Mi último artículo sobre el trasvase Tajo-Segura

Me prometí   no volver a escribir más sobre el trasvase Tajo-Segura mientras no hubiera algo realmente  nuevo, porque cuando uno acumula en este oficio varios miles de columnas (o post) a sus espaldas, casi todo lo tiene escrito; y de lo que se trata es de no caer en la repetición. No ha pasado nada para que rompa esa promesa que me hice a mí mismo, y si lo hago es para glosar el artículo más lúcido que se ha escrito sobre el trasvase en los últimos tiempos. Se publicó en este digital, y lo firma el abogado Rufino Sanz Peinado, que fue director general de Administración Local en CLM, y que sigue siendo afiliado de base del Partido Socialista. Con él coincido en todo menos en el pronóstico  final.

Repito: no hay nada nuevo en esta nueva “guerra del trasvase” iniciada por el gobierno regional de Emiliano García-Page, porque se asemeja a la que otrora iniciaron José Bono y José Marías Barreda. Comprendo que presenten todos los recursos contenciosos que les plazca contra  éste y nuevos  trasvases, aunque como nos recuerda Rufino tienen la misma eficacia que procesar a un muerto.  Los trasvases podrán seguir  hasta que se llegue  al mínimo no trasvasable, que este año  de 2015 es  304 hectómetros (ahora hay unos 398), e incluso entonces se podría seguir derivando agua, solo para beber, si el gobierno así lo decidiera por una vía extraordinaria. ¡Pero si es que esta película  ya lo hemos visto entera! Esta situación agónica por la que pasa este verano la cuenca alta del Tajo  se viene repitiendo cíclicamente, y con Felipe González en el gobierno, aun estando por debajo del mínimo trasvasable,  entonces  240 hectómetros, ¡hemos visto aprobar trasvases para beber! Porque primero es lo primero.

Así que entiendo que el gobierno regional haga su trabajo, y recurra; como que  los municipios ribereños pongan el grito en el cielo por la situación discriminatoria en la que viven, y que incluso reclamen que el mínimo trasvasable se eleve hasta los mil hectómetros, aunque saben que ni este gobierno ni el que vengan  lo aprobará, porque esa cota, hoy,  sería un duro golpe para la agricultura del  Levante español. Es más, si desde esa asociación de Municipios Ribereños se hubiera pensado  históricamente más en sus intereses, y menos en los partidarios, algo más habrían sacado.

Entrepenas

A la misma “guerra” con las mismas “armas”

Repito: entiendo las protestas de todos, pero como a Rufino me entra la depresión si  esta nueva “guerra del agua” la vamos a afrontar con las viejas armas de otras anteriores. Con espadas, mazas y trabucos. ¡ Porque la volveremos a perder! Porque ese camino, el de bloquear o limitar los trasvases mediante un Estatuto o con unas normas similares a la Ley del Agua en Aragón, como se invoca ahora desde el gobierno de Page, está bloqueado. No podemos olvidar de que el  Estatuto que llevó Barreda al Congreso en el que se pretendió poner fecha de caducidad al trasvase Tajo-Segura fue el único que se rechazó junto con el de Ibarreche  y su Estado  Vasco Libre Asociado. Hasta la soberanista reforma del  Estatuto Catalán en los tiempos del fracasado Tripartito, se podó por la Comisión Constitucional de Alfonso Guerra ;  y pasó.

Con estos antecedentes, Guadalajara, los ribereños, y Castilla-La Mancha no pueden seguir con el único argumento de la preferencia de las cuencas cedentes, porque con él habría que liquidar la llamada tubería manchega, otro trasvase  para llevar el agua a aquellas llanuras y que pertenecen a la cuenca del Guadiana, no nos olvidemos. Pero es que también está demostrado que por encima de ese lenguaje de cuencas cedentes  está otro, y se llama interés nacional.

No podemos seguir engañándonos. Ni Guadalajara, ni  Castilla-La Mancha podrá ganar una “guerra del agua” al Levante español planteada sobre las bases de discusión actuales. Es decir, sobre la limitación de los trasvases, sin más. Podrá entretenernos el verano, y ocupar espacios en los medios de comunicación, pero estaríamos procesando al mismo muerto que Bono y Barreda. Para que pueda haber una “guerra”, tiene que haber  ejércitos.  Y en este conflicto que nos ocupa están,  por un lado, 22 pueblos ribereños que tienen unos intereses, legítimos, pero que entre todos ellos tienen tanta población como cualquier pueblo mediano de la región  de Murcia o de Valencia; y se alinea, enfrente, la mayor huerta de Europa y un sector turístico formidable.  No quiero mortificarles con muchos datos para demostrarles que no hay “guerra”  que valga, más allá de la que se libra en los medios de comunicación: únicamente les diré que solo la provincia de  Alicante es el cuarto PIB español o que Murcia en solitario produce 3,3 millones de  productos frutícolas y factura por valor de 2.327 millones de euros, el 96% al extranjero. Por eso en el Levante por el agua se mata.

Esta “guerra” no se puede seguir librando con hondas desde Guadalajara y Castilla-La Mancha. El problema no es el trasvase Tajo-Segura, más allá de que se diseñó en un lugar equivocado, su cabecera. El problema viene porque en España, a pesar de tener recursos hídricos suficientes,  solo hay este trasvase entre cuencas, lo que constituye un agravio para los territorios que lo soportamos.

