El Partido Popular de Castilla-La Mancha ha cerrado con la elección de su futuro presidente regional (el liderazgo es otra cosa, que se gana con el tiempo) el precipitado cambio al que se ha visto forzado por la dimisión de María Dolores Cospedal, que decidió dar carpetazo a su carrera política en la Región para explorar nuevos caminos, seguramente en el Parlamento Europeo.
El reto es ciertamente complicado, porque en apenas ocho meses un partido presidencialista como era el PP de Cospedal tiene que buscar a un nuevo líder y sin solución de continuidad tejer un proyecto atractivo para Castilla-La Mancha con el que concurrir a las elecciones de Primavera, en las que tendrá como principal al actual presidente de la Junta, Emiliano García-Page, con las sinergias que eso lleva consigo en una región como es ésta. No es de extrañar por tanto el escaso entusiasmo con el que han afrontado una posible candidadura políticos como Vicente Tirado, Antonio Román o Rosa Romero. En el caso del alcalde de Guadalajara, cuando vio que tendría que luchar contra el candidato del aparato, Francisco Núñez, y con el toledano Carlos Velázquez, que no aceptó las condiciones de los primeros para ir en una lista común, prefirió hacer Mutis por el foro, aunque ciertamente en unas Primarias a tres el abanico de posibilidades se habría ampliado en segunda vuelta. Y como ocurrió en las Primarias del PP nacional en las que el segundo (Casado) y tercero (Cospedal) de la primera vuelta se aliaron con posterioridad contra la primera (Soraya Sáenz de Santamaría), bien podría haber ocurrido algo similar en Castilla-La Mancha. Román hizo por tanto un gran favor a Paco Núñez no concurriendo a la Primera vuelta (aunque estuvo recogiendo avales en Guadalajara hasta última hora), con independencia de que el argumento que empleó con los suyos tanto en público como en privado es cierto: una victoria por la mínima en segunda vuelta a ocho meses de las elecciones se acaba convirtiendo en una derrota.
Así que fueron solo dos los candidatos que al final se decidieron a competir por por tomar el testigo ¿envenenado? de Cospedal, y en apenas quince días tuvieron que improvisar una mini campaña interna, que apenas les dio para asistir a unas cuantas paellas y a reuniones en cafeterías en las cuales se habló sobre todo de personas y muy poco de política. Aunque yo les disculpo: es el atolondrado sistema que eligió el PP para suceder a Cospedal el que propició el juego subterráneo de los candidatos y el cultivo de las estrategias personales como principal condimento de la mini-campaña. En tan pocos días no hay lugar más que para decir a los militantes una colección de obviedades y para que muchos de ellos se fueran situando en función de donde estaban los otros. Ninguno de los candidatos demostró tener un discurso arrebatador como para que dejarlo todo y salir tras ellos, pero esto es lo que hay en la política de hoy en día. García-Page se le dijo a Román en la procesión de la Antigua, donde coincidieron:
-Nos habéis copiado lo peor de las Primarias.
Y tiene toda la razón. Porque estas Primarias a la española no son ni chicha, ni limoná. Al no dejar intervenir a los simpatizantes, como sucede en Estados Unidos o Francia, se alimentan las guerras internas de los partidos, se acentúa la división y no siempre el candidato de los militantes coincide con la valoración mayoritaria de sus electores, lo que explica casos como el de Pedro Sánchez en las dos últimas elecciones. [Por cierto, si Tezanos se creyera que el PSOE tiene 10 puntos sobre PP y Ciudadanos, como dice su CIS, mañana mismo Sánchez convocaría elecciones, porque el desgaste del Gobierno ha empezado].
En el PP de Castilla-La Mancha, el aparato del partido pensó que con una reunión de mesa camilla entre los dirigentes provinciales se podría llegar a la sucesión dulce de Cospedal, como en los viejos tiempos. Pero algo así es ahora imposible, incluso en el PP; y ahí están los resultados. El candidato que encarnaba el continuismo, Francisco Núñez, ganó como se esperaba con 3.978 apoyos, el 64,4 % de los votos, una cantidad importante, pero que no es suficiente para acoger bajo su paraguas a todo el PP de Castilla-La Mancha. Y así el candidato de “los 2.171 afiliados que han apostado por una renovación real del partido, que creen que las cosas se pueden hacer mejor y ése es el objetivo que nos ha traído hasta aquí», llegó a sumar 2.171 votos, el 35,1%, un número muy importante de descontentos, que si Núñez no es capaz de integrar en la comisión ejecutiva y junta directiva que salga del Congreso de Albacete, el 7 y 8 de octubre, le podría pasar seria factura en la próximas elecciones.
Paco Núñez, un desconocido para la opinión pública regional fuera de Albacete, tiene ocho meses para intentar explicar lo que desde luego no ha podido en esta campaña interna low cost que terminó la pasada semana. Que detrás de él hay un proyecto alternativo de verdad, con estos mimbres y que responde a estos valores, algo más que el socorrido aquí estamos nosotros para echar al gobierno de Page-Podemos.
Por último, en el conjunto del PP se impone también un debate sobre el decreciente papel de los partidos en esta nueva sociedad civil 2.0 y el menguante número de afiliados, de verdad, que están dispuestos a pagar la cuota de su partido y a participar en las decisiones. En Guadalajara lo fueron 452 ( de los cuales 224 apoyaron a Núñez y 128 a Velázquez), un número que invita a la reflexión si tenemos en cuenta de que el PP de Guadalajara todavía tiene 629 concejales en la provincia.
No es un problema exclusivamente del PP, pero es preocupante, porque el principal antídoto contra los populismos está en la articulación de partidos fuertes, democráticos y con capacidad para vertebrar a las grandes corrientes del pensamiento moderno. Y no será esta risión de Primarias que se han inventado los dos partidos mayoritarios lo que les ayude a penetrar en su tejido social, porque solo valen para alentar el guerracivilismo interno. Y así acaban cansando a su electorado, que ya no está dispuesto a comulgar con ruedas de molino y con las listas cerradas que nos sirven los aparatos, casi siempre con las mismas caras.
O se hacen Primarias de verdad, o casi mejor llamamos otra vez a Alfonso Guerra y a Álvarez Cascos. Porque esto es lo que hay: a un tal Núñez le han dejado solo ocho meses para despegar, o fracasar.