El 17 de julio dábamos destacada en Guadalajara Diaro la que, para mí, es la noticia de mayor calado del primer semestre del año, aunque para algunos pasara desapercibida. Les contamos que en junio ya se habían superado los 1,6 millones previstos del Impuesto de Construcción Instalaciones y Obras para 2018, la prueba del nueve que demuestra, reconocía el vicealcalde Jaime Carnicero, la recuperación del sector inmobiliaro de la ciudad. De hecho, los niveles de concesión actuales superan los registrados en 2005 antes de estallar la crisis inmobiliaria que en Guadalajara fue una de las grandes protagonistas: nuestras inmobiliarias familiares se hicieron multinacionales, se levantaban ciudades nuevas en las eras de los pueblos, había pleno empleo, en los bancos no sabían qué hacer con aquella masa de dinero y daban créditos como el que lava, había lista de espera para comer en el Amparito Roca (que con la crisis se tuvo que ir a Madrid), se editaban tres diarios en papel y emitían tres televisiones locales…En resumen, que atábamos los perros con longaniza, porque estábamos en nuestra particular Belle Epoque y todo el mundo bailaba el can-can. Me ahorro en entrar detalles, por conocidos, sobre las consecuencias en la ciudad del estallido de la burbuja, y solo me referiré a lo que supuso el derrumbe de la actividad económica para las arcas de las instituciones públicas: si hubieran sido empresas privadas habían quebrado, porque dejaron de pagar a sus proveedores y con ello se aceleró y profundizó la recesión.
En el Ayuntamiento de Guadalajara, se cayó al suelo el Impuesto de Construcción, Instalaciones y Obras, que en los días vino y rosas llegó a dejar en sus arcas hasta nueve millones de euros, y la única solución que se encontró para poder afrontar pagos y las situaciones de emergencia entre los empobrecidos vecinos fue elevar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), llamado popularmente “la Contribución”, cuando era prácticamente el único impuesto que se pagaba antes de implantarse el IRPF y la declaración de la renta para todos. Por tanto, fuimos los propietarios de viviendas en Guadalajara los que mayoritariamente mantuvimos el Estado de Bienestar Municipal en pie, y no sin grandes esfuerzos. La oposición, comandaba por la actual ministra Magdalena Valerio, reprochaba a Antonio Román que desde que llegó a la Alcaldía había subido el IBI un 40%, solo un 30 % de media en los años 2011 y 2012. Y cuando en septiembre de 2013, Valerio pidió reducir un 15% de media el IBI, el concejal de Economía, Alfonso Esteban, lo recoció paladinamente: “Lo que usted plantea es imposible, ya veremos si los 9 millones que se recaudaban en la época de Alique hay algo para este año”. Para salir corriendo y no parar hasta Andorra.
Este año, el ICIO se ha recuperado, nunca llegará a los tiempos dorados previos a la burbuja, pero 1,6 millones en el mes de junio nos dibujan un panorama bien distinto, que permiten una política fiscal más relajada para con los miles propietarios de pisos en Guadalajara que financiamos durante la crisis a nuestro Ayuntamiento. Me consta, y este digital ha publicado recientemente algún estudio al respecto, que a pesar del catastrazo que padecimos durante la crisis Guadalajara es una ciudad benigna en materia fiscal, lo que ocurre es que el peso del IBI sobre el resto de impuestos y tasas es desproporcionado y debería reducirse ahora que en Guadalajara volvemos a respirar. Es hora de que Román nos dé una alegría en los próximos presupuestos y ponga en el bolsillo del contribuyente el dinero que un día se prestó a la ciudad durante la emergencia.
¿Elecciones en octubre o trampantojo?.- El primer sondeo del CIS durante el gobierno Sánchez atribuye al PSOE una intención de voto del 29,9 %, PP y Ciudadanos empatarían con el 20,4% y Podemos no rentabilizaría su apoyo a Sánchez, ya que baja al 15,6%. Solo que el sondeo se ha hecho viejo de repente, como en la canción de los Celtas Cortos, y lo mismo que Sánchez capitaliza el “efecto Moncloa” que va de soi con el primer mes de los presidentes, con el PP sucede lo contrario, pues al CIS se le ocurrió recoger sus opiniones en plena campaña por el liderazgo del PP, y no valora el «efecto Casado» que sí recogen otros sondeos posteriores al del CIS. Dicho de otra manera, si José Félix Tezanos no ha metido mucho la mano en la cocina a estas horas ya habrá recomendado a Sánchez que convoque elecciones en otoño, coincidiendo con las Andaluzas. Porque con el desgaste que está sometido el Gobierno por sus insolventes y poco recomendables socios de la moción de censura, ni el más optimista piensa que ese casi 30% podría crecer de aquí a dos años. Si no hay elecciones, es que Tezanos ha hecho otra de las suyas y nos ha cocinado un trampantojo, solo para animar a la peña sanchista antes de las vacaciones. Esto es lo que hay.