La Diputación de Guadalajara, como hizo el ayuntamiento de Loranca de Tajuña, del PP, ha rechazado una moción de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública que los partidos de izquierda van a presentar en los ayuntamientos de la provincia en la que se urge a la firma de un convenio sanitario con la comunidad de Madrid.
Empiezo por decir que entiendo que al PP, como partido que respalda a los gobiernos de Rajoy y Cospedal, no le haga ninguna gracia respaldar la propuesta de una plataforma que políticamente está en sus antípodas y que la integran PSOE, IU, UPyD o el sindicato UGT, entre otros. Aquí nadie se chupa el dedo. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, desde el PSOE se ha construido un discurso en el que se parte de una premisa que no se corresponde con la realidad, como es que alguna vez hubiera habido entre las comunidades de Castilla-La Mancha y Madrid un convenio sanitario reglado que regulara esa colaboración. Nunca lo hubo. Y de hecho los que llevamos 30 años defendiéndolo, gobierne quien gobierne, así lo reclamamos al uso y manera de nuestra vinculación con la Universidad de Alcalá, que está regulada por Ley, porque en Guadalajara se peleó duramente por ello. Tiren de hemerotecas.Cuando insistía en mis artículos que la deriva autonomista acabaría poniendo en peligro nuestra relación con Madrid, siempre obtuve la misma respuesta de los altos cargos gobernantes: “Tu, Santiago, siempre tan alarmista en estas cosas de la autonomía”.
Pues bien, lo que tenía que pasar pasó, y cuando la crisis económica se llevó por delante aspectos fundamentales del el sistema de financiación de las autonomías españolas, sucedió que con ella se fue al garete el fondo de cohesión, que es el que se utilizaba para compensar estos gastos entre pacientes de distintas comunidades. Y así sucedió que Castilla-La Mancha cada vez pagaba peor los gastos de sus “nacionales” en los hospitales de la sanidad madrileña, que empezó a mosquearse por ello. Durante el gobierno de Barreda ya se empezó a restringir el uso de los hospitales madrileños, y se empezó a practicar ese “turismo sanitario” desde Guadalajara a hospitales de Toledo, Ciudad Real o Albacete, cierto. Pero es al tomar posesión el nuevo gobierno Cospedal cuando la consejería de Sanidad frena en seco esas derivaciones, como me lo reconoce en una entrevista el consejero de Sanidad, José Ignacio Echániz: “No tenemos dinero”.
Eso es lo que pasó. Cuando llega Echániz a la consejería se encuentra con que no tiene dinero para que los pacientes de Guadalajara sigan teniendo sus hospitales de referencia en Madrid. Llegan los tiempos duros de la crisis, cada autonomía se cierra sobre sí misma y solo piensa en los suyos; y en la práctica el sistema sanitario estatal solo queda para las urgencias a vida o muerte y los desplazados. Ahí tienen el reciente caso de la niña fallecida del condado de Treviño a la que un cabeza de huevo de la sanidad vasca decide no enviar una ambulancia a su pueblo, administrativamente Burgos, y el padre desesperado la traslada en su coche a la vecina Vitoria.
Sin que nos diéramos cuenta, han cambiado un sistema público estatal y español por 17 sistemas autonómicos de su padre y de su madre. Y como Guadalajara está en la periferia de la autonomía en la que nos metieron, más cerca de Madrid que Castilla-La Mancha, pues somos sus “nacionales” los que pagamos los platos rotos con viajes interminables al quinto pino ( manchego) de pacientes y familias. ¡Qué forma tan maravillosa de acercar los servicios públicos al administrado y al contribuyente, que es el que paga esta juerga!
No es por tanto el gobierno de Cospedal el que genera por su intrínseca maldad este problema, como acusan interesadamente desde la oposición, pero lo que ya no cuela es que ante la petición de Agamenón o de su porquero para urgir al mentado gobierno regional a que lo arregle, la única respuesta que se ofrezca desde las instituciones guadalajareñas es que estos señores socialistas dejaron la sanidad hecha unos zorros y entrampada hasta las cejas. Aun siendo esto cierto, han pagado por ello y por eso están en la oposición. Y eso es lo que les pasará a los que ahora gobiernan si no lo arreglan.
Así que vuelvo al principio. Entiendo los recelos del PP a no hacer seguidismo político de ciertas iniciativas, pero cuando se vota en contra de un enunciado como el que proponía la moción de marras, lo que la técnica parlamentaria requiere es presentar una moción alternativa para patentizar que esa voluntad existe. El PP en la Diputación cometió un error de bulto al no hacerlo, que no les habría ocurrido a los Tomey, Bono, Irízar o Bris, que se las ingeniaban para estar en cabeza de la pancarta aunque fueran ellos los que gobernasen. Pero esto es lo que hay.
Bono solía decir que España valía más que el PP y el PSOE juntos. Y se quedaba tan ancho como Dominguín. No sé si sería demasiado pedir a los señores políticos que nos representan (y cobran por ello) si tendrían a bien llegar a un consenso sobre un tema tan trascendental como el que nos ocupa, y que por lo tanto debería estar fuera de la pugna política. No sé si llegan a darse cuenta de que este asunto nos compete exclusivamente a los de Guadalajara, y solo un poquito a la comarca de La Sagra, en Toledo, así que si no nos ponemos de acuerdo entre nosotros, ¿cómo vamos a convencer a los señores políticos de la autonomía que esto es un asunto tan trascendente, que si no se arregla, rompería las reglas del juego por las que se creó Castilla-La Mancha y Guadalajara se integró en ella?
Si quieren hasta les redacto una moción para que la puedan firmar todos los que crean que Guadalajara vale más que el PP, PSOE e IU juntos.
“Instamos al gobierno de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha a firmar con el gobierno de la comunidad de Madrid un convenio sanitario con el fin de que vuelvan a ser atendidos los usuarios de la sanidad pública de Guadalajara en los hospitales de Madrid, cuando así se requiera, como ha venido sucediendo históricamente en razón de la cercanía entre ambos territorios. Este convenio se podría extender a otras zonas de Castilla-La Mancha que estuvieran interesadas y en justa correspondencia a los pacientes de la sanidad autonómica madrileña en el territorio de CLM”.
Las instituciones deben liderar a la sociedad. Cuando esto no se produce se extiende la impresión de que las instituciones no son eficaces y por extensión el sistema mismo. En fin, que como decía el añorado Adolfo Suárez, muñidor de grandes consensos durante la Transición, hay que dar la categoría de normal a lo que en la calle es normal. Y no puede ser más normal que nos atiendan en hospitales que están a 50 kilómetros –cuando no se puede en el de Guadalajara–, en lugar de otros que se ubican a 170, 250 o 300.
P.D. Pues que quieren que les diga: la mejor manera de homenajear a Adolfo Suárez es seguir trabajando y no suspender ruedas de prensa, exposiciones, conferencias y todo tipo de eventos insitucionales. Pero…