Bien, pues ya está todo el pescado vendido ante la cita electoral del 24 de mayo, por lo menos en cuanto a la oferta que presentan los partidos políticos en estos comicios locales y autonómicos. ¿Qué ambiente detectas?, le preguntaba a una de las personas que mejor conoce la provincia de Guadalajara, y especialmente su mundo rural, que estaba entre los invitados a la presentación de la candidatura de Antonio Román con asistencia de Dolores Cospedal. Y me respondió con esta expresión: “raro”, a lo que un alto dirigente empresarial apostilló: “Cualquier cosa puede pasar”.
RARO.– Me apropio por tanto de ese adjetivo para este artículo, porque en su definición de la RAE como el “que se comporta de un modo inhabitual”, está el meollo de la cuestión. Todos intuimos que se están dando comportamientos “poco frecuentes” , raros por tanto, que de alguna manera van a afectar a las dos grandes fuerzas políticas, una conservadora-liberal y otra socialdemócrata, que se asentaron en España tras las dos primeras elecciones democráticas, no sin antes absorber a los comunistas de Carrillo y a esa Alianza Popular de Fraga, que recordaban demasiado a una guerra que todos queríamos superar con la Transición, y que algunos ahora quieren desenterrar. Desde entonces, España se comportó como una democracia europea corriente, con las lógicas alternancias en el gobierno, sin volver a las extravagancias que jalonaron gran parte de su historia en los siglos XIX y XX. Hasta que llegó la crisis; y todo se puso patas abajo. Por primera vez desde la Transición, la crisis golpea sin piedad a esa nueva clase media española, formada por trabajadores con empleo estable, profesionales liberales y pequeños empresarios y autónomos, que hacían de colchón entre los extremos en cada cita electoral, y que no querían aventuras que pusieran en riesgo un sistema que más o menos garantizaba estabilidad en el empleo –sin llegar nunca a los parámetros centroeuropeos, seguramente que por las insuficientes reformas en una legislación laboral muy rígida y antiliberal, que estaba saliendo de la autarquía franquista– , y también una indudable mejora en la calidad de vida de los españoles, y todo ello en el marco de un régimen de libertades (emanado de una Constitución que algunos ahora cuestionan gratuitamente) como jamás disfrutó el pueblo español a lo largo de la historia. La proletarización de amplias capas de esa clase media, por el aumento de las desigualdades y la pérdida de poder adquisitivo, junto al efecto corrosivo que ha supuesto el fenómeno de la corrupción en la moral ciudadana, ha hecho que ese colchón de clases medias sea hoy más ligero, y la gente se empiece a comportar de un modo inhabitual, con lo que efectivamente el ambiente está “raro” e “imprevisible”. No hace falta decir que de la confusión se benefician los partidos que vienen con la etiqueta de lo novedoso, aunque sea muy difícil encontrar ideas realmente innovadoras (más allá de algunas propuestas que hemos oído a Luis Garicano, todavía por madurar), si no son decididamente antiguas y notoriamente fracasadas, en estados del este que ya ni existen o en el caribe americano, por muy modernamente envueltas que vengan en un tuit.
¿UNA PRIMERA VUELTA?. Aunque la cita de del 24 de mayo se trate de unas elecciones locales y autonómicas (en este caso de las comunidades de la segunda división estatutaria), es obvio que especialmente algunos partidos lo van a plantear como una primera vuelta de las elecciones de ¿noviembre? Pero es más, y sin que yo quiera comparar ni por lo más remoto la situación actual de España con la de aquella sociedad que alumbró las elecciones municipales de abril de 1931, no es menos cierto que sí hay un elemento a considerar. Un derrumbamiento del actual partido del Gobierno en las principales ciudades del país, podría traer graves consecuencias en las elecciones de ¿noviembre?, como las tuvieron ese 14 de abril de 1931 a pesar de que las candidaturas monárquicas ganaran numéricamente a las republicanas aquellas elecciones en España. Ahora, ningún rey, por el momento, saldría en ningún Ave de la nueva estación de Atocha, pero ya sabemos cómo se las gasta históricamente la derecha española con partidos y dirigentes en la hora de la derrota. ¿Qué pasaría con Rajoy? ¿Y con Pedro Sánchez, si Podemos hace el sorpasso y supera al PSOE en las grandes capitales? ¿Llegarían algunos de los dos a noviembre? ¿O antes, si Arriola opina que es mejor adelantar las Generales?
