Las elecciones del 26 de Junio de 2016 muy probablemente no desharán el nudo gordiano que atenaza a nuestro parlamento desde el 20 de Diciembre de 2015, lo que nos abocaría a unos terceros comicios antes de que acabe 2016; o a una “solución a la italiana” en la que no estuvieran los actores principales de los cuatro partidos nacionales. Esta es mi conclusión tras analizar los estudios electorales publicados este fin de semana (el lunes es el último día para publicar nuevas encuestas), entre los que se encuentra el realizado por SyM Consulting para Guadalajara Diario y otros medios de comunicación regionales.
Vean cómo está el panorama de enrevesado. Con el reparto parlamentario que nos dibujan los sondeos solo sería aritméticamente viable una coalición entre PP y PSOE; o en su defecto un gobierno presidido por Pablo Iglesias, con Pedro Sánchez u otro dirigente socialista de vicepresidente, y el apoyo de uno o dos grupos parlamentarios soberanistas. ¡Díganme si no sería más fácil que Fernando Alonso con ese motor quedara campeón del mundo de Fórmula 1!
Doy por descontado que un pacto a la alemana entre conservadores y socialdemócratas en España es una quimera, y no solo por razones de programas, que en último caso se podrían limar, como sucede en la Unión Europea, sino porque en España PP y PSOE siguen estando demasiado cerca como para establecer un liderazgo indiscutible. En Alemania nadie tuvo dudas de que fuera la señora Merkel la que presidiera el gobierno de coalición, mientras que en España Rajoy pierde la capacidad de liderazgo si el PP se limita a mantener los resultados (encuestas de Guadalajara Diario, ABC y El Mundo) o incluso podría perder hasta una decena de escaños (El País y El Periódico). Si no hay un vuelco que los sondeos no esperan en esta última semana, la primera tarea del PP no va a ser postularse para formar un gobierno imposible, sino la de elegir un líder que saque a este partido del marasmo en el que se encuentra y que esté listo ante la eventual convocatoria de nuevas elecciones.
En el caso de Pedro Sánchez, su situación es todavía peor. Absolutamente todos los sondeos avanzan que los socialistas volverán a rebajar su suelo electoral sobre los 90 escaños del 20-D, aunque su deriva es cruel. Su líder dejaría de ser el jefe de la oposición parlamentaria, y el PSOE el primer partido de la izquierda, lo que constituye un problema agravado por la aplicación de la diabólica Ley de Hont, que está pensada para primar a los dos partidos más votados. Pero a diferencia del PP, la sucesión de Pedro Sánchez se haría en un escenario tenebroso, porque el PSOE está amenazado por una OPA hostil de Pablo Iglesias y sus aliados comunistas, que quieren quedarse con todo el pastel que se merienda en la izquierda. Algo que no se ha vivido en democracia y que nos retrae a los tiempos más duros del gobierno de la República cuando al complicarse la situación militar en la guerra los comunistas se hicieron con la presidencia del Gobierno y tomaron todas las riendas. La gran noticia que nos dejan estos sondeos es esa: que la socialdemocracia dejaría de ser la primera alternativa de gobierno de España, y que sería sustituida por una coalición entre populistas y comunistas, situación que en Europa solo se ha vivido en Grecia, con la incertidumbre que ello llevaría consigo.
Pablo Iglesias no tiene ninguna posibilidad de ser presidente de un gobierno de coalición con el PSOE, porque sería el suicidio político de un partido histórico; y él lo sabe. Y por eso no le preocupa que la eficaz campaña que está haciendo a base de explotar un perfil socialdemócrata no se corresponda con un programa electoral inviable de aplicar, por su intervencionismo feroz, que nos llevaría a un choque inmediato con las instituciones europeas de las que dependemos para financiarnos; como sucedió en Grecia. Todo esto lo sabe Iglesias, que es el más listo de la clase, y que utiliza estas elecciones solo como plataforma para los siguientes comicios, en los que se podría presentar, esta vez sí, como la única alternativa a un gobierno de centro-derecha en España.
