Archive for enero, 2014

Leguineche: Y la Alcarria habitó en él

Conozco a Manu Leguineche desde mucho tiempo antes de que él me conociera a mí. Porque a los periodistas y a los escritores se les conoce por su trabajo; y un servidor ya se consideraba amigo de Manu Leguineche antes de que coincidiera con él y me regalara su amistad al trasladarse a vivir a la provincia de Guadalajara. Yo soy también un periodista de la vieja escuela  al que se le metió el gusanillo de la profesión leyendo el periódico. Y les confesaré una cosa: cuando tengo una entrevista de trabajo con algún joven periodista, lo primero que le pregunto es si lee el periódico. Y si me responde que no tiene tiempo o que se conforma con el telediario pierde todo interés para mí, aunque venga con el título de la Universidad de Columbia bajó el brazo. Esta es una profesión vocacional, por lo que malamente se puede llegar a entender, y a querer, algo que se desconoce.

300x238-images-stories-00MAYO2008-leguinecheDe niño siempre tuve periódicos en casa. Es costumbre que debo agradecer a mi abuelo, que traía alguno de los diarios matutinos (ABC o el Ya), y luego era mi padre el que venía con los vespertinos (Pueblo e Informaciones). Eran periódicos sometidos a la censura previa, hasta la ley Fraga, y luego al capricho del ministro, del gobernador o del delegado de Información de turno, por lo que había que desentrañar la información leyendo entre líneas. De ahí la importancia que tenían las dos secciones que solían escapar al lápiz rojo del censor: la de Deportes e Internacional. Especialmente en esta última, los periódicos destacaban a lo más granado de la redacción. Y en ellas los lectores teníamos la oportunidad de conocer los cambios que se producían en el mundo, las corrientes políticas o filosóficas, la mlucha por la liberación de la mujer, la Guerra Fría y las consecuencias del Tratado de Yalta, que dividió al mundo en dos bloques enfrentados, o las recurrentes guerras regionales en las que las superpotencias se ventilaban el poder. Entre estas últimas me impactó la guerra del Vienam, por su crueldad  y la influencia que llegó a tener en la política americana; y con ella descubrí a los reporteros de guerra, a los Manu Leguineche que nos traían un torrente de información y que contrastaba con la opacidad y el aburrimiento de las páginas de información nacional.

Desde entonces, me hice amigo de Manu Leguineche y en sus crónicas encontré la ventana por la que acceder al mundo exterior. Preciso en sus descripciones, huyó siempre de la paja y la retórica y de los análisis prolijos, para concentrarse en las personas que sufrían las guerras. Y entre estas últimas, se quedó siempre con los más débiles. Manu no es un historiador de academia, pero con él aprendí  también más de la historia que en los libros de texto. Unas veces sus libros me ayudaron a desentrañar los entresijos de los conflictos mundiales (Los años de la infamia: crónica de la II Guerra Mundial, Adios, Hong-Kong, Apocalipsis Mao: una visión de la nueva China, Recordar Pear Harbour, Recordad Manhattan…); otros me sirvieron de brújula  para tratar de comprender la complejidad de la formación de países como la India (La destrucción de Gandhi); en los más me estimuló el gusanillo por el viaje y la aventura de conocer otros mundos y otras culturas (La vuelta al mundo de un periodista, El camino más corto, La vuelta al mundo en 81 días, El viaje prodigioso…); nos anticipó la amenaza del fundamentalismo y las dificultades del diálogo entre civilizaciones (En el nombre de Dios, Bajo el volcán…); y nos impartió lecciones magistrales sobre las consecuencias del Desastre del 98 y de las guerras coloniales que sangraron a las clases más humildes del país, lastrando el futuro de España  como la potencia europea que ya nunca fue. Filipinas en mi jardín, Yo de diré, Annual 1921, Gibraltar, Yo pondré la guerra, y algún título más del que me olvidaré, son lecturas obligadas para penetrar en la piel de España y saber más de nosotros mismos. Porque solo así lograremos algún día entendernos.

leguiManu Leguineche ha dado dos veces la vuelta al mundo sin coger un transporte aéreo, sobrevivió de milagro y hace tiempo que se vino a vivir a Brihuega a un viejo caserón del siglo XVII que compró a Margarita Pedroso, una mujer exquisita de sangre aristocrática. Puso a los árboles de su jardín nombres de escritores y con el tiempo consiguió uno de sus propósitos: “Lo esencial no es habitar una casa sino que ella te habite a ti”. Leguineche, el hombre. En su último libro: El club de los faltos de cariño, se nos revela el Leguineche más humano, el espíritu libre del incansable viajero que un día encontró su estación Termini en Brihuega y se quedó entre nosotros: “La gente es agradable en Brihuega pero salgo poco porque con mi timidez me molesta saludar a alguien a quien conozco”, se disculpa.