Por una solución nacional, con el Levante como aliado natural

Rufino en su artículo recalca la solución del Duero, desde  el  Esla, que derivaría agua por elevación hasta la cabecera del Tajo; y yo añado que tampoco habría que descartar derivaciones desde el Tajo medio.  Por ahí debe pasar cualquier estrategia de éxito para abordar el futuro del Tajo-Segura; y para ello, el mejor aliado de Castilla-La Mancha sería, no lo duden, el teórico “enemigo”, el Levante español.  Allí, ya saben que un único trasvase desde la cabecera del Tajo es un gran riesgo para sus intereses cuando llegan los ciclos de sequía, por lo que cualquier solución a medio plazo pasa por dos puntos:  1º) Mejorar la eficiencia de las desaladoras, que todavía salen a un precio más alto  por metro cúbico que el agua del Trasvase, de mayor calidad, con lo que tienen miedo a no ser competitivos frente a los mercados hortofrutícolas emergentes en el norte de África. 2º) Estudiar una conexión sostenible entre el Duero y el Tajo, que a su vez permitiera derivaciones suficientes a las cuencas del Segura o del Guadiana (la tubería manchega, en construcción) sin secar Entrepeñas y Buendía.

En el final de este planteamiento  llega mi única discrepancia con la exposición que nos hace Rufino Sanz Peinado. Él piensa, porque es un optimista incorregible, que llegaremos a ver esa conexión Duero-Tajo sobre la que se articularía una política hidráulica realista en España, y sobre bases sostenibles, que se hunden  en la filosofía del regeneracionismo español de  Joaquín Costa,  y que alimentó las ideas de los reformadores españoles.

Yo soy  más pesimista, porque si bien la tecnología permite la implementación de estas políticas con las que soñaron nuestros antepasados ilustrados, la deriva nacionalista que prende sobre esta vieja piel de toro podría frustrar ésta y cualquier otra iniciativa que articule España como estado ideal. El día a día nos está demostrando que las diecisiete autonomías españolas se comportan cada vez más como diecisiete estados en sí mismos, sin ningún interés por articular proyectos en común sino todo lo contrario: lo que demandan son más  y más competencias y menos poder del estado central al que pretenden dejar  en una especie  de estado confederal.  ¿Qué pasaría, amigo Rufino, si alguien planteará una derivación desde el Duero al Tajo, para que ejerciera de aljibe regulador en posteriores derivaciones hacia el Segura o la llanura manchega del Guadiana? Pues yo te lo digo, que por mucho que se explicara la bondad del proyecto, la oposición en la autonomía de Castilla y León pondría el grito en el cielo,  la protesta se aderezaría con toneladas de populismo pseudoecologista, y al final el gobierno regional de turno tendría que ponerse en la cabeza de la manifestación para no perder  las siguientes elecciones.

No soy  optimista, Rufino, porque lo que el día a día nos demuestra es que las autonomías españolas, todas ellas, están cogiendo los peores vicios del nacionalismo, hasta las gobernadas por el PP y el PSOE, y cualquier planteamiento como el que haces en tu artículo se convierte en revolucionario, en jacobino, y desgraciadamente no estanos en Francia. Esa ley del Agua de Aragón , que ahora quiere copiar inútilmente el gobierno de Page, tiene un tufo nacionalista que tira para atrás,aunque el PP la aceptó para alegrar a sus antiguos socios del PAR. ¡Para lo que les ha servido!

Patriotrismo y solidaridad

En España, amigo Rufino, lo que se ha perdido es el sentido patriótico en la genuina expresión de los republicanos franceses, ese patriotismo afectivo y efectivo al que tú apelas y que yo no veo por ninguna parte. Un patriotismo que no consiste en envolverse en la bandera, como Pedro Sánchez, para disimular que luego estás pactando con los independentistas en la Comunidad Valenciana, Baleares, Cataluña, Galicia…, cuando de sobra es sabido que esos pactos, superado el efecto del poder,  siempre se vuelven en contra el PSOE, porque ha engordado  a partidos que le disputan el mismo espacio político en la izquierda . Y a los nacionalistas lo último que les importa ,  ya lo sabemos, es articular España y cohesionarla mediante políticas que demuestren los beneficios efectivos de la unidad; su empeño es desmontarla poco a poco, como están haciendo con la sanidad y la educación. Ni los castellanos nos libramos de ese virus.

Me gustaría equivocarme, Rufino, y que algunas vez pudiéramos ver esa España solidaria con el agua, que imaginaron Joaquín Costa, Indalecio Prieto o Josep Borrell, por citar  a  tres políticos españoles que te pillan muy próximos.  Pero esto es lo que hay. Lo más probable es que dentro de cinco o diez años, la cabecera del Tajo volverá a estar agonizante, y  alguien dirá un verano que hay que escribir algo al respecto. Conmigo que no cuenten. 

Este  es mi último artículo sobre el Trasvase si vamos a seguir por el mismo camino.

P.D. Leo este lunes dos interesantes informaciones en El País sobre esta «guerra del agua» elaboradas desde los dos territorios «enfrentados»: los municipios ribereños y los regantes beneficiarios del trasvase. Estos últimos nos recuerdan que con el agua del Tajo se riegan hasta 1320.00 hectáreas de cultivo entre la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía. Y añaden un dato que constituye el meollo del fracaso de las desalinizadoras. El agua del trasvase, que encima es de mayor calidad, les sale a 10 céntimos metro cúbico por 50 céntimos la procedente de desaladoras.Y recuerdan que los usuarios del trasvase han abonado 412 millones para modernizar las infraestructuras de Castilla-La Mancha, con lo que no se explica muy bien cómo en Chillarón tienen que ser suministrados con cisternas. Añado yo que esos más de cuatrocientos millones no tienen carácter finalista cuando los cobra el gobierno de Castilla-La Mancha de turno, con lo cual igual pueden ir a la llanura manchega que a los municipios ribereños. Nunca lo he entendí. Pero si a los principales interesados, que son la Asociación de Municipio Ribereños, no lo reclaman con más energía, repito, yo mejor me callo.

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