Y también lo sabe Albert Rivera, condenado a la irrelevancia con estos resultados, porque no podría formar gobierno con nadie. Pero Rivera es otro de los que en los últimos días se ha puesto en modo 27-D. Ante la presumible caída de Rajoy, él ya se está apuntando el tanto de que lo ha vetado como presidente en un futuro gobierno de coalición. Pero en el fondo lo que hace Rivera es mirar a medio plazo, y ante un proceso destructivo en las filas del Partido Popular, como se produjo en su día tras el fracaso electoral de Unión de Centro Democrático, se presentaría como el líder no socialista con más proyección para poder hacer frente a Pablo Iglesias en esas terceras elecciones que se vislumbran en el horizonte.
Quedaría una alternativa para evitarlas, la que podríamos llamar “vía italiana”, aunque particularmente tengo escasa confianza en ella. Porque España no es Italia, ni nuestro Rey tiene la misma capacidad de maniobra de un presidente de la República italiano, y estoy pensando en el prestigioso Napolitano que ante el atasco institucional que vivía el país con Berlusconi y sus gondoleros, se sacó de la chistera a un tecnócrata como Monti, que salvó los muebles de la inundación. No veo al Rey, ni creo que se arriesgue, maniobrando como Torcuato Fernández Miranda una solución por encima del PP y el PSOE, pero lo peor es que tampoco veo que por sí mismos, los partidos constitucionalistas lleguen a un pacto para formar un gobierno trasversal que, con una reforma puntual de la Consticuión y algunas medidas inevitables para asegurar el crecimiento de la economía, desate este nudo gordinano. Entre ella estaría poner en marcha el reloj para la formación del nuevo gobierno, que a los padres de la Constitución de 1978 se les olvidó. Aunque sea un sinsentido, si nadie se presenta a la investidura como presidente del Gobierno, porque carece de apoyos suficientes en el parlamento, Rajoy podría seguir en funciones tres años más a base de prorrogar el actual presupuesto, y tener que aplicar las leyes que un parlamento dominado por la oposición le enviara. ¡Todo un disparate!
Situación a la que nos ha llevado la Ley de Hont, que es sencillamente diabólica cuando entran en liza más de dos partidos. Nunca como ahora echo tan en falta los distritos uninominales británicos, que no atan de pies y manos a los parlamentarios, o por lo menos el sistema francés que en la segunda vuelta permite a la formación ganadora contar con una mayoría suficiente para gobernar el estado, la región o el ayuntamiento. En España, lo que elegimos el día 20 es a unos parlamentarios que se podrían pasar meses de postureo haciendo como si quisieran gobernar, pero al final el que sigue en el día a día es un presidente en funciones, que está atado de pies y manos a un parlamento de la oposición, y que, puede, que ni tan siquiera sea ya el líder de su propio partido. ¡Nuestra ley electoral hace aguas, sí!
No me gusta nada de lo que he escrito hasta ahora, y me complacería equivocarme y que los resultados del domingo desmintieran en lo esencial estos presagios. ¡Y que España pudiera formar un gobierno responsable y que se pusiera a trabajar desde el primer día, no dentro de cinco meses, en reformas constructivas para que nuestra economía no se frene otra vez, y sea capaz de generar un empleo de mayor calidad , que evite el adelgazamiento progresivo de nuestras clases medias, que siempre está detrás de cualquier brote populista! Como la historia nos enseña. Pero esto es lo que hay.
P.D. Les copio los últimos sondeos para que se hagan su composición de lugar.
Guadalajara Diario: PP, 122-125; PSOE, 79-82; UP, 87-89; C’s, 36-38.
El País: 113-116; PSOE, 78-85; UP, 92-95; C’s, 37-41.
ABC: PP, 121-124; PSOE, 80-83; UP, 86-92; C’s, 38-40.
El Mundo: 124-129; 73-78; UP, 86-92; C’s, 35-40.
El Periódico: PP, 114-118; PSOE, 80-84; UP, 84-88; C,s 40-44.