Además del Leguineche corresponsal y viajero, con jugosas anécdotas que refleja a lo largo de más de 300 páginas, hay una parte en este libro de cabos sueltos que me interesa particularmente; es la del Leguineche alcarreño, léase Manu. El viejo corresponsal cede el destino al Manu que se vino a vivir a la Alcarria, hasta formar parte del paisaje.  Es el Manu que clama contra “el cemento que avanza y nos obligan a poner buena cara”; el que contempla el AVE “como los sioux cuando el ferrocarril llegó a la pradera de los búfalos”; el bellotero que se marchó hasta la virgen de los Enebrales con el Kempis y una garrota, tratando de encontrar a los diablos que acechan al sabinar.

Es el Manu que puede jactarse de no haber perdido nunca, al menos a sabiendas, un amigo o una amiga.  Es Manu, el hombre. El reportero que recorrió varias veces el mundo es hoy un ejemplo de entereza, porque la silla de ruedas que necesita para desplazarse no ha conseguido quebrar su arrolladora humanidad. Manu nos está demostrando a todos que una enfermedad puede complicar la movilidad de las piernas. Pero que no logrará acabar con el hombre que arraiga en la buena tierra como los cipreses de su casa de Brihuega. En un reciente encuentro al calor de un buen whisky, en animada conversación con su hermano Benigno y con Yayo, mi mujer, le recordé una anécdota de su paso por la India y de las apreturas por las que pasó. Acabó vendiendo medicinas y para atraer a los paisanos cantaba “Granada”. En el caserón de la plaza de Manuel Leguineche, Manu volvió a cantar “Granada” a pleno pulmón. Como un tenor. Nos emocionó a todos saber que sigue con nosotros. Desbordante de vitalidad. Porque el corazón no va en silla de ruedas.

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Este artículo forma parte del libro coral “Guadalajara tiene quien le escriba. Homenaje a Manuel Leguineche” editado por la Diputación Provincial en 2008.   

Fotos: Leguineche recibe el premio de honor de la Asociación de la Prensa de Guadalajara (arriba) y la Medalla de la provincia de Guadalajara (abajo).      

De acuerdo con Cospedal: hay que difuminar los límites territoriales

Me gustó el discurso que hizo ayer Dolores  Cospedal en Molina de Aragón.  En el acto de  la refirma del convenio sanitario entre Castilla-La Mancha y Aragón  lo enmarcó en un principio básico: “Que  todos los españoles tengan exactamente los mismos derechos, las mismas libertades, y también las mismas obligaciones, con independencia de la parte del territorio nacional donde vivan, y éste es el caso de los vecinos de los municipios limítrofes del Señorío de Molina con las localidades de las provincias de Zaragoza y de Teruel”.

Así debería ser y cuando esto no sucede más de uno nos preguntamos si fue un acierto que las competencias sanitarias se transfirieran a las comunidades autónomas para mayor gloria del político de turno, que no del sufrido paciente. Porque “más allá de castellano-manchegos o aragoneses, somos todos españoles y, como tal, tenemos derecho a disfrutar de un sistema de salud de la misma calidad para todos”. (Cospedal dixit)

Así sucedía antes. Los vecinos del Señorío de Molina podían ser atendidos en centros sanitarios de Aragón, ya fueran de Calatayud, Zaragoza o Teruel, mientras que los del resto de la provincia acudíamos a los hospitales madrileños para alguna intervención o atención especializada de la que no se disponía en el hospital de Guadalajara. Mientras las autonomías españolas y el Estado tuvieron dinero no hubo mayor problema porque esos servicios sanitarios interautonómicos se pagaban mediante el fondo de cohesión. Pero estalló la crisis, el citado fondo se redujo a la mínima expresión, y cada autonomía decidió que había que ocuparse solo de sus habitantes, como si fueran nacionales de un estado soberano al grito de “los míos los primeros”. Y así pasó que  como Castilla-La Mancha no tenía firmado ningún convenio que regulara este libre trasiego de pacientes por la “frontera” autonómica, pues nos vimos todos, no solo los de Molina, haciendo interminables viajes hasta lejanos hospitales de la región. Todos nos llevamos las manos a la cabeza al saber que enfermos de Alustante y de otros pueblos en la raya de Aragón  tuvieron que hacer 1.000 kilómetros para ser atendidos en el hospital de Ciudad Real. ¿Pero qué engendro territorial hemos creado?, nos preguntamos.

