Archive for febrero, 2025

El mundo patas arriba y España en pelotas

El mundo, y especialmente Europa, viven su mayor crisis desde el final de la II Guerra Mundial. La gran potencia que desde la derrota de Hitler ha liderado el mundo libre ha elegido como presidente a un iconoclasta que no cree en los valores democráticos que inspiraron el triunfo aliado ante el nazismo, porque a él solo le importa lo que entiende son sus intereses empresariales (trata a Europa como si fuera un comercio minorista más de su Torre Trump en Nueva York con el que no está conforme con el alquiler que paga, escribe Thomas Friedman en The New York Times) y en su beneficio admite cualquier tipo de alianza, pongamos que hablamos del criminal Putin. La amoralidad de este presidente le ha llevado a asumir, sin rechistar, los postulados de Putin para invadir Ucrania, desde culpar a Zelenski del inicio de la guerra a aceptar el derecho de conquista (Putin ya ha robado el 20% del territorio nacional ucraniano y ahora Trump quiere saquear sus recursos naturales, las llamadas tierras raras). Su plan de paz es una gran mentira para imponer a Ucrania un presidente títere y acepta todo lo que Putin lleva peleando desde la invasión de Crimea en 2014; y es tan cínico que no tiene empacho en responsabilizar de ello al agredido, a un país y a un presidente, Zelenski, al que le llega a acusar de “dictador sin elecciones”, cuando nunca jamás se han celebrado unos comicios democráticos en un país invadido (en Gran Bretaña no hubo elecciones desde 1935 a 1945 y el Reino Unido nunca fue invadido). Pocas cosas me han impresionado más que los inmensos cementerios norteamericanos en Normandía, porque muestran con crudeza el coste humano que para aquel gran país tuvo ponerse del lado de la libertad frente al nazismo. Con este presidente, ahora ya sabemos que su gobierno se quedaría con los brazos cruzados si Putin, que se cree Catalina la Grande,  invadiera Moldavia o los países bálticos, como en hizo Hitler con Polonia en otoño de 1939. Y ahí viene el dilema de Europa. ¿Vamos a permanecer impasibles ante una amenaza cierta, con el riesgo de convertirnos en satélites del nuevo eje de autócratas que forman Trump, Putin y Xi Jinping?  ¿Seremos incapaces de entender que los derechos y libertades de la Europa democrática y su estado de bienestar, de nada valen sin independencia económica ni autonomía militar? En España, no dejamos de seguir la táctica del avestruz y solo hay que fijarse en la última sesión parlamentaria en la que solo se trató de trapillos y minucias de vecindad, sin que gobierno y oposición entraran en un análisis de la crisis que se nos viene encima y cómo poder afrontarla con una mayoría parlamentaria suficiente, que requiere de pactos de estado; no somos menos que Alemania.

Zelenski pasando revista con el Rey durante su visita a España./RTVE.

La realidad es tozuda y nos muestra la incapacidad del actual gobierno de Pedro Sánchez para aprobar los presupuestos, lo que equivale a incumplimiento de las obligaciones contraídas con Europa para destinar el 2% del PIB a nuestra defensa, a lo que se ha comprometido Sánchez ante la OTAN, con la boca pequeña? ¿Cómo lo va a conseguir sin presupuestos, sabiendo como sabe que sus socios postcomunistas prorusos de su mayoría Frankenstein están por el desarme unilateral en espera de que Putin abrace los valores democráticos cual San Pablo camino de Damasco? ¿Qué le va a decir Sánchez a Zelenki este lunes en Kiev, y valoro que vaya, pero le reconocerá que solo le puede dar como ayuda calcetines y cascos, porque carece de presupuesto?  

Con este ejecutivo y ante la decisión de Sánchez de seguir con su muro y no negociar nada con la derecha democrática, vamos a precipitarnos ante un mundo en crisis en paños menores y sin capacidad de respuesta ante la ofensiva autocrática que puede tener su traslación a nuestro patio trasero. ¿O es que podemos ignorar que cada vez son más insistentes los vientos de cambio en Marruecos, por el estado de salud de su rey Mohamed VI, el aliado más fiel de Donald Trump, y crece el temor por la  costumbre de la dinastía alauita por mostrar músculo provocando conflictos armados con España como hizo el abuelo y el padre del futuro rey de Marruecos, Moulay Hassan? La legitimación del derecho de conquista de Putin por Trump son una mala noticia para Ceuta y Melilla -fuera del paraguas de la OTAN- y constituye una bomba de racimo en las relaciones internacionales, porque relega a la absoluta irrelevancia a organismos como la ONU -sin ningún papel en esta crisis de Ucrania- o la propia OTAN, huérfana de liderazgo tras la traición de la Casa Blanca. España no parece dispuesta a jugar ningún papel relevante ante el desafío que Trump ha lanzado a la Europa de la democracia y las libertades, atrapada en sus extremos por el infantilismo hippy de una extrema izquierda rancia y decadente que, como Trump, todavía piensa que el culpable de la guerra es Zelenski, por contener a los tanques rusos que, ahora hace tres años, avanzaban hacia Kiev, y una extrema derecha trumpista que tiene a bien convalidar  por patriótico los desvaríos de un presidente americano que, como Putin, quiere diluir las instituciones europeas  y no le importa formar parte del grupo de autócratas que buscan debilitarla y finiquitar el más largo periodo de paz que el viejo continente ha tenido en su historia.    