El ambiente está raro, sí, y no digamos en Guadalajara en donde por primera vez hay una expectativa razonable de que fuerzas políticas al margen de PP, PSOE y de Izquierda Unida, puedan entrar en las tres instituciones que concurren a las urnas: ayuntamientos, diputaciones (estas por una vía indirecta, que los electores no entienden) y comunidades autónomas de segunda división (Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía, convocan sus propias elecciones). Vayamos por partes.
Guadalajara es una provincia muy complicada para unas municipales, pues no en vano hay 288 municipios y 25 entidades locales menores. Solo PP y PSOE tienen una estructura provincial y han llegado a todos los municipios, y el PP presume de haberlo hecho también en esas entidades locales de ámbito inferior al municipio. La tarea de presentación de listas es titánica, y para lograrlo hay que recurrir en muchos casos a lo que se conoce por “paracaidismo”, es decir, enviar como candidatos a personas que no son del pueblo. Se intenta evitar, pero se han dado incluso casos de alcaldes electos, que ni vivían en el pueblo, ni nunca aparecieron antes por él. Tal es la dificultad de completar las candidaturas, que en expresión de un dirigente político “hay más paracaidistas que en el desembarco del Normandía”. Una vez hicimos un reportaje en El Decano, y nos salían más de un centenar de alcaldes que residían habitualmente en Guadalajara capital; y en Madrid había más de una veintena.
EL PP AFINA EN LA GUADALAJARA RURAL.– Solo con echar vistazo a las candidaturas vemos nuevamente a la provincia dividida en dos. Corredor del Henares y el resto.
En el resto, es decir, nuestro área más rural, la provincia sigue mayoritariamente bipartidista. Hay algunas lista de Ahora Guadalajara- Izquierda Unida, por ejemplo en Sigüenza o Molina de Aragón (en esta última localidad, hay dos de independientes), pero es la excepción. Los partidos emergentes, como Ciudadanos y UPyD, tienen una representación marginal en la provincia más rural, por lo que en cuanto a análisis de lo que pueda suceder allí reserva pocas sorpresas. Percibo que el Partido Popular ha hecho un eficaz trabajo pre-electoral, fichando hasta a 41 concejales (y 10 alcaldes), que en las anteriores elecciones se presentaron por otros partidos, especialmente el PSOE, de los que el caso más notorio es el de Luis Padrino, 28 años en la alcaldía de Almoguera, y en cuyo pueblo no se mueve un caracol sin que él lo sepa (no se rían, que hasta una ordenanza tiene para controlar su recolecta), porque fue vicepresidente en una Diputación socialista. Pero que nadie se rasgue las vestiduras. Siempre pasó igual. En el medio rural, el que gobierna tiene una prima doble, porque muchos alcaldes entienden poco de la vida partidiaria, y lo que buscan es estar con el que gobierna en la Diputación y en la Junta, porque así será más fácil conseguir cosas para su pueblo. Y no se equivocan. Nuestra política es muy sectaria. El PP se ha aprovechado esta vez de su condición de partido de Gobierno, como antes le pasó al PSOE. Cuando los socialistas ganaron por primera vez las elecciones autonómicas en Guadalajara, después de tres gobiernos consecutivos de José Bono, me comentó el responsable de campaña de los populares que se lo temían, porque más de medio centenar de alcaldes y concejales, o bien se habían pasado al PSOE, o no habían querido seguir.