Pues bien, la importancia del convenio firmado ayer es que como (Cospedal dixit)  “se hace obligatorio ese uso y esa costumbre, que había antes de la firma, además de mejorarlo cuantitativa y cualitativamente”. Con este convenio ya no se deja la atención sanitaria a la buena voluntad de una de las partes, como sucedía hasta ahora, sino que forma parte de la Ley y además se regula el procedimiento. En los casos de  atención especializada de segundo nivel, la remisión al hospital de referencia será gestionada dentro del Sistema Nacional de Salud. En cuanto a las situaciones de emergencia, serán gestionadas por la central de urgencias sanitarias que mejor y más pronto resuelva la situación y por lo tanto, habrá una comunicación más fluida, entre el 061 de Aragón y el 112 de Castilla-La Mancha. Además, el transporte sanitario no urgente será prestado preferentemente por la comunidad de residencia del paciente.

La consejería de José Ignacio Echániz ha hecho un buen trabajo del que se beneficiarán 26 municipios de Guadalajara, y en el caso aragonés 34 municipios de Zaragoza y Teruel. Como entrenamiento para la Champions League que le queda por librar le vendrá bien, porque solo en Molina quedan otros 8.000 usuarios de la sanidad públicas –entre ellos los vecinos de la ciudad de Molina—más los 250.000 del resto de Guadalajara y otros 100.000 de los pueblos  de Toledo más próximos a Madrid que están reclamando lo que dijo ayer Cospedal en Molina:  “El trabajo conjunto y el compromiso de ambas administraciones [por las de CLM y Aragón]  nos permite difuminar los límites territoriales, porque más allá de castellano-manchegos o aragoneses, somos todos españoles y, como tal, tenemos derecho a disfrutar y a poder usar un sistema de salud que tiene que ser de la misma calidad para todos”.

El propio consejero de Sanidad ya nos ha dicho que el convenio con Madrid está más complicado, porque mientras con Aragón había una prestación mutua    que permitía compensar los gastos, con Madrid nos sale siempre a pagar. Seguro, pero habrá que esforzarse más en articular toda esta colaboración, para llegar a “la mejor atención sanitaria, con la mayor rapidez y calidad” (Cospedal dixit), porque los usuarios no pueden seguir siendo los paganos del turismo sanitario al que ahora se ven sometidos. De lo que se trata por tanto es de que  «queremos hacer realidad algo en lo que creemos muchos, que los acuerdos entre las administraciones en lo que más redundan es en beneficio de los ciudadanos y en avanzar hacia la cohesión y la equidad de la sanidad española”. (Cospedal dixit)

Como he escrito alguna vez, si el servicio más importante que me puede dar la comunidad autónoma es la atención sanitaria, y por su culpa me lo alejan: ¿Para qué demonios me sirve a  mí y al paisanaje esta autonomía?

Sin acritud…Esto es lo que hay

P.D. ¿No les parece un poco raro que todos los diputados de la izquierda sean partidarios de que el aborto sea una decisión de la mujer en función de una ley de plazos y que absolutamente todos los de derecha tengan una visión restrictiva del mismo hasta el punto de querer impedir que una mujer con un feto malformado pueda abortar diga la madre lo que diga? Me gusta Estados Unidos porque allí nadie discute que las cuestiones que afectan a la conciencia y a la ética atañen al individuo, no a la moral grupal de partido de turno o confesión religiosa, y por ello cada legislador obra en consecuencia. Yo entiendo perfectamente  que Antonio Román, que es democristiano hasta las cachas, no liberal, vote en conciencia una ley más restrictiva como la que nos ha preparado Gallardón. Pero de la misma manera  en el PP hay otras sensibilidades, como la de Celia Villalobos, Núñez Feijoó o Morago –¿y Cospedal?, que optó por ser madre soltera, y me parece estupendo– que también deberían tener derecho a opinar y a votar en conciencia. En fin, que supongo que habrá que seguir dándole vueltas al asunto, porque no es fácil, y si ya es triste el tener que cambiar la Ley de Educación cada cuatro años, por falta de consenso, sería una tragedia que ahora se incluya la del Aborto como reclamo partidista.

Brindis sin aspavientos por 2014

 

Por primera vez  desde 2009 hay algunos signos en el horizonte que nos permiten juzgar el año que acabamos de estrenar con un moderado optimismo. No es que podamos dar por finiquitada la crisis financiera –porque en gran parte es también de modelo económico, y específicamente europeo por la pérdida de competitividad de su industria — como torpemente grita alborozado algún portavoz del partido en el Gobierno, pero los datos son inobjetables: la economía española empieza a andar, a trancas como el Rey, pero algo se mueve.  Vayamos por partes.