Esto es lo que hay. El mundo, patas arriba y en España sin enterarnos, con un gobierno en pelotas que no tiene ni un triste presupuesto ni mayoría parlamentaria para intentar armar los cambios que la nueva geopolítica requiere. Pues esto es lo que hay. Don Tancredo en La Moncloa y España, regresando a la irrelevancia internacional del siglo XIX y sin capacidad de respuesta.  

LA FRASE: “Populares y socialistas europeos han financiado la guerra a Putin. Pretenden llevarnos a la guerra total los mismos que han dejado a Europa indefensa, destruyendo su industria y su capacidad de generar energía. Hay que deshacerse de esos napoleones de salón que solo saben provocar guerras cuyas consecuencias pagan otros”. (SANTIAGO ABASCAL, presidente de Vox y de Patriots)

P.D. Sirvan estas líneas como homenaje a mi compañero Félix García, recientemente jubilado en Onda Cero Guadalajara. La bonhomía de Félix le hizo todo un personaje de las ondas, respetado por sus compañeros (fue presidente de la Asociación de la Prensa) y querido por sus oyentes, que encontraban en él la serenidad e independencia de criterio que acompañó a sus informaciones. Félix siempre tuvo claro donde estaba la noticia y dónde empezaba la propaganda; y no intoxicaba a nadie. Aunque le costará a un periodista de raza como él, le deseo lo mejor ahora que no tendrá que madrugar para presentar un menú informativo de calidad a sus oyentes. Pero la vida sigue.                     

Una iniciativa del Congreso que afecta a la Alcarria

Esta semana se ha aprobado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley  (PNL) presentada por el Grupo Popular en la que se instaba al Gobierno a paralizar el plan de cierre de las centrales nucleares españolas, decidido en 2019, y prolongar su vida útil. Tal plan contempla el cierre escalonado de las nucleares entre 2027 y 2035, siendo la última en apagar su reactor la de Trilllo (8.000 millones de kilovatios al año). Hay que aclarar que al ser una PNL, el gobierno de Sánchez no tiene obligación de seguir la recomendación, pero no convendría por ello minimizar la votación del Congreso. Por un lado, demuestra que la soberanía nacional está por rebobinar un plan que ha quedado desfasado en los seis años que han pasado, porque la situación del mundo ha cambiado tras la invasión de Ucrania por Rusia, y hasta países como Alemania, que cerraron su parque nuclear, ahora se lamentan por la excesiva dependencia que tienen del gas procedente de Rusia, lo que compromete su soberanía. Pero también sucede que la Unión Europea ha revisado su política y ahora ha dado la etiqueta verde a la energía nuclear al no producir emisiones de efecto invernadero y eso lo han tenido que asumir antinucleares de la vieja escuela como la socialista Teresa Ribera, actual vicepresidenta de la Comisión Europa. Por estos y otros factores que les ahorro, los socios independentistas catalanes de Pedro Sánchez han revisado viejas política y posibilitaron que prosperara la moción del PP, y no solo los neoconvergentes de Junts sino la izquierda montaraz de ERC que lo justificó por el bien del suministro eléctrico en Cataluña.

Vista de las torres de refrigeración de la central nuclear de Trillo, con las Tetas de Viana al fondo.

Lo que sorprende, por tanto, es el inmovilismo de otras fuerzas de izquierda, sobre todo el PSOE, cuyo portavoz recurrió al populismo barato al decir que la energía nuclear “ni es barata ni limpia” o contraponiendo las energías renovables a la nuclear, cuando todas son necesarias para que España no tenga que comprar energía a Francia, precisamente de origen nuclear.

También se tocó, aunque superficialmente, otro aspecto que debería haber llevado a la reflexión a cualquier diputado elegido por Guadalajara. Los planes alternativos para paliar el cierre de las nucleares han fracasado en España y ya sabemos en Guadalajara, por la experiencia de la central de Zorita, que el declive económico y social llega tras el apagón nuclear a sus comarcas. Me sorprende que en Guadalajara no se ponga el  acento en este punto, no sé si porque ven el horizonte de 2035 muy lejos, aunque tratándose de centrales  nucleares, cuyas decisiones son todas a largo plazo, el apagón está a la vuelta de la esquina.

