Aunque una vez me dijo Camilo José Cela, exquisitamente instruido en la tradición inglesa, que es de mala educación hablar de uno mismo, me van a disculpar esta vez la autocita porque no encuentro otra manera de dar las gracias a tantas personas que en estos últimos días han contribuido a que me vaya recuperando de una delicada intervención quirúrgica que me hicieron en el Hospital del Sescam en Guadalajara. Hasta ahora la providencia había sido generosa conmigo, porque nunca tuve la necesidad de ser ingresado en hospital alguno, así que en mi caso este episodio médico generaba no pocas incertidumbres, que me han ayudado a sobrellevar los magníficos profesionales de la planta quinta del Hospital, encabezados por los doctores Otero y Golbano, celadores, auxiliares de enfermería, enfermeras, médicos, cirujanos, anestesistas, reanimadores, en fin, tanta buena gente que todos los días contribuye a que decenas de personas podamos en el menor tiempo posible volver a disfrutar de la vida sencilla ¡Ahí es nada, charlar con los amigos, darse un paseo por el campo, una buena comida, la cerveza en tu bar favorito y ya no digamos un partido viendo al equipo que te hace levantar del asiento! Todas esas cosas, y alguna más, son las que estoy en camino de recuperar gracias al buen hacer del personal del Hospital de Guadalajara, a los que siempre presuponía su profesionalidad, aunque ahora tengo que añadir que nos regalan algo más, muy importante para el paciente que está desvalido en una cama. Me refiero a la humanidad y la simpatía con la que tratan a sus pacientes. Un día le dí las gracias por ello a un auxiliar de enfermería, y me respondió: “Solo falta que en la situación que estáis nosotros os pongamos encima mala cara”.
No creo exagerar si digo que el personal que me he encontrado en el Hospital de Guadalajara -y estoy seguro de que no son una excepción-, están por encima del propio sistema público de salud, que ha sufrido importantes recortes desde que comenzó la crisis, y que con su trabajo y disposición logran que los pacientes lo notemos lo menos posible. Pero los pacientes no estamos ciegos y vemos que las consultas externas del Hospital de Guadalajara están abarrotadas, hasta el punto de que en algunas de ellas es difícil hasta encontrar silla en la sala de espera, que las listas de espera no terminan de volver a la normalidad, que la docena de quirófanos funcionan sin descanso de lunes a viernes (y los fines de semana los de urgencias), sin que sea suficiente para agilizar esas listas de espera, que hay plantas en las que se atienden hasta seis especialidades distintas, o que las camas están calientes, porque siempre hay alguien esperando a que haya una plaza libre. Creo que no me equivoco si digo que en el Hospital de Guadalajara su plantilla funciona todos los días al cien por cien para que esas carencias se noten lo menos posibles, lo que demuestra por un lado su gran capacidad, pero también la dificultad de trabajar siempre sometido a gran presión, y convertir en normal lo que debería ser excepcional. Y como la administración es como es, parca en detalles, que da asco, la empresa con más trabajadores de Guadalajara no tiene un aparcamiento gratuito a disposición de sus trabajadores, un servicio que dispone cualquier empresa de medio pelo del Corredor del Henares, con lo que ese personal que mantiene a flote un hospital que debería haberse ampliado hace diez años, por el gran incremento de población que ha tenido Guadalajara, tiene que dejar el coche por el campo, en solares polvorientos o en barrios próximos al centro hospitalario.
¡No es esto, no esto!, la manera de agradecer la buena disposición de sus trabajadores, señor consejero de Sanidad a quien también escuché reconocer, mientras estaba ingresado, que las obras de ampliación del Hospital se habían “ralentizado”. No sé muy bien lo que entiende usted por “ralentizar”, pero lo que yo he visto en estos días es que por allí no se adivina ninguna actividad laboral y que si comparamos cómo estaba la obra cuando la visité en compañía del consejero Fernando Lamata en la campaña electoral de 2011 pues apenas encuentro las diferencias. Tras cuatro años de paralización de las obras del Hospital, durante la legislatura de Cospedal, con la excusa de la crisis y la falta de recursos, llevamos ya dos años con la obra en presupuestos, pero esto no luce señor consejero, más allá de las obras de ampliación de aceras y la mejora de algunos setos que ahora se llevan a cabo. Ignoro si es solo un problema presupuestario, de ejecución de ese presupuesto, de problemas técnicos para continuar unas obras que se empezaron hace más de siete años, pero el consejero Fernández sigue sin contestar una pregunta elemental cuando viene a Guadalajara: cuánto queda para que las obras de ampliación del Hospital, y su consiguiente equipamiento, estén a disposición de la provincia de Guadalajara y de sus pacientes. Con lo que el conjunto del Hospital podrá funcionar sin que parezca que no va a haber un mañana.
Mientras esto no sucede, que nadie de por cerrada la crisis en Guadalajara. Ni se ponga medallas. Ni que haga promesas que luego invariablemente se incumplen. Como sucede con el aparcamiento subterráneo del Hospital, que no se abre porque según el Ayuntamiento no cumple con la normativa urbanística y responde el consejero Fernández que la culpa la tiene el consistorio, porque cada día le están pidiendo papeles y más papeles. ¿Y qué culpa de ese desencuentro tenemos los usuarios que nos dejamos los ahorros cada vez que tenemos que acudir al hospital? ¿Y sus trabajadores? Sucede lo mismo con la nueva salida por la Fuente de la Niña, que aligeraría el tráfico del temido nudo de Cuatro Caminos. Apenas trescientos mil euros tienen la culpa, pero Ayuntamiento y Junta han hecho de esto un campo de batalla, que más allá de las razones de cada uno, no hay manera de que den un paso.
Pero esto es lo que hay, y con estos bueyes sectarios tenemos arar. Menos mal que el Hospital tiene una plantilla que, repito, está por encima de las carencias de un sistema sanitario público infrafinanciado, por un reparto de financiación autonómica obsoleto e injusto, que hace inviable el funcionamiento normal de dos tercios de las comunidades autónomas españolas, entre ellas la de Castilla-La Mancha. Pero eso mejor lo dejamos para otro día. Hoy solo quería darles las gracias a la buena gente del Hospital. Por todo.
Foto:obras de la ampliación del Hospital en la actualidad sin actividad alguna.
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