El nombramiento de Antonio Román como destacado miembro de la dirección nacional del Partido Popular, ha alimentado los cotilleos, porque la información es otra cosa, en la prensa regional, hasta el punto de que el propio Román tuvo que salir al paso y proclamar aquello de que «no hay nadie con más méritos para encabezar el partido que Cospedal”, o preguntado por la posibilidad de que Cospedal no se presente y el partido le proponga hacerlo, aclaró que él no abre «ninguna otra hipótesis» y ha insistido en que «la mejor presidenta que ha tenido Castilla-La Mancha es María Dolores de Cospedal y no hay nadie ahora mismo que le pueda hacer sombra en los méritos que tiene para seguir encabezando el PP».
Al día de hoy, las cosas van por ahí. Nadie en el PP de Castilla-La Mancha maneja otra opción que no sea la reelección de Cospedal como presidenta regional del partido, que es lo que se ventila ahora. Bien es cierto que si las cosas transcurren dentro de la normalidad, Cospedal será otra vez candidata a la presidencia de Castilla-La Mancha, pero eso será en 2019, y en política dos años es un horizonte demasiado lejano como para hacer muchas cábalas. Por todo ello, que Román haya entrado en la dirección del PP y al frente de una secretaría de área (sólo el secretario regional, Vicente Tirado, ocupa otra, porque José Ignacio Echániz dejó de ser secretario de Sanidad) por lo menos quiere decir que el alcalde de Guadalajara está bien considerado por Mariano Rajoy, porque le coloca en primera línea de salida para lo que el omnipotente presidente quiera. Me consta que Rajoy, un conservador poco dado al al cambio por el cambio, ya intentó que Román encabezara la candidatura al Congreso en las últimas elecciones –y esto es información-, pero no fue posible porque Román le puso una condición que resultó insalvable: quería seguir siendo alcalde de Guadalajara, y cumplir el compromiso al que llegó con sus electores.
Ahora ha sido otra vez Rajoy el que ofrece a Román una codiciada secretaría de área, y lo hace con su manera habitual: veinticuatro horas antes de que se hiciera oficial. Se supone que el encargo contaría con el visto bueno de la secretaría general, cuyo nombramiento también se hizo de rogar, y que de alguna manera venía a cubrir la plaza que dejaba Echániz, que otra vez tuvo que encontrar acomodo en la lista de Madrid, aunque él peleó para encabezar la de Guadalajara. Así las cosas, Román tendrá que convivir con las especulaciones –y algún zurriagazo de sus adversarios, los internos y externos- en los dos próximos años hasta las municipales en los que se quedará como primer reserva de Cospedal, porque solo Dios sabe lo que puede ocurrir dentro de dos años y el papel a jugar por cada uno de los actores. No solo en el PP.
Algunos en los últimos días me han preguntado qué cómo analizo en clave interna este nombramiento de Rajoy. A algún colega toledano le he dicho que descarte por completo que Román no acabe la legislatura, a pesar de que le han dejado sin sueldo, y aunque no soy rajólogo, ni creo que haya alguien que lo sea, tal vez Ana Pastor, no parece descabellado pensar que no sería prudente ningunear a Antonio Román ante la celebración de los congresos regional y provincial del partido, si es que alguien hubiera tenido intención de ello.
Y si el foco se pone sobre el Ayuntamiento en la figura de su alcalde, no solo Román ha merecido la atención en los últimos días. Daniel Jiménez, al que hace tiempo le buscaron sustituto en Toledo, y tiene nombre de mujer, se ha puesto al frente de los sanchistas de Guadalajara y en los próximos meses pueden saltar chispas. Cuatro meses de campaña interna cuando los votos están contados y hay que disputarlos puerta a puerta (otra cosa es que el PSOE convocara unas Primarias de verdad, como en Francia o Estados Unidos, con participación de los simpatizantes) es demasiado tiempo como para que no se hagan daño. En Guadalajara los sanchistas van a tener enfrente a la actual mayoría, que con Pablo Bellido apoyó a Eduardo Madina en las últimas elecciones internas. Y que acabará confluyendo en la alternativa que más pronto que tarde liderará la andaluza Susana Díaz y a la que apoyará Emiliano García-Page, que respaldó a la Gestora en el cambio del anterior secretario general, al que considera un político diletante más allá del “no es no”, porque acabaría llevando al PSOE a perder la transversalidad y a ser devorado por Pablo Iglesias y su comunismo 2.0 en una suerte de Syriza a la española .
Hay demasiadas cosas en juego como para que todo este proceso se pueda llevar deportivamente, pero esto es lo que hay.