El pleno reprobó al alcalde Antonio Román porque considera que falta transparencia e información en el Ayuntamiento. Una acusación bastante habitual que la oposición hace en todos los ayuntamientos, y que en principio no hay que desatender, pero que en el de Guadalajara cobra un interés especial. ¿Por qué? Porque en el pleno de Guadalajara, la oposición es mayoría y se puede permitir el lujo de aprobar iniciativas sin cuento, demasiadas veces sin el necesario respaldo presupuestario, con lo que muchas se quedan en nada, porque el encargado de ejecutarlas es el Equipo de Gobierno y este lógicamente se resiste, si no se está de acuerdo.
Siempre me ha parecido una fruslería que desde la oposición se pretenda marcar a cualquier gobierno su hoja de ruta cuando lo que tiene que hacer el gobierno es gobernar en función de un programa electoral sometido a las urnas; y la oposición controlarlo y que no caiga en abusos. Por eso yo tampoco acabo de entender muy bien en qué consiste reprobar la gestión de un alcalde, más allá de escenificar públicamente su castigo en la picota mediática. Pero lo que tal vez no repara la oposición es que cada vez que se ponen de acuerdo para afear al gobierno de Román, y luego eso no se traduce en nada, porque las mociones de censura en España son “positivas” – es decir, requieren de un candidato alternativo-, son reprobaciones con retranca: lo que muestran es que no hay más alternativa posible que la del actual gobierno en minoría (11 ediles de 25), por muchos sopapos que la leal oposición tenga a bien inferir en cada pleno al excelentísimo. Y en esas aguas procelosas Ciudadanos cada ves se maneja peor.
Plaza de España.– Guadalajara ya tiene una plaza principal dedicada a la nación española, aunque sea de aquella manera, y eso me complace menos. Para reparar no sé qué agravio a uno de los bandos del conflicto, cuando ya en la época de Javier de Irízar se dejó muy claro que la plaza era de todos los Caídos al añadir el término “en la Guerra Civil”. Ahora se llamará plaza de España cuando en el acervo popular se había instalado el uso de “plaza del Infantado” como alternativa al oficial. Antes lo fue de La Fábrica, por la industria Real de Paños, y en el primer tercio del siglo XX Plaza del Conde de Romanones, el político más influyente que ha tenido Guadalajara en la historia, con sus claros y sombras, que allí tuvo su casa principal en la ciudad. Así que los caídos de ambos bandos se han quedado sin plaza, como antes el Conde de Romanones en tiempos de la República… ¡Qué ganas de no dejar a la historia en paz!
Nada es gratis.-Me parece bien que el Ayuntamiento favorezca la posibilidad de que en Guadalajara puedan existir huertos urbanos, ya sea en el casco o en la periferia (¿por qué no en la finca de Castillejos?), pero siempre que el servicio se financie con las tasas correspondientes, como exige la Ley. Cada vez que se aprueba un nuevo gasto sin generar el correspondiente ingreso estamos generando un aumento del gasto ordinario, que es el principal enemigo de la inversión productiva y el empleo. Porque al final solo se financia con nuevos impuestos en una ciudad que ya tiene demasiados. Nada es gratis, y si el kilo de tomates de un paisano sale a 5 euros en un huerto urbano, podrá compensar por el entretenimiento y la vida saludable, pero es él el que lo debe financiar, no el resto del vecindario. Había que darle una vuelta a la moción que presentó Ahora en el pleno, y para eso está el Equipo de Gobierno. Esto es lo que hay.