Como he escrito otras veces: A la seguridad y solo a ella, debería atenerse principalmente un gobierno a la hora de tomar una decisión de la trascendencia que supone acabar con el parque nuclear español; y no guiarse por rancios prejuicios ideológicos que no se sostienen en el mundo actual y que, sin lugar a dudas, empobrecería a nuestra provincia, sin posibilidad de rectificación. Pues esto es lo que hay y lo que nos espera. 

LA FRASE: “Si no conociéramos a Trump y a Putin, la apertura de una negociación de paz en Ucrania sería una buena noticia. Pero conociéndolos, el anuncio ha sido más un mazazo que un respiro”. (José Ignacio Torreblanca, politólogo).                 

Sánchez en su microbús

Ha caído el telón y estamos como siempre que Puigdemont quiere tomar distancias aparentes con el gobierno de Sánchez para su consumo interno: que los hace “mear sangre” (sic), pero al final le salva de la quema como en las películas de suspense. El prófugo tiene una virtud, saber hasta dónde tensar la cuerda sin que se rompa; y Sánchez juega con las cartas marcadas, consciente de que Junts nunca participará en una operación parlamentaria para evacuarle de La Moncloa, porque con el que venga -se supone que Feijóo– nunca tendría tanta influencia como la que dispone en el actual parlamento, por caprichos de la aritmética. Por ello, Puigdemont seguirá como hasta ahora: apretando las clavijas a Sánchez, pero sin ahogarle, a no ser que desde la cúpula empresarial de Foment se lo exijan, y no lo parece por mucho que añoren las maneras de Pujol y su Convergencia. Puigdemont es mucho más atrabiliario, pero han conseguido que asuma con eficacia sus intereses en las negociaciones que mantiene con el Gobierno. Como se ha visto en los impuestos especiales con banca y eléctricas.

Puidemont dando un mitin en Barcelona, el pasado 8 de agosto.

Así las cosas, Sánchez ha testado que la única manera de poder tener unos presupuestos es entenderse con Puigdemont, quien podría convertirse en “Español del año”, si Anson siguiera dirigiendo Abc, como hizo una vez con Jordi Pujol. ¡Qué ingenuidad! El problema para el Gobierno es que cada negociación que acomete con Puigdemont le sale más cara, porque Junts tiene muy claro que para revertir el fracaso del Procés debe esmerarse en acometer lo que ellos llaman instrumentos para la desconexión con España, en el marco de un proceso de desespañolización que se inició con Convergencia y ahora ha acelerado Junts. Y en este capítulo debemos reconocer que han llegado más lejos con las cesiones de este gobierno de lo que lograron golpeando la Constitución en otoño de 2017 y quemando contenedores en vía Layetana. El asunto de la lengua lo tiene resuelto con la expulsión del español de la escuela catalana (desoyendo las sentencia del Supremo), con el beneplácito de Salvador Illa; la financiación singular a costa de la caja común está en los pactos de investidura con el presidente de la Generalitat, que para eso gobierna; y al de Waterlóo le queda ocuparse de asuntos como la inmigración y el control de fronteras, para no quedarse atrás con el discurso xenófobo de Aliança Catalana, con representación en el parlamento catalán. Sánchez no va a tener fácil ser complaciente en esta última aspiración de los separatistas, porque no está en la Constitución, pero tampoco estaba la amnistía y ha salido adelante sin que a Pumpido se le caiga una pestaña.

Desde la semana pasada, el presidente del Gobierno ya sabe que con Puigdemont puede negociar los presupuestos, aunque tenga que ir a su residencia de Waterloo para rubricar el acuerdo, como ha tenido que convertir el ómnibus en un minibús para salvar el match-ball de la moción de confianza. Todo vale con tal de seguir en La Moncloa; otra cosa es gobernar por carecer de una mayoría parlamentaria estable, y poner al PP ante sus contradicciones. Cómo justificar el apoyo al minibús cuando lleva pasajeros muy incómodos (ese palacete regalado al PNV y la renovación de un decreto que ampara a los inquiokupas y desanima a los propietarios dispuestos a alquilar) y en lo estratégico: dejar a Vox en exclusiva el rechazo parlamentario en la votación. Feijóo va a tener que esmerarse más en la explicación de su estrategia porque la pinza está servida. Y esto es lo que hay.  Sánchez conduce el microbús, bien es verdad que por un camino pedregoso que le puede sacar de la carretera en la próxima curva. ¿Pero y si llega a la meta, recogiendo por el camino pasajeros de las doce tribus de Israel, para proclamar a los cuatro vientos la noche electoral que “somos más”?

Mal haría Feijóo creyendo otra vez que van a acceder al poder como el que hereda una finca.

LA FRASE:Ahora crece el PIB, aumenta el empleo y los ingresos del Estado marcan récord, pero la gente que trabaja no vive mejor, ni accede en buenas condiciones a la vivienda, ni forma familias”. JUAN SOTO IBARS, escritor.

Ir a la barra de herramientas