Por mucho que desde la oposición de izquierdas se quiera negar la incipiente recuperación de la economía española, más allá de una situación puramente coyuntural, lo cierto es que todos los organismos internacionales se han con confabulado para confirmar la realidad de esa tendencia, y que seguramente vendrá muy bien al gobierno de cara a las elecciones Europeas. No entiendo la torpeza de la señora Valenciano de centrar su campaña en negar la mayor, la bondad de los últimos indicadores de crecimiento, cuando hace solo un año son los que utilizaba la oposición para arrear al Gobierno y algunos los exhibían para justificar que Mariano Rajoy debía solicitar la intervención. Aunque después de lo que acaba de suceder en Francia, en que Hollande ha renunciado a las políticas keynesianas de crecimiento, las mismas que defendió en la campaña electoral, y ha puesto el faro en el estímulo de la competitividad, sí parece que la socialdemocracia europea necesita una revisión profunda para saber cuál es su papel en la Europa del siglo XXI, que ahora no se visualiza por ningún lado. Sí se perciben mejor las posiciones en la izquierda comunista o de la ultraderecha nacionalista, solo que son incompatibles con las políticas mayoritarias en la Unión Europea y que responden a otros modelos de sociedad.
Los datos son los que son, y por tanto el único debate que cabe es qué grado de responsabilidad tiene un gobierno en que suban o bajen esos indicadores. Es lícito por tanto que el gobierno de Rajoy se refiera a la reforma laboral como uno de los motores que están detrás de esos 197.701 cotizantes que la Seguridad Social ha ganado entre abril de 2013 a abril de 2014, como que desde la izquierda se ponga el acento en que el 91% de los empleos que se crean son temporales. Solo que para que mejore la calidad del empleo primero tiene que haber empleo, y pretender que en España se puede atacar los fundamentos del paro estructural sin que se incremente la flexibilidad y la temporalidad es engañar a la gente. Alemania, Holanda o Austria, con tasas de paro del 4 %, hace tiempo que duplican y triplican el empleo temporal de España, y nos guste o no, a lo que tiende Europa, por la pérdida de competitividad industrial ante los países emergentes, lo que está haciendo es repartir el empleo que ha quedado. En España por primera se ha empezado a crear empleo con tasas de crecimiento inferiores al 1% y antes se pensaba que habría que creer por encima el 4% para que nuestro país generara empleo neto. ¿Por qué sucede esto? Porque los costes salariales han bajado, pero también porque es menos costoso regular las plantillas, es decir, despedir. Aunque cuidado con el agit-prop del Gobierno: el empleo que se crea no es precisamente de I+D, sino vinculado a los servicios y especialmente al turismo. Esto es lo que hay. El mundo que viene está tamizado en gris.
En Guadalajara está pasando ya, y vamos más adelantados que en otras provincias de la comunidad. Si bien es cierto que el 91% del empleo generado es temporal, ya se empieza a notar un ligero repunte de la contratación indefinida, con 647 nuevos contratos realizados en abril, un 18% más. Pero es que también sube el 18,7% los contratos indefinidos en lo que llevamos de 2014. Los datos de paro del mes de abril confirman por tanto una tendencia positiva en nuestra provincia, con 949 parados menos registrados, un 3,87% menos, aunque todavía es más importante que este mes el número de afiliados a la Seguridad Social sea incluso mayor: 1.029 más. Esto significa que en Guadalajara se está creando un empleo real, y al margen de la economía sumergida, porque el número de parados no solo ha bajado en 1.661 personas en lo que llevamos de año sino que la afiliación a la Seguridad Social es todavía mayor: alcanza los 1.867 nuevos afiliados.
Parece que hay motivos, por tanto, para no regodearse en el pesimismo, pero tampoco podemos olvidar que en enero de 2008 había en España 2,32 millones de parados y en abril de 2014 son 4,68 millones. En Guadalajara sigue habiendo 23.595 parados registrados en el Inem, aunque la EPA eleva ese número a unos 30.300. Los costes de la crisis han sido tremendos y lo que no se puede permitir España es un crecimiento sin empleo, como ha sucedido en otras épocas de nuestra historia (la reconversión industrial) , porque la brecha social que se ha agrandado desde 2010 es francamente insoportable con más de cuatro millones de parados. No podemos por tanto lanzar las campanas al vuelo porque el 41% de los parados registrados ya no tiene ningún tipo de prestación con lo que se da la paradoja de que el gobierno se va a “ahorrar” unos 4.700 millones que figuraban en el presupuesto para prestaciones. Ya sabemos adónde nos condujeron las medidas de otros gobiernos, quienes creyeron que solo con políticas de aumento del gasto se podía cambiar esta tendencia. Pero desconocemos lo que piensa hacer este gobierno para combatir ese paro estructural, más allá de las políticas de reducción del déficit que se fijan en Bruselas, no en La Moncloa, y lo que tiene en mente De Guindos o Montoro para que las clases medias, la pequeña empresa y los autónomos no vuelvan a ser otra vez los que sigan sujetando la fiscalidad de este país, porque no tienen sicavs. En este sentido, me preocupa que el gobierno haya dejado de hablar de nuevas reformas, porque con este modelo de administraciones superpuestas e ineficaces la recuperación puede ir a ritmo de caracol y demasiada gente se podría sentir fuera del sistema.
Como pasó en la Alemania de la república de Weimar. Y no digo más.