Paro2013._JPG-370x301España: Todos los organismos internacionales dar por terminada la recesión en España. Es decir, los crecimientos negativos de nuestro PIB. Las previsiones del Gobierno son modestas, un 0,7%, y seguramente acertarán, aunque tampoco hay que tirar la casa por la ventana porque el crecimiento de la economía mundial –previsiones FMI- alcanzará el 3,6% después de haber presentado el 2,9% en 2013. Quiere esto decir que todavía España viaja  en el furgón de cola, pero viaja.

Este moderado crecimiento nos anuncia también un repunte del empleo, aunque moderado. No podemos olvidar que España ha necesitado incrementos del PIB en torno al 4% para generar empleo al contrario que otras economías europeas menos encorsetadas que la nuestra. A título orientativo, recordar que en 2009, en los primeros meses de la crisis, en España había un paro registrado ligeramente superior a los tres millones –una cantidad indecente en un país desarrollado en una situación de bonanza—y que en los meses de febrero y marzo de 2013 llegó a superar los 5 millones para luego caer hasta los 4,7 millones. No olvidemos por tanto hasta dónde llegó el agua.

La reforma laboral ha dado un poco de aire a las empresas, pero tardará en notarse en la contratación indefinida y en la calidad del trabajo, lo que jugará en contra del discurso del gobierno. De la recuperación del poder adquisitivo perdido por las familias españolas, de momento ni hablamos. Y durante algunos años más, me temo, porque si alguien cree que esto se puede acelerar volviendo otra vez a las políticas de gasto sin freno y a la indisciplina del déficit,  que abandone toda esperanza. La UE no lo toleraría. Y fuera de ella viven los bárbaros.

Castilla-La Mancha: Yo sí doy la importancia que se merecen los  datos que dio el consejero de Economía Arturo Romaní el 30 de diciembre. Este hombre se encontró en 2011 con una deuda de 11.000 millones y un déficit del 7,8%, que era como para salir corriendo y no parar. Pues bien, Romaní ha conseguido liquidar a fin de año  los 4.000 millones que la Junta debía a las empresas privadas, y por ahí quedan pendientes, como una losa, otros 7.000 millones de deuda financiera como herencia para futuras generaciones. El déficit de CLM se ha ajustado ya a los límites del Plan de Estabilidad –cosa que no ha hecho el gobierno catalán catalán, por cierto, ocupados en otros gastos—pero ha sido a costa de saltarse más de una línea roja en materia de recortes y prestaciones. Así que Romaní nos ha operado con paracetamol, porque no había para anestesia. Que esto no ha sido gratis et amore, cierto, pero lo  prefiero a lo que hizo Barreda, seguir gastando desde 2010 como si no pasara nada, para no tener que poner mala cara a nadie, y luego dejar de pagar a sus proveedores. Mi duda es si esta disciplina no se romperá en los años electorales de 2014 y 2015, porque el mismo Romaní ha reconocido que si así fuera la tesorería regional volvería a tener problemas.  Y son tantos los compromisos a los que hay que atender , empezando por una televisión regional, que nos cuesta un ojo de la cara –más de 30 millones al año–, pero ahí sigue, dándole a la manivela de la propaganda, igualitio, igualito, que con los anteriores.¡ Y luego dirán que son liberales!

Guadalajara: El año se cerró en Guadalajara con 1.032 parados menos, un 4,18%, un buen dato para lo que fue el primer trimestre de 2013. Esta noticia positiva se refuerza con que la contratación indefinida y la afiliación a la seguridad social vuelven a tasas positivas, al contrario que en el resto de la región. Yo siempre he pensado que Guadalajara será la primera provincia que salga de la crisis en CLM, porque tenemos a Madrid al lado, aunque insisto: que los  políticos tengan prudencia porque eso no significa recuperación del poder adquisitivo, porque muchos sueldos siguen congelados o a la baja mientras que la fiscalidad no deja de subir, el mayor fiasco electoral del PP. Acuérdense que hace cuatros años se hablaba de mileurista para calificar al pobrecito de turno. Hoy son envidiados. Pero no es solo eso: antes los jubilados eran unos desamparados a los que el Ayuntamiento de Guadalajara les puso el autobús gratis, cuando éramos ricos, y ahora son el sustento de muchas familias que están en la cola del paro. 880 euros es la pensión media en nuestra provincia.

El problema es que los que felizmente la cobran, y con todo su derecho, ya alcanzan el 14,6% de la población  provincial–un total de  36.778 jubilados—y con estos porcentajes no me puedo engañar sobre lo que me llegará a mí. Ahora mismo firmaba dejarlo todo como ahora, y solo un aumento entre el 1 y el 2% anual, como este año.

Esto es lo que hay.

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