CIUDADANOS Y UPyD ENTRAN EN EL CORREDOR.- En el Corredor del Henares, las cosas son bien diferentes. En municipios grandes, con vecinos que apenas se conocen por la dificultad que tiene la convivencia en pueblos sembrados de chalets, la personalidad del candidato influye menos, y aumenta proporcionalmente la de su partido político. Quiere esto decir, que allí el voto municipal se asemeja más a unas elecciones generales, y esto beneficia especialmente a partidos que van bien en las encuestas como Ciudadanos, que al igual que UPyD, ha concentrado todo su arsenal en el Corredor del Henares. A la izquierda-izquierda del PSOE, las candidaturas de Izquierda Unida-Ahora Guadalajara tienen presencia en la mayoría de los núcleos más importantes. Pero para confundirnos un poco más, también aparecen medio docena de listas con la marca Ganemos Guadalajara, aunque son otros los que van bajo ese paraguas, que en los últimos meses utilizó la coalición liderada por Izquierda Unida. Si a este maremágnum de la izquierda plural, unimos que Podemos no se presenta a las municipales con su nombre, pero lo más seguro (lo decidirán en referéndum) es que apoye a Ahora Guadalajara, y que en cambio en las Autonómicas el partido de Iglesias y el de Cayo Lara versus Garzón van a rivalizar con listas diferentes, (aquí se llamarán Ganemos Castilla-La Mancha-Los Verdes-Izquierda Unida, para enredar más la cosa), pues no es de extrañar que en el PP y en el PSOE sospechen que ya llueve menos en los prados comunistas. Me dicen.
Veo a los populares satisfechos del trabajo que se ha hecho en la provincia, creen que el objetivo de hacer el 4-2 en el partido de Sigüenza es posible, y ello podría compensar los escaños para la Diputación que se pueden perder en el partido judicial de Guadalajara, dando por hecho que en el de Molina volverán a empatar. Habrá que estar muy atentos, además, por si UpyD o Ciudadanos pudieran tener votos suficientes para entrar en la Diputación, porque podría ser decisivo para decidir su gobierno. Estos últimos reman con el aire a favor, gracias al impulso y el carisma de su líder Albert Rivera, aunque el partido de Rosa Díez empezara antes a organizarse en Guadalajara, pero…
¿Y en las autonómicas? Yo les remito a mi artículo anterior, donde les explico cómo, paradojas de la vida, el PP se ha podido pegar un tiro en el pie con la reforma electoral que inspiró Vicente Tirado en provincias como Guadalajara y Cuenca, con solo cinco escaños, en el momento en que un tercer partido –¿Podemos?, ¿Ciudadanos?…– entre en el reparto de escaños. Si esto ocurriera, para que el partido más votado, supongamos que el PP, pudiera tener 3 escaños debería reproducir un respaldo cercano al logrado en 2011 (59,8% de los votos) y tales mayorías van a estar muy caras en España; y también en Guadalajara.
Si así sucediera, estaríamos hablando de una distribución probable de escaños en Guadalajara de 2-2-1 (PP, PSOE, ¿Podemos?), e incluso si los grandes partidos en Guadalajara se la pegaran mucho –aunque no me parece que el agua vaya a bajar tanto– de un 2-1-1-1. (PP, PSOE, ¿Podemos?, ¿Ciudadanos?).
Esto es lo que hay.
P.D. Ni que decir tiene que Román hizo la lista en el Ayuntamiento, con su gente, con la única concesión de Ana Guarinos de número dos, porque para eso es la presidenta del partido, y esta última se guisó la de las Autonómicas, liderando una candidatura con dos de sus diputados provinciales en los números dos (Robisco) y tres (Valdenebro), no renovando a ninguno de la época en que Román era el presidente provincial del PP. Cada uno cultiva su huerto, como suele suceder, y el 25 de mayo, ya veremos lo que nos deparan las urnas. Y la recolecta.