a construir una central nuclear que un cambio de gobierno hacia la izquierda  podría paralizar. En el sector de la energía hace tiempo que dieron por finiquitado el proyecto nuclear español, pero a buen seguro que se podría alargar ese calendario de cierre de las centrales, que concluye en 2035 con la de Trillo, si hubiera interés en el Gobierno. En esto Sánchez fue meridianamente claro: solo quiere renovables, pero no nos explicó cómo nos vamos a calentar en invierno y a qué precio en este periodo de transición ecológica. Eso sí: la ideología ante todo.

COSAS DE YOLANDA.- La vicepresidenta de Sánchez, Yolanda Díaz,  que a tiempo parcial se dedica a fundar un partido político, algo insólito en la política mundial, es noticia por su última ocurrencia: Topar los precios de determinados productos hasta diciembre y para ello parece que ha convencido a una cadena de supermercados francesa, que se ha encontrado con una impagable publicidad gratis. Yo no doy mayor importancia al asunto, porque no deja de ser una ocurrencia de la Evita Perón a la española, una medida populista que apenas tendrá calado; lo que me preocupa es que toda una vicepresidenta se crea que los precios se pueden regular por decreto, como se hizo en el franquismo hasta los años sesenta, o recientemente en Cuba o Venezuela. Con los resultados conocidos por todos. Pero esto es lo que hay. Yolanda está a la escucha.        

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