El pleno del Ayuntamiento de Guadalajara tumbó una propuesta del Grupo Popular para que el alcalde de Guadalajara pudiera compatibilizar como segunda actividad el ejercicio de la medicina con las obligaciones de su cargo. La fórmula consistía en que Antonio Román estaría liberado al 80 por 100 en el Ayuntamiento, con un sueldo de 60.000 euros (la Ley permitiría al alcalde de Guadalajara cobrar hasta 75.000) y el 20% restante lo podría dedicar al ejercicio de su profesión, la medicina.
¿Quiere esto decir que Román pensaba emplear solo seis horas a la Alcaldía y dos a la medicina, y luego dedicarse a leer el periódico en el Casino? Ya les digo que no: durante el último año en que se incorpora a su plaza en el Hospital de Guadalajara, la jornada de Román, sin cobrar por ello, ha superado con creces esas seis horas al día, acumulando en tiempo en que acudía a su despacho a primeras horas de la mañana, más las tardes y las anochecidas. Cuando la oposición reprocha a Román que un alcalde de Guadalajara debe estar plenamente dedicado a la ciudad, pasa por alto el tiempo que trabaja para el Ayuntamiento, y que seguramente es mayor al de la mayoría de los ediles que tienen la dedicación exclusiva o parcial.
Comparto que un alcalde de una ciudad, como la de Guadalajara, lo es las 24 horas del día, y por ello es deseable que la actividad principal de nuestro regidor sea el servicio a sus vecinos. Y , por tanto, no deja ser un inconveniente que el tiempo que dedica Román a la Alcaldía no coincida con el horario normal de los funcionarios, que se desarrolla por la mañana, o con los actos de representación y ruedas de prensa, que por el trabajo del alcalde se retrasan a la tarde. Tan poco corriente es esta situación que Román debe ser el único alcalde de una capital provincia de España que cumple extra muros una jornada laboral, como cualquier trabajador, y luego otra de propina al servicio de su ciudad, sin cobrar por ello.
Esta anormalidad, que se ha vivido en el último año, se quiso corregir con la propuesta que el Equipo de Gobierno llevó al lunes al pleno, y que la oposición tumbó con la excusa de que el Alcalde debe tener una dedicación plena al cargo. Aunque todos ellos saben que una jornada de Román al 80 por ciento del Ayuntamiento le permitiría atender las obligaciones de su cargo, porque excedería con mucho esas seis horas que debería cumplir si fuera un funcionario corriente. ¿Y qué más da que la propuesta sea un traje a medida, como se le ha reprochado desde Ahora Guadalajara? Lo que hay que ver es si el traje le sienta bien a la ciudad o no. O la posición de Ciudadanos, que comparte la posibilidad de que la Alcaldía sea compatible con la medicina, pero como algo “residual”, y al mismo tiempo no ve inconveniente en que Román estuviera liberado al cien por cien –aunque nos hubiera costado 15.000 euros más al contribuyente- y al mismo tiempo solicitar la compatibilidad para ejercer la medicina, como “el que juega el tenis”. Sinceramente, me cuesta entenderlo: ¿cuántas horas a la semana habría que jugar al tenis para que se considere una actividad residual?
Por tanto, la propuesta que llevó al pleno Román es razonable, porque le permite atender con suficiencia su trabajo como Alcalde, y lo único que se le podría reprochar es por qué no la hizo desde el primer momento, cuando dejó de ser diputado en diciembre de 2015, y ya no percibió un sueldo público.
Pero dicho esto, no es menos verdad que si lo que quería la oposición, además de desgastar al alcalde -lo que está en la lógica de la política-, era que Román tuviera una mayor dedicación al cargo, con su rechazo logra todo lo contrario. Y envía además un mensaje que personalmente me disgusta: que un alcalde no puede tener una ocupación marginal a la política, lo que supone un tapón para que destacados profesionales se puedan dedicar a ella. Y eso influye en la calidad del banquillo, como es público y notorio.
No es saludable para la democracia que la política se la dejemos solo a los políticos profesionales, que luego carecen de la deseable autonomía frente a los aparatos del partido que les nombra. Porque en España las listas siguen cerradas y bloqueadas, y eso que llaman algunos llaman Primarias no dejan de ser una broma mientras no permitan participar al electorado, como sucede en Estados Unidos y Francia. ¡Qué gran ejemplo el de los Republicanos franceses, que así pudieron elegir al que a buen seguro disputará la presidencia de la República, me temo que a Marine Le Pen! Así se empieza por ganar unas elecciones.
Esto es lo que hay. Aquí nos empeñamos en poner precio al tiempo de un alcalde, prescindiendo de lo único que debería importar. Que es la calidad de su trabajo. Y eso solo lo puede valorar el vecino de Guadalajara, que está en otras cosas. Se lo aseguro.