María Dolores Cospedal cometió el jueves una mentirijilla al decir ante el juez Ruz de la Audiencia Nacional que no leía El Mundo. La número dos del primer partido de España no se puede permitir el lujo de ignorar lo que publica el segundo periódico en papel más vendido en España, y seguro que los periodistas que hacen los resúmenes de prensa para la jefa popular no serán tan frívolos como para despreciar sus contenidos. Pero es que no hay mayor insulto que decir a un director de periódico, y más a Pedro J. Ramírez, un periodista enorme que siempre demostró saber cómo vender periódicos –y ahora lo que pasa es que cada vez se venden menos periódicos impresos–, no hay mayor provocación, repito, que Cospedal declarase en la Audiencia que ella no lee El Mundo. Mucho peor que le hubiera llamado perro judío. Solo era cuestión de esperar unos días, tal vez horas, para saber cómo Pedro J. le devolvería el directo en la misma mandíbula del periodista, y fue en el editorial de este domingo. En el mismo, El Mundo se posiciona contra la figura de la secretaria general y termina: “Cuando se anuncia en el ambiente una reestructuración en el PP, parece que el partido no deposite ni demasiadas expectativas ni demasiado poder en manos de Cospedal. El crédito de la secretaria general está, a día de hoy, hipotecado”.
Coincido con Pedro J. en que el Partido Popular necesita cambios, y seguro que más profundos de los que abordará Rajoy, porque la desafección entre su electorado no es poca, pero no me parece a mí que Cospedal esté en peligro de ser arrastrada por la corriente purificadora. Es más, todo parece indicar de que será ella la que pilote esa renovación, y que como cualquier castigo exige una cabeza en la pica, ya se ha puesto en la faena de identificarla, para luego ensartarla. Esta cabeza tiene un nombre, y se llama Javier Arenas, el amigo de Bárcenas que negoció esa “indemnización en diferido” a la que se refirió Cospedal en una inolvidable expresión, y que se tradujo en una vergonzosa nómina de 18.000 euros al mes por no hacer nada, y de paso mantener la boca cerrada. El Mundo y los críticos de Cospedal han puesto mucho el acento en que la declaración de la secretaria general estaba metiendo en el ajo al propio Rajoy, aunque el entorno de Cospedal lo niega. Al final, va a ser lo mismo, porque lo supiera o dejara de saberlo, y al igual que sucedió a González con los Gal, en la exigencia de responsabilidades no se va a llegar tan arriba y este lío de Bárcenas acabará con Arenas…posiblemente en Estrasburgo, y en una limpieza general de los peones políticos que estuvieron en el PP más próximos al ex tesorero, contra quien solo un dirigente popular se ha querellado a título particular. Cospedal.
Hace algún tiempo que llevo diciendo que el doble trabajo de Cospedal en el PP le está empezando a pasar factura negativa a su desempeño como presidenta de Castilla-La Mancha. Por no hablar de que cualquier cuerpo humano, incluso el de Cospedal, está sometido a un desgaste físico y mental que sobrepasarlo puede conducir al agotamiento.
Pues bien, ahora ya sé que lo último que Cospedal se plantearía sería dejar la secretaria general. A no ser que se lo pidiera Rajoy. Y nada más lejos de las intenciones del líder popular que montar un relevo traumático en el partido, ahora que la prima de riesgo nos permite encarar el futuro con algo de optimismo. Ni de broma.
Cospedal seguirá de número dos y por mucho que le pese al albacea periodístico de Bárcenas, las expectativas de cara a septiembre están con ella.
Esto es lo que hay.